El cambio climático bajado a la vida cotidiana. Las lluvias. El drenaje. Los árboles y los vientos. Las 15 muertes en poco tiempo. El papel crucial del Estado y la demonización de la obra pública.
Gustavo Pulti es diputado en la provincia de Buenos Aires pero tiene una larga experiencia previa de gestión pública. Fue intendente de Mar del Plata y Batán entre 2007 y 2015. Esa experiencia y su análisis actual se potencian una preocupación que cada día lo ocupa más: las cuestiones del medio ambiente bajadas a la vida cotidiana. Que es, sobre todo, la vida en las ciudades.
– ¿Qué retos impone a los gobiernos y a la agenda ambiental las dinámicas de desarrollo vertiginoso de las ciudades en lo que va de siglo?
– Las ciudades presentan un enorme desafío político, social y cultural para todos los gobiernos en virtud de que la mayor cantidad de la población vive en ciudades. Las transformaciones ocurridas en las formas de producción, en la organización de la sociedad, en los relacionamientos sociales que fueron operando paso a paso desde el siglo XIX y durante el XX, arrojan en este primer cuarto del siglo XXI un dato incontrastable que es que cerca del 90% de la población de la Argentina, de Latinoamérica y de buena parte del mundo vive en ciudades. En ciudades de diferente dimensión, pero vive en ciudades. Ese vivir en ciudades está afectado también por el contexto medioambiental y por las condiciones del clima que adoptan manifestaciones particulares. Los cambios que se van registrando en el clima a partir del impacto que ha producido la industrialización, del impacto que han producido las fuentes de energía no renovables y el conjunto de conductas socioculturales y económicas que afectaron el medioambiente, ese impacto también cambia la vida en las ciudades y genera nuevas amenazas y nuevas necesidades de intervención por parte de los gobiernos para no solamente trabajar en la reducción de la emisión de gases y en la reducción de conductas nocivas para el ambiente, sino que también hay que trabajar en la preparación de las ciudades para la nueva realidad ambiental y para la mitigación de los efectos.
– ¿Cuáles son los impactos más visibles de esa nueva realidad ambiental en una ciudad como Mar del Plata?
– Nosotros hemos hecho junto a técnicos del Banco Interamericano de Desarrollo y a distintas consultorías, un estudio en la ciudad de Mar del Plata que demuestra claramente que las manifestaciones del cambio climático van a significar para esta ciudad lluvias más concentradas en menos tiempo. Es decir, va a haber mayor cantidad de precipitaciones en menos tiempo, quizá dentro de un régimen anual parecido, pero las precipitaciones que antes se daban en lapsos más prolongados ahora se dan en lapsos de tiempos más concentrados. Esa situación no es una particular solamente de Mar del Plata que está estudiada, documentada y acreditada en la plataforma Ciudades Emergentes del Banco Interamericano de Desarrollo, en el plan de acción del BID que fue realizado por esta ciudad y que tiene publicaciones hechas sobre el tema que se pueden encontrar en la web, sino que esas modificaciones y ese tipo de efectos, más lluvia en menos tiempo, también se verifica en muchos otros centros urbanos de la República Argentina, particularmente en la Pampa Húmeda.
– ¿Qué características específicas tienen esos efectos?
– Como decimos, más lluvia en menos tiempo, pero eso pone a prueba y sobre exige los sistemas, por ejemplo, de drenaje que tienen las ciudades. Los sistemas de drenaje convencionales que tienen las ciudades absorben 25 milímetros por hora. Las lluvias que se empiezan a producir con una recurrencia más determinante ahora, pueden generar más de 25 milímetros por hora. La tierra en nuestra región absorbe en la primera hora de lluvia 18 milímetros. Esa capacidad de absorción, la de los desagües construidos por el hombre, la de la tierra que nos da la naturaleza, 25 milímetros y 18 milímetros, no logran absorber esa mayor cantidad de lluvia en menos tiempo.
– Hay una limitación peligrosa.
– Sí. La segunda hora que absorbe la lluvia es de menos capacidad de absorción, en un descenso que en poco rato se convierte en igual a cero. Es decir, llueve sin que la tierra logre absorber. Y llueve sin que los drenajes construidos por el hombre, los desagües, lleguen a absorber todo lo que aporta, toda el agua que aporta una precipitación intensa como las que se están empezando a dar. La vida en las ciudades de hoy no es la misma vida que en las ciudades del siglo XIX, donde las urbes tenían empedrados y no tenían pavimentos. Hoy las ciudades están cada vez más pavimentadas. El desarrollo de técnicas constructivas con el hormigón, por ejemplo, hacen que estén hormigonadas o embaldosadas muchas calles, muchas veredas, lugares donde la absorción es igual a cero. Consecuentemente, el agua que cae en menos tiempo, en más cantidad, corre más rápido por esas calles pavimentadas, por esos patios con baldosas, por esos lugares con veredas impermeables. Y eso, sobre el efecto del cambio climático, que genera más lluvias en menos tiempo, genera un segundo efecto, que es la limitación en la capacidad de absorción.
– ¿Qué posibilidades existen de que las fuerzas interactuantes de los mercados, liberadas a su naturaleza, a su impronta, a sus características, puedan responder a las problemáticas que impone esta agenda ambiental para las ciudades?
– No hay ninguna posibilidad de que las fuerzas del mercado, por lo menos no se ha demostrado en ninguna parte, tomen decisiones de políticas públicas y las lleven a cabo coherentemente y sistemáticamente en el tiempo para poder adecuar con menos riesgos para las personas, con menos vulnerabilidades para los contingentes humanos que viven en las ciudades, esos cambios que hacen falta. Aquí tenemos un ejemplo donde se demuestra dramáticamente que la ausencia del Estado, la ausencia de políticas públicas por parte del Estado, lo que hace es incrementar riesgos y exponer a las poblaciones a peligros cada vez más importantes y amenazas cada vez más graves. Las grandes lluvias y los grandes vientos en diciembre, en el término de dos semanas provocaron 15 muertes en los acontecimientos climáticos que hubo en Bahía Blanca (13 muertes) y en Miramar (2 muertes, una por la caída de árboles). Si sumamos a esos acontecimientos climáticos los que hubo en La Plata, los que hubo en distintas ciudades de la costa atlántica, en distintas ciudades también del interior agropecuario bonaerense, empiezan a mostrarnos un clima que va a comportarse de esta manera, posiblemente de forma ascendente, generando lluvias copiosas en tiempos breves y grandes vientos. Esas lluvias y esos grandes vientos necesitan una definición en materia de políticas públicas que, quizás un poco desarregladamente con anterioridad, requieren políticas públicas que mejoren las condiciones de drenaje, que se produzca una desimpermeabilización de suelos, una revisión del mantenimiento, la limpieza y la adecuación de los desagües de las ciudades. Esas cosas no las van a resolver las fuerzas del mercado. Cuando el presidente Milei niega y demoniza la obra pública, está por ejemplo diciendo que de esto no se va a ocupar, porque esto requiere obra pública, inversión del Estado, presencia del Estado, esto requiere priorizar decisiones del Estado.
– ¿Qué otras problemáticas ambientales son comunes a gran parte de las ciudades y ameritan la participación estatal para su mitigación o solución?
– Hoy tenemos en las ciudades árboles con demasiada altura y dimensión que no se adecuan no solamente frente al cambio climático, sino que traen otro tipo de dificultades particularmente frente a los grandes vientos de 120 a 130 kilómetros por hora. Forman el patrimonio forestal, que es un patrimonio que es necesario, que es particularmente grato para la conciencia ambiental. Sin embargo, el volumen, la altura, el ramaje de ese parque forestal urbano que viene de plantaciones hechas a principios del siglo XX, finales del siglo XIX en algunos casos, mediados del siglo XX incluso, se convierten en amenaza. De hecho, una señora fallecida en los fenómenos de Miramar perdió su vida debajo de un árbol. Estas cosas, otra vez, requieren de una acción muy intensa, muy consciente de los estados municipales con apoyo de los estados provinciales y de los estados nacionales. El parque forestal, con este tipo de especies como los plátanos, por ejemplo, es un parque forestal que no se adapta bien porque las raíces levantan las veredas, no se adapta bien a las ciudades, generan tropiezos en las personas que transitan por las veredas, generan menor accesibilidad a las veredas. Eso es la parte de la raíz, pero cuando vamos a la copa, generan amenazas de vida a las personas. Entonces, esa adecuación del parque forestal está requiriendo también una fuerte intervención estatal, que no quiere decir que la haga de manera arbitraria, de que la haga de manera unilateral, sino que hay que hacerla en consenso con las sociedades. Hay que trabajar junto con las entidades intermedias, con las entidades ambientalistas, junto con las universidades, junto con los gobiernos locales, para hacer una adecuación. Una adecuación que tiene que ser preventiva de ese patrimonio forestal, que por otra parte hay que multiplicarlo. Necesitamos ciudades más verdes, pero no todos los verdes son idénticos respecto de las necesidades que tienen las ciudades. Hay políticas de poda, hay políticas de reemplazo de ejemplares que se tienen que llevar a cabo para disminuir las amenazas, para hacer más grata, más confortable la vida en las ciudades y para además tener mejores estrategias de absorción de las aguas de lluvia.
Tiene razón el señor Pulti en cuanto a vientos y lluvias. El sabe pertinentemente por haber sido intendente de Mar del Plata que la obra pública no sólo son los árboles añosos y las alcantarillas. La obra pública son también las cloacas y en una buena parte de Mar del Plata brillan por su ausencia, así como el agua potable. En Mar del Plata muchos sectores no tienen acceso ni al agua potable ni a las cloacas a pesar de que OSSE (Obras sanitarias) no tiene déficit. Y esto pasaba incluso en épocas en que el señor Pulti era intendente. Seguramente las cosas irán empeorando también muy a pesar del pueblo que cada día paga más impuentos municipales y provinciales.
Bueno, se nota la experiencia de alguien que en la Función Pública, trabajó y estudió seriamante las necesidades y funciones que debe afrontar el Estado en cualquiera de sus categorías.