La Sociedad Argentina de Pediatría advirtió sobre el resurgimiento de la tos convulsa en las infancias. Profesionales advirtieron a Y ahora qué? que la muerte ya registrada de cuatro niños puede deberse “a una disminución en la vacunación obligatoria por la pérdida del hábito de los adultos a cargo, la imposibilidad de llegar a los centros de vacunación por falta de tiempo o problemas económicos, la falta de campañas promocionales del Estado y el avance de los grupos antivacunas”. La opinión experta de Alejandra Gaiano.
La coqueluche o tos convulsa es una enfermedad respiratoria causada por un cocobacilo y que se caracteriza por una tos intensa y persistente, que puede durar varias semanas. Según la Sociedad Argentina de Pediatría, SAP, es muy contagiosa, tiene distribución universal y si bien afecta a todos los grupos etarios, es particularmente grave en niños pequeños, lactantes y personas con enfermedades crónicas, individuos en los que puede provocar complicaciones graves como neumonía, convulsiones e incluso la muerte en casos muy severos.
En el pasado mes de junio la Organización Panamericana de la Salud (OPS) alertó sobre el resurgimiento de casos de tos convulsa en la región e instó a los países a reforzar sus sistemas de vigilancia epidemiológica y a mantener un monitoreo continuo y detallado de sus coberturas de vacunación.
En Argentina, ya se había registrado un aumento del número de casos confirmados hacia fines de 2024, pero según los reportados hasta la fecha, en 2025 ya triplican a los del año anterior.
Según el último Boletín Epidemiológico publicado por el Ministerio de Salud de la Nación, en distintas regiones del país se observa un incremento sostenido de casos. En lo que va de 2025 se registraron en el país 3.725 casos sospechosos, de los cuales 407 fueron confirmados. Para tener una noción del avance de esta patología, en el período 2020/2024 se notificaron 3.886 contagios, de los cuales 167 habían sido confirmados.
En Tierra del Fuego se registra la mayor incidencia de casos, seguido por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en tercer lugar la Provincia de Buenos Aires. La mayoría de los casos se concentran en niños menores de 5 años, particularmente hasta los seis meses de nacidos. De hecho, los cuatro fallecidos se reportaron entre dos menores de 6 meses, uno en el grupo de 6 a 11 meses y otro en el grupo de 12 a 23 meses.
Para la SAP, “este escenario demanda una respuesta inmediata para reforzar la sospecha clínica, la confirmación diagnóstica y mejorar las coberturas de vacunación para controlar la situación”.
¿Y por casa cómo andamos?
Según la revista científica Archivos Argentinos de Pediatría, una publicación de la SAP, en la Argentina, al igual que en los países desarrollados, “se observa una reemergencia de esta infección, con un aumento de las tasas de incidencia y letalidad, especialmente en los menores de 6 meses”.
En el año 2011, el Ministerio de Salud de la Nación informó un total de 70 niños fallecidos, todos menores de 3 meses, la mayoría de los cuales no estaban vacunados o lo estaban parcialmente, hecho esperable para su edad (en el país la primera dosis del esquema contempla su administración a los dos meses de vida). Una de las hipótesis es que estos niños se contagian de sus hermanos de edad escolar o adolescentes, y de sus padres, que también actúan como transmisores de la enfermedad.
Según la SAP, “la Comisión Nacional de Inmunizaciones y el ProNaCEI (Programa Nacional de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles) actualizaron la política de vacunación en el país a partir del año 2009, dada la situación epidemiológica y con el objetivo de controlar la enfermedad de acuerdo con las recomendaciones internacionales”.
Y ahora qué? consultó con la infectóloga pediatra especialista en vacunas y salud pública, Alejandra Gaiano, ex jefa de vacunas de la provincia de Buenos Aires -donde generó estrategias en salud pública- y actualmente trabaja en el servicio del hospital materno infantil de San Isidro y en una clínica privada del barrio porteño de Palermo.
Para Gaiano, la estrategia utilizada en el 2011 “resultó muy exitosa, pero no podemos decir a ciencia cierta que no se produjeron más muertes (hasta las reportadas en el 2025) porque la tos convulsa puede pasar inadvertida o confundirse con otras patologías. Por eso no podemos decir que no hubo más casos fatales desde entonces”.
–¿Qué influye en la mortalidad por tos convulsa?
–Gaiano: Ahora, una de las cuestiones que más influye es la baja cobertura en menores de dos años y en embarazadas porque cuando se vacunan también queda protegido el bebé hasta los seis meses. Recién con la tercera dosis de vacuna de la quíntuple -que tiene componente coqueluche o tos convulsa- se genera suficiente protección. Y por eso, también, los bebés de cuatro meses que tienen dos dosis, igual pueden contagiarse coqueluche.
–¿Por qué se complejiza el tema de la tos convulsa en los niños?
Gaiano: Muchas veces, los síntomas son bastante inespecíficos, y si bien la enfermedad tiene una presentación clínica bien típica que es la tos con reprise (N. de la R.: tos violenta y repetitiva), que dura más de 14 días, muchas veces la presentación es inespecífica y pasa inadvertida, no se estudia, pero sigue contagiando. Si sumamos esto a bajas coberturas de vacunación y a la falta de acceso al sistema de salud porque los padres no llevan a los niños a vacunarse, esto genera que haya más diseminación de la enfermedad.
–¿Cómo se llega a esto? ¿Por falta de promoción acerca de la vacunación, falta de campañas, falta de salubridad, higiene? ¿Qué lo provoca?
–Gaiano: La baja cobertura de vacunación es multicausal. Lo que más influye es la dificultad de acceso a la vacunación, sobre todo porque no está disponible en forma cómoda para las familias o porque el vacunatorio está muy lejos y no pueden trasladarse, o están abiertos en horarios restringidos en relación al horario laboral de los padres o -directamente- no tienen plata para la tarjeta SUBE. También, a veces, hay algo que se llama oportunidades perdidas: quizá van al vacunatorio, falta alguna vacuna y entonces no los vacunan porque quieren darse todas las vacunas juntas. También se produjeron algunas dificultades con la distribución, ha habido algún faltante y, por último, están los grupos antivacunas que antes de la pandemia (de coronavirus) estaban muy focalizados en localidades como El Bolsón, Bariloche y Tigre.
–Hay casos en los que los padres dicen que no quisieron vacunar a sus hijos por el cuadro de salud con el que llegaban a vacunarlos.
–Gaiano: Puede ocurrir porque ven a los pibes con mocos, pero no es una contraindicación. Los chicos pasan gran parte del invierno, sobre todo los niños pequeños, con catarro de vía aérea superior, pero se pueden igual.
–Cuando habla de falta de campaña, ¿se refiere a este gobierno o las gestiones anteriores también tuvieron dificultades para contrarrestar el tema de la tos convulsa?
–Gaiano: Ahora se ha acrecentado, pero el descenso en la cobertura de vacunación viene desde después de la pandemia. Y se hicieron muchísimos esfuerzos, sobre todo en las provincias, para mejorar las coberturas de vacunación. Se realizó “La noche de las vacunas”. Hay provincias que implementan acciones muy intensivas en algún momento del año para recuperar todas las vacunas de calendario. Se hacen campañas de comunicación, pero más focalizadas en las jurisdicciones. La realidad es que la comunicación y las campañas con el tema de la tos convulsa no fue tan efectiva como -por ejemplo- con el sarampión porque la tos convulsa tiene muchas vacunas que la controlan.
–¿Cómo es el plan de vacunación de esta enfermedad?
–Gaiano: Hay que vacunar a los chicos a los 4 y 6 meses, después darles un refuerzo entre los 15 y 18 meses, otro al ingreso escolar, después a los 11 y después -las mujeres- durante el embarazo. Y el personal de salud tiene que vacunarse, los que atienden niños menores de un año también tienen que hacerlo cada 5 años.
–¿Qué es lo que no ocurre, entonces?
–Gaiano: Habría que intensificar la promoción de la confianza en las vacunas, mejorar el acceso. Y la verdad es que la crisis social y económica que estamos viviendo tampoco ayuda porque la baja en los niveles de vacunación es una de las consecuencias lamentables.
–¿La vacuna de tos convulsa es gratuita?
–Gaiano: Sí, es gratuita. Todas las vacunas del calendario nacional de inmunizaciones son gratuitas.
–¿Y es obligatoria?
–Gaiano: Es obligatoria. Hay una ley nacional de vacunas y son vacunas obligatorias, con lo cual si alguna persona, algún padre, madre o cuidador no quiere vacunar a sus hijos, tanto el personal de salud como el personal docente tiene la obligación -según la ley- de hacer la denuncia en Minoridad, desde donde deberán proceder con un recurso de amparo. Existe muchísima jurisprudencia en la que los jueces obligan a los padres a vacunar a sus hijos. Las vacunas y el agua potable son las dos estrategias de salud pública que más vidas han salvado en la historia de la humanidad. Con las vacunas no solo te protegés vos, sino que protegés a tu comunidad. Así que es una responsabilidad individual y colectiva. Por eso todos los jueces, por lo menos hasta ahora, han obligado a los padres a vacunar a sus hijos para protegerlos a ellos, pero también a todos los niños de la escuela. De no ocurrir esto, pasa -como ahora- que empiezan a circular otra vez virus y bacterias y hay rebrotes de enfermedades que estaban controladas.
–Es como que estamos perdiendo algunos otros elementos que tienen que ver con el cuidado general de las personas. ¿No?
–Gaiano: Y sí, cuando uno tiene burnout (N. de la R.: estado de agotamiento físico, emocional y mental causado por estrés laboral crónico), está trabajando mucho o no tiene trabajo y los niños no pueden completar las cuatro comidas, como está pasando en este momento, según el Observatorio de Salud de la Sociedad Argentina de Pediatría y el INDEC, el 52% de los niños menores a 14 años son pobres. Y son de familia pobre. Entonces es muy difícil cuidarse y cuidar la vacunación cuando ni siquiera pueden darle de comer a los chicos. O si tienen trabajo, tienen que laborar muchas horas y entonces es muy difícil llevar a los chicos al vacunatorio.
–Si tuviera que realizarse una campaña de concientización sobre la vacunación, en este caso de la tos convulsa, ¿a quién le correspondería hacerla?
–Gaiano: A la Nación y las provincias. Pero, en general, las campañas más masivas de difusión en medios, siempre las paga (o pagaba) Nación a través del Ministerio de Salud. Las otras jurisdicciones, provinciales y municipales, también tienen responsabilidad, pero es difícil hacer una campaña desde una jurisdicción inferior si justo no tienen todas las vacunas disponibles porque la gente se va a vacunar y no están seguros que vayan a tener las vacunas y termina siendo peor el remedio que la enfermedad.
–¿Y la provisión de esa vacuna debe ser de Nación?
–Gaiano: Sí, según ley todas las vacunas del calendario nacional de vacunación las tiene que proveer el Ministerio de Salud de la Nación.
La infectóloga reafirmó a Y ahora qué? que “todas las vacunas que utilizamos en Argentina son seguras y eficaces, y hay un sistema robusto que todavía, a pesar de todo, sigue funcionando para garantizar la seguridad de las vacunas de nuestro calendario”.
También explicó que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), verifica que las vacunas aplicadas en Argentina sean seguras y efectivas, y le pidió “a la comunidad que se acerque a los vacunatorios, que, aunque haya perdido el carné y no tenga DNI, vaya al vacunatorio porque los vacunadores saben qué vacunas tienen que aplicar para recuperar el esquema de vacunación”, concluyó.