¿Qué aprendió el mundo a 80 años de Auschwitz?

Frustración y repitencia son algunas de las definiciones dichas por especialistas en Holocausto al ser consultados por Y ahora qué? al conmemorarse, este 27 de enero, los 80 años de la llegada de las tropas soviéticas al campo de concentración de Auschwitz. “El hombre no aprende y hay jóvenes a los que no les importa” decía Jack Fuchs, un sobreviviente de la Shoá que hace varios años decidió no seguir viviendo porque percibía incomprensión ante tamaña tragedia.

Iánkele Fuchs, así le gustaba que lo llamáramos, pasó muchos de sus últimos años de vida en su departamento de la calle Coronel Díaz, frente al Parque Las Heras donde solía organizar desayunos maravillosos para sus amigos. Allí solía convocarnos de a uno, de a dos o de a tres, en mañanas que se convertían en tertulias a veces picarescas, pero que siempre lo retrotraían a pensar su vida atravesada por la tragedia del Holocausto. Comenzó a hablar ya de grande, “cuando pude” decía.

Cuando se cansó de hablar, dar testimonio en colegios y clubes, ser entrevistado por periodistas e interpretado y reinterpretado en congresos de psicoanálisis llegó a la conclusión de que el mundo no lograba entender con el alma el drama de la Shoá. Así fue que de a poco se retiró de una intensa vida pública, ensimismado achicó su círculo y decidió que ya no tenía sentido seguir viviendo.

De él escuché por primera vez una definición que muchos no querrán asumir: “Auschwitz no fue liberado. Los soviéticos encontraron despojos humanos que ni siquiera pudimos ser arrastrados a la Marcha de la Muerte”.

El 18 de enero de 1945 las SS comenzaron a evacuar Auschwitz y sus campos satélites. Se estima que unos 60.000 prisioneros, la mayoría judíos, fueron obligados a desplazarse unos 56 kilómetros hacia la ciudad de Wodzislaw. Quienes quedaban por el camino o se retrasaban eran fusilados.  Los que llegaron fueron transportados como ganado en trenes de carga y deportados a otros campos en Alemania. Se calcula que una de cada cuatro personas murió en ese sendero infernal.

El 27 de enero de 1945, el ejército soviético entró en Auschwitz y liberó a los pocos prisioneros que quedaban allí. Jack tenía 21 años, pesaba 38 kilos y padecía tifus y tuberculosis. Así lo encontraron: no hubo batalla, no hubo disputas, no hubo liberación del campo. Los en-con-tra-ron.

“Nos encontraron”, insistía Jack, y no entendía por qué -desde el año 2005- la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó a esta fecha como el Día Internacional de Conmemoración en memoria de las víctimas del Holocausto basándose en “la liberación de Auschwitz” por parte de las tropas soviéticas.

Auschwitz: “Un genocidio sistemático sin precedentes”

En su publicación ‘Un lugar en la tierra. El álbum de Auschwitz’ el Museo Yad Vashem de Jerusalén explica así al Holocausto y a Auschwitz:

“El Holocausto -en hebreo, Shoá- fue un genocidio sin precedentes, total y sistemático, perpetrado por la Alemania nazi y sus colaboradores contra el pueblo judío, con el propósito de aniquilarlo de la faz de la tierra junto con su cultura y sus tradiciones. La motivación principal del Holocausto residía en la ideología racista y antisemita del nazismo. 

Entre 1933 y 1941, la Alemania nazi implementó una política de creciente persecución a los judíos, que en un principio los despojó de sus derechos y de sus propiedades, y más tarde, marcó a la población judía con señales distintivas y la concentró en áreas especiales. Hacia fines de 1941, esa política había evolucionado hacia un operativo comprehensivo y sistemático que los nazis denominaron la ´Solución final a la cuestión judía´. 

La Alemania nazi marcó a los judíos de Europa y, con el tiempo, a los judíos del resto del mundo para su total aniquilación. Junto con la masacre masiva de millones de fusilados, millones de judíos de toda Europa fueron concentrados y deportados en trenes de carga a campos de exterminio, establecimientos industriales en los que los judíos eran gaseados hasta morir. 

Durante todo el proceso de registro, concentración y embarque en los trenes, los alemanes engañaban a las víctimas respecto del verdadero objetivo de su viaje.

Al concluir la guerra en 1945, habían sido asesinados unos seis millones de judíos y se estima que un millón cien mil personas fueron gaseadas en Auschwitz.

El nazismo también asesinó a disidentes políticos, homosexuales masculinos, romaníes, enemigos del Reich, y discapacitados o personas con malformaciones. No así lesbianas alemanas, consideradas como elementos reproductores de la raza aria, ni Testigos de Jehová”.

Un predecesor de los derechos humanos

La organización Amnistía Internacional recuerda a la tragedia de Auschwitz como el principal antecedente en las conquistas por legislaciones internacionales sobre Derechos Humanos:

“Pasada la medianoche del sábado 27 de enero de 1945, los soldados rusos de la División de Infantería 322 del frente ucraniano reciben la orden de avanzar. Llevan días intentando proseguir su camino hacia Alemania, pero una dura resistencia los retiene a las afueras de Auschwitz.

Aunque tiene solo 19 años, Yakov Vincenko es ya todo un veterano de la Segunda Guerra Mundial, se había incorporado a las filas del Ejército Rojo en 1941. Ha visto mucho en cuatro años de duros combates en territorio ucraniano y polaco, pero lo que contemplaría ese amanecer lo sobrecogió especialmente: ‘Atravesé la primera alambrada a las cinco de la mañana. Estaba oscuro. En la sombra advertí una presencia. Se arrastraba en el barro ante mí. Se dio la vuelta y apareció el blanco de unos ojos enormes, dilatados. Estaba ante un muerto viviente. Detrás de él intuí decenas de otros fantasmas. Huesos móviles unidos por una piel seca y envejecida. El aire era irrespirable. Había un olor mezcla de carne quemada y excrementos. Avanzamos sin decir una palabra’.

Vincenko acababa de traspasar lo que muchos calificarían como las puertas del infierno. Por el enorme campo de Auschwitz-Birkenau deambulaban 2.819 sobrevivientes, moribundos que no habían podido ser arrastrados por los guardias de las SS a una enloquecida huida para eliminar las pruebas del horror”.

Fuchs era uno de esos muertos vivos.

“No es necesario entender Auschwitz, lo necesario y obligatorio es saber que esas condiciones de infierno fueron creadas por gentes como nosotros”, explicaba mientras untaba su tostada de pan negro con queso blanco. “Para el hombre es horrible afrontar la realidad. Decir que fueron los nazis los que llevaron a levantar fábricas de muerte nos alivia. Ya hay un nombre como si hubieran sido extraterrestres sin relación con el género humano”, decía refiriéndose a los alemanes.

Fueron los nazis, sí, y el pueblo judío su principal víctima. Pero durante el siglo veinte se produjeron otros genocidios y hubo otros tiranos y otros pueblos sacrificados. También por eso Iánkele afirmaba que habíamos aprendido poco, o nada. 

Jack Fuchs -sobreviviente del gueto de Lodz, de Auschwitz y Dachau- falleció, o se dejó morir, un 24 de agosto de 2017 a sus 93 años.

A siete años de su deceso y a ochenta después del encontronazo con Auschwitz, el odio, el racismo y la intolerancia parecen seguir intactos. 

“Recordar y condenar el antisemitismo”

¿Qué aprendió el mundo del Holocausto?, preguntó Y ahora qué? al director ejecutivo del Museo del Holocausto de Buenos Aires, Jonathan Karszenbaum, y a su par del Centro Wiesenthal para América latina, Ariel Gelblung.

“En principio, en 1948 se realizó la convención para la prevención y sanción del delito de genocidio, fundamental para entender el mundo de posguerra y, probablemente, la disminución de este tipo de atrocidades”, explicó Karszenbaum, quien agregó que “en estos 80 años, especialmente en los países democráticos, hay políticas tangibles heredadas de la experiencia del Holocausto, porque no sólo el peligro del genocidio fue un aprendizaje. La sanción de las formas discriminatorias, las alertas por los discursos de odio, las políticas de coexistencia y diversidad son algunas de las enseñanzas de aquella tragedia”.

Gelblung destacó dos etapas: “En los años de posguerra, la creación de los organismos internacionales y los juicios a los perpetradores fueron en el sentido de tratar de evitar lo sucedido. Hoy, generaciones después, vemos el disvalor de quien plantea una vida diferente. Hay gente que está convencida de ser defensora de derechos humanos y, sin embargo, propone genocidios y no entiende la contradicción”.

–¿Por qué el mundo afirma que fue una liberación y no un encuentro provocado por el avance del ejército soviético? 

Gelblung: Auschwitz no fue liberado. Fue encontrado por el Ejército Rojo en su carrera hacia Berlín. En el complejo quedaban los que ni siquiera tenían fuerza para levantarse y ser víctimas de las Marchas de la Muerte. Pero al hombre le dio vergüenza tener que mostrar lo que se podía hacer con un ser humano, así que fue comunicado como una liberación.  Los aliados sabían de los campos y jamás tuvieron el objetivo de destruirlos e impedir el Holocausto. La imagen del judío casi muerto genera empatía y por eso se elige el 27 de enero como fecha de Recordación de las Víctimas, pero para el pueblo judío esto no es así y hace mucho tiempo eligió como fecha el inicio del Levantamiento del Gueto de Varsovia, al que también se lo llama Día del Holocausto y del Heroísmo. 

Karszenbaum: Para mí, la liberación existió porque los pocos que quedaban allí dejaron de ser prisioneros. Lo cierto es que la mayoría de los prisioneros de Auschwitz se encontraban realizando las inhumanas Marchas de la Muerte cuando los soviéticos llegaron al campo. Ni los soviéticos ni los aliados occidentales combatieron al nazismo por sus políticas antijudías ni tampoco por el exterminio durante el Holocausto. Es cierto que los soviéticos se toparon con el campo, pero parte de la tragedia es que las dirigencias aliadas sabían de su existencia. Como dijo Ian Kershaw, “el camino hacia Auschwitz se construyó con el odio, pero se pavimentó con la indiferencia”. El concepto de liberación permitió al mundo homenajear a las víctimas del Holocausto omitiendo aquella indiferencia que lo hizo posible.  

–¿Qué retrocesos observan en el planeta en relación a la violencia y repetición de genocidios a lo largo de estos 80 años?

Karszenbaum: Los diversos conflictos bélicos y genocidios a nivel global, inclusive en nuestros días, nos dan mucho que pensar sobre los alcances de las expectativas de un mundo sin guerras ni violencia. Ni el final de la Segunda Guerra Mundial ni el de la Guerra Fría dieron por tierra con este tipo de atrocidades. Pero los números y porcentajes de asesinados o muertos en este tipo de eventos han ido disminuyendo a lo largo de las décadas y ese es, sin dudas, el dato más alentador. 

Gelblung: Es evidente que la humanidad se encuentra en esos tiempos oscuros donde una gran parte sería feliz borrando a otros de este plano de existencia. Y los organismos internacionales, en lugar de impedirlo, son funcionales a estos grupos. Creo que los fundamentalismos políticos como los religiosos van en ese sentido.

–¿Cómo perciben el avance de los fundamentalismos? ¿Consideran que pueden derivar en nuevos genocidios?

Karszenbaum: Toda ideología fundamentalista y radicalizada tiene un gran potencial destructivo porque parten de la noción de la presencia de un enemigo, de un otro tan radicalmente diferente que es presentado como una amenaza existencial. Esas negaciones -que pueden ser o parecer sólo discursivas- la historia ha demostrado que tienen la posibilidad de convertirse en algo peligroso para las democracias y el mundo libre. 

–¿Por qué creen que se reiteran los discursos de odio?

Karszenbaum: Porque el odio es una posibilidad dentro de los sentimientos de los seres humanos. El problema son quienes fomentan el odio contra grupos determinados para consolidar su poder y vulnerar derechos y libertades. La historia nos demuestra que ese odio no ha construido nada positivo para la humanidad. Por el contrario, es un motor que produce violencia, dolor y destrucción. Los hechos del Holocausto y las condiciones que lo hicieron posible tienen siempre posibilidades de reproducirse de las formas más diversas. Esa es una lección que nos han legado los sobrevivientes de la Shoá y nuestro homenaje permanente a ese legado es que esa experiencia sirva para modificar ideas y conductas en pos de la construcción de una sociedad que fomente la coexistencia y la no violencia.

Gelblung: Siempre pensamos que el discurso de odio era el que generaba más odio, pero estoy empezando a replantear esa premisa. Querría indagar más en el fenómeno para ver si lo presente, a veces latente y a veces a plena luz, es el odio mismo y el discurso la exteriorización de lo que subyace. Por otro lado, el 27 de enero fue elegido para que los países tomen acción directa para evitar la repetición, pero si solo lo usan para Recordación, la fecha no sirve de nada. La frase del Marqués de Pombal es la lección: «Honrar a los muertos y atender a los vivos». Recordar a las víctimas de la Shoá, pero no condenar y no hacer frente al antisemitismo torna al día en inservible.

4 comentarios sobre «¿Qué aprendió el mundo a 80 años de Auschwitz?»

  1. Excelente artículo. El Holocausto, a 8 décadas de distancia, sigue siendo un abismo que da vértigo mirar allí. Y lo frustrante para mí, hijo de una niña del Holocausto, es el proceso de como la izquierda actual, sin rumbo ni contenidos, toma y hace suyo el discurso antisemita, heredado de los soviéticos, quienes lo tomaron de los nazis. Una tragedia, para alegría del yihadismo.

  2. Terrible historia, pero él le ganó a toda crueldad y sobrevivió para contarlo y tener una nueva vida….. La maldad y el odio a los judíos no termina pero tenemos capacidad de la resistencia, volvieron a atacarnos 7/8/23 con una masacre dentro de Israel en un Festival por La Paz donde mataron y violaron quemaron vivos a seres humanos dentro de sus casas etc es demasiado espantoso terrorismo ; pero Am Israel Jai!!!!!

  3. Cuándo leo el comentario de qué aprendió el mundo 80 años después de Auschwitz me tiembla el alma y siento que se estremece mi corazón no soy judío pero amo a mis hermanos mayores creo que en este momento difícil todos debemos ser judíos

  4. Hay muchos genocidios antisemitas. Y, como todos los genocidio, son muy dolorosos y con consecuencias culturales imborrables. Tenemos que reencontrar el profundo sentido de la palabra HUMANIDAD.

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