Sin opciones para frenar el dólar

Debe subrayarse el factor permanente en este tipo de procesos de endeudamiento, que es el interés de las finanzas internacionales. El salvataje norteamericano permite que los capitales que ingresaron a la bicicleta financiera se retiren realizando ganancias.

Esta semana, el Gobierno promulgó un decreto mediante el cual se eliminaron transitoriamente las retenciones a granos y carnes, hasta el 31 de octubre o hasta alcanzar liquidaciones de exportaciones por 7.000 millones de dólares. 

Y el lunes Scott Bessent, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, comunicó por X que el Gobierno norteamericano estaba negociando con el argentino varias opciones de asistencia, que incluían líneas de swap, compras directas de divisas, y compras de deuda del Fondo de Estabilización del Tesoro.

Los hechos fueron menos certeros que lo que prometían los anuncios. Luego de la gira de Javier Milei y sus funcionarios por Estados Unidos, le solicitaron que se le pusiera fin a la exención de las retenciones. Y Bessent aclaró que el trabajo en torno a la deuda es posterior a las elecciones de medio término. No obstante, a raíz de ello el tipo de cambio oficial mayorista pasó de 1.475 pesos por dólar a orbitar en torno a los 1.370. 

El impacto de los dos hechos es poco relevante en el largo plazo. La modificación en las retenciones, que el Gobierno estaría ensayando por tercera vez -ya redujo “transitoriamente” las alícuotas dos veces-, no fue lo suficientemente extenso como para generar un cambio significativo en los precios. Ello aunque ya aparecieron quejas de la Cámara Argentina de Supermercados (CAS) y la Federación Argentina de Supermercados y Autoservicios (FASA) acusando haber recibido repentinamente incrementos de hasta el 7 por ciento en productos alimenticios.

De haber durado más, sus consecuencias sobre el deterioro de los ingresos habrían tenido efectos políticos adversos, incongruentes con el propósito del Gobierno de evitar una aceleración más acentuada que la que tuvo lugar las últimas semanas. Si realmente se incrementaban los saldos exportables, era a costa del consumo interno de pan o de carne.

Algunos análisis indican que en realidad las empresas exportadoras de granos que se beneficiaron de la medida (entre otras, Bunge, Louis Dreyfus Company, COFCO, Viterra, Cargill, Molinos y Aceitera General Deheza) se apuraron para presentar las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior sin haber comprado la mercadería, aprovechando la medida para embolsar las exenciones. Es decir que hicieron un negocio sin producir el efecto beneficioso de acelerar las exportaciones que decía esperar el Gobierno.

La aparición en escena de Estados Unidos responde a una nueva maniobra dilatoria de la salida de capitales. Se señaló su potencial incidencia geopolítica en las restricciones a la relación entre China y Argentina, frenando los procesos de inversión en represas de energía y el comercio exterior.

No obstante, debe subrayarse el factor permanente en este tipo de procesos de endeudamiento, que es el interés de las finanzas internacionales. El salvataje norteamericano permite que los capitales que ingresaron a la bicicleta financiera se retiren realizando ganancias. Ese fue el sentido del préstamo que el Fondo Monetario Internacional le concedió a la administración Cambiemos entre 2018 y 2019. 

En el caso de Milei, la masa de deuda en juego es menor, y este tipo de intervención se concretó con los préstamos del FMI y otras instituciones en abril. Con lo cual, es posible que el Gobierno norteamericano no se comprometa más allá de ciertos gestos.

El trabajo para “después de las elecciones” de Bessent es motivo de ilusión para la muchachada libertaria Lo que sea posterior, evidentemente no tendrá la finalidad de contener el tipo de cambio. Por el contrario, le significará al Gobierno libertario el costo político de soportar el impacto económico de la salida de capitales, cuya financiación externa parece encontrar sus límites.

Los indicios que se manifiestan hasta este momento van en ese sentido. La ex Vice Directora del FMI, Gita Gopinath, hizo una sugerencia mordaz. Observó que Argentina debería devaluar y dejar flotar el tipo de cambio, que en la práctica significaría abortar la salida de capitales, provocándole una pérdida a las entidades que operan en Argentina, al licuar su basamento en activos denominados en pesos. 

Una última observación la merece la opción del swap de 20 mil millones de dólares, que prácticamente reemplazaría al que en la actualidad se mantiene con China, permitiría sostener los flujos del comercio exterior, si fuese necesario, y los habilitaría para el control de la salida de capitales. Así lo usó Sergio Massa durante 2023, para afrontar las consecuencias de la sequía. Pero no dotaría al Gobierno de dólares para intervenir directamente en el mercado cambiario, por lo que no frena la sangría.

En abstracto, es inútil, porque se trata de cambiar el país con el que Argentina mantiene la misma línea de financiamiento. En los hechos, es poco realista, porque Estados Unidos debería reemplazar la relevancia comercial de China para Argentina. Independientemente de las disputas que se desarrollen en la actualidad entre los dos países, se trata de procesos de largo plazo que no mantienen relación con una crisis de salida de capitales, aún si realmente existiese un objetivo de fondo. Lo último, por cierto, no tiene por qué darse por sentado. Sencillamente no existen razones para creer que en la pulseada entre Estados Unidos y China Argentina sea una prioridad por razones económicas.

Es decir que tanto el gobierno argentino como el americano ensayaron un espectáculo para aplacar al tipo de cambio durante un lapso muy breve. Al hacerlo, quedó al descubierto que la carencia de opciones con efectos reales, lo que indica que el proceso por el cual la salida de capitales hace mermar las reservas hasta forzar una devaluación abrupta está cada vez más cerca. 

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