¿Te preocupa algo, pequeño saltamontes?

El Presidente Javier Milei  venía con problemas para disimular el agotamiento del ajuste perpetuo en curso, y desde que estalló el indisimulable escándalo por la estafa con la $LIBRA se manifiesta menos puteador que de costumbre. Por añadidura el canto a sí mismo que entonó frente a la Asamblea Legislativa lo demuestra: con cierta mansedumbre y buenos modales debió reconocer públicamente que ya no lo asiste la infalibilidad de las Fuerzas del Cielo.

Los hechos se precipitan y el gobierno exhibe una perturbadora vocación por ejercer la pedagogía del error, por convertir cada uno de sus actos en un ejemplo de lo que no se debe hacer en política. De ahí que no llame la atención –y resulte hasta lógico– que un episodio institucional de rutina como la Asamblea Legislativa para dar apertura a las sesiones ordinarias del Honorable Congreso de la Nación, que se realizara la noche del sábado 1º de marzo, a raíz del teatral apriete propinado al diputado radical Facundo Manes concluyera horas después, con dirigentes opositores convocando a un acto en la Plaza del Congreso.

En el recinto Manes había interrumpido al Presidente. Concluida la sesión, en los pasillos los gritos y amenazas (propios de una prima donna) de Santiago Caputo y el par de puñetazos en el pecho del diputado, posiblemente propinados por un asesor del asesor presidencial, motivaron la convocatoria al acto y movilización del jueves siguiente para pedir juicio político contra Javier Milei a raíz del ataque al legislador, la estafa con la cripto $LIBRA, el nombramiento de jueces de la Corte por decreto, el intento de privatizar el Banco Nación, los despidos masivos y las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. 

Pero el error inicial había correspondido a Milei, porque no habló de lo que todos esperaban que no hablara (leyó bien, abnegado lector: que no hablara) lo cual a la luz del álgebra más elemental quiere decir que desplegó una suerte de multiplicación de dos números negativos que arrojó como resultado, si bien silente, que la estafa con la cripto $LIBRA contaminara todo su discurso, aunque éste rozara tangencialmente la cuestión.  ¿En qué momento? Cuando quiso explicar por qué desde la salida de la convertibilidad el precio del dólar se multiplicó 1.200 veces,  y entonces abrió un abanico de argumentos: “En primer lugar –dijo–, por la estafa descomunal de la pesificación asimétrica, lo cual implicó que la política le robó 14.000 millones de dólares que respaldaban la base en el 2001, y que a dinero de hoy, ajustado por la inflación americana, son 30.000 millones de dólares. Es decir, con la pesificación asimétrica, ese chiste tan impulsado alegremente y bancado por Clarín, que después bueno, tuvo su Ley de Medios para que no quiebre, ahí le robaron a los argentinos 30.000 millones de dólares. La segunda estafa fue el Fondo del Bicentenario, cuando por el capricho electoral de Cristina Fernández de Kirchner se extrajeron del Banco Central 10.000 millones de dólares, que a dinero de hoy serían 15.000 millones de dólares, que en el fondo se lo robaron a todos los argentinos vía impuesto inflacionario. Sin embargo, el saqueo de los políticos por medio del Banco Central no se acaba con esas dos estafas monumentales, sino que a eso hay que sumar los 25.000 millones de dólar futuro en el 2015 y los 40.000 millones de las SIRAs en el 2023. Esto significa que en los últimos 25 años, la política vía el Banco Central le robó a los argentinos 110.000 millones de dólares. Vengan ahora a hablar de estafa piramidal. Dale.”

En otro pasaje Milei, nombrándolos de a uno en fondo, agradeció a todos sus ministros y secretarios por permitirle “liderar el mejor gobierno de la historia argentina”,  y entonces operó la transustanciación. De repente, pareció que animaba al maestro budista Po, interpretado por Keye Luke en la muy exitosa serie televisiva estadounidense Kung fu, producida entre 1972 y 1975. Como se recordará, el maestro Po impartía sus enseñanzas budistas a un niño conocido como Pequeño saltamontes que había huido de China y, ya más adulto y conocido como Kwai Chang Caine (el papel lo interpretaba David Carradine) recorría el Oeste de los Estados Unidos. Pequeño saltamontes se había convertido en un solitario monje shaolín que sólo tenía las armas del dominio virtuoso de las artes marciales y la fuerza interior de su filosofía de vida, y a lo largo de sus peripecias evocaba, siempre que fuera necesario, alguno de los diálogos pedagógicos con el Maestro Po.

Algo por el estilo hubo cuando Milei, sin que nadie lo esperara, mostró una variante de sí mismo contemplativa, sensible y humanista, que luego de regocijarse largamente con la colección de datos tan exitosos como discutibles referidos a su gestión aseguró que “antes de nosotros, gracias al modelo empobrecedor de la casta, la Argentina estaba rendida”. Y siguió: “Era un pordiosero pidiendo limosna al que nadie quería darle ni 3 centavos, y cada argentino vivía en la angustia permanente de que el valor de su dinero se le esfumara de la mano.” Y tras insistir con que el país vive una realidad “bien distinta a la que vivíamos hace un año”, manifestó algo que sacudió la modorra del auditorio ya que admitía que la realidad del mundo no tiene por qué alinearse obligatoriamente con la hipótesis que habita en su cabeza (la de Milei), menos aún en su discurso, y admitía también un corolario adicional de gran trascendencia para el gobierno y la comunidad.

En ese momento hubo quienes recordaron las célebres palabras que siempre decía el maestro ciego Po a su discípulo: “Have you a burden, grasshoper?” (palabras que la magia fraudulenta del doblaje al español mejoró con la incorporación del adjetivo pequeño: “¿Te preocupa algo, Pequeño saltamontes?”). Y los presentes comprendieron que Milei, intentando abandonar el tema que todos aguardaban, el caso de la estafa con la $LIBRA, ensayaba contraatacar interpelándolos, poniéndolos en el lugar de los pequeños monjes shaolines para que aprendieran un par de verdades de la vida. Dijo el Presidente: “La estabilidad económica que estamos conquistando no significa que hemos llegado a  puerto, pero sí que estamos cada día un poco mejor, como ya se viene comprobando con la sostenida recuperación salarial de los últimos nueve meses. Tampoco significa que no vaya a haber  volatilidad. La vida no funciona de esa manera. No es un movimiento rectilíneo uniforme, siempre hay altos y bajos, momentos de tensión y momentos de tranquilidad. Así ha ocurrido con el proceso de desinflación y así ocurrirá con el proceso de crecimiento. Pero lo que importa no es una foto, sino la tendencia. Y la misma informa que la inflación tenderá a cero, el PBI per cápita tenderá a crecer de modo sostenido en el tiempo…”

El episodio fue muy rápido, apenas una llamada al pie de página que no podía pasar inadvertida, sobre todo en lo que a la volatilidad se refiere (que algunos vincularon con el anuncio del envío al Congreso del nuevo acuerdo con el FMI, el cual aún es una hipótesis) aunque fuera sazonada con una enseñanza contundente: “Pero Roma no se construyó en un día –dijo Milei–, y la realidad es que lo hecho hasta ahora es apenas una pequeña muestra de lo que el país necesita para curarse de forma definitiva.” Queda claro que quienes meten mano en sus discursos son incorregibles: no hay curación “definitiva” si la estabilidad es una etapa y queda camino que recorrer para llegar a puerto, o la “volatilidad” sigue al acecho y promueve periódicamente “altos y bajos, momentos de tensión y momentos de tranquilidad”, o porque así es la vida y hay que analizar la tendencia, no la fotografía, para descubrir como dijo proféticamente Carlos Menem que “estamos mal pero vamos bien”.

Fueron algunos periodistas especializados quienes primero leyeron la letra fina del discurso, poniendo entre paréntesis el tema del cual Milei no debía hablar (la estafa que lo catapultó a las primeras planas de los medios informativos más importantes de Occidente) y destacando el par de pasajes donde quedó en la superficie una suerte de capitulación. Puesto en contexto el tema, corresponde advertir que cuando a fines de febrero se lanzó el Movimiento Derecho al Futuro, la fuerza política liderada por el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, se renovaron las esperanzas libertarias respecto de severos enfrentamientos internos que lo debilitaran, y en ese marco se lanzó la idea de intervenir la Provincia, un globo de ensayo temerario. Fue unánime la reacción del justicialismo en general y del kirchnerismo en particular, demostrando que la pérdida de caudal político debería buscarse en otro lado, sobre todo luego de la estafa con la cripto $LIBRA. Y días después del discurso de Milei para abrir las sesiones ordinarias en el Congreso, mientras maduraba el enfrentamiento entre Milei y Kicillof, la ex presidenta Cristina Kirchner posteó algo largo, incisivo, con el ya clásico encabezamiento “Che Milei…¡qué semanita!…”, y seguidamente una primera descarga de artillería pesada: «Desde la tapa de FORBES, diciendo que armaste “LA MAYOR CRIPTO ESTAFA DE LA HISTORIA”, a la del New York Times CONTANDO QUE LA ESTAFA ES DE 250 MILLONES DE DÓLARES, Y QUE ADEMÁS HABÍA QUE PAGAR COIMAS PARA REUNIRSE CON VOS. ¿Lo escuchaste a Claver-Carone, funcionario de Trump para América Latina, diciendo que tienen que investigar porque hay asesores del presidente Milei y miles de defraudados que viven en EEUU? Mamita… Y vos que pensabas que eras un RockStar mundial, mirá cómo terminaste… ESTAFADOR GLOBAL, RODEADO DE COIMEROS LOCALES. ¿Anqué coimera tal vez?» En ese posteo CFK también destacó el párrafo referido a la volatilidad y las enseñanzas del maestro Milei-Po sobre la vida, y cuenta su reacción: «Epa! … Es la primera vez que te escucho decir que tu “plan de estabilidad exitoso, el mejor de la historia” puede sufrir altos y bajos y momentos de tensión. Milei… EN MI BARRIO, Y EN ARGENTINA, A ESO LE DECIMOS DEVALUACION.» Y al final, siempre dirigiéndose a Milei, aseguró que tenía la impresión “de que diste vuelta el reloj de arena”. 

El lanzamiento a fines de febrero del Movimiento Derecho al Futuro, la fuerza política liderada por el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, renovaron las esperanzas libertarias respecto de severos enfrentamientos internos que lo debilitaran, y en ese marco se lanzó la idea de intervenir la Provincia, un globo de ensayo temerario. La reacción del justicialismo en general, y del kirchnerismo en particular, demostraron que la pérdida de caudal político debería buscarse en otro lado, sobre todo luego de la estafa con la cripto $LIBRA. Y días después del discurso de Milei para abrir las sesiones ordinarias en el Congreso, mientras el enfrentamiento entre Milei y Kicillof se profundizaba. 

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