Una polémica con Tokatlian sobre EE.UU. y China

El investigador Juan Gabriel Tokatlian escribió un análisis sobre las perspectivas argentinas en medio del enfrentamiento entre China y los Estados Unidos. Enrique Aschieri lo leyó y dice que coincide con las conclusiones pero no con las premisas del trabajo. Según Aschieri, ”el conflicto es de los norteamericanos con sus propias multinacionales, no con China”. Quien quiera sumarse a este debate será bienvenido.

Coincido con Juan Gabriel Tokatlian en las conclusiones de su nota de Cenital bien reflejadas en el título y la bajada: “Argentina, China y Estados Unidos: una dinámica triangular inconveniente. Trump quiere que la región desarticule o rompa sus lazos con el país asiático, pero puede resultar disfuncional para Latinoamérica”.

Discrepo con las premisas. Tokatlian desde siempre aplicó al asunto China el criterio de Stephen Van Evera: UPIMBY (No Unfriendly Powers in My Backyard).

A mi juicio el conflicto es de los norteamericanos con sus propias multinacionales, no con China. No es la primera vez que el imperialismo tiene que vérselas con esta recaída innecesaria en la práctica de asentar capital extramuros. ¿De dónde salió el capital que impulsó el desarrollo chino o el japonés?

Hace cuatro décadas y media Ronald Reagan puso en caja a ese innecesario sesgo imperialista con las automotrices de Detroit que son las dueñas reales del complejo automotriz japonés. Lo hizo con la desmentida mercantilista más ingeniosa del mercantilismo –valga la paradoja-: las VER, Voluntary Export Restraint.

Aunque el columnista del New York Times Thomas Friedman no lo hay entendido del todo bien en “El Lexus y el Olivo” (no fue lo único: dos países que morfan hamburguesas globales se puede agarrar a tiros para desazón de Tommy), funcionaron muy bien. Así fue aunque digan lo contrario y las hayan tratado de eliminar en 1994 en la Ronda Uruguay.

Los aranceles

A mi forma de ver las cosas, las marchas y contramarchas del POTUS 47 obedecen a las contradicciones propias de los intereses internos norteamericanos en juego y a una muy defectuosa base teórica. Los últimos tres premios Nobel son tanto una curiosa desmentida a Keynes como un canto a las fantasías en pos del esquivo desarrollo.

El POTUS 47, igual que su antecesor Joe Biden, tiene en claro que el eje de la lucha de clases es la consolidación del Estado nacional sobre la base de la alianza de clases.

Un mundo sin impuestos es una tara republicana que impide avanzar en la dirección que expresa el POTUS 47 sin entrar en grandes contradicciones. El abordaje demócrata de neoclásicos compasivos de buen corazón –suponiendo que tengan uno- otro tanto.

Cualquier neoclásico maldice los aranceles. “Precios más altos”, vociferan. “¡Inflación!”, amenazan. Por fuera de que confunden aviesamente inflación con precios más altos, y no es lo mismo, se olvidan de aclararle al lego que el modelo de análisis que usan “supone” que el producto bruto o ingreso es el mismo antes y después de los aranceles. No crece, permanece impasible.

Les pasa lo mismo que al hermano de la Karina, que en el reportaje con Eduardo Feinmann invocó el teorema de Frank Ramsay para hablar del ahorro y cómo varía, cuando el modelo del citado matemático “supone” que los individuos fijan, cuando nacen, la tasa de ahorro y no la cambian más. Es completamente exógena y constante, como se dice en jerga.

El teórico

Estas contradicciones entre objetivos y medios para lograrlo las expresa bien Robert Lighthizer, quien fue el representante comercial de Estados Unidos en el gabinete del primer mandato de Trump y factótum de los aranceles aduaneros. Comenzó su carrera pública como un alto funcionario comercial de la administración de Ronald Reagan y luego regresó a un bufete de abogados durante más de tres décadas antes de ser elegido por Trump. La industria del acero es su especialidad.

En una charla de Lighthizer con el Financial Times, la interlocutora dice: “El diagnóstico de Lighthizer sobre los problemas comerciales de Estados Unidos es hoy casi parte del pensamiento del establishment de Washington. Según él, y debido a lo que él llama una ‘devoción insensata a la teología del libre comercio’, las empresas han sido recompensadas durante demasiadas décadas por trasladar su producción al extranjero para aprovechar la mano de obra más barata, entre otras cosas (…) Tiene una declarada devoción por aumentar las perspectivas laborales de los estadounidenses sin título universitario y una crítica feroz hacia los jefes ejecutivos que trasladaron sus trabajos a China sólo para ganar más dinero (‘¡No perdono a ninguno de ellos!’)”.

La reportera del Financial comenta que “una de las cosas que realmente le molesta, me dice, es la dependencia de las empresas de defensa estadounidenses de China para obtener piezas esenciales”.

«Llevan una generación haciendo esto», dice el exfuncionario, enfadándose de nuevo. «Y la única razón por la que lo hicieron fue para que el director ejecutivo ganara más dinero. Es decir, es tan poco serio y aterrador que te contrato para que me defiendas. Y tú dijiste: ‘¡Vale, de acuerdo, voy a ir con tu adversario geopolítico y dependeré de él para que te defienda!'».

La reportera del Financial señala que “el propio Lighthizer a veces da la impresión de que podría ser demócrata”.

«Estoy en contra de la desigualdad de ingresos», dice en un momento dado. “¿Qué te diferencia de un demócrata moderado?”, le pregunto. «No soy de izquierdas en absoluto. Soy conservador», responde, sorprendido por la pregunta. “Pero te refieres a la desigualdad de la riqueza y a que la clase trabajadora tiene las mismas oportunidades en la vida que la gente adinerada”, le digo. «Eso es patriotismo», replica. «Eso es nacionalismo económico»”.

Musk no

En contraposición, se ve que Elon Musk no puede renunciar a su identidad cultural afrikáner. Los reclamos del Soweto le pesan al igual que el de los trabajadores del Estado. Un gorila gringo con motosierra y todo.

Tokatlian hace hincapié en las patentes. No es una buena métrica. Ningún estudio del cambio tecnológico la toma como fuente adecuada, entre otras cosas, porque cantidad no implica calidad.

Conviene, en cambio, analizar la demanda agregada de China versus Estados Unidos y ver qué onda y cómo eso influye en la innovación.

A todo esto, los cambios en las reglas del Nasdaq plantean preguntas para las empresas chinas más pequeñas que cotizan en la bolsa tecnológica.

De acuerdo a la consultora Caixing Global, las empresas chinas que buscan cotizar en bolsa en el extranjero se encuentran en una encrucijada. Durante años, Estados Unidos, y en especial el Nasdaq, ha sido un mercado predilecto para las IPO chinas, ofreciendo a las empresas altas valoraciones y acceso a una base global de inversores. Pero ese camino podría estar reduciéndose.

Como en Bolsa

La Bolsa, con un fuerte componente tecnológico y que alberga a más del 80% de las empresas chinas que cotizan en Estados Unidos, ha propuesto aumentar los requisitos mínimos de capital flotante y de recaudación de fondos, al tiempo que aplica procedimientos más rápidos de suspensión y exclusión de la bolsa para las empresas que no cumplan con los estándares actuales, lo que genera incertidumbre sobre la cartera de futuros acuerdos.

A principios de septiembre, 411 empresas chinas cotizaban en EE. UU., con una capitalización bursátil combinada de 1,2 billones de dólares. El Nasdaq dominaba el mercado, albergando a 338 empresas (el 82,2 % del total) con un valor combinado de 647.500 millones de dólares. La Bolsa de Valores de Nueva York (NYSE) y su filial más pequeña, NYSE American, se sitúan muy por detrás, con 61 y 12 cotizaciones, valoradas en 551.900 millones de dólares y 1.800 millones de dólares, respectivamente. Ninguna de las dos ha anunciado planes para seguir los pasos del Nasdaq con ajustes normativos similares.

El historial de recaudación de fondos de las empresas chinas que cotizan en Estados Unidos sugiere que los cambios propuestos en el Nasdaq podrían resultar prohibitivos para la mayoría de las empresas chinas que aspiran a una OPI (Oferta Pública Inicial). De las 60 empresas chinas que cotizaron en el Nasdaq el año pasado, solo ocho recaudaron más de 25 millones de dólares. Esto significa que menos de una de cada siete empresas podría cumplir con el requisito mínimo de ingresos por OPI que la bolsa propone para las empresas que operan principalmente en China, según la revisión de la información empresarial realizada por Caixin. La tendencia se ha mantenido en 2025: en los primeros ocho meses, solo cuatro de las 57 OPI chinas en el Nasdaq superaron el umbral de los 25 millones de dólares. La propuesta también afectaría a las empresas que cumplen los requisitos para cotizar en función de sus beneficios. Las empresas que aspiran a una OPI que cumplan los requisitos en función de sus beneficios necesitarían alcanzar un capital flotante mínimo de 15 millones de dólares, frente a los 5 millones actuales. Las empresas con deficiencias y un valor de mercado inferior a 5 millones de dólares podrían enfrentarse a una suspensión y exclusión de la bolsa más rápidas, según la propuesta. Actualmente, tienen hasta 180 días para volver a cumplir con las normas. ¿Cómo se inscribe esto en el enfrentamiento con China?

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