Gustavo Córdoba lanza una pregunta como un dardo: “Habría que preguntarse dónde estaría el Gobierno de Javier Milei hoy si no hubiese existido esta intervención tan desprolija de los Estados Unidos”. El director de la consultora Zuban-Córdoba y Magíster en Comunicación explica qué es “el default político”, cuáles libertaristas “se quedan en casa sin votar”, por qué el país “tiene un 60 por ciento de antimileístas” y cómo es que el peronismo no logra llevar algo nuevo a la mesa de la política.
La necesidad tiene cara de Milei. Decirlo así queda más elegante y civilizado que usar la palabra “hereje”. La nueva era presidencial de saco y corbata (aunque mal anudada), sin “excrementos” ni “niños envaselinados”, derivó en otro tipo de agravio. Gustavo Córdoba le cuenta aquí a Y Ahora Qué? cómo el señor Scott Bessent se convirtió en titular del Palacio de Hacienda por control remoto, entre otras extravagancias argentas. Pero primero, las elecciones. Segundo… no hace falta que se lo nombre.
–¿Qué dimensión histórica alcanzan estas elecciones legislativas?
–En primer lugar hay una la realidad que tiene que ver con lo que realmente se vota en esta elección. No es una elección más. Es una elección especial.
–¿Un comicio especial en qué aspectos puntuales?
–Cada dos años, estas elecciones intermedias representan una suerte de plebiscito de la política económica del Gobierno de turno, Así, si la percepción es que la economía va en buen ritmo, en buena marcha, habrá un voto premio. Si pasa lo contrario, habrá un voto castigo.
–¿Cuál de las dos tendencias es la que observa predominante?
–Nosotros estamos estimando que en la Argentina de hoy más del 60 por ciento del voto va a ser castigo. Va a haber un poco más de 30 por ciento que va a ser voto premio. Así las cosas, en principio, quiero destacar que el contexto interviene.
–¿En cuánto influye el contexto social y político?
–Hay una caída bastante sostenida, tanto en la imagen personal como en la aprobación de gestión del Gobierno. Y esto también con un gran cambio en la idea de las antinomias y de los sentimientos políticos.
–¿Cambiaron las antinomias tradicionales que dividen a los argentinos?
–Sucede que nosotros veníamos midiendo el sentimiento peronista-antiperonista o kirchnerista-antikirchnerista. Hasta no hace muchos meses atrás era el sentimiento predominante en la sociedad argentina. Hoy estamos empezando a medir mileísmo-antimileísmo. Y lo que destaca mucho es el antimileísmo como la categoría más grande. La más voluminosa, de cerca de un 60 por ciento.
–¿Desde cuándo el antimileísmo pasó a ser la disyuntiva principal?
–Creo que se manifestó con muchísima identidad y con muchísima fuerza en la elección bonaerense. A partir de allí nosotros planteamos que en la Provincia de Buenos Aires no hubo un escenario de victoria del peronismo más allá de la victoria de Fuerza Patria.
–¿Más un voto en contra del Gobierno que un voto a favor de la oposición peronista?
–Hubo, más bien, una suerte de voto castigo al Gobierno de Milei. Y el peronismo fue elegido como la herramienta de castigo. Ante la ausencia de otras alternativas, el peronismo era lo que estaba a mano.
–A la vez, ¿nota una debilidad en la construcción política de la oposición peronista?
–Hay una oposición que, si bien se ve competitiva, no ha traído hasta ahora ideas nuevas a la mesa.
–¿El Gobierno hizo una apuesta pragmática al empate técnico o a una derrota honorable después de la amenaza de Donald Trump de no ser ‘generoso’ y abandonarlo a su suerte si perdía?
–En cuanto a los posibles escenarios de cara a la elección, te diría que hay, por un lado, un escenario de una derrota equiparable a lo que fue en la Provincia de Buenos Aires. Las alternativas son conseguir por la oposición una derrota estruendosa versus un escenario de una derrota atenuada para Milei. Creo que la derrota atenuada va a ser el escenario más probable.
–¿Cómo sería para el oficialismo perder de manera atenuada?
–Digo “atenuada”, toda vez que el Gobierno ha hecho alianzas con gobiernos locales que le reditúan un piso electoral importante. Es el caso de Mendoza, el caso de Entre Ríos, el caso de Capital Federal.
–¿Por qué lo observan mejor a Milei en estos distritos?
–En estos casos, el Gobierno sostiene una base territorial electoral importante. Este escenario, para nosotros, destaca que el Gobierno va a obtener el tercio en Diputados, porque la cosecha que nosotros estimamos que puede tener el frente Libertad Avanza-PRO es de alrededor de entre 40 y 44 diputados nacionales. Mientras tanto, Fuerza Patria puede tener entre 50 y 52 diputados nacionales.
–¿A la aprobación libertarista en las urnas se la ve menguante?
–Una parte importante del voto libertario se va a quedar en la casa, no va a ir a votar.
–¿El Gobierno viene abriendo el paraguas con una narrativa política sin exitismos?
–Es interesante ver cómo el Gobierno, en estos días, está tratando de apropiarse de la narrativa de la derrota. Es decir, está adelantando la discusión, por ejemplo, del cambio de gabinete. Es una manera de que cuando llegue la derrota electoral misma, el domingo a la noche, pueda decir: “Bueno, nosotros ya lo estábamos previendo y por eso ya estábamos hablando del cambio de gabinete”. Creo que el Gobierno tiene un problema gigante que es esta doble sensación de default.
–El default económico siempre ronda. Pero el otro, ¿es el político?
–Se ve a un oficialismo que no logra recuperar la iniciativa. Es la incapacidad de llevar a buen puerto el momento electoral
–¿Y en cuanto al temible default financiero?
— Sí, por otro lado, está el default económico. Habría que preguntarse dónde estaría el gobierno de Milei hoy si no hubiese existido esta intervención tan desprolija de los Estados Unidos. Intervención que hizo a través del secretario del Tesoro, Scott Bessent, que a los efectos su cuenta de X funciona como si fuera el Ministro de Economía.
–Es una situación inédita ¿Cómo se pudo llegar a que la Casa Blanca maneje el mercado de cambios local?
–El Gobierno no tiene plan económico. Entonces, es inevitable pensar que el gobierno de Milei tiene que que reformular políticas. más allá de los cambios de Gabinete.
–¿Milei debería reconocer fracasos para abrir las puertas de la administración a dirigentes y sectores que le habían dado su voto en el Congreso y cuando trastabilló se lo quitaron?
–Es un análisis teórico la sola idea de un Gobierno que reconozca errores. Que acepte que se ha equivocado. O que concilia con gente que tiene intereses parecidos o pensamientos cercanos a los del Gobierno. En un análisis teórico, todo es factible.
–¿La pregunta clave es cuán flexible está dispuesto a mostrarse Milei para modificar políticas?
–Cuando llegamos a la práctica y tenemos que poner las características de este Gobierno y de este Presidente en particular, me parece que ahí la teoría no se asemeja para nada a la práctica. Creo que Milei va a tener un primer momento en donde hace lo mismo que hizo ante la derrota de la Provincia de Buenos Aires.
–Decir que corregirá errores y enseguida afirmar que no cambiará ni un ápice su orientación.
–No amagó una autocrítica. Y terminó diciendo solamente que no iban a cambiar sino que iban a hacer más cosas, todavía, en la misma dirección. Entonces no tengo muchas expectativas respecto de que el Gobierno de Milei genere cambios en la dirección que le van a pedir sus mandantes. Los mandantes son, en este caso, el Gobierno de Estados Unidos.
–¿Washington está gobernando a control remoto?
–La verdad que es increíble asumir y naturalizar una intervención del tipo que hizo el Gobierno norteamericano de la economía argentina. A pesar de eso, un 62 por ciento de argentinos se siente muy alejado de Estados Unidos y de Donald Trump.
–Pero ¿no fue Milei en nombre de los argentinos quien, con la casa en llamas, llamó a los bomberos estadunidenses?
–Es increíble, que un Gobierno argentino haya permitido, tolerado y hasta alimentado esta intervención. Eso habla muy mal del perfil del Gobierno de Javier Milei. Habla de la precariedad económica que está instalada hoy en la Presidencia de la Nación. Habla, también, de que las expectativas de futuros son más bien escasas.
–¿Quiénes se manifiestan como los más pesimistas de que sea útil la supuesta bala de plata de Trump?
–Sobre todo un segmento de la población mayoritario que entiende que el Gobierno de Milei, hasta aquí, es como una suerte de un gobierno fallido. Habrá que ver si pueden reformular. Si pueden ofrecerle a la sociedad argentina, con transparencia, algún camino económico de mayor certidumbre.
–En el medio de la turbulencia reapareció el expresidente Mauricio Macri como otro rescatista político de última instancia.
–Hay que ver si Macri y algunos gobernadores están dispuestos a hacer una rueda de auxilio en la gobernabilidad. Lo que sí está claro es que el plan económico y la gobernabilidad de este Gobierno dependen en gran medida de qué Provincias Unidas y el resto de los gobernadores no peronistas le den gobernabilidad. Ahora, ese dilema en que están estos gobernadores es muy relevante.
–¿Qué rédito político o económico pueden obtener los gobernadores rescatistas?
–Hay que verlo desde la perspectiva de la estrategia política electoral que ellos tienen de cara a las elecciones generales del 2027. No les conviene pegarse al Gobierno de Milei en este momento. No les conviene por la pérdida de identidad. Por la pérdida de definición política.
–¿Qué le convendría a Provincias Unidas?
–Le convendría, mucho más, quedarse en la vereda de enfrente. Y ayudar de manera esporádica al Gobierno en lo que puedan. Pero Milei tiene ese problema también. Y en el caso de Macri , te diría que entiendo por qué puede ser un auxilio importante para el Gobierno. Pero también me queda la duda.
–¿Qué duda despierta un Macri guardavidas frente a un Gobierno arrastrado por las olas?
–Macri no es un modelo de virtud en términos de gestión pública. Su Gobierno no terminó bien. Es decir, no sé en qué aspecto Macri puede darle a Milei una dosis de gestión pública eficaz. Tengo mis dudas al respecto. Entonces, el panorama allí sí que es cada día más complejo. Habrá que ver si la elección, de alguna manera, acomoda en una primera instancia los porotos electorales en Argentina.
–Con los porotos más ordenados ¿después qué?
–A partir de ahí se puede mirar al futuro con otra perspectiva. Sabiendo de antemano que la composición del Congreso va a ser sumamente estratégica para los días que vienen.