Milei plagia a Meloni

En la Conferencia de la ultraderecha que se hizo en Buenos Aires, Milei volvió a señalar a la izquierda como el origen de todos los males. Por eso, según él, habría que combatirla como al peor de los enemigos. Unos días antes, Meloni había hecho lo mismo en el cierre de la campaña electoral en Umbría. El plagio. La copia. O el internacionalismo del discurso salvaje y violento de la derecha extrema.

La izquierda parece seguir siendo un fantasma al que los presidentes de extrema derecha se empeñan en enfrentar. Cuando discursean, cuando hablan, no le hablan a toda la población. Les hablan solo a quienes los votaron. El resto no es más que un conjunto de “zurdos empobrecedores” o de “siniestra sinistra”. 

Corrado Augias, ex diputado por el Partido Democrático en el Parlamento Europeo y un intelectual italiano brillante aún a sus 89 años, dijo, analizando las limitaciones expresas de los discursos de Meloni, que cuando Keir Starmer llegó al 10 de Downing Street, interpeló “a aquellos que no me votaron”. Starmer no los descalificó ni los denostó.

El 4 de diciembre último, se hizo en Buenos Aires la última reunión de la Conferencia de Acción Política Conservadora, el foro conservador más antiguo de los Estados Unidos y que reúne a políticos, activistas y líderes de opinión de la ultraderecha. En la reunión argentina de la CAPC, Milei desarrolló un decálogo “libertario” al que todos los militantes, simpatizantes y activistas tienen que tener en cuenta a la hora de actuar. El punto 6 del “decálogo libertario” es significativo y dice que cuando el adversario es fuerte, la única forma de derrotarlo es con una fuerza mayor. Milei dijo que no solo es un principio de la política, sino también de la física, porque hay que ser duros y nunca cederles. No hay tregua posible con la izquierda. Con la izquierda no se puede hacer nada. Solo enfrentarla con una fuerza mayor que la neutralice. “Intentar apaciguarla no es una opción. Tenemos que ser conscientes de que ellos no actúan desde la buena fe, sino desde una ambición criminal por el poder. Prefieren que el país colapse antes de ver que prospere sin ellos, prefieren reinar en el infierno que servir en el cielo y si tiene que transformar el cielo en el infierno para mantenerse en el poder, lo van a hacer. Por eso no hay lugar a quienes reclaman consenso, formas y buenos modales. Las formas son medios: se las evalúa según su efectividad para alcanzar determinados fines. Y hoy someternos a la exigencia de las formas es levantar una bandera blanca frente a un enemigo inclemente. El fuego se combate con fuego y si nos acusa de violentos les recuerdo que nosotros somos la reacción a 100 años de atropello.”

En el cierre de la campaña electoral en Umbría, el 15 de noviembre (unos días antes de la enunciación de las máximas libertarias), Meloni expresó con vehemencia, con fuerte agresividad, ideas similares. ¿Milei habrá escuchado a Meloni? ¿Entiende el italiano? ¿Santiaguito Caputo le armó el decálogo luego de ver el cierre de Giorgia porque él sí entiende el italiano? Vaya uno a saber. Sea por lo que fuere, lo cierto es que Milei no se apartó ni un ápice de los gritos de Meloni en el cierre en Umbría. Esos gritos no le alcanzaron para que su candidata ganara las elecciones regionales frente a la coalición de centroizquierda pero vale la pena citarlos para entender a Milei.

“Con la izquierda no queremos nada, nada, pero nada, nada, nada” , vociferó, y la palabra “niente” resonó con fiereza. Trató a la izquierda de “extremista”, la acusó de “envenenar a la democracia con odio político”, de “pretender castigar a todos los italianos que no votaron por ella porque la izquierda no ataca al Gobierno, ataca a los ciudadanos”, y de “priorizar sus intereses por sobre los intereses de los italianos”. El “niente” de Meloni es el “nada” de Milei. “No hay tregua posible con la izquierda. Con la izquierda no se puede hacer nada.”

Pero la parte más notoria, y la que copia Milei casi textualmente, es ésa en la que Meloni vuelve a vociferar: “La izquierda prefiere gobernar sobre una pila de escombros, antes que ser oposición en una Italia rica y próspera”. He aquí el plagio mileísta, refiriéndose a los “zurdos”: “Prefieren que el país colapse antes de ver que prospere sin ellos”.

Augias siguió analizando las formas y el discurso de Meloni. Se sorprendió al escucharlo, y se preguntó cómo era posible que un Presidente del Consejo se expresara así, con esas maneras, aunque fuera en campaña electoral. Usó una palabra antigua en italiano: “trasecolo”. Así está Augias: trasecolo. Significa “atónito”. 

 Sin embargo, Augias parece haber salido de la sorpresa inicial, señalando que el discurso de Meloni va por dos andariveles: el de la violencia y el de la victimización. Milei y sus seguidores usan y abusan la violencia. Tal vez Meloni le gane en esto de hacerse la víctima por su condición de mujer. No lo sabemos. En casos como el de Meloni, las supuestas víctimas femeninas pueden ser tan autoritarias y tan irrespetuosas del orden democrático como los hombres en el poder que creen que, después de ellos, no hay nada.

Cabe preguntarse si Milei realmente plagia a Meloni o si el discurso de la ultraderecha se desparrama como una mancha de aceite y, paradójicamente, logra el internacionalismo con el que siempre soñó la izquierda.

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