Hay situaciones políticas que avanzan decididamente hacia el ridículo y con frecuencia sus animadores no saben, no pueden o no quieren resolverlas e impedirlas. El problema radica en que al costo de semejante ineptitud lo pagan las grandes mayorías nacionales. Y se multiplica si el ridículo no es lo que parece y se utiliza para distraer a la comunidad para demorar su organización y despliegue como gran frente opositor.
Si los padecimientos no resultaran abrumadores para el común de los argentinos, bien podría la gestión de Javier Milei adjetivarse graciosamente apelando a la célebre frase atribuida a Perón: “Se vuelve de cualquier lugar, menos del ridículo.”
Un ejemplo: cuando el Presidente, autopercibido “el topo que destruye el Estado desde adentro”, a comienzos de febrero revisaba los detalles del nuevo decreto, según él complementario del DNU 70/23 (aquel que rechazara el Senado, fuera considerado inconstitucional en diversas instancias y numerosas instituciones, y que sigue en el limbo de la Cámara Baja), trascendió que la flamante norma recién sería firmada en el momento en que le correspondiera el número 70. Las autoridades no disimulaban que la demora respondía a la prodigalidad publicitaria de la coincidencia, robustecida por el hecho de que en el Boletín Oficial del viernes 7 de febrero de 2025 ya se publicaba el Decreto 65, y el lunes 10, el Decreto 68.
Había que aprovechar la oportunidad a la que siempre pintan calva: merced al curso de la numeración normal y la frecuencia de los decretos firmados y a firmar, en pocas horas podrían jactarse -y bajo el número cabalístico 70– de contar con una nueva herramienta de ajuste implacable. En efecto, sería algo así como una suerte de parcial complemento del fundacional, y activaría la etapa de la deep motosierra, como aseguran los principales referentes del Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado que lidera Federico Sturzenegger.
Abundan los ejemplos de incursión en el ridículo, especialmente cuando se manifiestan durante las entrevistas transfiguradas, por llamar de alguna manera a este auténtico género periodístico (nacido de la kafkiana metamorfosis de la entrevista), en el cual el entrevistado y el entrevistador entablan un presunto diálogo que sirve, en verdad, para disimular el monólogo de aquel. En una “entrevista” que Milei le concediera a Esteban Trebucq para La Nación+ apenas concluida la Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista, el Presidente ratificó lo dicho en Davos (donde asimiló homosexualidad con pedofilia) pero también planteó que había sido editado con mala intención por sus opositores, sobre todo un breve fragmento en el que criticaba al “edificio woke”, la parte “que dedico a los temas de género”. En base a ello dijo que “se inventa una mentira” y los medios “desesperados” por la suspensión de la pauta oficial la propagan hasta que se aparatea la marcha, y en ella “terminan apareciendo las mismas caras siniestras de siempre”.
Esa palabra, aparatea, es más propia del ámbito de la militancia clásica que del ámbito de los “apolíticos”, de aquellos con quienes siempre manifestó sentirse identificado el economista, y ahora Presidente, Javier Milei. Valdría la hipótesis de que alguien preparó un guión y la colocó subrepticiamente, como ayuda memoria, y que Milei la utilizó porque en la actualidad el lenguaje aconsejable para las entrevistas transfiguradas es el coloquial, más o menos “a la qué me importa”. Incluso, como en la mayoría de los casos está bien visto que el entrevistado y el entrevistador sean grandes amigos (una forma de alejar las sospechas referidas a la presunta venalidad de los comunicadores) también es admisible que se hable sin renunciar a manías expresivas ni cuidando mínimas formas gramaticales.
Durante el encuentro con Trebucq, Milei anunció haciendo gala de su estilo habitual: “Es más, ahora sigue la motosierra. Mirá lo que vamos, por ejemplo, vamos a, ahora vamos contra cincuenta organismos del Estado”. Luego precisó que de los organismos seleccionados van a cerrar algunos (el 60 por ciento), otros serán transformados y el resto fusionados, “o sea por lo cual, ves, ¡sigue la motosierra!”. A continuación el Presidente dijo: “Después tenemos otro tema importantísimo: Argentina tiene 27.000 leyes vigentes, 27.000 leyes, 70.000 decretos y 200.000 resoluciones, circulares y demás. Entonces, ¿qué es lo que vamos a hacer? Vamos a aplicar así como el método Elon Musk. Le vamos a pedir a cada dependencia que haga una suerte de digesto de las cosas que está usando, ¿y qué vamos a hacer? Una vez que esté bien lo que se está usando, ¿qué hacés? Todo lo demás, ¿qué hacés?” El periodista masticó una respuesta: “Lo vas a tirar. Lo vas a derogar…” Y como al Presidente eso le parecía una obviedad, algo coherente con la profunda reforma estructural encarada por su gobierno acompañada del “mayor ajuste de la historia de la humanidad”, el periodista juntó valor y recordó la existencia y necesidad del Congreso “para las leyes”.
Entonces hubo una especie de paso de comedia. Milei dijo una oración inconclusa, algo así como: “Bueno, pero todo lo que sean decretos, circulares…”. Luego repitió la cantidad de normas vigentes y el periodista creyó que su obligación era preguntarle, retrocediendo la conversación a un punto previo, si recordaba alguno de los organismos a seleccionar para esta nueva etapa desreguladora, pero el Presidente dijo “No. Yo no tengo el listado en la cabeza” a lo que el periodista replicó: “OK”. Y con una sonrisa pícara, Milei completó: “Estas cosas son parte del Decreto 70/25”.
Una cuestión formal clave de las entrevistas transfiguradas es que en lugar de repreguntar, el entrevistador incurre en la repetición de las últimas palabras del entrevistado, dibuja puntos suspensivos en el aire y aguarda a que el otro continúe sin el atisbo de una contradicción o molestia. En este caso, el periodista dijo: “El 70/25…”. Milei insistió: “Claro”. Entonces Trebucq redobló la apuesta: “El… cuando asumiste”. A lo cual Milei replicó: “Ese es el 70/23 (risas). El primer decreto desregulador”. Y como el periodista no daba señales de haberlo comprendido, aclaró que lo hablado sobre los cincuenta organismos en la mira de la motosierra y la onda desreguladora son “parte de las reformas del 70/25”. La entrevista se desflecó porque Milei, ante la insistencia periodística -por decirlo así- que pretendía saber cuándo se publicaría el decreto en cuestión, respondió: “Bueno, ahora, cuando terminemos de ultimar los detalles”. Casi al final parecía que nada quedaba por decir, pero también hubo palabras referidas al tratamiento parlamentario del proyecto para suprimir las PASO. Como es sabido, en Diputados se dio media sanción a la suspensión de las primarias, quedando pendiente todavía el tratamiento en la Cámara Alta. Entonces, en la misma entrevista, Milei analizó a las PASO y sentenció: “Es un invento siniestro de Néstor Kirchner, digo que lo utilizaba para hacer una encuesta grande y apretar gente después en función de los resultados. Un instrumento siniestro”.
Finalmente, el Decreto 70/25 anunciado en su momento como extensión complementaria del polémico 70/23 apareció en la edición del martes 11 de febrero del Boletín Oficial. El Art. 1º establece un nuevo organigrama para el Ministerio de Economía, el cual quedó con 14 secretarías y 31 subsecretarías. Importa destacar que por la nueva norma fue disuelta la Secretaría de Desarrollo Territorial, Hábitat y Vivienda, área que durante el gobierno anterior fuera Ministerio, y luego de languidecer durante el primer año de gestión libertaria con paralización masiva de obras, miles de viviendas terminadas pero no entregadas y pérdida de miles de empleos directos e indirectos, devino abstracta y madura su disolución. Ahora sus proyectos y programas (como el FONAVI, el también abandonado Procrear o Casa Propia) fueron transferidos a la Secretaría de Obras Públicas del Ministerio de Economía, la cual tiene las siguientes subsecretarías: de Obras y Servicios, de Recursos Hídricos, de Integración Socio-Urbana, de Transporte, de Transporte Automotor, de Transporte Ferroviario y de Transporte Aéreo.
Otro ejemplo de vocación por el ridículo fue el anuncio del retiro de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una prueba palmaria de seguidismo a Donald Trump, quien el 20 de enero había firmado una orden ejecutiva para retirar a los Estados Unidos. Anunció la decisión el inefable vocero presidencial, enfatizando sin rubor alguno que “los argentinos no vamos a permitir que un organismo internacional intervenga en nuestra soberanía, mucho menos en nuestra salud”, como si las disposiciones de la OMS fueran vinculantes. Pero ya lanzado el gobierno en esa dirección, Milei retomó por las redes una tesis que le fue de gran utilidad durante su campaña electoral. En efecto, aseguró que los científicos de la OMS fueron “ideólogos de la cuarentena cavernícola”, de un verdadero “delito de lesa humanidad”. Y además de su intención de denunciar al director general de la OMS, Tedros Ghebreyesus, en los tribunales internacionales al respecto, fuentes oficiales aseguraron que Milei dispondría que se investigara también al ex presidente Alberto Fernández, a la ex ministra de Salud Carla Vizzotti, y al reconocido infectólogo Pedro Cahn.
En otro orden, a juzgar por las últimas noticias casi no quedan economistas que no adviertan el atraso cambiario, ni lo califiquen negativamente, aunque para Milei repitan un “disco rayado” que denota alguna deformación profesional. El único que comprende el problema es él, y hasta los técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI), reacios a desembolsar los dólares imprescindibles para llegar con cierta estabilidad al menos hasta las elecciones de medio término en octubre, perseveran en el error. Sin embargo, el FMI ve con claridad que el peso argentino es la segunda moneda más apreciada del mundo, sólo por debajo del franco suizo, y también al analizar el déficit de cuenta corriente deduce que sin una fuerte devaluación y algunas medidas de ajuste adicionales (ajuste, como siempre, pero no aparejado a un programa de desarrollo integrador y sustentable) será difícil recomponer reservas y honrar los futuros vencimientos de los intereses y el capital de la deuda.
En ese contexto se produjo una situación extraña con derivaciones grotescas. Hasta Domingo F. Cavallo, quien fuera ministro de Economía de Carlos Menem y de Fernando de la Rúa, y en su momento públicamente muy alabado por el Presidente, apareció manifestando una fe inquebrantable en la gestión de Javier Milei, pero advirtiendo que semejante tesoro debía ser cuidado “para no arriesgar un clima de desestabilización por la expectativa de un salto devaluatorio posterior a las elecciones”. La relación entre Cavallo y Milei (quien dijo en una oportunidad que el cordobés “fue el mejor economista de la historia argentina”) venía en franco deterioro hasta que el lunes 10 también Cavallo le puso un número al atraso cambiario (20 por ciento) y recomendó una serie de medidas. Entonces evolucionó a los ojos de Milei vertiginosamente, con escala previa en el estadio de los “econochantas”, de ser un prócer a ser “un impresentable” merecedor de que su hija Sonia, nombrada embajadora ante la OEA, fuera aviesamente (para ella) despedida.
Y algo más: Como entre el enojo con Domingo Cavallo y el pedido de renuncia a su hija Sonia mediaron muy pocas horas, imposible velar la relación de causa-efecto y, en última instancia, de vendetta infantil que tiñe de ridículo al suceso. También hubo alguna “entrevista periodística” durante la cual Milei habría explicado que la separación del cargo de Sonia Cavallo se debió a las opiniones vertidas por el padre (Domingo Cavallo). Y para que no quedaran dudas, aseguró: “Dicen que mi hermana tiene una guillotina. Usted hace cosas en contra de los parámetros que tenemos: Guillotina”. “¿Por qué? Porque en La Libertad Avanza nada puede salirse del libreto”, prosiguió el Presidente, y en caso de que semejante anomalía tenga lugar, allí aparecerá Karina para “ejecutar” a quien no se encuadre, como lo prueban la expulsión de Ramiro Marra o “el decapitamiento” de Mariano de los Heros, a cargo de la Anses.
Muy raro todo, pero útil para el oficialismo. Gracias a la brusca interrupción de un flagrante nepotismo y los finos condimentos como las referencias a la guillotina, la ejecución o el decapitamiento administrados y provistos por Karina, lo cierto es que cedió la tensión (en el propio frente) entorno de la discusión referida al atraso cambiario y otros aspectos de la política económica en curso. Por el lado de la oposición, logró que se criticaran los claroscuros ideológicos (sin duda siniestros) de las palabras presidenciales y de los hechos consecuentes, pero sin percatarse que en algún punto ello requeriría, por elementales motivos humanísticos, solidarizarse con quienes eligieron ser como Milei, o dicho con más delicadeza, alinearse con las presuntas Fuerzas del Cielo.
Finalmente, y si todavía el panorama parece poco claro, siempre quedan las palabras de Milei cuando aseguró respecto de las circunstancias en que habló de guillotinas y ejecuciones: “A raíz de la entrevista que me hizo Antonio Laje, que lamentablemente parece que han intentado sabotear interfiriendo sobre el sonido cuando me estaban reporteando… La verdad, una verdadera vergüenza que haya pasado algo tan bochornoso, y no me sorprende. Además el estudio estaba lleno de gente haciendo ruido. Parece que las mañas que utilizaron en la campaña electoral del 23… intentaron replicarlas”.