La crisis de los hospitales universitarios hace añorar a Belgrano

Milei reivindica a Belgrano y San Martín, pero ambos se preocuparon por la salud pública. Los recortes presupuestarios ejecutados en los hospitales universitarios de la UBA no sólo agudizan la crisis de la salud pública, sino que ponen en peligro un sistema de salud que sostiene a la sociedad, marca qué calidad de medicina y profesionales tendrá la Argentina en el futuro y qué proyecto de país ejecuta ya La Libertad Avanza (LLA).

El presidente Javier Milei valora particularmente a dos padres de la patria de quienes siempre destaca su valentía y honorabilidad: se trata de los generales Manuel Belgrano y José de San Martín. Curiosamente, ambos se mostraron muy preocupados por cuidar a la población, y particularmente a sus ejércitos, en temas relacionados con la sanidad y la salud.

Un recuerdo clarificador fue el escrito por el vicepresidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana y también integrante de la Asociación Belgraniana de Goya, el profesor Darío Núñez. Mucho antes de que comenzara esta debacle sanitaria estatal resaltó la preocupación por la sanidad de estos dos próceres argentinos: “Belgrano, ilustrado y visionario, se preocupó por la salud pública desde su puesto como Secretario del Consulado y como periodista. Él mismo, en el periódico Correo de Comercio, el 31 de marzo de 1810, exaltó la labor del sacerdote Saturnino Segurola y Lezica ‘de vacunar gratuitamente en esa Capital y en parte de sus campañas’. Además, el 5 de mayo del mismo año redactó: ‘cada parroquia tendría un médico para los pobres, viviendo en ellas y no necesitarían muchos de aquellos ir a los hospitales, hallando quien los atendiese en sus propias casas, de que no sacaría pocas ventajas la humanidad’”. 

El historiador Eduardo Lazzari recordó que “Belgrano impulsó la vacunación contra la viruela en Buenos Aires. En 1810, antes de ir a la expedición al Paraguay, el prócer mandó a vacunar a todos los pobres, los niños y los negros”. Y agregó que “él no se vacunó en ese momento, privilegiando grupos de riesgo”. Respecto al general San Martín, dijo que como “Gobernador Intendente de Cuyo, mejoró la calidad de la salud pública con la creación de dispensarios, la implementación de una verdadera campaña de vacunación antivariólica y la lucha contra la hidrofobia. También estableció una junta sanitaria compuesta por facultativos y se les ordenó a los sacerdotes actuar como enfermeros. Su preocupación se extendió a las tropas que iban a cruzar la imponente Cordillera de los Andes. Fue así como implementó tres medidas: valoración general del estado de salud antes de comenzar la travesía, la protección nutricional de los alimentos y protección frente a los factores climáticos (abrigos, cuidado de los ojos, etcétera).

A sabiendas de esta información, las palabras dichas por Milei en su discurso de la última recordación a Belgrano no hablan del Belgrano real: “tomen el ejemplo que nos legó Belgrano y háganlo suyo frente a las adversidades que nos depara el futuro, porque en un mundo cambiante las amenazas no se circunscriben exclusivamente al campo de batalla…”. 

La historia tirada por la ventana

Por lo pronto, en el campo de batalla por la salud pareciera ser que estamos perdiendo la guerra porque este modelo no toma los ejemplos activos de Belgrano y San Martín.

La dimensión de cómo y cuánto se trabaja en el Hospital de Clínicas la dio la información aportada a Y ahora qué? por el director de Estadísticas, Damián Zopatti:

–Durante el año 2024 el personal del hospital atendió, en forma ambulatoria, a 637.620 pacientes, 347.588 en consultorio y 290.032 prácticas médicas. Un 32,6% de ellos no dispusieron de obra social o medicina pre paga y un 35% correspondieron al PAMI. La procedencia fue de CABA (41,5%), Conurbano (49,8%), 2,7% del interior del país, del exterior un 2,2% y un 3,75% sin discriminar su procedencia. En lo que se refiere a las prácticas, se realizaron radiografías, ecografías, tomografías, curaciones, aplicaciones (inyecciones), etc. Se realizaron 6.823 cirugías (19% sin ningún tipo de cobertura) y 18.851 internaciones (31% sin cobertura médica). 

Para el presidente de la Asociación Médica Hospital de Clínicas, Luis Sarotto, “la Argentina tiene una historia de desarrollo de asistencia pública de salud de más de 200 años. Basta mirar la campaña de vacunación de Manuel Belgrano en el siglo 19. Podemos hablar de los premios Nobel, de la primera transfusión, el número de trasplantes. El Hospital de Clínicas lidera el trasplante de córnea a nivel nacional y ha triplicado al segundo centro de salud en ese tipo de ablaciones. Es el que más trasplanta en el ámbito público y privado en trasplante de córnea. Vos no ves hoy y mañana ves. ¿Mira vos? Y en un hospital universitario donde aparte de hacer que la gente reciba su trasplante, se forman residentes, genera una cadena virtuosa en un lugar al que llegan para rotar médicos de todo el mundo”.

Lo cierto es que todo el sistema de salud pública está en peligro. Y en particular, los seis hospitales de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) entran en la bolsa por partida triple: una fuerte crisis presupuestaria en el sistema educativo universitario, ya que al depender de la UBA su economía está ligada a la crisis del presupuesto educativo propuesto desde el Ministerio de Educación de la Nación. La importancia que le asigna a la salud pública el gobierno de LLA, y el futuro de la formación de profesionales vinculados al sistema sanitario argentino. 

El Hospital de Clínicas José de San Martín es el hospital insignia de un sistema de hospitales universitarios de la UBA compuesto, además, por el Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari, el Instituto de Tisioneumonología Profesor Dr. Raúl Vaccarezza, el Instituto de Oncología Ángel Roffo, el Hospital Odontológico Universitario y el Hospital Escuela de la Facultad de Ciencias Veterinarias ubicado en el predio porteño de la Agronomía. Todos están en dificultades, pero el Clínicas, por su envergadura, es el que expone públicamente los aprietos que están atravesando los seis centros de salud.

El Hospital de Clínicas es el hospital emblema de la Universidad de Buenos Aires. Se podría decir que es el de más complejidad y donde se forman todos los profesionales de la salud y después el Roffo”, dijo a Y ahora qué? Gabriel Beati, supervisor de Enfermería e integrante de la Agrupación Bordó.

–¿Todos están en la misma problemática?

Sí, pero donde más se acentúa y se hace más visible en el Clínicas, que tiene tres subsuelos y 12 pisos. O sea, si un ascensor, dos o tres no funcionan por una cuestión presupuestaria, se nota muchísimo.

–¿Podría describir la situación actual?

Los hospitales universitarios dependen del presupuesto provisto por el Ministerio de Educación. Al Clínicas siempre le ha tocado una porción un poco más grande, pero, en realidad, siempre tuvo carencias y un escenario de reclamos por ascensores que se han caído, en el 2015 explotó un aparato de esterilización, etc. Ahora, la carencia presupuestaria se ha profundizado de una manera descarnada. Ya el año pasado, directamente este Gobierno congeló las partidas presupuestarias y luego de la gran marcha universitaria el Gobierno hizo un anuncio de aumento de presupuesto que solo garantizó el funcionamiento operativo. O sea, el necesario para prender la luz, pagar el personal de limpieza comprar elementos de higiene, etc. El gobierno salió a decir que estaba garantizado ese presupuesto operativo, pero los salarios los tenemos congelados, prácticamente, desde el 2023. Por este motivo el hospital está dejando de ser un lugar atractivo, salarialmente hablando.

–¿Puede dar una idea de algún escalafón o categoría?

–Hemos perdido el 50% de nuestro salario desde diciembre del 2023 hasta junio del 2025. Los residentes del Clínicas cobran un poquito más que los del Garrahan, están en un millón doscientos mil pesos con una guardia semanal (a veces dos) y un enfermero también está más o menos en eso. Y los residentes son los que garantizan el funcionamiento porque es un hospital escuela universitario. Acá todo funciona con residentes de primero, segundo, tercero y cuarto año, residentes superiores y los médicos de planta. Un médico de carrera, con 20 años en el hospital, debe estar cobrando un millón y medio, un millón seiscientos mil pesos. Ya no es atractivo cobrar lo que cobramos. Ahora, los residentes cuando terminan su residencia no se quedan en el hospital, se van a la salud privada. Y lo mismo está pasando con los enfermeros.

–¿Qué les dicen desde el Ministerio de Educación en las reuniones paritarias?

–La paritaria está clausurada, no hay mesa de negociación. Los salarios se van ajustando según el índice de inflación, así que estamos teniendo aumentos del 1%, 1,5%, que en un salario implica 15.000 o 20.000 pesos. No queremos irnos del hospital porque es una cuestión afectiva y de salud pública, así que tratamos de pelearla. En lo personal tengo 25 años de trabajo y una cuestión afectiva muy grande con el hospital. Es toda una vida acá adentro.

De aquella vacunación gratuita y preventiva de Belgrano a esta política sanitaria no solo han transcurrido 215 años, sino una forma de ver el desarrollo de una nación y el cuidado de sus habitantes: el director médico del hospital, Marcelo Melo, advirtió que -debido a la crisis- en cualquier momento el Clínicas tendrá que empezar a cobrar las prestaciones. Beati advirtió que “nadie salió a desmentirlo ni a señalar nada, pero la manera de combatir la motosierra de Milei no es cancelando los hospitales públicos. El año pasado suspendieron la atención a la gente que no tiene cobertura en el hospital. La gente que no tiene cobertura no se puede atender. Se atiende solamente a obras sociales o a los que pagan los bonos para ser atendidos. Después te cobran todo, y si no tenés para pagarlo, sos expulsado del hospital.  Esto es una discusión dentro de la UBA, pero lo cierto es que necesitamos un presupuesto claro y un aumento salarial urgente”, sentenció. 

Cagnaci: “La salud y la formación no son una política de Estado”

Para el sociólogo, secretario general del Gremio ADUBA (Asociación de Docentes de la Universidad de Buenos Aires) y docente de la Facultad de Medicina, Emiliano Cagnaci, “la falta de presupuesto es una decisión política de este Gobierno. No es que ahora puede aducir una crisis, sino que es una decisión política sobre la salud pública. Estos hospitales responden al presupuesto universitario, y vemos que hay un ahogamiento del presupuesto general de las universidades, pero la verdadera discusión, que no se da porque el Gobierno no la encara abiertamente, es qué modelo de universidad están pensando para el modelo de país que se imaginan”.

–¿Usted qué cree al respecto?

–Que claramente no es el modelo de universidad que tuvimos en la Argentina, que dio cinco premios Nobel, un modelo único en el mundo, que es de calidad, gratuita y masiva. Cuando tocan los presupuestos universitarios, no están afectando solo a un docente, están afectando la calidad profesional del día de mañana y a los profesionales que imaginamos que necesita el país. Pero, la pregunta es: ¿para qué modelo de país? Por eso creo que la discusión oculta es qué salud pública queremos y qué modelo nos están ofreciendo.

–Pareciera que el Gobierno está definiendo el modelo de país por default.

Exactamente, porque nos llevan a discutir números, y no discutimos los términos sociales de sus decisiones. Nos están mostrando el modelo que quieren, pero no lo dicen abiertamente. Está afectada la posibilidad de atención, por ejemplo, cuando hay menos cirugías, pero también estamos diciendo que aquella persona que vino en busca de una cura no la encuentra en tiempo y forma, y que hay una menor posibilidad de formación. Por eso hay una doble afectación sobre la población. Los hospitales universitarios son escuelas en las que se enseña y practica desde la atención primaria hasta la alta complejidad porque es el lugar donde se forman profesionales. Y por eso, el abordaje de un hospital universitario es mucho más profundo y complejo que en un hospital general. Eso es lo que está en peligro, además del modelo universitario argentino. Cuando baja la calidad de atención por no tener presupuesto, lo que están bajando -también- es la calidad de la formación. Cuando el director del hospital mencionó que los quirófanos están funcionando a menos, lo que también está diciendo es que hay menos cirugías y que los residentes que se están formando tienen menos posibilidad de hacerlo. Y eso también implica una menor calidad de formación para el ámbito privado, porque no todos los profesionales -luego- trabajan en hospitales públicos, así que creo que en el caso de los hospitales universitarios el problema es doble porque tiene que ver con la atención primaria de la salud de la población que no puede acceder a un sistema de salud privado, pero además con la calidad formativa. En el 2024, el Clínicas atendió a más de mil personas por día, y mucha de esa gente no tiene ninguna cobertura de salud, ni obra social, ni prepaga. ¿Cuál es la idea? ¿Dejarla librada a su suerte? Parecería que sí.

–He leído algunos posteos de médicos que critican a los trabajadores y se preguntan por qué se acuerdan ahora de quejarse cuando estas crisis de los hospitales universitarios o el Garrahan, viene de antes.

–Es lamentable que un médico que haya pasado por el Clínicas piense esto. No me parece que no estén entendiendo cuál es la verdadera situación, no les importa. Las posiciones político partidarias impiden ver la situación. 

Sarotto: “Una sociedad enferma es más cara que invertir en salud”

“La única verdad es que no hay plata, y sin plata no hay medicina posible porque es un bien muy costoso. Curarse es caro, pero estar enfermo también lo es. Lo que esta gente no entiende es que la gente enferma le sale muy cara al Estado. Hay que entender que tener una sociedad con gente enferma sale más caro que gastar en salud”, dijo a Y ahora qué? Luis Sarotto, presidente de la Asociación Médica del Hospital de Clínicas.

–Pero lo tendría que entender el Ministerio de Educación en este caso.

–El Estado en todas sus formas, porque el Estado puede decir que es el Ministerio de Educación o el Ministerio de Salud. A mí no me importa, siempre es el Estado, el Ejecutivo que tiene un lazo con los ministerios, y que debe entender cuáles son las necesidades porque desde Economía es desde donde se envían los fondos. El Estado es un todo.

–Con ese criterio, en el Estado hay un Ministerio de Salud que debería entender el tema de la salud como usted lo está proponiendo y, sin embargo, no lo están haciendo.

–Hay muchos trabajos científicos que demuestran que la enfermedad tiene un costo social muy grande y un costo económico terrible. Si uno puede atender bien y rápido a un paciente que puede reingresar al mundo laboral, es económicamente eficiente ser sano, pero a veces parece que cuesta entenderlo. Y también hay que reconocer que la salud no vende. Sacando la pandemia, es muy raro que vendan salud como bandera. La salud no es un caballito de batalla para una campaña política en la que te vendan salud y la gente vote a favor de esa propuesta. Puede que la salud no sea un bien preciado al momento de votar.

–Entonces con más razón da para pensar que no hay un problema estrictamente económico, sino que pareciera haber una política de Estado que apunta a destruir el sistema de salud pública.

–Tal vez no entienden la necesidad de la salud. Si, por ejemplo, la población enferma es del 8% o del 10% y hay un 90% sana, ¿vas a trabajar para ese 10% que sufre y no le alcanza la plata? Ahora, si vos tuvieras un 80% de la población enferma sería diferente… por eso la salud en el COVID ocupó un eje central, porque la gente tenía miedo de morirse. Ahí nos aplaudían y encendían velas por el personal sanitario. 

–Pero usted habla de la relación médico-paciente. Y en la pandemia de coronavirus, con o sin errores, hubo un Estado que se ocupó. En Brasil, con Bolsonaro, por ejemplo, no pasó en la misma medida y hablaban de “gripezinha”, y para Macri era “una gripe, un poco más grave”.

–Donald Trump ganó las elecciones y es antivacunas.

–¿Y no le resulta incomprensible? Si el dato del 10% de la población enferma fuera real, o el porcentaje que fuese, es el Estado el que no cree que hay que darle pelota a la salud de esa gente.

–Sí, bueno, puede ser. En mi consultorio tengo un bisturí que me regaló el nieto de Ramón Carrillo. Ese tipo fue un ídolo que pensó que había que trabajar para la gente, prevenir, vacunar y luchar contra el Chagas y tantas otras cosas… Lo que yo planteo siempre es que pensar en la salud pública no es ser comunista. Desde Londres a Beijing te das cuenta que la salud es política de Estado en el mundo. Los ingleses tienen una salud pública espectacular. ¿Son comunistas los alemanes?: no. O el Obamacare (la Ley de Atención Médica Asequible). Obama tampoco es comunista. La dirigencia de estos países entiende que necesitan un sistema de salud que sostenga a una sociedad, y sabe que tienen que formar médicos porque son los que los van a cuidar. El cuidado de la salud es un tema global, Noruega, Suecia, Inglaterra, Italia, España, Francia, donde vayas hay un buen sistema de salud. 

–¿Cuáles son los países que tienen mal sistema de salud? 

Los países pobres. No voy a dar nombres porque yo soy profesor de muchas universidades de países que están en desarrollo y que están en peores condiciones que nosotros. Ahí es donde ves que la población no tiene el soporte de salud que un ser humano merece. Por eso hay gente que viene a atenderse acá. Por eso tenemos una historia de una salud pública saludable. Nosotros luchamos para no perder un sistema de salud pública saludable porque el mundo desarrollado entiende que la salud pública es una necesidad.

–¿En qué situación estamos hoy?

–Se necesita una revisión de lo que está pasando porque no estamos bien, los pacientes, por ejemplo, esperan mucho para curarse o para operarse. Hay mucha gente que se ha caído de los planes de salud. Las estadísticas indican que las empresas prepagas han perdido socios, y esa gente va al sistema de salud público. No hay otra. Yo entiendo que el país está mal, pero tenemos que poner prioridades y hay que pelear desde el punto de vista humanitario, de modo pacífico, entendiendo por las buenas que hay que ser empático con el otro y ayudar al que lo necesita. La historia pasa por ahí, en ayudar a los que lo necesitan. La Asociación Médica del Hospital de Clínicas no es una organización política, tiene una mirada de acompañamiento al médico en su problemática diaria. En un hospital público no podés evitar ver al que viene con las zapatillas rotas y está enfermo. Tenemos una vocación de servicio y nos es importante ayudar al otro por el otro, y no por una recompensa económica. En el hospital cobrás un sueldo mensual igual a lo que ganaríamos en una cirugía en el sistema privado, pero acá venimos todos los días, y nos levantamos a las seis de la mañana porque nos gusta el hospital, nos gusta ser profesores, estar en contacto con los jóvenes y formar gente. Tenemos que tener en claro que todos nos vamos a enfermar y que vamos a necesitar de un médico de calidad en unos años. Porque ese problema lo vamos a tener todos.

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