Instrucciones para entender a Donald Trump

Las consecuencias recesivas mundiales de los aranceles de Trump. Los Estados Unidos, atravesados por una fractura interna importante que compromete al mismo gobierno de Trump. La racionalidad de los países afectados, que actúan a la defensiva. El acuerdo de libre comercio de la Argentina con los norteamericanos, indicios de ser una mera ilusión libertaria. La no contabilización del gasto público en el producto bruto. Y una contradicción más: parece que es tan malo achicar el Estado norteamericano como bueno hacerlo con el argentino.

El martes 4 de marzo posiblemente pase a la historia como la “noche del tarifador” en dudoso honor a “La noche del cazador”, aquella gran película estrenada en 1955 dirigida por Charles Laughton y protagonizada por Robert Mitchun, en el que el comportamiento siniestro de cierta clase de seres humanos fue cinematográficamente tan bien relatado. Como quien dice -y bien dice- con verdadero arte.

Ocurrió que en el segundo día hábil de esta semana el POTUS 47 Donald Trump en el Capitolio pronunció un encendido y largo discurso de hora cuarenta, con la presencia de los legisladores de las dos cámaras. Durante el desenvolvimiento de la geométrica alocución el protagonismo del autoelogio, el destaque de ser el gobierno en la historia de los Estados Unidos que más decretos firmó en sus menos de dos meses de mandato, no le hicieron sombra a la orden de dar los primeros grandes cañonazos de la guerra comercial.

Las prominentes baterías dispararon aranceles y tarifas y los mercados el día después continuaron reaccionado mal. El lunes, el S&P 500 (el índice bursátil más representativo de la bolsa más grande del mundo, la de New York, que promedia ponderadas las cotizaciones de las 500 más grandes empresas de oferta pública) había caído un 1,2 por ciento, eliminando sus ganancias desde el día de las elecciones, mientras que el Nasdaq cayó un 0,4 por ciento. Los mercados globales también sufrieron un considerable baja de cotizaciones.

El martes antes del discurso, las acciones volvieron a caer y el S&P 500 desde noviembre contabilizó pérdidas por un total de 3,4 billones de dólares en valor. Esa cifra enorme significa algo así como siete productos brutos anuales de la Argentina sumados. Sin embargo, los futuros del S&P se estaban recuperando la mañana del martes, al igual que los mercados en Europa, ayudados en parte por un enorme plan de paquete de estímulo de “lo que sea necesario” de Berlín. El miércoles hubo recuperación a partir de que a los fabricantes de automóviles estadounidenses GM, Ford y Stellantis le subieron la cotización de sus acciones públicas después de obtener una prórroga temporal del impuesto de importación.

El jueves las acciones se desplomaron, con el Nasdaq cerrando en territorio de corrección. El S&P 500 va camino de su peor pérdida semanal desde el colapso de la crisis bancaria de Silicon Valley hace dos años. Los inversores esfumaron las ganancias posteriores al día de las elecciones. El no sé si vengo no sé si voy de la política arancelaria de Trump azuza la volatilidad. Los pronósticos de año recesivo se vienen sucediendo y meten leña al fuego.

El POTUS 47 como ciudadano ilustre y exiliado de la Gran Manzana ve en la bolsa el signo de los tiempos. Según Trump el síntoma inequívoco en su primer gobierno de que la cosa funcionaba era que el S&P 500 no paraba de subir. De los productores de la zorra y las uvas ahora llega Trump diciéndoles a los periodistas en la oficina del Salón Oval el jueves que el mercado estaba siendo manipulado a la baja por los «globalistas». Al respecto les confesó a los cronistas que “Ni siquiera estoy mirando el mercado, porque a largo plazo Estados Unidos será muy fuerte con lo que está sucediendo aquí”. 

Prórrogas y dispensas

La prórroga de un mes en los aranceles que el POTUS 47 le dio a las tres grandes automotrices fue anunciada por la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. Fue un pedido de los directivos de las automotrices a Trump. EL POTUS 47 aceptó la propuesta a cambio de tener certeza de que trasladen la producción desde México y Canadá a los Estados Unidos. Levitt también dejó en claro que a partir del 2 de abril los aranceles recíprocos entrarán en vigencia en todo el mundo. 

A primera vista, esto implica que la Casa Blanca aplicará a los bienes importados de otros países los mismos gravámenes que impone a los bienes estadounidenses. “Es muy sencillo: si nos cobran, les cobramos”, dijo Trump la semana pasada. Actualmente, los norteamericanos cobran 2,5 por ciento de arancel a los autos europeos y los europeos el 10 por ciento a los norteamericanos. 

El jueves Trump dio a México y Canadá una prórroga parcial de los aranceles, eximiendo de impuestos durante un mes a los productos cubiertos por el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá, el pacto comercial que Trump firmó en su primer mandato. Presumiblemente, eso gana tiempo para negociar una tregua, aunque Trump y su equipo comercial han señalado que no están dispuestos a ceder mucho.

Estos vaivenes, que pintan estar lejos de haber concluido, llevaron a Trump en su discurso a minimizarlos sosteniendo que “habrá un pequeño disturbio. Pero estamos bien con eso”. Los escarceos económicos y financieros, más allá de ser reflejo de los ajustes que se aguardan en la base productiva de las economías más importantes del mundo, quizás deban una parte a la ideología predominante. 

Nada de fanfarronería

Los directivos de las más grandes corporaciones, digamos los habituales y naturales a asistentes a Davos, hasta último momento, esto es: hasta hace tres días, creían que el POTUS 47 estaba fanfarroneando. A diferencia de Gary Copper no estaría al medio día para el duelo trascendente. Le erraron feo. Y eso, aunque el POTUS 47 tenga tendencia a recular en chancletas.

Dos de los principales asesores comerciales de Trump son Peter Navarro y Jamieson Greer, usualmente caracterizados y motejados como halcones arancelarios. La lógica es ayudar a que las empresas inviertan en los Estados Unidos, lo que se contrapone a cualquier acuerdo comercial del estilo anterior.

La dispensa a las automotrices es condicionada. Ni siquiera puede darse por seguro el acuerdo comercial que el prime minister Keir Starmer, discutió con Trump en la Casa Blanca la semana pasada. 

¿Acuerdo con la Argentina?

De manera que en este escenario, el elogio de Trump a Milei y un posible acuerdo comercial con la Argentina es de cariñosos. Es por amor y no por dinero, tan propio de políticos tan sentimentales como el POTUS 47 y el León, ambos que rivalizan con Rosamel Araya para quedarse con el cetro del “ultimo romántico”.

Los analistas ahora creen que a continuación de China, México y Canadá viene la Unión Europea (UE). El POTUS 47 ya ha criticado el déficit comercial entre Estados Unidos y la UE, que asciende a 162.000 millones de dólares a favor del bloque. Los eventuales aranceles a la UE afectarían a una amplia gama de bienes. Las principales exportaciones del bloque a Estados Unidos son automóviles, medicamentos y productos farmacéuticos.

En rigor de verdad, desde 1982 los Estados Unidos tienen déficit comercial en la cuenta corriente. Japón tiene superávit ininterrumpido con los Estados Unidos desde 1981. Alemania desde 2002. Entre 1980 y 2023 el PIB real per cápita de Estados Unidos creció en promedio anual un 1,8 por ciento. En el mismo lapso el alemán subió a razón de 1,4 por ciento anual y el de Japón al 1,5 por ciento.

Como resultado de estas disparidades el economista Maurice Obstfeld, que hasta hace unos años fuera economista jefe en el FMI y redactara junto a Paul Krugman un transitado manual neoclásico de finanzas y comercio internacional, refiere que “en 1980, el ingreso real per cápita de Estados Unidos era aproximadamente igual al de Alemania y un 46% más alto que el de Japón; en 2023, fue un 19% más alto que el de Alemania y un 61% más alto que el de Japón”. De esto Obstfeld deduce que “la balanza comercial no es la característica que define el desempeño económico”, pero se olvida de considerar que eso puede ser así siempre y cuando uno de los países emita la moneda mundial. ¡Qué banana!, así cualquiera.

El contrapeso

El contrapeso a los halcones lo pone el secretario de Comercio, Howard Lutnick, a quien sindican como el impulsor de la pausa a las automotrices y de la prórroga del jueves. Lutnick, había dicho el domingo en un programa de Fox Business que Trump negociará finalmente con México y Canadá en busca de un “encuentro mutuo” que “no va a ser una pausa” sino un punto estratégico. El tiempo dirá si los halcones se comen a la paloma o la paloma a los halcones.

Incluso más que el tiempo, posiblemente el asunto esté en lo señalado por secretario del Tesoro de Donald Trump, Scott Bessent, con relación a que dos tercios del impacto de los aranceles se reflejaba normalmente en el fortalecimiento de las monedas. Eso va contra el deseo enunciado de Trump de devaluar el dólar. 

Al respecto Stephen Miran, candidato a Jefe del Consejo de Asesores Económicos de Trump, puntualiza que “la raíz de los desequilibrios económicos radica en la persistente sobrevaluación del dólar que impide equilibrar el comercio internacional, y esta sobrevaluación está impulsada por una demanda inelástica de activos de reserva. A medida que crece el PIB mundial, resulta cada vez más oneroso para Estados Unidos financiar la provisión de activos de reserva y el paraguas de defensa, ya que los sectores manufacturero y comercializable soportan la mayor parte de los costos”.

Miran subraya que “la política cambiaria destinada a corregir la subvaluación de las monedas de otras naciones trae consigo un conjunto completamente diferente de compensaciones e implicaciones potenciales. Históricamente, Estados Unidos ha adoptado enfoques multilaterales para los ajustes cambiarios. Si bien muchos analistas creen que no hay herramientas disponibles para abordar unilateralmente la desvalorización de la moneda, eso no es cierto”. 

Para Miran esas herramientas existen y justamente el despelote en el gobierno de Trump se explica porque no se han puesto de acuerdo en cuál es la más efectiva de las vías potenciales para las estrategias de ajuste monetario tanto multilaterales como unilaterales, así como los medios para mitigar los efectos secundarios no deseados.

De momento cabe consignar que Lutnick ha hecho declaraciones un tanto curiosas respecto de la pertinencia del gasto público en la contabilización del Producto Interno Bruto (PIB), que dicen bastante del clima de época. En el mismo programa dominical de Fox, ante la pregunta de si los recortes de gastos impulsados por la Oficina de Eficiencia del Gobierno (DOGE por su sigla en inglés) de Elon Musk podrían causar una recesión económica, respondió que el gasto público podría separarse en la contabilización del PIB. 

“Sabes, los gobiernos históricamente se han metido con el PIB (…) Cuentan el gasto del gobierno como parte del PIB. Así que voy a separar esos dos y lo haré transparente”, consignó Lutnick. 

Con un enfático «No, no, no», Lutnick respondió al interrogante de si los objetivos de Trump de bajar muy fuerte el gasto público y despidos masivos de funcionarios públicos y los aranceles aduaneros, empujarán a la economía a la recesión.

Los comentarios del Secretario de Comercio se hicieron eco de los argumentos de Musk el viernes en X de que gasto público no crea riqueza. “Una medida más precisa del PIB excluiría el gasto del gobierno”, escribió Musk en su plataforma de redes sociales. “De lo contrario, puede avanzar el PIB gastando en cosas que no mejoran la vida de las personas”.

Musk y Lutnick tienen el secreto para saber qué gasto mejora la vida de la gente y cuál no. Para llevar agua a su molino de eliminar el gasto gubernamental del PIB Lutnick argumentó que «si el gobierno compra un tanque, eso es PIB, pero pagar a 1.000 personas para que piensen en comprar un tanque no es PIB», y señaló que es «dinero malgastado». 

La pretensión de Musk y Lutnick de eliminar el gasto público de la contabilización del valor agregado o producto bruto es un disparate. El PIB usualmente se lo define como el resultado de sumar el valor de todos los bienes y servicios producidos en un país durante un período de tiempo determinado. El gasto público se mide como el valor de los salarios que paga el Estado. Musk y Lutnick creen en el mismo disparate que ilusiona a Federico Struzenegger: que la economía capitalista puede funcionar sin el orden político que proporciona el factor de la producción Estado 

Por cierto, que la economía gaste en antibióticos o en balas es indiferente para el crecimiento. Lo importante es que gaste. Y el argumento de Lutnick de un tanque y mil personas es ridículo. Pagar a mil personas que gastan no es malgasto. Sucede que eso supone que se pagan más impuestos directos (impuestos a las ganancias), las gabelas típicas que pagan multimillonarios como Musk (el hombre más rico del planeta) o Lutnick, que antes de asumir como funcionario público era el mandamás del importante banco de inversión Cantor Fitzgerald, que es uno de los 21 corredores principales autorizados para operar con la Reserva Federal de los Estados Unidos. 

Metiendo el perro

Hay quienes dicen que como el PIB va a caer fuerte por la baja del gasto público de Musk, están metiendo el perro para eliminar la rabia que produce la declinación. O sea, en cualquier caso se trata de argumentos berretas de dos oligarcas gorilas a los que no les importa que se rían, que los llamen los mareados, mientras se la llevan.

Al que le está importando es al propio Trump, que de forma alambicada ordenó a todo su gabinete que no le dé pelota a los recortes de personal indicados por Elon Musk, que tomen la iniciativa en los recortes de empleos. El presidente ha cambiado de rumbo en su iniciativa de racionalización después de que los despidos masivos y las directivas poco ortodoxas del DOGE fueron frenados con andanadas de demandas judiciales. Esto debería haber llevado a la renuncia de Musk, pero son tiempos raros. 

Además un juez federal bloqueó el jueves la retención ordenada por Trump de miles de millones de dólares en fondos aprobados por el Congreso destinados a agencias estatales y gobiernos. El fallo ordena a todas las agencias federales que mantengan el flujo de subvenciones, revirtiendo una directiva de la Casa Blanca de enero. Esto sigue a la decisión de la Corte Suprema del mismo jueves que rechazó la solicitud de Trump de congelar miles de millones de dólares en ayuda exterior.

Objetivamente el POTUS 47 reconvino a la motosierra al publicar en Truth Social -la red social de su propiedad- que “A medida que los secretarios conozcan y comprendan a las personas que trabajan para los distintos departamentos, podrán ser muy precisos en cuanto a quién se quedará y quién se irá. Decimos ‘bisturí’ en lugar de ‘hacha’”.

El hombre blanco

También para desmentir a Musk–Lutnick, en una columna del New York Times, Gregory Makoff se hace eco de la prédica de Rudyard Kipling y siente el peso de la responsabilidad del hombre blanco. Makoff es investigador principal del Centro Mossavar-Rahmani para Empresas y Gobierno de la Harvard Kennedy School y autor de Default: The Landmark Court Battle Over Argentina’s $100 Billion Debt Restructuring (Default: la histórica batalla judicial por la reestructuración de la deuda argentina de 100.000 millones de dólares). 

Makoff titula su columna: “El pésimo plan para que Estados Unidos sea Argentina de nuevo”. En esencia dice que está muy mal recortar el gasto público norteamericano como es razonable hacerlo en la Argentina.

Makoff sostiene que “La administración de Milei está reestructurando el gobierno de Argentina por una buena razón: el fracaso” de la “política populista y nacionalista” que terminó con la prosperidad del país del Centenario. “En 1946, el caudillo Juan Domingo Perón tomó el control y su partido perfeccionó el arte de canalizar los flujos de dinero del gobierno hacia sus partidarios” y eso arruinó todo dice Makoff.

Según Makoff el Presidente Milei “dijo la verdad. Dijo que el gobierno argentino gastaba demasiado, lo que lo obligaba a imprimir más dinero, y eso a su vez provocaba inflación y, en última instancia, la cesación de pagos. Su solución fue recortar el presupuesto, y eso es lo que ha hecho desde que llegó al poder, respaldado por un equipo de tecnócratas experimentados”.

“Al igual que Milei, Trump comenzó su mandato ordenando despidos masivos y el fin del trabajo a distancia en la plantilla federal. Pero en lugar de extraer del gobierno a políticos de poca importancia, Trump está despidiendo a funcionarios de carrera y altos mandos militares e insertando a partidarios de MAGA”, subraya Makoff.

Advierte Makoff que “Para Estados Unidos, actuar como Argentina no tiene buena pinta. Argentina es un país deteriorado que apenas ahora está saliendo del apuro tras llevar a cabo dolorosas reformas. Si Trump fuera un verdadero reformista, habría presentado objetivos presupuestarios específicos, habría colocado a tecnócratas experimentados en puestos directivos y se habría centrado en proporcionar innovación técnica de valor agregado. En lugar de eso, nos está llevando por la senda peronista, donde la política del poder importa más que una buena política. Como nos enseña Argentina, podrían seguir 100 años de miseria si se sustituye el imperio del derecho por el imperio de un solo individuo”.

A la defensiva

Independiente de Makoff sea una mezcla normal de racista, cretino y pelotudo que no entiende nada de la periferia, y realmente lo que dijo del peronismo pone en evidencia de que es un racista discriminador salame que no entiende nada, su argumento vale como al igual que los de Musk, Lutnick, Navarro y Greer como botones de muestra del gran despelote interno norteamericano. Aunque no se ve en la coyuntura que Trump tenga algún atisbo de aflojar con el garrote de los aranceles –más allá de los recules de ocasión-, el horizonte político norteamericano no luce estar para bollos.

Los países afectados por los aranceles y por el resto de las políticas norteamericanas, únicamente pueden reaccionar a la defensiva. Por ahora, los vecinos Canadá, México y la distante China configuraron los blancos principales de la andanada de la artillería comercial. El POTUS 47 anunció en su speech que los Estados Unidos impusieron aranceles del 25 por ciento a casi todos los productos de sus vecinos del norte y del sur, mientras que adicionó a China con otra suba de aranceles del 10 por ciento sobre el 10 por ciento anunciado el mes pasado. Dos días después, como ya se señaló, puso pausa en esas medidas. 

En conjunto, Canadá, México y China representan más del 40 por ciento de las importaciones estadounidenses. Los economistas advierten que la economía estadounidense podría convertirse en un daño colateral de la guerra comercial. El muy librecambista Instituto Peterson de Economía Internacional ha estimado que los aranceles costarán a los hogares estadounidenses más de 1.200 dólares al año, y esa proyección se produjo antes de que se anunciaran los aranceles adicionales del 10 por ciento sobre China.

Los expertos dicen que los aranceles tendrán un impacto de amplio alcance, haciendo subir los precios de todo, desde la nafta hasta los juguetes. Qué alcance o cómo se traducirá esto en la lucha política es la gran pregunta de la coyuntura, cuya respuesta traza el recorrido a mediano y largo plazo. 

Alrededor de dos tercios de todo el petróleo crudo importado por los Estados Unidos a son destilados en las refinerías de petróleo diseñadas específicamente para procesar y transportar el crudo pesado de Canadá y México. A mediados de marzo por los aranceles al petróleo mexicano y canadiense es espera que en el noreste el litro de nafta aumento 8 a16 centavos de dólar y luego lo sigan la Costa Oeste y el Medio Oeste.

Aproximadamente el 80 por ciento de los juguetes se importan de China. China es uno de los mayores productores de chips de computadora y dispositivos electrónicos del mundo, por lo que los consumidores estadounidenses podrían ver un aumento en los precios de productos como teléfonos móviles y computadoras. En cualquier caso, el Banco de la Reserva Federal de Atlanta proyectó esta semana que la economía norteamericana se contraerá un 2,8 por ciento en el primer trimestre, en una combinación de motosierra Musk y aranceles de Trump. 

Estados Unidos es el principal importador mundial, con importaciones de bienes por valor de 3,2 billones de dólares. Los aranceles impactan aproximadamente sobre 1,5 billones de dólares en importaciones estadounidenses. Los aranceles golpean negativamente al crecimiento global lo suficiente para espolear a muchas economías a la recesión.

El Presidente Trump comenzó su discurso diciendo: “Estados Unidos ha vuelto”. Se le atribuye a Winston Churchill ironizar con que “los norteamericanos hacen lo correcto, una vez que prueban todas las alternativas”. Los Estados Unidos han vuelto, sin dudas.

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