Un país de emigrantes

La Argentina era un país de inmigrantes. Ahora ya no lo es más. De unos años a esta parte, se ha convertido en un país emisor. A continuación, una visión multifacética, detallada y con datos reales sobre el fenómeno migratorio en el mundo. Y una tesis que el autor fudamenta: la inmigración es crucial para sostener el crecimiento económico.

El tinglado institucional que administra los flujos migratorios en la Argentina está en pleno proceso de cambio. La Dirección Nacional de Migraciones (DNM), desde hace décadas en el ámbito del Ministerio del Interior, ahora pasó a depender del Ministerio de Seguridad Nacional y a llamarse Agencia Nacional de Migraciones. Originalmente, era una dependencia de la Secretaria de Agricultura, que traía al país y distribuía en el territorio los inmigrantes que venían a “hacer la América”.

El gobierno entiende que esta nueva Agencia optimizará la coordinación fronteriza, policial y la inteligencia migratoria, para enfrentar amenazas transnacionales. En la óptica oficial, dado que la región vive un escenario de violencia crítica y desplazamientos criminales, la protección de fronteras se vuelve un objetivo de Seguridad Nacional, no solo administrativo.

El gobierno, si bien reconoce que el Estado argentino cuenta con un sistema que facilita el control migratorio de las personas, suscita un problema entre ese control migratorio y la realidad que tienen los puestos migratorios en cada lugar del país. Entre uno y los otros observa un desfase. Para remediarlo propugna que eso sea una sola tarea. Conforme la palabra oficial: “(una tarea) realizada de acuerdo a fundamentos institucionales y jurídicos que existen en distintos lugares del mundo, alineando internacionalmente a la Argentina a los modelos globales y estándares de gestión migratoria”.

Análisis sin pasiones

Una vista de los números globales de los flujos migratorios, a lo que acontece en este asunto en los Estados Unidos, el país con más inmigrantes en el mundo, y el papel que juegan los inmigrantes en el proceso de acumulación, son elementos que en conjunto permiten trazar unos puntos de referencia que alimenten la reflexión serena, muy necesaria en una problemática en donde las pasiones soliviantadas, teñidas muchas veces de violencia política, son una lamentable moneda corriente en los países receptores de inmigrantes.

Y en el saldo, nuestro país lo era. Ahora ya no lo es más. De unos años a esta parte, se ha convertido en un país emisor. De acuerdo a los datos públicos del World Factbook editado por la Central Intelligence Agency (CIA), la tasa de migración neta –estimada para 2024-, es de (-0,1) inmigrante por cada mil habitantes. La misma fuente dice que el estimado de población total para 2024 de nuestro país es de 46.994.384 habitantes. Haciendo los cálculos pertinentes, resulta que de la Argentina anualmente salen 4700 más seres humanos de los que entran.

Nos hemos convertido en un país de emigrantes, en el que su población crece a un ritmo del 0,79 por ciento anual (371.256 argentinas y argentinos nacidos vivos cada año) y las mujeres en edad fértil (15-49 años) tienen 2,15 hijos –en promedio. Este último dato revela que a Argentina se encuentra en el umbral de la declinación poblacional. Además, las tasas de fecundidad de la Argentina muestran que el rango de edades con mayor fertilidad se ha desplazado con el tiempo, pasando de ser entre los 20 y 29 años en 1980 a concentrarse en el grupo de 25 a 34 años en 2020.

Los flujos migratorios globales

El Informe sobre las Migraciones en el Mundo de 2024, hecho por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), pone de manifiesto que la migración y la movilidad humanas se han recuperado considerablemente desde el punto más bajo de la pandemia a mediados de 2020, pero se mantienen por debajo de los niveles de 2019 en la mayor parte del mundo. Esta reducción prolongada, junto con una mayor variación en los niveles generales de migración y movilidad humanas durante la pandemia de COVID-19, ha tenido un impacto transformador, que se percibe más acabadamente revisando las diferentes ediciones del Informe.

El primer Informe sobre las Migraciones en el Mundo hecho por la Organización Internacional para las Migraciones se publicó hace 24 años, inicialmente como un informe único diseñado para mejorar la comprensión de la migración por parte de los responsables políticos y el público en general. Se concibió en un momento en que los efectos de la globalización se sentían en muchas partes del mundo y de múltiples maneras. 

De hecho, el primer informe afirma que parte de su génesis se debió a los efectos de la globalización en los patrones migratorios y que, por lo tanto, el informe “analiza la economía cada vez más globalizada que ha provocado una afluencia sin precedentes de recién llegados en muchos países”.

El informe destacó que, a pesar de ser un “fenómeno ancestral”, la migración se estaba acelerando como parte de las transformaciones más amplias de la globalización en los procesos económicos y comerciales, que permitían una mayor circulación de mano de obra, así como de bienes y capital.

Después de la cuarentena

Desde la publicación del Informe sobre las Migraciones en el Mundo de 2021 (año posterior a la cuarenta global de la pandemia) hasta el correspondiente a 2024, la situación migratoria global ganó en aspereza. En los últimos dos años se han producido importantes eventos de migración y desplazamiento que han causado grandes dificultades y traumas, así como la pérdida de vidas. Además de los contiendas en Ucrania y Gaza, millones de personas han sido desplazadas debido a conflictos, como dentro y/o desde la República Árabe Siria, Yemen, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Sudán, Etiopía y Myanmar.

También se han producido desplazamientos a gran escala provocados por desastres climáticos y meteorológicos en muchas partes del mundo en 2022 y 2023, incluyendo Pakistán, Filipinas, China, India, Bangladesh, Brasil y Colombia. Además, en febrero de 2023, el sureste de Turquía y el norte de la República Árabe Siria sufrieron fuertes terremotos que causaron más de 50.000 muertes. Para marzo de 2024, se estimó que 2,7 millones de personas habían sido desplazadas en Turquía y muchas se habían quedado sin hogar en la República Árabe Siria.

Por otra parte, se ha intensificado el mal uso de la migración como herramienta política en los sistemas democráticos de todo el mundo, especialmente en Europa, con algunos resultados electorales nacionales que giraron en torno a las cuestiones de la antiinmigración y el aumento del costo de la vida. También se ha observado un aumento del sentimiento antiinmigrante en otras partes del mundo que experimentan un empeoramiento de las condiciones económicas, como el norte y el sur de África, el sudeste asiático y Oriente Medio.

Cuáles son los corredores

A pesar de los acontecimientos recientes, a largo plazo los datos sobre migración internacional indican que la migración no es uniforme en todo el mundo, sino que está determinada por factores económicos, geográficos, demográficos y de otra índole, lo que da lugar a patrones migratorios distintivos, como los corredores migratorios que se han ido desarrollando a lo largo de muchos años. Los corredores más grandes suelen ir desde países en desarrollo hacia economías más grandes, como las de los Estados Unidos de América, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Alemania; los corredores de gran tamaño también pueden reflejar conflictos prolongados y desplazamientos relacionados, como el de la República Árabe Siria a Turquía (el segundo corredor más grande del mundo).

Los Estados Unidos

Con 50 millones de inmigrantes en su territorio, los Estados Unidos son el país con la mayor cantidad de recién venidos. La población actual de los Estados Unidos es de aproximadamente 348 millones de personas, según estimaciones de diciembre de 2025, lo que lo ubica como el tercer país más poblado del mundo. En el ranking mundial de países por cantidad de inmigrantes, el segundo lugar lo ocupa Alemania con más de 13,5 millones de recién venidos. La población de Alemania es de aproximadamente 84 millones de habitantes, conforme estimaciones de diciembre de 2025, lo que la convierte en el país más poblado de la Unión Europea.

En términos de proporción de población, países como Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Mónaco tienen el porcentaje más alto de inmigrantes, con más del 70 por ciento de sus habitantes nacidos en el extranjero. Digamos que sin inmigrantes de, por ejemplo Pakistán y la India, no habría mano de obra para los pozos petroleros del Golfo. 

Deportaciones

La coyuntura y la tendencia acusan el muy mal momento que atraviesa el colectivo migratorio más numeroso del planeta. En la reciente edición de la revista New Yorker (01/12/2025) Sarah Stillman escribe un artículo titulado “Desaparecidos”, en donde narra con pelos y señales las consecuencias en los seres humanos de los procedimientos -teñidos de secretismo y crueldad- por medio de los cuales la administración Trump está deportando a personas a países con los que no tienen vínculos, donde muchas de ellas son detenidas indefinidamente o devueltas por la fuerza a los lugares de donde huyeron. Historias desgarradoras que ponen a prueba la condición humana.

Stillman señala que los deportados “habían sido sacados de Estados Unidos contra su voluntad. Casi todos habían recibido amparos legales que impedían al gobierno deportarlos a sus países de origen. La base de estas protecciones era uno de los principios más básicos y sagrados del derecho estadounidense e internacional: la no devolución (non-refoulement). Este principio significa que ningún país debe deportar o expulsar intencionalmente a personas a un lugar donde puedan sufrir tortura, persecución, muerte u otros daños graves”.

Subraya Stillman que “estos deportados parecían haber sido cuidadosamente seleccionados por la Administración Trump para probar un nuevo enfoque de deportación masiva. Según el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (DHS: Department of Homeland Security), todos ellos habían sido condenados por delitos graves, incluyendo asesinato (…) Podría decirse que la parte más sorprendente de estas primeras deportaciones fue también la menos comprendida. No se trataba solo de que estos hombres fueran enviados a países donde no tenían vínculos y a lugares que no eran seguros. También era que, en muchos casos, hombres que habían cumplido sus condenas en Estados Unidos hacía años estaban ahora sujetos a detención indefinida en el extranjero”.

Por ejemplo, bajo la Convención contra la Tortura (CAT), se prohíbe al gobierno enviar al migrante de regreso al país de origen. Se le un estatus conocido como “suspensión de expulsión”, que no incluye todos los beneficios del asilo, como un camino hacia la ciudadanía. Pero típicamente, bajo administraciones republicanas y demócratas, a las personas a las que se les otorgaron estas formas de amparo se les ha permitido seguir viviendo en los Estados Unidos.

Técnicamente, podrían ser deportados a un país donde no tuvieran temores creíbles de tortura o persecución, pero eso rara vez sucedió y, cuando sucedió, requirió una serie de pasos cuidadosos. El Consejo Americano de Inmigración ha atestiguado que solo el 1,6 por ciento de las personas a las que se les otorgó la suspensión de expulsión en 2017 fueron deportadas a un tercer país ese año. Los claros derechos al debido proceso regían tales expulsiones. Hasta Trump. Su manu militari en esta área es el ICE (United States Immigration and Customs Enforcement: Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de los Estados Unidos). Vienen a ser los muy malos de la película. 

En la nota del New Yorker se expone que el Departamento de Estado se negó a comentar sobre los detalles de sus comunicaciones diplomáticas con otros gobiernos. Pero, según informes, Estados Unidos ha buscado acuerdos de deportación a terceros países con naciones como Ucrania, Libia, Arabia Saudita, Uganda y Kosovo y Bolivia a veces amenazando a los países con consecuencias económicas o diplomáticas si no cumplen. En la corte, ICE ha invocado acuerdos para los cuales no había registros aparentes. Los incentivos financieros a los países que impulsan estos acuerdos también se han ocultado al público.

Palantir

En este clima enrarecido, que recibió una fuerte andanada del poder judicial para que se respete el debido proceso, Trump anunció el Día de Acción de Gracias que suspendería permanentemente la migración procedente de países del Tercer Mundo, deportaría ampliamente a inmigrantes indocumentados y eliminaría todos los beneficios y subsidios federales para los no ciudadanos. Esto marcaría una escalada en una campaña que, según jueces federales, excede la autoridad legal del gobierno. Un juez de Chicago declaró el mes pasado que el uso de la fuerza implicada es un “sorpresa”. El DHS ha criticado las decisiones, calificándolas de “jueces activistas” y ha afirmado que sus acciones han sido legales.

La atmósfera represiva anti migratoria aparece bien delineada en la edición del miércoles 3 de diciembre el Washington Post en una larga nota de tapa, firmada por Eva Dou. Allí se informa: “Cómo Palantir cambió su rumbo para desempeñar un papel clave en las deportaciones de ICE”: “La posición verdaderamente progresista sobre la inmigración” es el “escepticismo extremo”, dice Alex Karp, cofundador junto a Peter Thiel y director ejecutivo de Palantir Technologies (corporación dedicada a la IA), demócrata de larga trayectoria. 

Karp, hijo de padre judío y madre afroamericana, es doctor en filosofía por la Universidad Goethe de Fráncfort. En febrero de este año publicó un ensayo en coautoría con Nicholas W. Zamiska: The Technological Republic, en el que destaca la necesidad de que Estados Unidos adopte el desarrollo de las armas tecnológicamente más avanzadas para mantener su hegemonía mundial. 

Ocurre que –recuenta el Post- durante años, Alex Karp, director ejecutivo de Palantir, declaró que la empresa de gestión de datos estaba comprometida con el apoyo a valores progresistas y afirmó haber rechazado repetidamente contratos dirigidos a minorías o que consideraba poco éticos. Incluso cuando Palantir aceptó importantes contratos de gestión de datos para el gobierno federal, la empresa afirmó que no estaba dispuesta a permitir que sus potentes herramientas rastrearan ampliamente a inmigrantes en todo Estados Unidos.

En la nota del Washington Post se afirma que “Ese compromiso ya no se sostiene. El software de Palantir está ayudando al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos a rastrear a inmigrantes indocumentados y deportarlos con mayor rapidez, según documentos de adquisiciones federales y entrevistas con personas con conocimiento del proyecto que hablaron bajo condición de anonimato para poder comentar detalles sensibles. El software, Immigration OS, desempeña un papel clave en el apoyo a la campaña de deportación masiva del gobierno, que el presidente Donald Trump ha intensificado en los últimos días con medidas como la suspensión de solicitudes de inmigración de ciudadanos de 19 países”.

Karp ha caracterizado a Palantir «completamente anti-woke» y ha elogiado repetidamente la continua represión de Trump contra los inmigrantes. Curiosamente ese cambio en las alianzas políticas de ninguna manera indica un cambio en sus creencias fundamentales, dijo Karp en una declaración a The Washington Post, presentando su compromiso de controlar la inmigración como parte de su devoción de larga data por la justicia social.

Karp expresa que “La inmigración desenfrenada en Europa, donde viví más de una década, ha sido un desastre: ha deprimido los salarios de la clase trabajadora y ha provocado una dislocación social masiva. Sigo siendo un progresista económico, aislado entre autoproclamados progresistas que son todo lo contrario”.

Nazis de verdad

No es raro esta gala de cinismo en el extravagante Karp. El especialista en IA Pau Roldan destaca en La Vanguardia de Barcelona (20/11/2025) que Karp en una entrevista con Molly O’Shea dijo que “paso mucho tiempo hablando con nazis. Nazis de verdad”. Explicó que “es una forma de entender qué los motivaba”. Como judío, entiende estas conversaciones como una manera de entender mejor el pasado y luchar, a su manera, para que no se repita: “Lo más absurdo de la gente que hoy en día elogia a los nazis es que no hay ni un solo nazi que los hubiera incluido en su movimiento. Los habría enviado a los campos de concentración más rápido quizás de lo que me enviarían a mí”.

Inmigrantes y crecimiento económico

Las durezas de la coyuntura no desmientan a las de las tendencias de fondo que se mueven en este ámbito. Al momento de establecer las causas de la dinámica migratoria globales, las diferentes aproximaciones teóricas involucradas resultan insuficientes para enhebrar su nexo estructural con la partición de la geografía mundial en centro, semiperiferia y periferia, en el sentido de establecer una explicación del cambiante papel que jugaron en la maduración de tal asimetría y entonces del que juegan cuando tal asimetría alcanzó su madurez.

Por caso, la teoría del mercado dual y la segmentación del mercado de trabajo determinan que la migración internacional es debida básicamente a un conjunto de factores que operan en el país receptor para evitar la inflación estructural generada por los salarios correspondientes a la jerarquía que espera a partir de tales emolumentos merecer cierto prestigio y estatus.

Aun aceptando por un instante las premisas de las cuales parte este análisis, podría servir para dar cuenta de los muy bajos flujos migratorios actuales pero de ninguna manera –amparados en sus mismas hipótesis– para sentar una elucidación de por qué a principios del siglo XIX emigró el 10 por ciento de la población mundial desde el centro a la periferia.

Economía de la migración

La misma observación le cabe a lo que ha dado en llamarse la nueva economía de la migración. Este análisis muestra que las decisiones sobre migración son efectuadas más que por individuos, por unidades de individuos más amplias, tales como núcleos familiares o núcleos familiares extendidos, los que albergan una visión que no necesariamente se enclava en la maximización del ingreso como eje primordial del comportamiento sino en la maximización y diversificación de las fuentes de ingresos con el objetivo de asegurarse de una serie de riesgos, básicamente asociados al desempleo. La migración se perpetúa cuando los migrantes crean un entramado trasnacional el cual constituye capital social. Este examen llevaría a inferir que la migración debería continuar desde el centro a la periferia o dilucidar por qué antes no se tejió tal entramado y ahora sí, en vista que, además, el desempleo era terrible y endémicamente más alto entonces que desde las posguerra.

Con otra perspectiva y otra envergadura se ubica la teoría del sistema–mundo de Immanuel Wallerstein. De acuerdo con este enfoque, la migración internacional la origina la penetración de las relaciones económicas capitalistas en las sociedades periféricas no capitalistas y sus disruptivas consecuencias lo cual crea una población móvil presta a emigrar. El problema con esta explicación es que, de nuevo, cuadra en la situación actual pero no con la de fines de siglos XIX.

Las insuficiencias apuntadas en las aproximaciones teóricas reseñadas sobre la dinámica migratoria global, creemos que encuentran una raíz común en el supuesto de partida, esto es, acerca de la trayectoria del desarrollo, supuesto que generalmente está implícito o mal establecido.

Al respecto, para trazar el camino vale preguntarse: el desarrollo, cualquiera sea el significado y / o alcance que se le quiera dar a concepto, ¿está abierto para todos los países que hoy no lo son? La respuesta implícita dominante tanto en el debate académico como en el debate público parece ser un Sí. Hay pocas voces discordantes en este paisaje matizados de unanimidades. Lo cierto es que desde la posguerra, época cuando se tomó conciencia de un mundo partido en periferia semiperiferia y centro, salvo alguna que otra excepción, y esto en todo caso por circunstancias geopolíticas muy particulares, ningún país que estaba atrasado dejó de estarlo, ningún país que era central dejó de serlo. Japón es una excepción. ¿China otra? En cualquier caso fue por decisión norteamericana para ambos países.  

En la literatura sobre el origen de la asimétrica matriz del desarrollo planetario, hay poco o ninguna controversia en torno a la fecha, la cual se establece a principios del siglo XIX, y si acerca de la causa. Cierto que, como se verá enseguida, algunos autores señalan que esa fecha es para Europa la culminación de etapa comenzada en los siete u ocho siglos anteriores y otros, en cambio, directamente ponen el hito ahí para incluso refutar la visión señalada previa sobre la base de la paridad de entonces de China e India. En ningún caso, sin embargo, se incorpora el papel jugado por la gran oleada inmigratoria de fines del siglo XIX en la conformación del sistema–mundo, simplemente se la asimila al proceso iniciado –por la razón que fuere– ocho décadas antes.

La oleada migratoria de fines del siglo XIX –episodio que no volvió a repetirse– fue parte clave del proceso que determinó para esa fecha –y no a principios del siglo XIX– que la dinámica de la asimétrica acumulación a escala mundial cambiara su naturaleza, en tanto que los actuales patrones migratorios globales responden a esa lógica.

Ahora bien, existen unos pocos países, los semiperiféricos, que están por así decirlo, en una zona gris, entre ellos los más grandes de Sudamérica. Parecería que son los únicos con alguna capacidad de romper el cerrojo blindado del desarrollo desigual, y lograr el ascenso a la cumbre. 

Sobre el particular, y en mérito hasta lo aquí expuesto, vale preguntarse si para alcanzar el objetivo entre los objetivos de cualquier Estado–Nación subdesarrollado, en materia migratoria tendrían que repetir la experiencia europea de fines del siglo XIX. Si se percibe adecuadamente el volumen del agua que corrió bajo el puente, ésta indica que no es para nada necesario y, al contrario, sería contraproducente, pues a largo plazo el capital es un recurso ilimitado en tanto la población es un recurso absolutamente fijo, únicamente cambiable a través del incentivo a las migraciones, tanto sea por el accionar de las fuerzas del mercado como el empeño decidido y consciente del Estado.

No hay que perder de vista que vivimos en un sistema que en lugar de consumir en función creciente del potencial de producción y en función decreciente de la inversión, produce e invierte en función creciente del consumo o como lo llamaban los clásicos: consumo improductivo. Qué lejos está esa realidad de la obtusa imaginación del grueso de la clase dirigente argentina.

De resultas, el aumento de este consumo improductivo es el que posibilita que a un determinado nivel del desarrollo de las fuerzas productivas, bajo ciertas condiciones se logre no solo no empobrecer a una comunidad sino incluso enriquecerla. Esta es la gran paradoja de la realidad capitalista. 

Al fin y al cabo, de acuerdo a la ONU, el único país actualmente desarrollado que aumentará su población en los próximos 90 años sería Estados Unidos, tendencia generada porque en la actualidad es el país con mayor cantidad de inmigrantes en el mundo. Es que consumo improductivo –implica entre otras cosas– consumidores, esto es seres humanos.

¿Habrá malogrado la política expulsiva de Trump esa perspectiva? El abrazo –sin atenuantes- y con fuerte entusiasmo a la doctrina Donroe, por parte del gobierno argentino, ¿cómo impactara entre nosotros en materia migratoria y -por lo tanto- en lo que le toca respecto del consumo improductivo?

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