“Todo preso es político”, cantó el Indio Solari desde los altavoces. Pero no hubo alocado pogo festivo en la Plaza de Mayo. No hubo misa ricotera. La mayoría de las columnas juveniles estaban al fondo, en calles, avenidas y diagonales, donde los sonidos eran tenues o nulos. Lo que sí pareció de ceremonia religiosa fue el silencio de la multitud cuando se escuchó la voz de Cristina Fernández de Kirchner, flamante rea en su casa tras la sentencia judicial. Gustavo Córdoba, director de la consultora Zuban-Córdoba, dijo detectar un “aumento de la emocionalidad” en el escenario político. El magíster en Comunicación dijo que otra vez quedó en claro que Argentina contiene a “dos países”: uno alrededor del peronismo y otro que gira al compás del libertarismo.
El peronismo se parece a Aníbal Troilo, quien supo decir: “Siempre estoy llegando”. A la Plaza de Mayo, a Ezeiza, a Gaspar Campos, a Puerta de Hierro, o adonde fuere. Hasta la presidenta del Justicialismo, como decía también ‘Pichuco’, se quedó en su casa “del barrio”. Al Tribunal de ejecución de la pena de seis años de prisión por “administración fraudulenta” no le pareció sensato trasladarla a un calabozo. Pero Gustavo Córdoba, en diálogo con Y ahora qué?, advirtió dilemas que se le presentan al peronismo: “Cómo hace para representar a las tribus más federales, más conservadoras del interior y a un segmento juvenil al cual no entiende”, así como los jóvenes tampoco “entienden la narrativa” del movimiento.
–¿El fallo de la Corte Suprema reflotó la centralidad de Cristina Kirchner, haya sido o no semejante efecto el esperado por sectores del Gobierno?
–Mirá, en principio, a partir de la ratificación del fallo por la Corte de la condena de Cristina lo que uno puede ver es que la polarización se ha reforzado. Es decir, que hoy podemos verificar que la polarización es ahora un tanto más extrema que la que existía en la previa. Con todos los condimentos que eso significa. Se puede ver el aumento de la emocionalidad como factor determinante de la polarización. A eso le agregaría que hay una suerte de ruptura del equilibrio de poderes.
–¿De qué manera se quiebra el equilibrio de poderes?
–Todo esto ocurre por la visión de una Corte Suprema que tiene la capacidad de decirles a los otros dos poderes del Estado que el más poderoso es el Poder Judicial. Al mismo tiempo que le saca la posibilidad a Cristina de ser candidata, le confiere y le transfiere un nivel de centralidad política enorme. Mayor que el que tenía en la previa. Así que esa es otra característica. Me parece que hay que empezar a hablar de un gran dilema que tiene el peronismo a partir de esto que ha pasado, de esta polarización, de esta decisión de la Corte, de esta ruptura del equilibrio de poderes. El dilema es tratar de resolver la ecuación: si el peronismo está mucho más recostado en el pasado o si, por el contrario, es capaz de elaborar una nueva hoja de ruta estratégica mirando hacia el futuro.
–Un reciente estudio de su consultora marca que más del 50 por ciento de los encuestados considera culpable a Cristina. Se supone que bajo fuerte influencia de medios, redes sociales y actores políticos afines al Gobierno ¿Qué sucede con el 42 por ciento que la considera inocente o el 46 por ciento que desconfía de la justicia? ¿Es lo que se reflejó en la masividad de la marcha?
–Pareciera que hay dos países en la mirada de cómo queda la sociedad argentina tras esta ratificación del fallo. Hay un país que cree en la culpabilidad de Cristina y un país que cree en su inocencia. Hay un país que sospecha de la ecuanimidad, de la integridad, de la honestidad y de la imparcialidad de la Justicia a la hora de administrarla.
–La encuesta también muestra lo que denomina «paradoja contundente», según la cual el electorado «quiere justicia, pero no le cree a los jueces y quiere condenas, pero duda de los condenadores» ¿Cómo explicarlo?
–Esto también queda muy claro. Queda la idea, bastante importante y mayoritaria, de un sentimiento donde no todos somos iguales ante la ley. Es una cosa que, de alguna manera, hoy la Corte Suprema debe asumir. Al tomar una decisión de tan alto impacto, también debe administrar la visibilidad posterior. Esto es que todo lo que haga y hace y ha hecho la Corte Suprema en tanto colectivo e individualmente, sus miembros van a ser escudriñados de otra manera. Van a ser evaluados y vistos de otra manera. Con mayor profundidad que en otras épocas. Así que esa es una característica que también es consecuencia de esta decisión judicial.
–¿Este fenómeno creado por las movilizaciones son el preludio de una etapa de consolidación opositora o decir eso es prematuro? ¿Se empiezan a ordenar las piezas en el peronismo?
–Creo que el peronismo tiene una enorme oportunidad. No digo que lo vaya a hacer ahora, pero sí considero que tiene la oportunidad de zanjar diferencias. Que puede comenzar un proceso para ver si la identidad actual contiene o no contiene a todos los peronismos. A todas las tribus que integran este movimiento, habida cuenta de que la unidad es un concepto ya trabajado en anteriores ocasiones. Por ejemplo, en la previa del Frente de Todos se habló de ‘unidad hasta que duela’. Lo habló en el sentido de que, aunque no compartan cosas, igual hay que ir unidos.
–Pero esos ‘peronismos’ que señalás no parecen converger hacia ideas en común. ¿O el escenario ahora puede cambiar?
–Estuvo la mala experiencia de la gestión anterior. Eso nos habla a las claras, y esto así ha sido usado también como argumento de parte del grupo de Axel Kicillof, de que la unidad tiene que tener algunos puntos de coincidencia. Creo que ahí hay una clave. El dilema o los dilemas que se le presentan hoy al peronismo, en tanto y en cuanto movimiento nacional, es cómo hace para representar a las tribus más federales, más conservadoras del interior. Cómo hace para representar a un segmento juvenil al cual no entiende. Hay un segmento de los jóvenes que no entiende hoy la narrativa que le propone el peronismo. Son todos dilemas.
–¿Aceptarán los sectores atomizados del peronismo un renovado liderazgo cristinista?
–Indudablemente, Cristina va a tener mucho más poder que antes. Y va a tener enorme responsabilidad en la designación de las candidaturas. Ahí creo que va a estar el punto máximo de problemas. Porque si se resuelve de una manera muy cercana al kirchnerismo, el resto de los que integran el peronismo pueden sentirse no integrados. Así que es una tarea compleja. Pero no creo que pueda resolverse para este turno electoral de septiembre en la Provincia de Buenos Aires y de octubre en la nacional.
–¿Cambia el tablero también para las alianzas oficialistas?
–Diría que la polarización que atraviesa hoy a la política argentina, va a tener impacto en las elecciones de octubre. Ya hay algunas características que se están configurando. Este brutal cambio de contexto no fue acompañado, por ejemplo, con una lectura profunda desde la Provincia de Buenos Aires, según mi criterio, sobre la unificación de la elección provincial con la elección nacional.
–¿Debería haber sido modificado el calendario provincial?
–Debiera haberse hecho ya. Creo que se justifica en el hecho de que hoy ya no contás con Cristina, que era la figura taquillera en términos electorales en la Tercera Sección. Y reemplazarla, incluso con Máximo Kirchner, no va a dar el mismo volumen electoral. Con lo cual, el peronismo provincial corre el riesgo de no solamente hacer una mala elección, sino que, además, lo responsabilicen por la derrota eventual de septiembre. Y, eventualmente, por las consecuencias que va a tener negativas en la elección de octubre en la Provincia de Buenos Aires y en toda la Argentina.
–¿La polarización descarta, entonces, ‘terceras vías’ o fórmulas que se aparten de los dos sectores protagónicos?
–La polarización creciente me hace pensar que el desvanecimiento que están sufriendo partidos como el radicalismo y el PRO, en manos de La Libertad Avanza se va a seguir profundizando. Va a seguir siendo una constante. El peronismo va a estar atravesado por esta cuestión. Una buena resolución los integraría a todos en un mismo espacio, aún con diferencias, y una fragmentación creo que aumentaría las chances de un triunfo categórico de parte de Javier Milei. Lo que sí hay que aclarar, en estos tiempos, es que la participación electoral es una gran cuestión.
–¿Es acaso el abstencionismo que se viene perfilando? ¿La crisis de representación política?
–Nosotros, habitualmente, medimos temas electorales. Vamos a difundir, en breve, una encuesta que habla sobre las características por las cuales en Argentina la gente se predispone a votar o se predispone a no votar. Preguntamos, también, sobre si el voto en la Argentina debiera continuar siendo obligatorio o bien debiera buscar alguna alternativa de ser voluntario. Nos dio un 65 por ciento por el voto obligatorio y un 30-35 por ciento por el voto voluntario. Este es un dato muy significativo porque no lo vamos a tomar literal. Porque no nos están diciendo que van a ir a votar, sino que están diciendo que prefieren el voto obligatorio. Con lo cual podemos tomarlo como una referencia de techo de participación para las próximas elecciones. Si tomamos en consideración el porcentaje de participación que hemos tenido en todas las elecciones provinciales previas hasta aquí, el panorama hacia octubre no va a ser para nada halagüeño. Es decir podemos llegar a tener un techo electoral de participación del 65 por ciento. Aunque creo que va a tener mucho más que ver con las elecciones previas.
–Entonces ¿no está asegurado ni siquiera un 65 por ciento de participación?
–Quiero decir que va a estar más cerca del 50 por ciento, posiblemente, que del 60 por ciento de participación. Lo cual configura un escenario de alta complejidad. Porque la democracia se compone no solamente de la formalidad de tener elecciones libres, sino también de la legitimidad de los resultados. Así que es un tema que vamos a tener que seguir observándolo.
La complejidad del escenario político de la Argentina, atravesado por un profundo centralismo, en el que conviven el poder de los sectores económicos concentrados y una clase trabajadora con falta de representación.
La elección en la provincia de Bs As debería darle a la oposición liderada por el peronismo una posibilidad de discutir el escenario de la política Argentina.
Kicillof y los intendentes son los que deberán darle volumen a esa discusión