Cimbronazo con Caputo sin alternativas

El Gobierno avisó que está dispuesto a quedarse sin dólares antes de modificar su política económica. Es una reacción más absurda todavía que la de “comprá campeón”. Deja a la vista que el ministro carece de alternativas, por lo que, disimuladamente, trata de atajar problemas de manera improvisada mientras reta al mercado a que lo desafíe. 

Esta semana, el tipo de cambio tocó el techo de la banda. Se cumplió la condición para que, dentro de lo delimitado por el acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central intervenga de manera directa en el mercado cambiario. Entonces vendió 53 millones de dólares. 

El jueves el problema continuó. El dólar del Banco Nación cerró a 1.495 pesos por dólar, diez pesos más que en la jornada anterior. El tipo de cambio mayorista que informa el Banco Central se mantuvo en los 1.474 pesos durante los dos días, a pesar de que el Banco Central intervino con una venta de 379 millones.

Los bonos en dólares tuvieron una caída en su cotización que llegó en algunos casos al 13,4 por ciento, el riesgo país llegó a los 1.400 puntos básicos y acumula un alza del 60 por ciento desde que se conoció el resultado del 7 de septiembre, mientras que el índice de los activos bursátiles argentinos acumula un descenso del 26 por ciento durante el mes.

En rigor, desde que comenzó el esquema de bandas en abril, el Gobierno buscó diferentes maneras de influir sobre la cotización. Principalmente, mediante ventas en el mercado del dólar futuro y licitaciones de títulos públicos con aumentos en la tasa de interés. En el caso de las últimas, se forzó a los inversores a participar mediante incrementos de los encajes. Incluso el Tesoro comenzó a vender en el mercado cambiario la semana anterior. 

No obstante, tuvieron un carácter profiláctico, aletargando el proceso de desarme del carry trade y el incremento del tipo de cambio por corto tiempo, sin frenarlo nunca. La pobreza de su éxito se evidencia en que el tipo de cambio minorista haya aumentado un 24,3 por ciento entre abril y la semana anterior a la del 7 de septiembre. 

Después de que se conoció el resultado electoral adverso para el Gobierno, el tipo de cambio se incrementó 3,3 puntos, y llegó a una variación total del 28,4 por ciento. Con los eventos de este jueves habría llegado a un aumento del 34,7 por ciento.

No es nada desdeñable. Tampoco lo es la perspectiva de que la variación de los precios se acelere. Tras el aquietamiento que tuvo lugar al inicio del año, contracara de una inercia en los ingresos de la población que se corresponde con un nivel de vida deteriorado en relación a sus condiciones históricas, una recaída con un Gobierno proclive a impedir que los ingresos mejoren resultaría peligrosa.

En el comportamiento de los precios, hay indicios de que esa situación pueda presentarse pronto. Es inevitable que los precios al consumidor se incrementen más luego del alza del tipo de cambio. El problema es el aspecto cualitativo de este aumento, porque implicaría el quiebre luego de un estancamiento cuyas condiciones ya eran malas.

Si se examinan los indicadores de precios en conjunto, se infiere lo siguiente:

-Los alimentos, principal factor del aumento inflacionario cuando se presenta un proceso de aceleración, tendieron a mermar su alza. Eso se observa en el valor de la canasta básica alimentaria, que aumentó menos que la total en el año, y menos que el índice de precios al consumidor. Si hay aceleración inflacionaria, suele ocurrir lo contrario.

-El índice de precios al consumidor creció durante todo el año más que el índice de precios mayoristas, asociado a los costos de producción. Salvo durante los últimos dos meses. Y en agosto, el índice de precios mayoristas llegó a su aumento más alto.

-Aunque sea con valores más bajos que al inicio del año, desde mayo los precios al consumidor revirtieron la tendencia a la desaceleración.

Luego de 2018, el principal motivo del deterioro del poder de compra de los ingresos vino dado por el encarecimiento de los alimentos. A partir de 2024, el factor predominante fueron las tarifas de servicios públicos, ya con los salarios afectados. Ahora, se viene un nuevo golpe general por el tipo de cambio, que en el año subió casi el doble que los precios al consumidor y más del doble que los precios mayoristas.

La reacción de Ministro Luis Caputo fue particular. Aseveró en público que se va a “vender hasta el último dólar en el techo de la banda” y que “hay suficientes dólares para todos”. Atribuyó la reacción de los mercados a la adversidad política, y le restó plausibilidad en relación a los pilares de la macroeconomía.

Es una reacción curiosa, la de avisar que el Gobierno está dispuesto a quedarse sin dólares antes de modificar su política económica. Más absurda todavía que la de “comprá campeón”. Deja a la vista que el ministro carece de alternativas, por lo que, disimuladamente, trata de atajar problemas de manera improvisada mientras reta al mercado a que lo desafíe. 

Al hablar de los fundamentos macroeconómicos, se le escapó que, producto de su propia política, los únicos dólares que tiene el Gobierno para atajar el cimbronazo provienen de los créditos otorgados por el FMI y los otros acreedores internacionales. Dólares que él mismo está dilapidando.

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