Entrevista con Fabián Ruocco, tecnólogo, director del Centro de Desarrollo y Asistencia Tecnológica, con una experiencia que va del medio ambiente a la transición energética y acaba de rematar en la creación del Instituto Argentino de Inteligencia Artificial. Su explicación.
Algunos imaginan y otros, además de imaginar, concretan. Es el caso de Fabián Ruocco, director del Cedyat, Centro de Desarrollo y Asistencia Tecnológica y protagonista de una experiencia que se relaciona al mismo tiempo con el medio ambiente, con la transición energética y con las Tics, las tecnologías de información y comunicación. Y quien dice Tics dice hoy, también, Inteligencia Artificial.
“Nos autoconvocamos las 50 entidades de mayor relevancia a nivel nacional, que habíamos trabajado en conjunto durante la pandemia, y fundamos Inaria, el Instituto Argentino de Inteligencia Artificial”, cuenta Ruocco. “También participaron los rectores a nivel del Consejo Interuniversitario Nacional.”
Eligieron una fecha simbólica para el sector tecnológico: el 4 de junio. Ese día, este año, se cumplió el centenario del nacimiento de Jorge Alberto Sábato, un legendario físico y tecnólogo argentino que siempre se preocupó por la relación entre la ciencia y el sector productivo. Fue parte de a Comisión Nacional de Energía Atómica y allí creó el Departamento de Metalurgia. También, en 1962, el Servicio de Asistencia Técnica a la Industria, uno de los mojones en el vínculo entre tecnología y producción.
“Con el rectorado de la Universidad Tecnológica Nacional ya decidimos sacar el primer curso de especialización universitaria en IA para pymes innovadoras”, dice Ruocco, que considera al Instituto como “un punto de llegada”. Con sede en Palermo, la diplomatura se lanzará en 2025.
En conversación con Y ahora qué, Ruocco no minimizó la importancia de la IA pero la puso en perspectiva histórica.
“Primero, es asistente, no reemplazo”, dijo. “Y segundo, está dentro de la línea de desarrollo que viene de las máquinas para descifrar códigos, las que usaban ingleses y alemanes en la Segunda Guerra Mundial.”
Ruocco aclara que “la calculadora reemplazaba actividades humanas pero no aprendía, y en cambio la Inteligencia Artificial sí aprende y mejora”.
Inaria, señala Ruocco, se basa en tres fundamentos. Uno, como centro de formación para compartir conocimientos y recursos. Otro, como campo de pruebas sólido en el campo de la IA. El tercero, por el lado de la consultoría técnica y la asistencia.
Uno de los temas que ya discute Inaria es el marco normativo para “profundizar en el tipo de información que usa la IA, la que obtiene y brinda, sus usos, sus aplicaciones, sus consecuencias y la regulación necesaria”, afirma Ruocco. El acta de fundación del Inaria habla de “una IA más segura y justa para todos”.
Aunque dice que por razones evidentes no es el mejor momento para las provincias, indica Ruocco que las consultas sigue incluso en medio de la crisis.
“Como parte del mundo de las Tics estamos en la búsqueda de eficiencia del Estado y el sector público en transformación digital”, explica. “Y no sólo se trata de despapelizar sino de dar sentido de servicio ciudadano, para que la gente pueda hacer las operaciones que precise.”
Ruocco encabeza Cedyat y VinTecAr 4.0 y allí articula con otras entidades del Sistema Nacional de Innovación, todas ellas unidades de vinculación tecnológica “para mejorar la matriz productiva, organizacional, tecnológica y científica”.
Integran Vintecar, además de Cedyat, por ejemplo la UTN, la Cámara Argentina de Pymes Proveedoras de la Industria de las Telecomunicaciones, el Consejo Interuniversitario Nacional, la Asociación de Industriales Metalúrgicos y uniones industriales de varias provincias, como la de Buenos Aires y la de Tucumán.
“En ambiente en Cedyat fuimos los que hicimos con el Bid y Entre Ríos el plan productivo del Río Paraná para la futura ley de humedales, esa que nunca salió”, describe.
Con la ciudad de Buenos Aires y Acumar, los planes para recuperar la navegabilidad del Riachuelo. “Y somos la única institución en América latina que participó en el estudio de efecto ambiental de centrales nucleares, las de Río Tercero y Atucha I, y el análisis de costos de Atucha II.”
Un momento de salto importante se dio durante la pandemia, porque fue entonces cuando las entidades del sector intensificaron sus nexos.