Como Roca-Runciman, pero más grosero

Qué significa el anuncio de la Casa Blanca sobre un acuerdo de libre comercio con la Argentina en la situación actual en el comercio mundial atravesada por el proteccionismo. Las disputas arancelarias en Estados Unidos y otros acontecimientos geopolíticos como el inminente acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) y el aumento de las tensiones entre Japón y China respecto a Taiwán. Consecuencias de la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos (SCOTUS) sobre la capacidad del Presidente (POTUS) Donald Trump para imponer aranceles aduaneros.

El jueves 13 de noviembre la Casa Blanca anunció el Joint Statement on Framework for a United States-Argentina Agreement on Reciprocal Trade and Investment (Declaración conjunta acerca de un marco para un acuerdo recíproco sobre comercio e inversiones entre los Estados Unidos y la Argentina). En simultáneo, la Casa Blanca anunció arreglos similares para El Salvador, Guatemala y Ecuador.

Visto en sus detalles, en términos del interés nacional argentino es un escándalo, que resume bien el sarcasmo de “si sale cara gana el Tío Sam y se sale ceca pierde la Argentina”. 

Los medios informaron abundantemente sobre esos detalles. El mentado acuerdo –un remedo del Roca Runciman, pero por lejos mucho más grosero- no pasará ni por las Horcas Caudinas del Congreso argentino ni por las del Congreso norteamericano. En el segundo caso al no haber previsto fast track (vía rápida por el cual el Congreso norteamericano sólo puede aprobar o rechazar el supuesto tratado pero no revisarlo) va derecho al pork barrel. En jerga política norteamericana significa que los legisladores votan a cambio de obras para sus distritos.

Pero esos mismos detalles, pecaminosos para el interés nacional, sugieren mirar bajo la superficie de los acontecimientos para deslindar qué tienen de fuegos artificiales y cuánto dicen de las cuestiones de fondo que animan a corto y largo plazo al segundo mandato de Donald Trump.

En principio estos “Statements”, estos textos declarativos, hay que inscribirlos en las acciones de la Casa Blanca para sancionar exenciones arancelarias para intentar bajar los precios de los alimentos. El gobierno de Trump está elaborando una propuesta para eximir las importaciones de alimentos como la carne de vaca y los cítricos de algunos de los aranceles más altos que el presidente Trump anunció en abril. La lista de productos no es definitiva, según informa The Times, pero estas posibles exenciones surgen en un momento en que la inflación se está convirtiendo en un tema político cada vez más importante y afecta negativamente al índice de aprobación del presidente. 

Si el proteccionismo es culpable de los precios al alza, los acuerdos de libre comercio –aunque sean de pico- fungen de bálsamo. Si se le reprocha el amague de darle 40 mil millones de dólares al hermano de la Karina, el potencial saqueo del “Statement” es un retruécano que acalla esas reconvenciones. 

Las contradicciones de Trump

No todo es pases cortos. En todo caso, es menester inquirir sobre la naturaleza de juego en que aparece la necesidad de enviarla cortita y a pie. Normalmente se endilga a la personalidad volátil de Trump sus marchas y contramarchas en la arena política. Sin negar esa singularidad, el origen de ese comportamiento, las más de las veces calificado de “impredecible”, lo que no deja de ser una gentileza, parece más atinado buscarlo en lo que Trump representa como tendencia histórica y qué tan calificado están él y su banda para encontrar una síntesis políticamente aceptable para propios y extraños.

En este andarivel corren dos tendencias. Una la contradicción entre las multinacionales norteamericanas y su desmesurada localización en China –que Trump busca revertir, lo que suele confundirse con un conflicto entre naciones-. La otra es la suerte del dólar como moneda mundial.

Integración nacional

Arghiri Emmanuel, enmarcando su teoría del intercambio desigual señala: “A partir del momento en que el reparto del producto de la explotación internacional (superbeneficio) se vuelve cada vez más importante, si no preponderante en la dinámica de la lucha de clases dentro de la misma nación, esta lucha deja de ser una verdadera lucha de clases en el sentido marxista del término y se convierte en un ajuste de cuentas entre asociados alrededor del botín común. El pacto nacional deja de ser cuestionado en su esencia, y la lealtad nacional trasciende las oposiciones de intereses, por una parte, y por la otra se fortifica en razón de los antagonismos internacionales. La integración nacional en los grandes países industriales fue posible al precio de la desintegración internacional del proletariado”.

Aquí está la gran paradoja de nuestro tiempo. Este funcionamiento de la acumulación a escala mundial realmente existente, ha producido tanto súper salarios como súper beneficios, pero su efecto a largo plazo en los países desarrollados, deseado o no, fue favorecer más a los trabajadores que a los empresarios. En razón de la tendencia a la igualación mundial de la tasa de ganancia, los superbeneficios son sólo temporarios. Los súper salarios se convierten automáticamente y a la larga en salarios normales, terminando por constituir ese “elemento moral e histórico” del valor de la fuerza de trabajo, al que se refería Marx para explicar el valor que alcanzaba la misma. 

Sobre esta realidad Emmanuel reflexiona que “Si el capitalismo pudiese dar a cada familia obrera una vivienda y un coche, elevando al mismo tiempo sobre el salario una plusvalía que asegure su reproducción ampliada y sin mayores crisis, como está en condiciones de hacerlo en los países más ricos, ciertos teoremas marxistas necesitarían una seria revisión. Pero el capitalismo en sí no es capaz de tal explotación. Sólo fue capaz de desplazar la pauperización y la desocupación del marco nacional al mundial”.

Eso implica dos cosas. Una que el movimiento de las multinacionales hacia China no solo es innecesario sino que rompe el pacto nacional. La otra, es que Trump y lo que expresa Trump, interpretan correctamente que hay que rehacer el pacto nacional. 

Se arma la podrida porque no saben cómo hacerlo, fuera de intuiciones e inercia intelectual. No cuentan con una aproximación teórica que les permita desplazarse con sigilo y desplumar a la gallina sin que cacaree.

Bajo estas circunstancias, sus movimientos de elefante en el bazar son necesarios, no meras contingencias de un alocado de pelo teñido de color naranja.

El dólar

Desde el momento en que el dólar se convierte en la moneda internacional, el mundo necesita una cierta cantidad de dólares para alimentar las reservas de sus bancos centrales y las cuentas en los bancos comerciales y otros canales de circulación. Esta cantidad únicamente puede ser proporcionada por el déficit de la cuenta corriente de los Estados Unidos. La cuenta corriente de la balanza de pagos se calcula sumando al saldo de la cuenta comercial (exportaciones menos importaciones) el saldo de lo que se cobra y paga al exterior en concepto de intereses de la deuda y utilidades de las empresas.

Por recibir dólares, el mundo tiene que ofrecer a los Estados Unidos una cierta cantidad de bienes y servicios reales a cambio de activos monetarios, cuyo no-pago es la condición misma del funcionamiento del sistema, ya que su extinción significaría el cese del comercio. Esto, hasta la saturación de las necesidades de la circulación mundial, teniendo en cuenta el crecimiento secular de esa circulación.

Los Estados Unidos reciben, entonces, sin contrapartida, no sólo la transferencia inicial necesaria para poner en marcha el sistema (el llamado señoreaje), sino también una anualidad perpetua que expresa su expansión normal en el tiempo.

Es aquí donde aparece el papel crucial de los intereses. En razón de que su tasa normalmente supera la tasa de crecimiento del comercio mundial. En consecuencia, si esos activos monetarios son remunerados, convirtiéndose por eso en activos financieros, no sólo el mundo no necesita un nuevo aporte de dinero “primario” para cubrir el saldo representado por el crecimiento, sino que este superávit de intereses hace que el mismo stock inicial se vuelva gradualmente súper abundante, y por lo tanto reembolsable.

En ese momento, el privilegio aristocrático desaparece de pagar las importaciones con su propia moneda. Esta no es una simple diferencia cuantitativa – esto es un cambio de la naturaleza. Estados Unidos emisor deja de ser un deudor “eminente”. La deuda es degradada. 

Al nivel de la expresión contable, el déficit por cuenta corriente podrá subsistir, ya que los intereses ganados por el resto del mundo se registran como pasivos en su balance externo. Pero este déficit no representa más una entrada de valores reales sino de “servicios” financieros. El extranjero no le da más productos del trabajo por sus signos. Le da signos por signos. Y en la medida que los intereses en cuestión superen el déficit total de la balanza por cuenta corriente, compensado por el saldo positivo de la sub-balanza comercial, la situación se invierte completamente y ahora es el extranjero quien da signos por valores reales.

A qué distancia están los Estados Unidos de ese límite es discutible. Lo que no parce opinable, es que para no perder el privilegio aristocrático es que Trump arma todos estos despelotes. Una buena tasa de inflación reduciría el peso de todos los pasivos globales norteamericanos. Y todo podría a volver a empezar sin problemas inmediatos o mediatos. Pero eso va contra la religión. 

Los europeos y el dólar

Por lo pronto a principios de este año, Donald Trump presionó a la Unión Europea (UE) para que firmara el “acuerdo Turnberry”, aceptando recortes arancelarios sin reciprocidad y, aparentemente, consintiendo en debilitar su papel como referente mundial en materia de normas al reconocer los estándares estadounidenses.

Un cable de Reuter (14/11/2025) informa que funcionarios europeos estudian la posibilidad de mancomunar dólares para reducir la dependencia de la Reserva Federal. 

Es una alternativa a los mecanismos de respaldo de la Reserva Federal mediante la agrupación de dólares en poder de bancos centrales no estadounidenses, en un intento por reducir su dependencia de Estados Unidos bajo la administración Trump. 

Los mecanismos de la Reserva Federal prestan dólares a otros bancos centrales y funcionan como un salvavidas durante períodos de tensión en el mercado, garantizando así el mantenimiento de la estabilidad financiera mundial.

En una reunión del Consejo de Gobierno del BCE celebrada hace unos meses, Klaas Knot, entonces presidente del banco central holandés, planteó la cuestión de la dependencia de las líneas de swap como parte de “una larga lista” de riesgos potenciales, según indicó un funcionario con conocimiento directo del asunto.

Entrevistas realizadas por Reuter a más de una docena de funcionarios de la banca central y de supervisión europeas muestran que les preocupa que la administración Trump pueda utilizar estos mecanismos como arma.

La puesta en común de recursos podría ayudar a afrontar episodios de inestabilidad, pero es poco probable que sea suficiente para contener la turbulencia generalizada del mercado, mientras que cualquier intento de mancomunar reservas también se enfrentaría a desafíos logísticos y políticos, alegan los escépticos.

A corto y mediano plazo

Los medios dejan trascender que en los próximos días la SCOTUS (Supreme Court of the United States: Corte Suprema de los Estados Unidos) le propinará un revés al POTUS 47 (President of the United States) Donal Trump, al limitarle su capacidad de establecer aranceles aduaneros.

La batalla legal que se ventila, que tiene efectos en todo el comercio mundial, no parece afectar a los mercados, continuando muy mondos, lirondos y orondos en su burbuja de Inteligencias Artificial (IA). Tampoco los afectó el cierre (shutdown) del gobierno que el miércoles 12 llegó a su fin debido al acuerdo alcanzado en el Congreso norteamericano para reabrir la administración. El S&P 500 subió un 2,4 por ciento durante el cierre gubernamental récord de 43 días. 

Bitcoin, acciones globales, el dólar: todos vuelven a caer hoy después de que el S&P 500 sufriera ayer su mayor pérdida en un solo día en un mes justo el jueves.

Mucho se debe a que la Reserva Federal es poco probable que recorte las tasas de interés en su reunión del próximo mes debido a que por el tiempo del shutdown no tienen datos. 

También la precepción de que la burbuja IA va camino pincharse. Michael Burry, el inversor contrario a la corriente principal, famoso por la película “La gran apuesta”, reveló que el fondo de inversiones que maneja, había realizado apuestas en contra de dos gigantes de la inteligencia artificial. Fue contra Palantir y Nvidia. 

La apuesta de Burry contra Palantir pone de relieve un debate más amplio en Wall Street sobre la valoración de las acciones de inteligencia artificial. Alex Karp , director ejecutivo de Palantir, calificó la jugada de Burry de “una locura” y sugirió que estaba manipulando el mercado en una entrevista con CNBC la semana pasada.

Apostar a la baja contra Palantir no ha sido una estrategia rentable. Las acciones de la compañía han subido más del 125 por ciento este año.

Burry no haya terminado ahí. En un artículo publicado esta semana en X , criticó a Meta y Oracle por cómo contabilizan la depreciación en el contexto de sus enormes inversiones en chips de Nvidia.

El mismo jueves las acciones de Oracle cayeron un 4,2 por ciento, mientras que el Nasdaq se desplomó un 2,3 por ciento, en la última de una serie de ventas masivas lideradas por las acciones tecnológicas. El viernes, las acciones recuperaron parte de sus pérdidas.

El Nasdaq Composite, índice con gran peso tecnológico, repuntó y cerró prácticamente sin cambios en Nueva York tras iniciar el viernes con una caída del 1,6 por ciento , luego de un descenso del 2,1 por ciento el jueves. El S&P también se recuperó, tras las fuertes pérdidas registradas en los mercados europeos y asiáticos durante la jornada.

Japón y Mercosur

En medio de estos escarceos de los gringos, con consecuencias directas en los intercambios internacionales, éstos también reciben las ondas de los piedrazos al agua de Japón mostrando los dientes a China y el Mercosur que está a punto de cerrar su acuerdo de libre comercio con la UE (Unión Europea).

La flamante primera ministra japonesa, Takaichi Sanae, primera mujer en el cargo en la historia del sol naciente, se reunió hace unas semanas con el presidente chino Xi Jinping en Gyeongju, Corea del Sur. Sanae –considera una halcón anti China- intentó disipar lógicas aprensiones. Duró poco. La semana pasada Takaichi en el parlamente dijo que un ataque chino contra Taiwán -situada a tan solo 112 kilómetros del municipio más occidental de Japón- devendría en “una situación que amenaza la supervivencia de Japón” y que podría desencadenar el despliegue de las Fuerzas de Autodefensa del país. China reacciona duramente. Por el momento y tal parece que por largo tiempo, Taiwan se podría decir que es la fábrica de semiconductores del mundo. La burbuja de la IA ni lo registró y siguió adelante con su marcha alcista.

“La Unión Europea está forjando una nueva alianza estratégica con América Latina” afirma Cecilia Malmström (06/11/2025), ex comisaria de comercio de la UE y ahora en el centro de estudios Peterson Institute, informa que “tras más de 25 años de negociaciones, la Unión Europea finalmente ha concluido un acuerdo comercial con los cuatro países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), estableciendo una zona de libre comercio que abarca a casi 800 millones de personas (…) Aunque está prevista una ceremonia de firma en Brasil, el acuerdo UE-Mercosur está prácticamente cerrado. La firma requerirá la aprobación de los parlamentos de los cuatro países del Mercosur, así como del Parlamento Europeo y de una mayoría cualificada de los Estados miembros de la UE. No firmarlo supondría un duro golpe para la aspiración de Europa de forjar una senda geopolítica independiente en un contexto de intensas y destructivas disputas comerciales”.

Parece que el duro golpe se lo intentan dar los norteamericanos al anunciar el acuerdo con la Argentina, que no lo pude hacer sin congeniar o romper con el Mercosur. 

Día del juicio final

El miércoles 5 de noviembre comenzaron las audiencias en la Corte Suprema. El caso que escucha la Corte Suprema impugna el uso que hizo el presidente de la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA, por sus siglas en inglés), una ley federal, para fijar los aranceles aduaneros. Los demandantes argumentan que Trump excedió las facultades que le otorga dicha ley, la cual le permite regular el comercio internacional durante una emergencia nacional.

Los jueces supremos formularon preguntas incisivas durante las más de dos horas de alegatos orales sobre la legalidad de la principal política económica del presidente. Los magistrados presionaron al abogado del gobierno sobre si los aranceles constituyen un impuesto que, por lo tanto, debe ser establecido por el Congreso. El gobierno de Trump ha declarado que la anulación de los aranceles debilitaría a Estados Unidos y podría obligarlo a reembolsar más de 750 mil millones de dólares. 

Sin embargo, los alegatos orales –de acuerdo a los especialistas en estas lides- no siempre anticipan la decisión final de la Corte. De acuerdo a cierto consenso entre los observadores judiciales, la SCOTUS se podría pronunciar sobre el asunto durante 2026, en un lapso que va desde principios año hasta junio.

En la audiencia, el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts Jr., comparó los aranceles con “impuestos a los estadounidenses”, lo que, según dijo, “siempre había sido el poder fundamental del Congreso”. Los magistrados conservadores, Amy Coney Barrett y Neil Gorsuch, coincidieron con sus colegas liberales del máximo tribunal que generalizar las tarifas aduaneras es una facultad del Congreso. También cuestionaron el uso, por parte de la Casa Blanca, de los poderes de emergencia vinculados a la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional de 1977 (la IEEPA) como justificación legal.

El sitio y revista Político (que se edita en Washington) se pregunta la razón por la que las grandes empresas se mantuvieron al margen de la batalla legal arancelaria. Político infiere que las grandes corporaciones estadounidenses adoptaron un enfoque menos antagónico hacia la política comercial estrella del POTUS 47, optando por el lobby en lugar de las demandas judiciales y eso que “son, sin duda, las que más tienen que perder con los aranceles”.

Las PyMes han liderado la presentación de demandas contra los aranceles. Para las grandes corporaciones no abstenerse, habría significado desafiar públicamente a la administración Trump y sufrir las probables represalias. Político cita a un abogado de la New Civil Liberties Alliance, una organización libertaria sin fines de lucro que presentó la primera demanda contra los aranceles que se queja de la actitud asumida por las grandes corporaciones: “Ha sido una completa cobardía por parte de la industria”, dijo. “¿Qué pasaría en un mundo alternativo donde todos los importadores -todos los Amazon, todos los Walmart, todos los Target- hubieran dicho: ‘No, no vamos a aceptar esto’?”.

Los esfuerzos de las empresas por presionar al Congreso han tenido un impacto limitado. En una serie de tres votaciones, en gran medida simbólicas, la última semana de octubre, cuatro senadores republicanos votaron en contra de su partido para rechazar los llamados aranceles recíprocos de Trump, así como sus impuestos a Canadá y Brasil.

Panorama financiero global

La semana pasada surgieron dudas sobre cómo reaccionarían las acciones afectadas ante esta noticia de la Suprema Corte. Hubo reacciones relativamente moderadas en los precios de las acciones que se verían más afectadas, en función de que el gobierno de Trump podría recurrir a otras facultades para sustituir los aranceles vigentes. Además, si la SCOTUS anula los aranceles, el gobierno debería devolver a los que pagaron los aranceles las sumas que erogaron por los mismos. No es seguro, pero es posible. 

Estos dos factores hay que inscribirlos en el panorama financiero global para calibrar más adecuadamente sus consecuencias en la economía mundial, no solo en la norteamericana.

El informe sobre las finanzas globales del tercer trimestre del año en curso del Banco de Pagos Internacionales BIS (Bank for International Settlements) (BIS), el banco de los bancos centrales, destaca que:  

  • Los mercados de renta variable (las acciones) repuntaron al restar importancia a las tensiones comerciales y la incertidumbre política, centrándose en los sólidos resultados empresariales, mientras que los diferenciales de crédito se redujeron aún más.
  • Los bonos a corto plazo ya anticipaban una mayor flexibilización de la política monetaria, pero los rendimientos a largo plazo se mantuvieron elevados y las curvas de rendimiento se empinaron en el extremo muy largo debido a las preocupaciones fiscales y de inflación.
  • Los activos de los mercados emergentes registraron ganancias, beneficiándose del entorno de apetito por el riesgo y el debilitamiento del dólar estadounidense.

Los mercados de renta variable, en particular, ofrecieron fuertes rentabilidades, liderados por las acciones estadounidenses, que alcanzaron máximos históricos. La burbuja se infló en gran forma. Las acciones tecnológicas de gran capitalización tuvieron un desempeño superior, impulsadas por el entusiasmo en torno a la inteligencia artificial (IA) y las sólidas ganancias, a pesar de sus altas valoraciones. Las acciones japonesas también registraron ganancias. Tras un repunte a principios de año, las acciones europeas se mantuvieron estables, debido a un crecimiento de ganancias relativamente más débil. Como suele ocurrir durante las fases de apetito por el riesgo, el repunte estuvo acompañado de una volatilidad moderada. Los diferenciales de crédito (la diferencia entre la tasa que se paga al inversor y la que se le cobra al acreedor) mantuvieron comprimidos y cayeron a mínimos no vistos en una década, a pesar del ligero aumento de las tasas de impago.

El dólar estadounidense pausó su depreciación tras una caída significativa en el segundo trimestre de 2025. Si bien la depreciación del dólar ha sido históricamente un indicador de fases de apetito por el riesgo en los mercados financieros, la dinámica durante el período analizado no coincidió con los patrones históricos. El tono de apetito por el riesgo estuvo acompañado de una apreciación de la moneda tras la presentación del paquete fiscal estadounidense a principios de julio. 

En este relativamente buen clima de los emergentes, a la Argentina no le fue nada bien. Y eso que el BIS subraya que los mercados financieros globales mantuvieron un tono de apetito por el riesgo durante el tercer trimestre de 2025, restando importancia a las preocupaciones sobre la creciente incertidumbre arancelaria y política. A pesar de episodios puntuales de volatilidad provocados por la publicación de datos y acontecimientos políticos, el sentimiento del mercado se mantuvo optimista, haciendo frente a los crecientes desafíos, incluida la inquietud sobre las perspectivas fiscales a largo plazo en varias jurisdicciones clave.

Para el BIS, las economías de mercados emergentes capitalizaron el sentimiento global de apetito por el riesgo, beneficiándose de un dólar estadounidense más débil y de que los participantes del mercado ignoraran los conflictos comerciales. Las monedas de los mercados emergentes se apreciaron en general, impulsadas tanto por la evolución de la economía real como por factores técnicos relacionados con las actividades de cobertura. Los bonos en moneda local registraron modestos rendimientos positivos, mientras que la emisión de bonos de las emergentes aumentó. Los mercados de renta variable de los emergentes repuntaron, con ganancias notables en China, Colombia y Corea.

Negocio en ciernes 

Si se da que la SCOTUS le ordene al POTUS 47 que devuelva la que recaudado por el aumento de los aranceles aduaneros, es probable que los reembolsos tarden bastante en producirse, posiblemente hasta bien entrado 2026. 

Pero los timberos de las finanzas globales, donde todo el mundo ve un hecho al menos bizarro y un gran despelote en puerta, ven un negocio. Nada menos que de 750 mil millones de dólares, según declaró –posiblemente exagerando- la propia administración Trump. Todos los interesados están tratando de vender y comprar los eventuales derechos sobre los potenciales reembolsos arancelarios.

La jugada es sumamente arriesgada para sacar provecho de la anulación de algunos de esos gravámenes. Pero negocios son negocios. No faltan los economistas que calculan que el gobierno norteamericano podría terminar debiendo miles de millones a los importadores si los tribunales fallan en contra de los aranceles.

Por cierto los mercados reaccionaron rápidamente a estos ribetes del proceso judicial de marras. El rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años se disparó hasta el 4,15 por ciento. No hay que perder de vista que son especies financieras de renta fija. Cuando sube el rendimiento baja el valor del bono. En otras palabras, esta venta masiva sugiere que los tenedores de bonos temen que un fallo adverso pueda privar al gobierno de los ingresos necesarios para compensar el déficit federal.

La operatoria de esta apuesta es sencilla. Si los importadores se salen con la suya y la SCOTUS les da la razón, pueden impugnar los aranceles pagados si consideran que fueron ilegales o erróneos. Ante estas perspectivas, algunas consultoras, estudios de abogados y fondos de inversión de Wall Street se han ofrecido a comprar, con descuento, las eventuales demandas legales de las empresas importadoras para obtener estos reembolsos. Los medios especializados comentan que se ha desatado una actividad febril en torno a este negocio. 

En concreto, para comprar el eventual juicio, los involucrados están ofreciendo 80 centavos por dólar de demanda. Una buena parte de los operadores de los mercados financieros dejan trascender en los medios especializados que el interés es estos eventuales juicios está muy pasado de vueltas. Algunos declararon coincidentemente, que no pagarían más de 35 centavos por dólar. Lejos de los 80 que se pagan ahora. Señalaron que, incluso si la SCOTUS anulara los aranceles, podría no obligar al gobierno a reembolsar a los importadores.

El orden mundial

El despelote es la marca en el orillo de la actual coyuntura mundial. No pinta que a mediano plazo las cosas se enderecen. Un orden basado en reglas razonables es lo que necesita la acumulación a escala mundial para funcionar a buen ritmo, con solidez. Lejos de la situación de estos días.

No parece que un fallo adverso de la SCOTUS contra la política proteccionista del POTUS tuerza mucho, o tan siquiera un poco, el actual derrotero de colisión proteccionista. Un gobierno librecambista cerrado como el argentino es realmente una extravagancia en el mundo tal cual es. 

Incluso su obtusa militancia antikeynesiana es una afrenta al interés nacional, dado que estamos atravesando como contra propuesta global un escenario que se configura como el momento Bretton Woods.

En medio del caos de la Segunda Guerra, surgieron la ONU y el orden mundial que fue la base de los treinta “gloriosos años” del crecimiento económico jamás experimentado en su historia por la humanidad. 

El historiador Adam Tooze dice al respecto que “No fue una imposición autoritaria de intereses sobre el mundo, sino una acción dispuesta a autocontrolarse. Esta percepción es lo que hace que el momento de Bretton Woods sea tan inspirador”. 

También advierte que Tooze que “Bretton Woods sigue funcionando como una especie de tótem o refugio para reflexionar sobre la economía internacional ochenta años después (…) Bien podría llamarse un cuento de hadas (…) Los cuentos de hadas, como es sabido, tienen muchas funciones, pero no se recurre a ellos para obtener consejos prácticos a menos que el problema sea un lobo disfrazado de anciana. De forma similar, el modelo de Bretton Woods exige un análisis no como un plan maestro, sino como una referencia para comprender el orden económico internacional”.

Verdad, con el mundo como viene y con el gobierno cárdeno encabezado por el hermano de la Karina, no estamos para cuentos de hadas. No es un problema menor que ese debate ni figura en la agenda pública argentina. 

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