La nueva edición ampliada de “Secretos en rojo” de Alberto Nadra remarca su aporte a la historia de la izquierda argentina. Nadra es parte de una familia cuyos integrantes –comenzando por el padre, Fernando- son parte inescindible de la encarnadura del Partido Comunista Argentino durante la segunda mitad del siglo XX.
En la primera edición de “Secretos en rojo”, Alberto Nadra había aportado muchos datos desconocidos de una fuerza política que los pesa en toneladas. Las relaciones de fuerza globales en el PCA hicieron de la vida clandestina, una forma normal de existencia. En verdad, en todo país o región fuera de lo acordado en Yalta y Postdam.
La reconstrucción de diferentes jalones de su historia que hace Nadra, lleva la marca en el orillo de la búsqueda de los aportes a los que sigue de acá en más para la Argentina. A ese valor en sí, de un testigo de primera mano, se aúna el sentido político de plena actualidad que le da a su escrito este militante de la izquierda argentina.
La objetividad y la toma de distancia de los hechos del pasado que permiten alcanzar una crónica cabal -emocionalmente sumamente difícil, sin dudas, para el autor- se verifica en que la anécdota es superada como eslabón de una cadena, que en la actualidad sirva como guía para la acción política en pos de los intereses de las mayorías nacionales.
El comunismo fue una de las dos caras del siglo XX “corto” y que lo definió como tal en esa longitud del tiempo. La cultura que generó merece respuestas para su actualidad en los que siguen comprometidos con los intereses populares. Los secretos en rojo develados son también una serie de respuestas a esa cuestión.
No creemos que los nuevos datos sobre el aparato militar del PCA, la respuesta de coraje y organización para impedir los objetivos siniestros del tenebroso plan “Cóndor”, la desconocida actuación del comunismo argentino en articular el primer intento serio de guerrilla llevado adelante en el Chaco en los años ’30, la singular relación entre el Che Guevara y ciertos comunistas orgánicos argentinos, agoten la tarea de Nadra. Al revés: invitan a ser un comienzo.
El trabajo acometido por Nadra de corregir, enmendar y llenar huecos historiográficos de aspecto clave de la historia de la izquierda argentina es llevado a buen puerto. En otras palabras, siempre hubo bastante más que Victorio Codovilla entre el cielo y la tierra de los comunistas argentinos.
Ese bosque que el árbol impide ver, tiene en el ahora acrecentado ensayo de Nadra un mapa que permite recorrerle en algunos detalles importantes, que hacen al fondo de un país para todos.
Anécdotas de vida a pura vida, que no dejan de sorprender y resultar aleccionadoras, pero no como narraciones aisladas de tiempos evocados por diversas razones subjetivas, sino como guía para la acción política de hoy.
Al respecto valga considerar el obituario de Juan Carlos Dante Gullo fallecido el 3 de mayo de 2019. Escribe Nadra que “tenía solo 25 años cuando lo conocí. Yo apenas cinco años menos, que en aquellos años equivalían a un siglo (…) No fue fácil en el arranque. Él era un orgulloso dirigente de la JP. Yo, un no menos altivo militante de la Fede (…) No teníamos dudas. No eran tiempo de dudas, sino de liberación (…) Junto a otros, con distintos orígenes, pero similares convicciones, compartimos la construcción de las Juventudes Políticas”.
En medio del vendaval de la dictadura genocida, Gullo fue uno de los que “redoblaron la apuesta. La dictadura secuestró y desapareció a su hermano y a su madre, Ángela, en los días en que reclamaba por la libertad del Canca, preso en Sierra Chica”.
“Era uno de nosotros. Yo sigo siendo uno de ellos, los que no dejan de combatir. Chau amigo, compañero de lucha”, conmueve Nadra.
Demos paso, entonces, al mensaje de esta obra que se suma a la idea de que a la derecha o la izquierda o adónde sea, la Argentina no es, no puede ser, no debe ser, una pasión inútil. El desarrollo de la Argentina, tampoco.