La «Doctrina Donroe» para América latina es una versión exacerbada de la Doctrina Monroe bajo el mandato de Donald Trump. Sugiere un retorno al intervencionismo similar al Corolario Roosevelt de 1904, con la novedad del control migratorio y el acceso a recursos. La división dentro de la Reserva Federal sobre las tasas de interés y la presión que el presidente Trump ejerce sobre el presidente de la Fed, Jerome Powell.
La política exterior del hermano de la Karina, el mejor sobrino del Tío Sam, ha dejado a la doctrina del “realismo periférico” como un conato de apocados. Pergeñada por el finado Carlos Escudé, inspiró en gran forma la conducta diplomática de la Argentina de la convertibilidad en los ’90, de alineamiento con los Estados Unidos.
La resumía el epigrama enunciado por su más conspicuo partidario y practicante, el canciller Guido José Mario Di Tella, que ocupó el Ministerio de Relaciones Exteriores entre enero de 1991 y diciembre de 1999. Afirmaba que con los Estados Unidos practicábamos “relaciones carnales”.
En vista de lo que se ha dado en llamar “la doctrina Donroe” (la doctrina Monroe exacerbada por Donald Trump), es para ir tomándole el pulso a lo que sucedería en la región latinoamericana, que el Tío Sam denomina “Hemisferio Occidental, si entre las ideas y venidas de la acumulación a escala mundial acontecen circunstancias que traban o ralentizan el crecimiento económico.
“A diez meses del segundo mandato del presidente estadounidense Donald Trump, el enigma más acuciante de la política exterior no gira en torno a Oriente Medio, la guerra en Ucrania ni siquiera las relaciones con China. La pregunta que prima ahora mismo es qué está sucediendo en el hemisferio occidental y si esto revela el surgimiento de la Doctrina Trump”, dice Lindsay Newman, analista de newsletter GZero.
Trascendió como hecho saliente de estos días que Trump y Putin están negociando en secreto una salida para Ucrania que dejaría a todos los otros enojados. Pero al margen de lo que ocurra en Europa, Newman señala que si bien la estrategia del POTUS 47 para 2025 con sus vecinos regionales no estaba en el radar del mercado cuando asumió el cargo en enero, existían indicios de lo que estaba por venir. Menciona el objetivo, enunciado en diciembre de 2024, de retomar el control del canal de Panamá. También la imposición de aranceles a sus socios comerciales regionales, Canadá y México. “El compromiso de larga data de Trump con la contención de los flujos migratorios regionales y la ‘aplicación de las leyes de inmigración’ de los Estados Unidos ofreció otra pista de lo que se avecinaba”, consigna Newman.
Para la analista de GZero, más que la doctrina original, la estrategia de la administración Trump en la región recuerda “al Corolario Roosevelt de 1904, promulgado por el entonces presidente Theodore Roosevelt”. Según este corolario, en caso de «infracciones crónicas» o «impotencia» en el hemisferio occidental, era responsabilidad de los Estados Unidos actuar como «policía internacional» en la región.
Newman explica: “El Corolario Roosevelt facultó un amplio intervencionismo estadounidense basado en las condiciones internas del propio hemisferio occidental, independientemente de cualquier amenaza externa (…) De manera similar, la segunda administración Trump también dirige un mensaje a la región. Estados Unidos no tolerará vecinos hostiles, el narcotráfico sin control ni los flujos migratorios irregulares. A largo plazo, Estados Unidos pretende obtener un mejor acceso a los mercados regionales y a recursos naturales como minerales críticos escasos para impulsar sus mercados internos y su agenda económica. Para ello, empleará la fuerza -el poder policial (ejercicios militares, despliegue de tropas, ataques selectivos)-, pero la administración también aprovechará todas las herramientas a su alcance, desde las económicas (aranceles, rescates financieros, suspensión de ayuda y sanciones) hasta las políticas (restricciones de visado, cambio de nombre de cuerpos de agua)”.
Para el académico Daniel Bessner, de la Universidad de Washington, que escribió en Harper’s Magazine en julio de 2022, dos acontecimientos transformadores fueron los que comenzaron a redefinir el papel de los Estados Unidos en el mundo. “En primer lugar, la elección de Donald Trump sugirió, tanto a nivel nacional como internacional, que el país podría no estar eternamente ligado a la idea de que el ´liderazgo´ global fuera un interés vital para Estados Unidos. En vez de proclamar la inviolabilidad del tan alabado ‘orden internacional liberal’, Trump abordó las relaciones internacionales como lo haría cualquier empresario corrupto: intentó obtener el máximo beneficio cediendo lo mínimo. Así, se retiró de varias organizaciones y acuerdos internacionales -entre ellos la Organización Mundial de la Salud, el Acuerdo de París sobre el clima, el acuerdo nuclear con Irán, el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio y el Tratado de Cielos Abiertos- e inició guerras comerciales con el fin de impulsar los negocios estadounidenses. Junto con su retórica beligerante, estas acciones demostraron que el mundo ya no podía dar por sentado que Estados Unidos estuviera comprometido con la defensa del statu quo geopolítico. En segundo lugar, el surgimiento de China como potencia económica y militar ha puesto fin de manera decisiva al «momento unipolar» de los años noventa y dos mil”.
De este estado de situación Bessner infiere que la experiencia norteamericana desde la Segunda Guerra “demostró que los intentos de dominar el mundo por la fuerza están condenados al fracaso”. Y agrega: “La tarea de los próximos cien años será crear no un Siglo Americano, sino un Siglo Global, en el que el poder estadounidense no solo se vea limitado, sino reducido, y en el que cada nación se comprometa a resolver los problemas que nos amenazan a todos. Como rezaba el título de un libro superventas de 1946, antes de que la Guerra Fría impidiera cualquier intento de cooperación internacional genuina, tendremos ‘un solo mundo o ninguno’”.
Interés en la tasa
Mientras la política exterior se va acomodando a su propia singular lógica, la Reserva Federal está profundamente dividida y no dispondrá de todos los datos de octubre. Los banqueros centrales recortaron las tasas de interés el mes pasado, pero discreparon sobre si centrarse en la debilidad del mercado laboral o en la inflación, y sobre si serán necesarios más recortes en el futuro, según muestran las actas de la última reunión de la Fed. Esto deja en la incertidumbre si optarán por otro recorte en diciembre.
Además, Jerome Powell y su equipo no contarán con todos los datos al tomar la decisión: el miércoles 19 de noviembre, la Oficina de Estadísticas Laborales anunció que no publicará un informe completo de empleo para octubre debido a que el cierre del gobierno (shutdown) le impidió recolectar y procesar los datos. En su lugar, incluirá información sobre el mercado laboral de octubre en su informe de noviembre. Pero no dispondrá de datos de desempleo. También retrasó la publicación de los datos de noviembre hasta seis días después de la reunión de la Fed de diciembre.
En su edición del 19, el Washington Post manifiesta que Trump afirma que le “encantaría despedir” a Powell, renovando así sus ataques contra el presidente de la Reserva Federal. Trump también pareció presionar al secretario del Tesoro, Scott Bessent, para que de alguna manera convenciera a Powell de bajar aún más las tasas de interés, o de lo contrario sería despedido.
Esto ocurrió durante la cálida bienvenida que el presidente Trump brindó al príncipe heredero Mohammed bin Salman (conocido como MBS), gobernante de facto de Arabia Saudita, en la Casa Blanca. A la primera señal de esta semana del fortalecimiento de los lazos entre Washington y Riad, se sumó que los directores ejecutivos de las grandes corporaciones acudieron en masa a una cena en la Casa Blanca ofrecida en honor al príncipe Mohammed y participaron en un foro de inversión repleto de personalidades destacadas. El objetivo: cerrar acuerdos con el reino.
El Fondo de Inversión Pública, el fondo soberano de Arabia Saudita de casi un billón de dólares, está cada vez más escaso de efectivo, informan Rob Copeland y Vivian Nereim de The New York Times. Según ellos, sus representantes han comenzado a comunicar a los inversores internacionales que prácticamente no podrán destinar fondos en un futuro próximo. La mayor parte de la capacidad financiera del fondo está invertida en activos ilíquidos, incluyendo proyectos faraónicos como Neom, un concepto de ciudad futurista, que presentan sobrecostos y retrasos. Un extenso y documentado análisis publicado hace unos días por el Financial Times dice que el emprendimiento paso a engrosar la fila de las inversiones tiradas al viento.
En la crónica del Post de Amy B Wang se puntualiza que “en un foro de inversión entre Estados Unidos y Arabia Saudita, Trump destacó la bajada de las tasas de interés hipotecarias ‘a pesar de la Reserva Federal’, y luego arremetió contra Powell, a quien ha criticado durante meses”.
“’Tienes que ponerte a trabajar con él, Scott’, dijo Trump en el foro de inversiones. ‘Lo único en lo que Scott está metiendo la pata es con la Reserva Federal, porque la Reserva Federal… las tasas están demasiado altas, Scott. Y si no lo arreglas rápido, te voy a despedir. ¿Entendido?’. Acto seguido, Trump pasó a imitar una aparente conversación entre Bessent y él: ‘Señor, no lo despida. Señor, por favor, no lo despida. Le quedan tres meses. No lo despida’, dijo Trump imitando la voz de Bessent. El mandato de Powell como presidente de la Reserva Federal vence el próximo mayo”, informa el Washington Post.
Tener que enfrentar a fines del año que viene la elección legislativa de mediano término con una recesión o sin que los aranceles aduaneros funcionen adecuadamente y el hemisferio occidental no se vea lo sufrientemente ordenado y marchando conforme la orden del día, no es algo que Trump vaya a digerir.