Autor del libro “Salvados por Francisco” y participante activo en las discusiones del peronismo, Aldo Duzdevich expuso en redes su posición particular sobre la realidad justicialista. Con su autorización, a continuación va la reproducción textual para quien desee polemizar.
El 20 de septiembre en el estadio de Atenas de La Plata, La Campora a través de Máximo Kirchner, hizo la declaración formal y expresa de guerra contra Axel Kicillof.
“Cristina es la conducción vamos a ver si la entienden (…) si querés otra canción vení te presto la mía”, cantó la barra camporista.
Allí se volvió a repetir la frase “Cristina ya dio todo, no le podemos pedir más, ahora nos toca a nosotros” .
Sin embargo quince días después, el twiterismo camporista salió a agitar un nuevo y ya repetido “operativo clamor”: “Volvé Cristina”. Ahora para presidir el Consejo Nacional del PJ, al cual estaba destinado el siempre candidato Wado de Pedro. Pero, como ya sucedió otras veces, lo de Wado no arrancó.
Desde hace unos seis meses el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, se cargó al hombro la difícil tarea de salir a recorrer las 24 provincias , escuchando y hablando con los peronistas de todos los colores. Su idea fue intentar rearmar la conducción del Partido Justicialista, sin mayor ambición que recrear un espacio que pudiera realizar una convocatoria amplia al desperdigado peronismo nacional.
Nadie, comenzando por él mismo, pone en duda la historia y la calidad dirigente de Cristina. Pero, al igual que muchos, ve la necesidad de intentar generar una conducción partidaria con sentido federal, horizontal y abierta a todos los sectores del peronismo. Una conducción partidaria que abra el juego, que permita el debate interno y que dé lugar a aquellos nuevos dirigentes que quieran construir una alternativa de poder para disputar el gobierno en el 2027.
Entre esos nuevos dirigentes con alguna chance de disputar con éxito el 2027 está en primer lugar el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof. Aunque probablemente haya varios más con esa aspiración, como el mismísimo Máximo Kirchner que lo ha manifestado en privado varias veces.
Y aquí esta la pelea de fondo, que no es con Quintela, es con Axel Kicillof. Por esa razón con Wado no alcanzó y hubo que volver a recurrir a Cristina.
Pocos recuerdan que en 2023 la totalidad de las listas de legisladores nacionales y provinciales de la provincia de Buenos Aires las decidió Máximo Kirchner. El gobernador Kicillof no pudo poner a nadie de su confianza en cargos legislativos.
El año próximo en todo el país vamos a elegir legisladores nacionales. En la provincia de Buenos Aires, también habrá recambios parciales de legisladores provinciales. Entonces, si se repite que el único dueño de la lapicera es Máximo, y Kicillof tiene que aceptar que le digiten las listas en su provincia, pasaría ya a convertirse en candidato con mandante. Dicho en términos vulgares, en un “chirolita”. Y si hay algo que la sociedad no va a comprar nuevamente es otro “chirolita”.
Desde hace 20 años en el peronismo no hay internas para candidatos nacionales. Diputados y senadores nacionales han sido digitados desde la Casa Rosada o el Instituto Patria. Salvo, claro, en las provincias donde el peronismo es gobierno y los gobernadores tiene algo más de espalda para resistir las órdenes que vienen de arriba.
El peronismo ha entrado en una crisis casi terminal. Y si, desde un sector Amba-céntrico, se pretende repetir métodos que generan cada vez más disconformidad y dispersión, vamos a tener ultraderecha por muchos años.
Ricardo Quintela cuando estuvo en Neuquén expresó claramente: “Kicillof es hoy el compañero en mejores condiciones para ser candidato a presidente, y yo tengo un acuerdo con él”.
También dejo una definición muy interesante, que reemplaza la remanida frase de “el que gana conduce y el que pierde acompaña”. Quintela, con la calidez con que se expresan los hombres del norte, dijo que “tenemos que resolver nuestras internas de modo que el que gana vaya abrazar al que pierde”.
Está claro que de ninguna manera Cristina aceptaría medirse en una interna partidaria. No porque no vaya a ganar, sino porque a su criterio habitual, si es que no lo cambió, seria someter su liderazgo a un cuestionamiento que jamás aceptaría. Además, hay que saber que votan solo los afiliados al PJ de cada provincia. Es una elección de aparatos. Hay que buscar la gente y llevarla a votar. Y en esta interna, votarían los afiliados cordobeses, los de Santa Fe, San Luis, Tucumán, etcétera.
El 19 de octubre hay que presentar las listas.
Más allá de los detalles, el modo en que se conforme la conducción del Partido Justicialista será un hito más –no el último, probablemente– para evaluar la posibilidad de que Kicillof emerja como un presidenciable con chance, o sepulte sus aspiraciones hasta dentro de varios años.