Apostar on line puede ser un nuevo consumo problemático

Desde que se expandió la frecuentación, uso y disfrute de los juegos online, en particular de parte de adolescentes y jóvenes, abundaron los estudios advirtiendo consecuencias nocivas para la salud. Ahora se advierte un crecimiento de la frecuentación de los casinos virtuales, donde realizan apuestas con dinero quienes lo tienen prohibido en los casinos y dispositivos de juego reales. El hecho pone de manifiesto, además, un vacío legal que debería ser subsanado.

Dos hombres notablemente empobrecidos, sentados a la mesa de un cafetín (de Buenos Aires), el uno frente al otro, en apariencia dejan pasar el tiempo. Pero sobre la mesa, además de los pocillos de café vacíos tienen un bollo de billetes ajados (el pozo, lo que está en juego), y dos terrones de azúcar. Los hombres, que son adictos al juego, están apostando ese dinero, y aguardan por lo tanto que una determinada circunstancia defina al ganador. Para ello han decidido cuál de los terrones de azúcar corresponde a cada uno y establecieron qué habría de suceder para que el afortunado se alzase con el pozo. Muy simple: ganaría quien primero recibiera la visita de una mosca a su terrón de azúcar.

La escena puede sonar extravagante para quienes ignoren que hay antecedentes y registros del juego de apuestas que se remontan hasta la más remota antigüedad, tanto en Occidente como en Oriente, y que en algunos periodos los perdedores llegaban a jugarse a sí mismos hasta reducirse a la esclavitud, cuando no al suicidio, para saldar las deudas de honor. O sea que el juego de apuestas es una cuestión seria que puede procesarse con recursos escasos y precarios, como lo ejemplifican los jugadores con terrones de azúcar de más arriba, o apelando a recursos de alta sofisticación, como lo demuestran en la actualidad la existencia de Casinos online. La estructura del juego de apuestas sigue siendo la misma, con una cantidad de dinero en consideración, la existencia de un riesgo y la posibilidad de un premio, pero el procedimiento fue modificándose a lo largo del tiempo hasta recibir actualmente el impacto de las nuevas tecnologías en materia de comunicación. Y esto demanda una ligera digresión para después abordar un tema que puede arrojar, si se lo abandona bajo el imperio del laissez faire, resultados dramáticos.

Las nuevas tecnologías en materia de comunicación y las expectativas respecto del desenvolvimiento de la Inteligencia Artificial generativa constituyen un desafío insoslayable, como también lo son los cambios en la subjetividad que implican. En muchas ocasiones se advirtió que los votantes más jóvenes, aquellos atraídos, captados y condicionados por las redes y el trolaje intempestivo, contribuyeron decisivamente a que Milei se impusiera en las urnas. El perfil de esos votantes, en líneas generales y extrapolando una reciente encuesta de Newsweek en Español, se caracteriza por consumir noticias en las plataformas online lideradas por YouTube y WhatsApp, cuyas fuentes preferidas son videos informativos breves. Además los preocupa la distinción entre contenidos confiables y no confiables, liderando esta desconfianza TikTok y X por haber difundido “desinformación o conspiraciones sobre la guerra en Gaza y la salud de la Princesa de Gales, por ejemplo, así como fotos y videos considerados deepfakes (contenidos falsos generados mediante Inteligencia Artificial)”. Sin embargo, el informe concluye que en términos temáticos las audiencias suelen sentirse bien atendidas en política y deportes.

También hace al perfil de los más jóvenes, como ha sido estudiado desde hace muchos años, la adicción a los juegos online, una patología creciente que puede tener consecuencias graves, como la pérdida de relaciones interpersonales, el aislamiento social, la falta de rendimiento escolar y laboral, y el desinterés generalizado. El joven adicto pasa de la euforia y la sensación de bienestar mientras está jugando a la intensa depresión cuando se encuentra impedido de hacerlo, la cual solamente se atempera si puede retomar el juego, cada vez con mayor cantidad de horas adicionales. Y de ahí que la Secretaría de Salud Mental y Adicciones de la Provincia de Salta advirtiera recientemente sobre la proliferación de “consumos problemáticos” no vinculados con el uso de drogas, destacando que la compulsión al juego con apuestas de dinero es uno de ellos. Y algo más: el juego patológico, también denominado ludopatía, es un problema que crece a nivel mundial y exhibe, a partir de la proliferación de sitios de apuestas online, contingentes cada vez mayores de usuarios adolescentes y jóvenes.

El ludópata necesita apostar cifras crecientes para mantener el nivel de excitación, e “invertir” cada vez más tiempo en el juego. Para él, perder es un estímulo para seguir jugando y así calmar el nerviosismo y la ansiedad que lo aquejan cuando no lo hace, y facilitar el escapismo de mantener la mente ocupada en hipótesis de juego pasadas o futuras, y salir del círculo de mentiras a su entorno social referidas a las apuestas y las pérdidas materiales padecidas. Los dispositivos en las redes, desde los casinos online y apuestas deportivas hasta las loterías virtuales, fuertemente publicitados y sin regulación a nivel nacional, funcionan todos los días y su acceso, tan libre que podría considerarse libertario, es de una simpleza conmovedora: basta con ingresar a la página o bajar la aplicación correspondiente a la agencia de apuestas, cargar los datos personales y los medios de pago y cargar el crédito a través de WhatsApp.

Quienes han analizado la cuestión coinciden en que el crecimiento del juego online se dio sustancialmente merced a la pandemia, y que los menores de 18 años, que tienen prohibida la participación en apuestas, apelando a la falsificación de datos y documentación, o creando perfiles falsos con datos de algún adulto, lograron sortear los impedimentos para probar suerte. El aumento desde entonces de la ludopatía en adolescentes y jóvenes, ya de por sí alarmante, debería constituir un llamado de atención para que el Estado regule a nivel nacional la actividad y participe activamente en el combate de las plataformas ilegales, la puerta de ingreso de los menores al circuito de apuestas. Según indicadores del Instituto Provincial de Loterías y Casinos de la Provincia de Buenos Aires el 80 por ciento del juego online pasa por esas plataformas ilegales y, como aseguró su presidente Gonzalo Atanasof en un reportaje reciente, no es posible combatirlas sin el concurso del Estado nacional, habida cuenta de que la mayoría de esos sitios están radicados en el exterior, en paraísos fiscales como Malta o Curazao, lo que significa que al intentar accionar judicialmente se tropieza con una barrera jurisdiccional insuperable. Y el problema crece, además, porque promocionan a la ludopatía digital, entre otros actores del mismo ámbito, los influencers que se dirigen a un público mayoritariamente adolescente y juvenil, y porque los nuevos adictos poco tienen que ver con los estereotipos de un pasado no tan lejano. En efecto, ya no se trata de mayores de edad pasando horas y horas frente a terrones de azúcar, una máquina electrónica o una ruleta, sino que pueden ser adolescentes que cultivan su adicción en su casa, sin necesidad de ocultarla y manteniendo las rutinas acostumbradas.

Así que el problema está planteado, y conforme más regulan estas nuevas modalidades de juego de apuestas en Europa y los EE.UU., con mayor entusiasmo sus capitalistas procuran posicionarse en los mercados latinoamericanos. Los sitios que operan legalmente deben cumplir algunas regulaciones que los vuelven prácticamente inaccesibles para los menores de edad, preservándolos de aquello para lo cual carecen de la madurez necesaria. Claro que se requiere el concurso del Gobierno nacional, pero cuando en su momento el vocero presidencial Manuel Adorni fue informado y consultado al respecto en una rueda de prensa dijo, apelando a un raro método resolutivo de los problemas, que para la Nación el tema no está en agenda.

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