Cuando esta cuarta edición de ¿Y ahora qué? comience a circular por las redes, el 9 de febrero, el presidente Milei habrá derramado lágrimas en el Muro de los Lamentos el martes anterior, se habrá entrevistado con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu el miércoles, ha de viajar a Roma para reunirse con la lideresa de la ultraderecha Giorgia Meloni y, finalmente, será recibido el lunes 12 por el Papa Francisco. Con él tiene una coincidencia, aunque por motivos opuestos.
En un reciente reportaje, la primera mujer laica argentina que ocupa un lugar en el Vaticano como secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, Emilce Cuda, especialista en teología moral social y autora del libro Para leer a Francisco. Teología, ética y política, reflexionó sobre la diferencia entre libertad individual y libertad del pueblo. Quien fuera profesora en varias universidades nacionales y en varias en los EE.UU. (Boston College University, Northwestern University, St. Thomas University y De Paul University), dijo que la Iglesia católica es una institución, “un pueblo que camina en la historia”, donde hay continuidad y “aggiornamento”. Luego aseguró que el Papa Francisco pide a sus miembros ser apóstoles, ir hacia adelante sin miedo, con valentía, con parresía, término que desde Eurípides a Foucault se refiere al compromiso del sujeto que habla con la verdad, sosteniendo un compromiso radical dado que a menudo la verdad lo pone en peligro.
El Papa Francisco ha decidido continuar en octubre de 2024 el sínodo que sesionó durante 2023 para tratar el tema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. De ahí que Emilce Cuda se pregunte, al reflexionar en torno de la palabra “sinodalidad”, si los cristianos, los católicos, “tenemos la capacidad para caminar juntos, para poder dialogar sin querer aniquilar las diferencias, encontrar los puntos en común”. Y agregó: “Me parece maravilloso que la Iglesia Católica ponga sobre la mesa el tema de la sinodalidad en un momento donde en las instituciones terrenales históricas tenemos grandes crisis de representatividad. Tenemos amenazas todo el tiempo, donde en lugar de pedir sinodalidad y diálogo, se está pidiendo intervención de fuerzas militares, cárceles, policías, guerras. En un momento de crisis de representatividad, la Iglesia Católica está dando un ejemplo con este llamado del papa Francisco. Está llamando a ver si podemos escucharnos”.
La especialista en teología moral social aseguró “que todos podemos discernir entre lo bueno y lo malo, para mí y para mi pueblo, y hablar en sentido de pueblo también, que eso es algo judeo-cristiano y que hoy también se desdibuja bastante: ¿hablamos de la libertad de un individuo o la libertad de un pueblo, es un pueblo que camina en la historia o es un individuo? ¿La historia es la historia de una suma de méritos o es el valor de instituciones solidarias las que hacen la realidad de un pueblo y de las personas que lo integran?”
La visión del Presidente
Hubo en noviembre de 2018 una charla TEDxSan Nicolás, o sea, organizada bajo licencia de TED pero en forma independiente. En esa modalidad de las conferencias TED (por sus siglas en inglés, Technology, Entertainment, Design, igual que en castellano, Tecnología, Entretenimiento, Diseño) se presentó el ahora Presidente Javier Milei. Autodefinida como una organización sin fines de lucro, TED se dedica a detectar y poner en circulación “ideas dignas de difundir” (ideas worth spreading) en un formato que por momentos evoca desde la mera conferencia académica hasta el soliloquio dramático o algún paso de comedia stand up. Por su parte, en la carta de presentación de TEDxSan Nicolás, además de advertir que fue organizado por un equipo de voluntarios que trabajan sin fines de lucro en el campo de las ideas, las cuestiones sociales, la tecnología, el diseño y la ciencia, asegura que la iniciativa busca impactar positivamente en la sociedad de San Nicolás y alrededores mediante eventos donde oradores de todo tipo expresan ideas, en charlas de hasta 15 minutos, con las que creen que cambian o han colaborado en cambiar el mundo.
En el caso de Milei, tituló su intervención de modo altisonante: “La estruendosa superioridad del capitalismo”, y abordó el asunto con estilo histriónico, haciendo en algunos momentos contorsiones groseras y burlándose de sus contendientes imaginarios como si con ellos compartiera el plató. Empezó con una encendida apología del sistema capitalista, y luego de caracterizarlo como una máquina de sacar gente de la pobreza, dijo que es el único sistema justo y, por añadidura, estéticamente superior a cualquier otro.
Exhibió estadísticas de los últimos 2.000 años, cuando no de la entera historia de la humanidad, para demostrar que a partir del siglo XIX, desde la Revolución Industrial, el crecimiento fue exponencial:
–¿Por qué? –preguntó– ¿Cuál es la magia que explica todo esto?
–La libertad –aseguró.
Comparó países con diferentes grados de libertad que demostrarían, según él, que los menos libres exhiben niveles de vida inferiores a los más libres. Y tras un derrotero por cifras surtidas aseguró que las cinco claves virtuosas del capitalismo son la propiedad privada, los mercados libres, la competencia, la división del trabajo y la cooperación social. Así que rutinariamente Milei se mostró un entusiasta exponente de la escuela económica liberal austríaca, enfrentada tanto a neoclásicos como keynesianos, marxistas o monetaristas, autopercibida como animadora de “la ciencia económica del libre mercado” y basada en el individualismo metodológico.
Como quien sigue una costumbre, defendió la teoría subjetiva del valor, según la cual cada participante es propietario de alguna mercancía que debe transar libremente en el mercado. El valor de esa mercancía está determinado por las preferencias de los adquirentes y usuarios, y la escasez. La justicia del sistema se verifica porque premia a los factores (la tierra, el trabajo, el capital y la aptitud empresarial) más productivos, partiendo la totalidad de ellos en un plano de igualdad perfecta, y quedando afuera del mercado los que carecen de aptitud para ofrecer mejor calidad y precio. Y en este punto, claramente enfrentado a la teoría objetiva del valor, o la teoría del valor trabajo que sentencia que el valor de las mercancías viene dado por el tiempo socialmente necesario para producirlas, Milei se refirió a la cooperación social, definiéndola como “no poder ser exitosos en el capitalismo sin servir al prójimo con bienes de calidad a mejor precio”. Y agregó: “Ustedes podrían odiar al otro; sin embargo, como su progreso económico y su bienestar material depende sustancialmente de que su producto sea elegido por el otro, lo tienen que tratar bien, ¡aunque lo odien!”
La teoría subjetiva del valor, ciertamente, implica al individualismo.
Dilemas y perplejidades
Emilce Cuda opinó que el individualismo es una posición egoísta y dañina, que termina lastimando a quienes la practican. Y agregó: “Estamos siendo víctimas en este momento de conductas individualistas que nos tienen, como ha dicho el Papa, en todas estas guerras, en estas guerras a pedazos.” Y además aseguró, interrogada al respecto, que a su juicio no hay individuos, que “hay una fantasía de que uno es un individuo, cuando uno es una persona”. Y agregó que “desde la posición cristiana católica hablamos de persona; el concepto de persona es justamente lo que yo me voy haciendo a mí misma a lo largo de la historia, en relación con otros”.
En línea con lo anterior, para Emilce Cuda el cristianismo no es una posición individualista, lo cual “no significa que a una persona que se perciba a sí mismo como individualista, yo lo expulse del cristianismo, porque ahí estamos tocando un terreno muy delicado”. En definitiva, personas como ella se dedican a “predicar un evangelio de un Jesucristo que se presenta como persona y que nos pone en valor como persona”.
Una rara coincidencia
Como en otras ocasiones, el presidente Milei en el TedxSanNicolás expresó un desacuerdo frontal con algunos consuelos, o verdaderas coartadas, que suelen formular economistas no precisamente progresistas o de izquierda. De una de ellas, dijo: “Por eso no tiene sentido esa estupidez de la teoría del derrame. No hay derrame. Desafío al que quiera, dónde la literatura liberal habla del derrame. Jamás hablamos de esto porque, a ver, a Steve Jobs no se le derramaba nada, a Bill Gates… Ni ellos tampoco fueron un derrame de IBM. Digamos, al que gana plata no se le derrama nada”.
Curiosa coincidencia, aunque por motivos distintos, con el Papa Francisco que, en 2013, también se había referido a las «teorías del derrame» en su exhortación apostólica Evangelii gaudium. Escribió el Papa: “Algunas personas continúan defendiendo teorías del derrame que asumen que el crecimiento económico, alentado por un mercado libre, inevitablemente tendrá éxito en lograr una mayor justicia e inclusión en el mundo. Esta opinión, que nunca ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza cruda e ingenua en la bondad de quienes ejercen el poder económico y en los trabajos sacralizados del sistema económico prevaleciente”.
Referencias:
*Reportaje a Emilce Cuda, por Jorge Fontevecchia.
*TEDxSanNicolas Javier Milei. La estruendosa superioridad del capitalismo