Desde La Paz, Bolivia.
El MAS se dividió. Unos mineros se van a la casa de Cirilo y otros mineros a la casa de Ángel. Las diferencias tienen que ver con quién ejerce el poder. Atrás quedó el tiempo en que Evo Morales organizaba marchas para apoyar a Luis Arce. Muy atrás, aunque sólo hayan pasado algunos meses.
Son mineros duros. Todos trabajan en interior mina, algunos llevan tres décadas en los socavones y todos ellos son viejos militantes: parte de la organización desde los años 50. Laburan en Catavi-Siglo XX, en lo que llaman el Petrogrado boliviano. Pero ahora lloran a “como tendido”. Así lo diría Víctor Montoya, el muchacho de 15 años que también asiste al ampliado de militantes.
Y lloran porque ha llegado la noticia de que el partido se ha dividido y los que estaban en una fracción se quedan en la casa de Cirilo y los de la otra se van a la de Ángel. Lloran y se abrazan, se palman la espada y se consuelan los que se van y los que se quedan. A partir de mañana no serán ya camaradas, serán enemigos.
“Las escisiones son más dolorosas que los divorcios”, dice Rina Pérez. Hija del fundador de la primera escuela para maestros indígenas, ella ha vivido ambas situaciones.
Y ahora le toca el turno al más grande partido de la historia de Bolivia, el Movimiento al Socialismo y, por increíble que parezca, la pelea no tiene que ver con posiciones ideológicas, políticas o económicas, pues ambos mases en esencia pregonan lo mismo.
Las diferencias tienen que ver con quién ejerce el poder. Atrás quedó el tiempo en que Evo Morales organizaba marchas para apoyar a Luis Arce. Muy atrás, aunque sólo hayan pasado algunos meses.
La pelea ha pasado a campos extraños a la política.
Primero fue la salida del exjuez Iván Lima, quien renunció a ser ministro de Justicia y acusó a Evo Morales de movilizarse en una camioneta modelo 2024 valuada en 90 mil dólares que fue vendida en 15 mil dólares a una chica de 21 años.
Lima dijo que acusaría a Morales de haber “arrebatado la inocencia a varias niñas”. Pocos días después la fiscal de Tarija Sandra Gutiérrez emitía una orden de detención contra el exmandatario. La acusación: Evo sería padre de un menor concebido cuando la madre tenía apenas 15 años.
Menos de 24 horas después, una jueza de Santa Cruz anuló la orden de detención y el fiscal general despidió a la fiscal de Tarija. Las redes estallaron: la jueza que dictaminó anulación había sido funcionaria de alto rango en el gobierno de Morales.
El fiscal general, Juan Lanchipa aclaró que la investigación contra el exmandatario continuaría. Por ello, una comisión de fiscales determinó citar a Evo a Tarija a una audiencia conciliatoria con los padres de la madre de su retoño. Morales dijo que no asistiría y se atrincheró en El Chapare, la región donde están sus bases.
Y los evistas contraatacaron presentando a una mujer que decía haber sido la novia del presidente Luis Arce cuando tenía 20 años.
La gran diferencia es que según el ordenamiento jurídico boliviano, tener relaciones carnales con una menor de 15 años es violación y si está entre los 15 y 18 años es estupro. De ahí para adelante, siempre y cuando haya consentimiento no hay penalidad.
Peruanización de la política
La fragmentación política en pequeños partidos de los cuales ninguno supera el 20 por ciento de los votantes es un fenómeno del Perú actual. Lo propio parece ocurrir en Bolivia. Un fragmentado MAS divide sus votos entre Arce, Evo y el presidente del Senado Andrónico Rodríguez. Claro que entre los tres superan el 40 por ciento de la intención de voto, lo que reforzaría la idea del ex vicepresidente Álvaro García Linera en el sentido de que se puede ganar las elecciones sólo si el MAS se une.
A la derecha no le va mejor. Todos hablan de unidad, pero siempre detrás de cada uno de los precandidatos.
Lo cierto es que, fragmentada, la política boliviana daría como resultado un gobierno débil que tendría que negociar todo el tiempo otorgando prerrogativas a los partidos chicos, cuyos votos se convertirían en votos de oro. Y se viviría en medio de la incertidumbre todo el tiempo.
Sí, las escisiones pueden ser peores que los divorcios.