Uno de los incriminados en el golpe contra Lula, el coronel Mauro Cid, había firmado un acuerdo de colaboración con la Justicia. Pero hubo una filtración, que reveló el conocido periodista Elio Gaspari. Cid protestó, y alegó que su familia ahora está en peligro. Pero al margen de los detalles del episodio, ¿qué es lo que muestra como trastienda del poder militar?
Desde Porto Alegre
Antes de analizar el contenido de la filtración de la primera declaración dada por el teniente coronel del Ejército Mauro Cid a la Policía Federal (PF) en agosto de 2023, en el marco del acuerdo de culpabilidad, es necesario preguntarse a quién le sería de interés esa filtración.
Y es más: ¿a quién le interesaría la filtración en ese mismo momento, si en sus declaraciones posteriores el ex ayudante de campo y criminal confesara las omisiones que había estado ocultando?
¿Quién, en el círculo restringido que tuvo acceso al contenido de la declaración, podría haberla transmitido a Elio Gaspari, periodista con fuentes militares?
Después de todo, ¿a quién más le interesaría la filtración de la primera declaración de Cid con información falsificada e incompleta?
¿Al Supremo Tribunal Federal (STF), a la Fiscalía General de la República (PGR, por sus siglas en portugués), a la Policía Federal, al Comando del Ejército, al Tribunal Supremo Militar, al Ministro de Defensa, a la familia Cid? ¿A quién?
La súplica de Mauro Cid, inesperada por ser miembro de las Fuerzas Especiales del Ejército, cuyo entrenamiento los prepara para soportar las peores vicisitudes, se decidió después de muchas meditaciones que involucraron a la propia familia del teniente coronel y al Alto Mando del Ejército.
En su momento, los objetivos de la cúpula militar con la denuncia de Mauro Cid eran, en definitiva, 1) descartar a Bolsonaro, responsabilizándolo enteramente del intento de golpe; y, en relación con la incriminación de Bolsonaro, 2) construir la versión ridícula del heroísmo de los comandantes militares que “salvaron la democracia” de la ofensiva extremista.
Proteger su carrera y su muy buen salario (así como el de su padre, el general Cid, involucrado en el plan para vender en EE.UU. las joyas robadas por Bolsonaro) también serían beneficios que obtendría Cid con el acuerdo de culpabilidad.
La lectura de esa primera declaración, ahora publicada íntegramente por Gaspari, confirma la descripción anterior.
Cid descargó todas las culpas sobre lo que calificó como un “grupo de radicales”, formado por el general Pazzuello, el mayor Denicole, Michelle y Eduardo Bolsonaro, Valdemar da Costa Neto, el senador de Rio Grande do Sul Heinze, del Partido Progresistas, Felipe Martins y otros, que incluso estaban “a favor de un brazo armado”.
Cid eximió de responsabilidad al grupo “integrado por gente moderada”, según él. La gente supuestamente sensata que “al entonces Presidente más le gustaba escuchar”, compuestos por el general Freire Gomes, comandante del Ejército, el general Arruda, comandante militar de Planalto, el general Theóphilo, jefe del Comando de Operaciones Terrestres, y el general Paulo Sérgio , entonces Ministro de Defensa.
En esta primera declaración ahora revelada por Elio Gaspari, Cid ocultó hechos muy graves, como el plan de asesinato de Lula, Alckmin y Alexandre Moraes planeado por miembros de las Fuerzas Especiales del Ejército.
Ante las omisiones y mentiras de Mauro Cid, el STF lo citó entonces para rendir nuevas declaraciones ante la PF, bajo pena de perder los beneficios del acuerdo de culpabilidad.
Tales atentados planificados y ejecutados por militares, además de otros episodios que implican directamente en el golpe a altos oficiales retirados y activos de las Fuerzas Armadas, principalmente del Ejército, sólo se conocieron gracias al avance de las investigaciones de la PF.
Es por esta razón que los criminales mencionados por Mauro Cid como pertenecientes al grupo de la “gente moderada” –los generales Theóphilo y Paulo Sérgio, por ejemplo– fueron denunciados ante la PGR por su participación central en el complot golpista.
Luego, Cid se vio obligado a revelar todos los hechos que presenció, ocultos para proteger a la “familia militar” y a los altos mandos militares involucrados en la empresa golpista.
La primera declaración de Mauro Cid en el proceso de denuncia es una pieza extemporánea, ya desmantelada por la PF en relación a la farsa destinada a salvar la cara de los uniformados golpistas. Por ahora, 25 altos oficiales, muchos generales y ex comandantes del Ejército y la Marina están a la espera de una denuncia del Ministerio Público y una severa sentencia del Tribunal Supremo.
Por tanto, la pregunta de fondo que surge es: ¿a quién le interesa volver a poner en el orden del día la versión inicial del teniente coronel Mauro Cid, que ya ha sido superada por otras aclaraciones posteriores dadas por él a los tribunales y a la policía?