Dos proyectos clave, el del reactor modular Carem 25 en la localidad de Lima y el reactor multipropósito RA-10 ubicado en Ezeiza, íntegramente nacionales y únicos en América Latina, soportan las restricciones presupuestarias decididas por el gobierno libertario.
Sea por los efectos de la motosierra y la licuación, o por la recesión sine die profundizada por el rechazo a toda política anticíclica, lo cierto es que el déficit fiscal cero resulta de apelar, entre otros procedimientos, al incumplimiento con el pago de deudas estatales, al despido de empleados, a la caída de las jubilaciones y a la paralización de la obra pública. De ahí que no deba sorprender que aparezcan conflictos como el que tuvo lugar en estos días en Zárate, cuando se comunicó a 250 trabajadores del proyecto CAREM 25 (trabajadores de las empresas subcontratadas por Nucleoeléctrica Argentina, con la que la Comisión Nacional de Energía Atómica tenía a su vez un contrato para la construcción de la parte civil del reactor) que cesaban en sus funciones. Los gremios UOCRA y UECARA declararon una huelga por tiempo indeterminado, que mantendrían hasta que sea reincorporada la totalidad de los despedidos. Y el hecho merece una mirada más atenta y algunas apreciaciones adicionales.
En primer término, corresponde advertir que el CAREM 25 es el desarrollo de un prototipo de reactor nuclear enteramente argentino, que habrá de generar electricidad sin emitir dióxido de carbono ni otros gases de efecto invernadero. También podrá utilizarse para desalinizar agua de mar, producir hidrógeno, proveer energías en zonas remotas (mediante el tendido de redes descentralizadas de alcance regional, potencialmente independientes del sistema interconectado nacional) y para desplegar sistemas energéticos híbridos, o sea, funcionando de sostén para fuentes como la solar, la hidráulica o la eólica, que aportan importantes volúmenes de energía pero en forma intermitente por su dependencia de factores climáticos, debiendo complementarse entonces con hidrocarburos fósiles.
En segundo término, y desde un punto de vista algo más técnico, amerita precisar que la Comisión Nacional de Energía Atómica viene construyendo desde hace diez años el CAREM 25, un prototipo de reactor nuclear de baja potencia para producir electricidad, y que es previsible que en el futuro próximo exista un interesante mercado para estos dispositivos especialmente aptos para mitigar el efecto invernadero. Y como bien señala el físico, historiador y divulgador de la ciencia Diego Hurtado, de acuerdo con “la evaluación de la Nuclear Energy Agency (agencia de la OCDE) de febrero de 2024, de los 56 proyectos de reactores de baja potencia que se desarrollan en el mundo, el CAREM 25 está entre los cuatro primeros en la línea de largada de una carrera comercial que se inicia alrededor de 2028”. Y agrega Hurtado, quien también fuera vicepresidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica, que el Estado nacional lleva invertidos casi 700 millones de dólares en el proyecto, y que para concluirlo harían falta alrededor de 250 millones adicionales.
En tercer término, conviene mantener presente que la Argentina exhibe una larga trayectoria en tanto exportadora de tecnología nuclear, y que el INVAP lleva décadas exportando reactores multipropósito que sirven para investigación y la producción de radioisótopos médicos. Por eso el otro proyecto importante, el RA-10 en Ezeiza, que a diferencia del CAREM 25 estaría prácticamente terminado y en condiciones de entrar en operación el año próximo, contaría con los recursos necesarios. Pero si no fue fácil para el país acceder a esta presencia destacada en uno de los mercados más reñidos y monopolizados del planeta, parece imposible resistir a los ataques a la ciencia y el desarrollo tecnológico que emanan de los gobiernos que carecen de vocación para enfrentar la presión de las potencias hegemónicas.
Habría conversaciones a fin de incorporar un socio externo al CAREM 25, y explorar las oportunidades de comercialización a través de la CNEA y del INVAP. El nuevo presidente de la CNEA aseguró que los principales proyectos en curso no serían discontinuados, aunque también interesaría que aparecieran socios privados para sumar a cada uno. Pero lo cierto es que la obra del CAREM 25 está parada por motivos que se deducen incluso de un comunicado de la CNEA, donde queda sugerida una situación que dificultaría su concreción en los plazos planeados y, como toda demora es costosa, comprometería el cumplimiento de las pautas de la inversión presupuestada.
Conviene leer detenidamente dicho comunicado del 10 de septiembre, que arranca manifestando que “el proyecto está en una avanzada etapa de construcción y, por lo tanto, los contratos asociados a tareas específicas están finalizando”. El comunicado seguidamente reproduce palabras del presidente, el doctor e ingeniero Germán Guido Lavalle: “La obra civil está esencialmente terminada. Faltan detalles que se van a ir completando en los próximos años, a medida que avancen los temas de ingeniería y el montaje electromecánico. Conforme se vayan terminando la ingeniería civil, la obra y lo que estaba planificado, van a ir entrando las otras especialidades”. Luego se refiere a la revisión de ingeniería realizada, la cual “muestra que, siendo un proyecto innovador, hay elementos para profundizar y probar”. Y aclara que, como son componentes nuevos “habrá que testearlos en condiciones de operación al momento de ser incorporados al reactor”. Pero en principio estas palabras, de acuerdo con especialistas consultados, si bien suenan alentadoras no trascienden el ámbito de la ambigüedad.