El gobierno de La Libertad Avanza debe su condición de existencia al fracaso reiterado en el lapso que va de 2016 a 2023, pero reúne todas las condiciones para prolongarlo. Juntar dólares a costa del sacrificio inútil del pueblo argentino es una forma muy ingeniosa de preparar el próximo saqueo a las arcas del BCRA.
La renuencia que manifestó el gobierno hasta homologar, finalmente, el acuerdo alcanzado en la paritaria del gremio de camioneros es uno de los principales datos políticos del momento. No solamente por su importancia en sí mismo, sino por lo que indica sobre la conducta que previsiblemente se adopte en el futuro. En ¿Y Ahora Qué? se desenvolvió una tesis que conviene evocar, porque hace directamente al punto: la inflación se desacelera debido a la inhibición que pesa sobre los ajustes salariales y los costos de otros insumos.
No estamos insinuando que el Gobierno tenga por fin en sí mismo la disminución del incremento de los precios a cualquier costo, aunque sería verosímil. Fue una premisa de la política económica en el pasado. Lo intentaron los radicales en el gobierno de Raúl Alfonsín, con el fundamento de que, de esta manera, la economía se ordenaría y sería posible alcanzar una trayectoria de crecimiento persistente.
Como continuación del proceso, cuando Carlos Saúl Menem y Domingo Cavallo lograron establecer la convertibilidad del peso y el dólar, al no variar los precios y recomponerse el poder de compra de los salarios en las etapas tempranas del régimen monetario, aunque fuera parcialmente, la conducta de la dirigencia política argentina fue la de evitar perturbar el equilibrio alcanzado, aun a costa de que la porción desfavorecida de la sociedad argentina, mayor con el correr de los años, cargara con los costos sin ningún límite. Finalmente, como el gobierno presidido por Fernando de la Rúa descartó modificar este estado de cosas, acabamos en la crisis de 2001.
A modo de corolario, y refiriéndonos también a la experiencia reciente, podríamos concluir que tanto en el período 1983-2001 como en 2016-2023, el empobrecimiento de la población argentina fue un resultado de la incapacidad de la dirigencia política de proponer una hoja de ruta que decantase en otro resultado. La paradoja es que el gobierno de La Libertad Avanza (mientras la Argentina retrocede) debe su condición de existencia al fracaso reiterado en el último lapso, pero reúne todas las condiciones para prolongarlo.
Márgenes de tolerancia
Con la devaluación del tipo de cambio oficial en diciembre, que dio paso a la acotada tasa de variación mensual del 2%, se consolida una relación entre precios y salarios cuya premisa es la aguda compresión del poder de compra de los segundos que dio inicio a la política económica.
Lo acontecido últimamente sugiere que conservarla es un fin en sí mismo. El ministro de Economía, Luis Caputo, al justificar la negativa inicial para la homologación, objetó que la paritaria tendría que tener “una lógica”. Si se atiende a los guarismos de variación de los precios en los últimos tres meses, el 45% solicitado por camioneros (la primera cuota del 25% en marzo, y la del 20% en abril) es completamente “lógico”. Más “lógico” que el 24% final que propuso el gobierno.
Teniendo en cuenta que, más allá de la fuerza relativa de cada sindicato, las paritarias importantes fijan una pauta sobre las aspiraciones plausibles para el conjunto, se deduce que la acción oficial fue congruente con la pretensión de evitar que la capacidad de compra de los trabajadores mejore.
El problema es que su deterioro compromete la estabilidad política. Entonces el gobierno incurre en un conjunto de ambivalencias: da curso a incrementos retroactivos de las tarifas mientras demora la fijación de los nuevos valores, u obliga a las prepagas a retrotraer los precios luego de comprobar que el escándalo puede alcanzar un costo político nada desdeñable. Se trata del control de daños del ataque al salario, para evitar agotar los márgenes de tolerancia.
Precios específicos
La sostenibilidad en el corto plazo de esta relación entre precios y salarios tiene un rasgo estructural: el deterioro del salario se puede agudizar por los movimientos de precios específicos, que entrañan un desgaste político, pero no equiparan el peligro de aumentos generales como el que propagó la devaluación.
La desaceleración del Índice de Precios al Consumidor (IPC) se debe, entre otras cosas, a que el rubro de Alimentos y Bebidas no Alcohólicas moderó su suba. En marzo se incrementó un 10,5%, cuando el IPC tuvo una variación del 11%. Similarmente, la Canasta Básica Alimentaria tuvo un aumento del 10,9%, y la Canasta Básica Total, del 11,9%. Los tres son números que se mantienen en descenso desde diciembre, y en marzo tuvieron más incidencia en el IPC otros rubros. Principalmente, el de Educación, que se elevó en un 52,7%.
El núcleo de la política económica
Si se presta atención a las ideas que circulan en el debate político de la coyuntura, es habitual que se insista en lo “inédito” de repetir un conjunto de cosas que ya fracasaron en el pasado. Una contradicción que es pertinente señalar porque en ella se observa cierta dificultad para comprender el núcleo de la praxis en la política económica que se desarrolla.
Hasta ahora afirmamos que la inflación se desacelera a costa de los asalariados, y que el gobierno busca impedir la alteración de este curso. Pero también pusimos en duda que esto se deba a una intención de limitar la inflación. La pregunta es qué busca el gobierno, y contestarla es de una importancia demasiado obvia para que se la ignore tan recurrentemente. En su respuesta se encuentran los elementos para deducir si existen contradicciones inherentes en el desenvolvimiento de esta administración o no.
El gobierno, gracias a la recesión, acumuló dólares, debido a la caída en la demanda de insumos productivos, que por el subdesarrollo de la economía argentina provienen mayormente del exterior. Además de eso, endureció las condiciones para el pago de importaciones que se realicen, escalonándolos en cuatro cuotas por mes.
La combinación de inducir a una recesión e impulsar el incremento de la deuda comercial para atenuar la presión sobre las reservas internacionales del Banco Central (BCRA) comenzó a utilizarse durante la gestión de Sergio Massa en el ministerio de Economía, con la diferencia de que Massa buscaba mitigar las presiones recesivas que en ese momento afectaban a la economía argentina. En cambio, en la actualidad se las exacerba.
Otro elemento de importancia consiste en que, una vez efectuada la devaluación de diciembre, se redujo dos veces la tasa de interés de referencia que establece el BCRA. Quedó por debajo del avance de los precios, pero por encima del incremento del tipo de cambio. En ausencia de controles cambiarios, esto produciría una presión sobre el dólar que tornaría urgente elevar la tasa de interés para descomprimir la tensión cambiaria.
Sin embargo, al mantenerse éstos, el gobierno logra que la demanda de dólares permanezca a raya (como evidencia la tranquilidad de los tipos de cambio paralelos) y mantiene las colocaciones de deuda pública, en las cuales alcanza cierto grado de éxito. Si se modifica la administración del tipo de cambio, este esquema colapsa, porque sus rasgos actuales incentivan el posicionamiento en pesos para correrse al dólar en cuanto desaparezcan las restricciones, desatando la inflación y quebrando el “control de daños” sobre el salario que se sostiene con el aumento de precios específicos.
El peligro de la continuidad
En una columna sobre economía publicada el 7 de abril, Alfredo Zaiat rememoró que durante el gobierno de Mauricio Macri el banco norteamericano JP Morgan fue uno de sus principales prestamistas, y que, para fines de abril de 2018, ordenó vender Lebacs y comenzar a comprar dólares. Así se dio inicio a otras operaciones y comenzó la corrida cambiaria que le costó la presidencia en 2019. Previamente, JP Morgan elogiaba la gestión sobre la macroeconomía de la administración Cambiemos. En el presente repite el mismo patrón operativo con LLA, alentando el ingreso de capitales.
Si los funcionarios del gobierno que tienen lazos con esa entidad por haber sido sus empleados (Luis Caputo, Vladimir Werning, Demian Reidel, enumera Zaiat) propician un desenlace similar a sabiendas o se ilusionan con poder repetir la operación sin llegar a un colapso es indistinto. De lo que se debe tomar nota es de que, objetivamente, es lo que se alienta. Visto así, juntar dólares a costa del sacrificio inútil del pueblo argentino es una forma muy ingeniosa de preparar el próximo saqueo a las arcas del BCRA, que conduciría a una nueva crisis de gobierno, dentro de la crisis general que atraviesan la política y la sociedad en la Argentina.
Como alternativa a este escenario, se debería organizar la recomposición del salario que esta misma administración se dedica a degradar en la medida en la que encuentra que tiene la posibilidad de hacerlo sin poner en juego su continuidad política. Que, permítasenos observar, hasta ahora parece ser una medida demasiado holgada.
No parece que reúna las condiciones técnicas y el aplomo para llevar adelante semejante tarea, ni para proponer un vínculo diferente con el sistema político que el de beligerancia que desarrolló. Hagamos notar que las iniciativas como el Pacto de Mayo y el saludo hacia el ordenamiento del gasto público que a veces profieren dirigentes políticos que al mismo tiempo reclaman un mayor cuidado de la actividad productiva, se contradicen con las necesidades de quienes acompañan estas iniciativas, puesto que tienen la finalidad de su sometimiento.
Los despidos que afectaron a 200 trabajadores de la planta de Mabe en Luque constituyen una triste imagen de las contradicciones que se describieron en este análisis. Se trata de una localidad en la que el presidente Milei se impuso con el 82% de los votos, dentro de la provincia de Córdoba, de las más adeptas al oficialismo. Puede ser que la oposición frontal al gobierno produzca, en lo inmediato un rechazo, pero a la larga, si continúa el avance irrestricto, se deberá lidiar con las consecuencias mucho peores del desempleo y la pobreza. Ése es el peligro que comporta la continuidad de estas condiciones.