Desde que Richard Nixon concibió el tema de las drogas como una guerra, los Estados Unidos se concentraron más en los países que fabricaban precursores químicos que en su propio consumo doméstico, el mayor del mundo. Lo que ocurrió con la heroína y la morfina sucede hoy con el fentanilo, que encima es una droga más barata. Trump usa el fentanilo como herramienta de ataque a México, China y Canadá mientras desatiende el costado sanitario y preventivo.
El 16 de julio Donald Trump promulgó la ley para reforzar medidas contra el fentanilo ilegal. Dijo que este decreto les daría un fuerte golpe a los cárteles criminales que trafican drogas a los Estados Unidos. Argumentó que regula la investigación de las sustancias relacionadas con el fentanilo y endurece las penas por tráfico: la condena mínima pasa a diez años de cárcel. Con estas medidas, dijo, tiene la esperanza de frenar la “epidemia de opioides”. Rodeado de legisladores republicanos y con la presencia de Terry Cole, quien es titular de la DEA, la agencia de lucha contra las drogas, desde el 24 de julio de este año, manifestó Trump que “las autoridades mexicanas están petrificadas: les da pánico presentarse en sus oficinas”.
Las acusaciones de Trump contra el Gobierno de México fueron lapidarias. Dijo que los cárteles mexicanos tienen control sobre los políticos y los funcionarios electos de ese país.
El fentanilo también es una droga legal administrada a través de profesionales de la salud para paliar dolores muy fuertes como es el caso de los enfermos terminales de cáncer. Sus resultados anestésicos son más potentes que la morfina.
La ley “Alto al Fentanilo” tuvo apoyo bipartidista en el Congreso. Al acto de anuncio también asistieron familias que perdieron a seres queridos por sobredosis de fentanilo. Anne Fundner, madre de un joven muerto, tomó la palabra y dijo: “En los últimos cuatro años el fentanilo fue la primera causa de muerte de personas de entre 15 y 48 años”. Mirando fijamente a Donald Trump siguió así: “Es maravilloso lo que usted hizo. (…) Gracias por mantener América segura para nuestros hijos. Es exactamente lo que voté”.
La respuesta de Claudia Sheinbaum, primera mandataria de México, no se hizo esperar. Tuvo cierto tono de hartazgo, aunque dijo que hablaba “sin querer entrar en conflictos con los Estados Unidos”.
“Se ha trabajado mucho en la baja de homicidios, en la incautación de drogas en la frontera norte y se ha reducido en un 50% el paso del fentanilo por la frontera”, dijo.
Muy tranquila como es su costumbre y como son sus modos, recordó que el problema de los Estados Unidos es otro. Para la presidenta mexicana claramente la cuestión que Trump olvida, al dar una respuesta punitiva al tráfico de drogas, es la demanda. La gran adicción a las drogas de la población estadounidense sin que existan campañas para combatirla. Nada servirá si solo se endurecen las penas y castigos a los traficantes. “Si en el otro lado no hacen su parte sobre el consumo.” Se preguntó “cuántos detenidos hay allá por tráfico de fentanilo o de armas. Pocos. Aquí todos los días. (…) Y no es solo hasta ahora. Seguiremos haciéndolo hasta por una cuestión de humanidad”.
El circuito
El fentanilo ilegal llega a los Estados Unidos a través de las organizaciones narcotraficantes mexicanas, y a través de la frontera con Canadá. Ambos países compran los precursores químicos a China.
El uso indiscriminado fuera del sistema de salud causa estragos en algunos lugares de los Estados Unidos, sobre todo en la zona este. Como primera respuesta, Trump aumentó los aranceles de manera exponencial.
Los funcionarios chinos dijeron repetidamente que la crisis del fentanilo es un problema de los Estados Unidos y que China realizó un “tremendo trabajo” para abordar el tema. Sin embargo, la confrontación parece ser discursiva porque las negociaciones entre Washington y Beijing están abiertas, y pareciera que están llegando a un principio de acuerdo pese a que hoy, 1º de agosto, los aranceles deberían entrar en vigor.
Todo es parte, además, de la guerra arancelaria general entre los dos países.
El 26 de junio, tras amenazas recíprocas, los Estados Unidos y China llegaron a un principio de acuerdo que todavía se está desarrollando. Los estadounidenses accedieron a bajar las tarifas a los chinos del 145% al 30%, siempre y cuando China también hiciera un recorte desde el 125% de aranceles, hasta el 10%. La fecha límite para alcanzar el acuerdo es el 12 de agosto.
México y Canadá realizan los últimos movimientos porque el 31 de julio la página web de la Casa Blanca insistía con que los cárteles mexicanos incrementaron sus operaciones sintetizando los precursores químicos en los laboratorios canadienses. Éstos producen fentanilo como droga legal pero los “super labs” ilegales, ubicados en áreas rurales del oeste canadiense, pueden producir entre 44 y 66 kilos de fentanilo a la semana que trafican luego a través de las distintas organizaciones criminales.
Dada la problemática del fentanilo y los roces entre las administraciones canadienses y norteamericanas, ambas han declarado en esta última semana que parece ser difícil llegar a un pacto arancelario antes del 1º de agosto.
En relación con México, el 31 de julio Sheinbaum y Trump mantuvieron una conversación telefónica que fue calificada como “fructífera”. Llegarán al acuerdo final en los próximos 90 días. En principio, las negociaciones previas establecen un arancel del 25% al fentanilo, aunque no es el único producto arancelado.
La administración Trump tiene dos formas de atacar el tráfico y el consumo de fentanilo: con respuestas punitivas y con castigo arancelario. Por eso Sheinbaum insiste en que sus vecinos siguen sin abordar el problema de fondo: el consumo.
La “droga de los zombies”
El fentanilo es un opioide sintético originariamente recetado por los médicos para tratar dolores intensos en pacientes recién operados y en personas enfermas de cáncer en la etapa terminal. Este uso legal ha derivado en un “uso recreativo”. Pero según los médicos, sus consumidores no tienen en cuenta lo fuerte que es y las consecuencias que pueden causar en la salud.
El fentanilo es hasta 500 veces más potente que la heroína y 100 veces más poderoso que la morfina. Y encima es más barato. Pero también es más barato que la cocaína. Por eso prolifera y por eso preocupan las muertes por sobredosis.
Los expertos en adicciones sistematizaron los síntomas que denotan una posible sobredosis de fentanilo:
- Pupilas pequeñas, contraídas, como la punta de un alfiler.
- Perder el conocimiento o simplemente quedarse dormido.
- Respiración lenta y débil.
- Sonidos de atragantamiento,
- Cuerpo flácido.
- Piel fría, húmeda y pegajosa.
- Manchas en la piel, sobre todo en labios y uñas.
El fentanilo ilegal se puede encontrar cortado con otras drogas como heroína, cocaína, metanfetamina y MDMA. Esto vuelve su consumo aún más peligroso.
Se puede presentar en pastillas o con formas de golosinas del tipo chupetines. Se puede administrar en forma inyectable, en forma de parche que se coloca en la piel o disolviendo la pastilla en la boca como si fuera cualquier medicamento de este tipo.
Según la página web de la DEA, “dos miligramos de fentanilo pueden ser letales, dependiendo del tamaño corporal, la tolerancia y el consumo previo de la persona”. Un análisis de la misma DEA encontró pastillas falsificadas con concentraciones de entre 0.02 y 5.1 miligramos (más del doble de la dosis letal) de fentanilo por tableta.
El Centro Nacional de Estadísticas de Salud de los CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedad) establece en su página web que el consumo de fentanilo está cayendo, pero que sigue siendo un problema urgente para la salud pública.
En el período que va de octubre de 2023 a septiembre de 2024, la cantidad de muertes por sobredosis disminuyó en los Estados Unidos un 26.9%, especialmente en las regiones del este. Estimaron unos 80.391 fallecimientos en el período mencionado, frente a las 110.037 muertes que produjo en los primeros diez meses de 2023. Las cifras, como se ve, aún son muy altas.
Alrededor de 500.000 personas murieron por sobredosis de drogas en los últimos años, pero el fentanilo jugó un papel relevante en estos fallecimientos desde 2013.
La “avenida de los zombies”
En el barrio de Kensington, Filadelfia, Estado de Pensilvania se encuentra uno de los epicentros más importantes de la crisis del fentanilo. La Avenida Kensington, que atraviesa el barrio, muestra uno de los espectáculos más tristes del lado B del “sueño americano”. La zona tiene una altísima tasa de indigencia y muchas personas viviendo en la calle, bajo cartones o cortes grandes de nylon con los que arman carpas precarias. Allí consumen. El barrio está sucio: se ven desde envoltorios plásticos hasta colchones rotos y cajas.
¿Cómo puede acceder al fentanilo la gente que tiene experiencia de vida en calle? Es claro: es una droga barata y muy muy potente. En los últimos tiempos los vendedores cortan el fentanilo con cantidades mayores de xilacina, un tranquilizante de uso veterinario que causa laceraciones en la piel que no sanan nunca. Con el fentanilo cortado o con el uso de xilacina, los problemas de consumo y marginalidad aumentaron.
Dice el diario The New York Times que “se inyectan agujas en brazos y cuello y entre los dedos de los pies. Cojean y cabecean. Algunos están tirados en el suelo y parecen estar muertos. Al fentanilo y a la indigencia se suman la prostitución y los excesos, que son parte del día a día de los ciudadanos de Kensington. Por la facilidad con que se consigue la droga, no solo los nativos del barrio se instalan en la avenida. Llegan adictos de otros lugares”.
Los precios del “tranq” (como se llama al fentanilo en la zona) van desde los seis dólares hasta los 20. Son cuadras y cuadras de adictos tirados en las veredas, y se ven en los últimos tiempos cada vez más personas en silla de ruedas, sobre todo por las llagas que produce la xilacina.
La miniserie “Long Bright River” de HBO muestra con muchísima claridad la vida en la Avenida Kensington.
¿Fentanilo en la Argentina?
El 4 de enero de 2024 la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires publicó un informe titulado “La aparición del fentanilo en la Argentina es más que una advertencia”. Lo firma Walter Martello, defensor adjunto y responsable del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos.
El informe sostiene que nuestro país no es ajeno a la situación global respecto de este opioide. Las incautaciones de fentanilo en Villa Fraga (Chacarita) que ocurrieron a fines de 2023 dan prueba de esta afirmación. Una partida de cocaína, sigue diciendo el informe, cortada con un derivado, el carfentanilo, ya provocó una ola de muertes en el Conurbano en 2021. Recomienda la concientización pública sobre el consumo del fentanilo y sus peligros. Si bien la Defensoría dice que no es una droga que haya inundado el mercado, plantea la necesidad de campañas educativas dirigidas a comunidades vulnerables y a profesionales de la salud porque esencialmente el fentanilo es barato. Más barato que cualquier otra droga.
“El impacto del fentanilo en América y en la Argentina es una seria amenaza para la salud pública y la seguridad”, dice el informe. “La cooperación internacional y un enfoque multidisciplinario son esenciales para mitigar los efectos devastadores de esta crisis.”