Sigue el empate electoral en EE.UU., y Trump terminó de hacer anuncios. Es de terror, para ellos y para todos nosotros.
Faltan nueve días para el 5 de noviembre, el martes en el que se decide si vuelve Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, o estrena Kamala Harris como la primera mujer al mando del país. Ya se está votando masivamente por correo, rara costumbre de por allá, y las encuestas siguen desesperando a los ansiosos. El prestigioso estudio del Siena College/The New York Times da al republicano y a la demócrata clavados en un exacto 48 por ciento cada uno, con cuatro puntos de indecisos. El Wall Street Journal le da tres puntos arriba a Trump, Reuters le da tres de ventaja a Harris, y todos los demás le dan un punto a uno o a la otra. En todos los casos, seguimos en el margen de error.
Con lo cual, los porotólogos se tiran de las barbas en su ansiedad, porque la elección se va a definir en algunos pequeños condados de Wisconsin, Pensilvania y Michigan, donde esos pocos puntos de indecisos terminan mandando. Esto es por el esdrújulo sistema de electores estatales, que permite que uno pierda el voto general pero gane el colegio electoral y sea presidente. Es un mecanismo original, creado con la constitución de 1786, para que el campo, los estados rurales, le pusieran límites a las ciudades y los puertos. Esto es, para que lo más conservador controle esas novedades populistas.
Mientras se muerden las uñas, los analistas están peinando fino lo que piensan los candidatos. Esta semana abundaron las listas de cosas que van a hacer, especialmente las que anda anunciando Trump. Es para asustar a los indecisos, por supuesto, pero resulta que el republicano anda anunciando cosas que dan miedo. Como un triunfo trumpista sería una señal a los derechistas del mundo, vale la pena ver en qué anda pensando el empresario, qué anuncia como tono de época.
Un tema obsesivo del candidato es la inmigración, con lo que no extraña que haya hablado tanto de deportaciones masivas. El principal asesor de Trump en el tema, Stephen Miller, dijo que el plan es multiplicar por diez las hoy ya bastante abundantes expulsiones, para llevarlas a un millón por año. Para eso se va a reforzar la planta de agentes especializados, se van a construir campos de detención para los sospechosos y se va a presionar a terceros países para que reciban inmigrantes que no pueden volver a sus países. Trump agregó que va a volver a prohibir la entrada de ciertos musulmanes y que no sería mala idea eliminar eso del jus solis, que el nacimiento en el país te da la ciudadanía… si los padres son ilegales, el bebé también.
Otra cosa que repite una y otra vez Trump es que está harto de que la justicia no esté a su servicio. El ministerio de Justicia de Estados Unidos tiene a la cabeza un funcionario nombrado por el presidente, pero no sigue las órdenes de la Casa Blanca. Cuando él ocupaba el despacho oval, el republicano se enfurecía en público porque el ministerio no hacía lo que quería. Con una Corte Suprema adicta y la claridad de que quiere cambiar esto, Trump prometió “limpiar” la institución y usarla para investigar y punir al presidente Joe Biden y familia, investigar a quien se le oponga políticamente y caerle con todo a la prensa.
Esto de controlar al ministerio público no es sólo referido a la justicia, porque el plan explícito es concentrar poder y manejar entes autónomos. Muchos de estos entes son regulatorios y fueron creador por el Congreso, fuera del organigrama presidencial. Trump, entre 2017 y 2020, ya las apretó negándoles fondos, y cambió la red de seguridad en el puesto de funcionarios de carrera, haciendo que sea más fácil echarlos. Biden revocó el decreto, pero Trump anunció que lo va a volver a firmar “el primer día”. Esto le va a permitir purgar la justicia, la diplomacia y el Pentágono de quien se anime a decirle que no en algo.
Purgar la justicia le permitirá perseguir opositores y periodistas, purgar la diplomacia implementar sus políticas proteccionistas. Trump anunció una “tarifa base” para todo lo que se importe en Estados Unidos, con un apartado más duro para China. Todo el mundo sabe que en una economía transacionalizada como la americana esto va a subir los precios al consumidor, pero la apuesta es a reindustrializar el país. Esto sirve como excusa para volver a bajarle impuestos a las corporaciones y los ricos, y desregular sus actividades, sobre todo liquidando todo lo que sea ambientalismo en el gobierno.
Pero tal vez la purga más notable sea la del Pentágono, que le va a permitir al republicano hacer cosas nunca vistas. Para entender esto hay que pensar en algo notable de la vida institucional norteamericana, que los militares tienen una muy fuerte tradición de obediencia a los civiles y de legalismo institucional. Como bien saben tantas de sus víctimas, a los yankees de uniforme no les tiembla la mano a la hora de bombardear y torturar, pero lo hacen si reciben la orden de una autoridad legítima con una envoltura legal pasable. Por algo el segundo Bush se ocupó de encontrar abogados que redefinieran la tortura en Irak como “interrogatorios duros”.
Trump quiere hacer varias cosas que los militares no quieren, como devaluar la OTAN, que le resulta un gasto. De base, le va a bajar los aportes y retirar tropas de Europa, con la posibilidad de salirse directamente del tratado. La guerra en Ucrania, que tiene a los europeos más que nerviosos, “yo la arreglo en 24 horas”, con lo que no habría problema en dejar Europa solita. De hecho, el posible presidente necesita las tropas para otras cosas, como militarizar la frontera para detener a los inmigrantes a pura bala, entrar en territorio mexicano para combatir a los carteles y reprimir con soldados cualquier manifestación de oposición. Si, en lugar de a una Patricia Bullrich, le quiere encargar el tema a algún general…
Como nadie está seguro de un triunfo electoral, los republicanos movilizaron a su base para que sean fiscales de mesa y de recuentos. Los están entrenando bien, con todos los trucos para impugnar mesas y acusar de fraude a las autoridades electorales. Con lo que las elecciones serán en nueve días, pero no se sabe cuándo estarán los resultados.