La derecha brasileña toma la iniciativa

Cuesta creerlo, pero la masacre en Río resultó popular y le dio aliento a un bolsonarismo desconcertado. La militarización del Caribe y las tarifas en la Corte Suprema de EEUU.

La masacre de Río de Janeiro está mostrando su impacto electoral a menos de un año de las presidenciales brasileñas de 2026. Es horrible, pero el 57 por ciento de los cariocas está de acuerdo con este tipo de operaciones de guerra contra los narcos. En otros estados de la Unión, especialmente donde domina la derecha bolsonarista, hubo claros apoyos al operativo militarizado, y sus gobernadores se atropellaron para felicitar al colega Claudio Castro. Lo más notable es que el tema le devolvió el aliento a una derecha que venía desalentada por la condena a Jair Bolsonaro por golpista y por la percepción de que pedirle sanciones a Donald Trump era de cipayos. Al precio de 121 vidas -cuatro policías y el resto “bandidos”, como dicen por allá- corrieron el discurso para su lado.

El tema de la seguridad en Brasil va en serio, como sabe cualquiera que visite y se aleje un pelito de las playas chetas. El ojo observador verá las rejas, el alambrado de navajitas, electrificado, las cámaras y los omnipresentes “seguranzas” de uniforme. Esto en barrios que van de ricos a clase media, que se pueden pagar esas cosas. El que vive atrapado en la violencia, el chantaje, la venta de “protección”, es el favelado. Es gente que sabe que te reclutan a los hijos y que la peor desgracia que podés tener en esta vida es tener una hija hermosa…

El presidente Lula da Silva reaccionó con la agilidad de siempre -a los ochenta, sigue picando en punta- pero en cierto grado tuvo que aceptar la agenda que le imponían. La seguridad pública, como la inflación, no es un punto fuerte de las agendas progresistas, con lo que funcionan como una grieta para que te corran por derecha. Al contrario que Patricia Bullrich, que inventa peligros, la violencia en Brasil es real y masiva. La tasa de homicidios en Río es siete veces la del AMBA, la de San Salvador de Bahía es diez veces.

En agosto, Lula le dio un golpe muy fuerte a los narcos, producto de una prolija operación de inteligencia financiera que terminó en la confiscación de cash y propiedades por doscientos millones de dólares. Eso va directo al corazón, porque el Comando Vermelho, la mayor de las 88 bandas del país, ya factura diez veces más en negocios de cobertura, legales, que en el narcomenudeo. De hecho, ya tiene más contadores y gerentes que importadores de cocaína.

Pero eso resulta abstracto cuando vuelan las balas y se vive bajo control narco, como en las favelas atacadas la semana pasada. Ni hablar de la clase media que ve todo por televisión y por reflejo pide bala para el delincuente pobre, morocho, mulato. Y para el sospechoso también, por las dudas. Nadie, excepto los especialistas, se acuerda de que la violencia venía bajando fuerte desde el comienzo del gobierno Lula, con una espectacular caída del 40 por ciento en los asesinatos. 

Que bajar la violencia es necesario es una idea que derrama por caminos inesperados. El FMI calcula que si Brasil lograra reducir la violencia a niveles “normales” -digamos EEUU, para no irnos a un país realmente no violento- el PBI del país subiría un 0,8 por ciento, sólo por el ahorro en represión, ambulancias, horas perdidas de trabajo. El Fondo no se animó a calcular las inversiones que pierde un país violento donde la inseguridad es más que jurídica, pero destacó que es un tema importante. 

Pero el FMI avisó que reprimir y listo no sirve, y dio un ejemplo, el de El Salvador, donde la tasa de homicidios cayó de 108 por cien mil habitantes en 2015 a 2 por cien mil en 2024. Increíble resultado, pero el presidente Nayib Bukele terminó mandando presos al dos por ciento de la población, un disparate. No hubo inversiones, el crecimiento fue modesto y Freedom House bajó al país de “libre” a “parcialmente libre”, muy por debajo de Brasil. Los standards de Freedom House no son exactamente utópicos, con lo que por ejemplo Chile aparece con una buena ubicación en su ranking internacional, pese a la fama de los Carabineros. Chile subió su tasa de homicidios cada cien mil personas de 3 a 6, alcanzando a EEUU pero muy debajo de Brasil, con lo que la economía no fue afectada.

Crueldades norteamericanas

El sábado pasado se acabaron los fondos para el programa SNAP, los viejos cupones de comida para los que ganan menos. En Estados Unidos, el país más rico del mundo, hay cuarenta y dos millones de personas, la mayoría chicos, ancianos, jefas de familia, que literalmente no llegan a comer sin esa tarjetita de cajero. El mismo día, Donald Trump dio una gran fiesta de Halloween en su resort de Mar-a-Lago, con invitados VIP, ricos y famosos. El tema: El Gran Gatsby, símbolo de la grosería y la grieta social de los años veinte.

El programa de alimentos ni siquiera es tan caro, pero cayó en la bolada de la falta de presupuesto. Los demócratas se le plantaron a Trump y rechazaron el presupuesto de este año porque recortaba hasta el hueso los programas de salud, una obsesión MAGA. Como el Ejecutivo de allá tiene pocos fondos discrecionales, la falta de presupuesto realmente paralizó al Estado. Por ejemplo, hace dos meses que no se compilan las estadísticas de empleos o las de inflación. Y están por reducir los vuelos en cuarenta aeropuertos, porque los controladores aéreos no cobraron.

Los republicanos culpan a los demócratas y aprovecharon esta crisis para hacer algunas crueldades de las que les gustan. La mayoría de los fondos de SNAP se gastan en pequeños negocios, las famosas bodegas que funcionan como nuestros supermercados chinos, presentes en casi cada cuadra. Los dueños decidieron hacer algo al respecto y le ofrecieron descuentos a quienes le mostraran la tarjeta sin fondos y tuvieran que pagar con su escaso efectivo. Súbitamente, el gobierno federal mandó un masivo mail a todos estos comerciantes, recordándoles que según la ley no pueden tratar a los beneficiarios de ningún modo diferente a los demás clientes. La ley existe y es parte de la codificación del programa, pero la idea era evitar que les cobren de más o de cualquier manera los estigmatizaran. Los republicanos MAGA la usaron ahora para castigar al que le de una mano al pobre.

Y algo que se repitió como un mantra en el país: ¿hay plata para ayudar a Javier Milei pero no para darle de comer a la gente?

Aviones misteriosos

Bukele parece que le está haciendo otro favor a su compadre Trump: el aeropuerto internacional de El Salvador es ahora una base aérea norteamericana para los ataques a lanchas, supuestamente narco, y en potencial a Venezuela. El dato lo trajo el diario The New York Times, que tiene una suscripción a un sistema de fotos satelitales de precisión e hizo zoom sobre el aeropuerto salvadoreño. Hace años ya que EEUU tiene un par de hangares allá en la punta, por un viejo convenio que le permite tener un “puesto de observación y control” en suelo salvadoreño. Pero el Times encontró ahora un AC130 Ghostrider, que es una poderosa plataforma de tiro aéreo capaz de lanzar misiles antinavales o cañonear barcos con fuego automático de alta velocidad. También había un avión naval de observación, que en general se usa para monitorear comunicaciones o rastrear blancos, pero también puede ser armado con misiles. Y, lo más siniestro, encontraron ahí estacionado en la pista un C-40 Clipper, un avión casi secreto que nadie sabe bien para qué se usa. Este Clipper en particular no tenía insignias de ninguna fuerza… está de incógnito.

Todo esto se suma a las escuadrillas y escuadrillas que ya se trasladaron a Puerto Rico, el territorio norteamericano más cercano a Venezuela. Este complemento aéreo es muy poderoso, suficiente para empezar una guerra o hacerle un bloqueo aéreo total a un país. La bola de la semana fue que en realidad la idea es invadir la isla de Trinidad y Tobago, soberana pero pegadita a la costa venezolana…

Reacciones

El martes fue electoral en Estados Unidos y a los republicanos no les fue nada bien. En Nueva York ocurrió un milagro: ganó la elección a intendente un socialista, musulmán y nacido en Uganda. Zohran Mamdani tiene 34 años, es alto y buen mozo, tiene una esposa elegante como una Jackie Kennedy, y es perfecto en cada aparición pública. Su candidatura arrancó con un uno por ciento el año pasado y terminó con un 50 esta semana. Y le ganó a Andrew Cuomo, el mimado del aparato demócrata del estado y la ciudad. Mamdani es un conocido crítico de Benjamín Netanyahu y su destrucción de Gaza, y fue calumniado como comunista, antisemita y fundamentalista. Según las encuestas, un tercio de la enorme comunidad judía de Nueva York no dio bola y lo votó.

El mismo día, los republicanos perdieron feo en California, Maine, Nueva Jersey y Virginia, que eligieron demócratas para diversos puestos o aprobaron iniciativas demócratas. Un desastre para los MAGA, que ya andan mirando las legislativas del año que viene y temen otro. Puede ser, porque la percepción es que la economía no está virando para el lado que anunciaba Trump en campaña y sigue presa de su confusa política de impuestos a la importación, con pocos casos de sustitución de importaciones.

Los más conservadores, o neoliberales, o republicanos “centristas” están señalando problemas a largo plazo. Por ejemplo, cómo la xenofobia aplicada a los inmigrantes ya causó un drenaje de talento científico y técnico. Hace muchos años que EEUU disfrutaba de la ventaja de ser el mercado más atractivo para el talento mundial, atrayendo médicos, científicos, programadores y emprendedores como Elon Musk, sudafricano él. Hoy, los estudiantes de grado y los investigadores jóvenes ya se fueron o están atendiendo ofertas europeas o chinas para llevar sus cerebros por allá. Lo hacen antes de que la Migra les golpee la puerta y los deporte con lo puesto. Los únicos que entraron fueron otros sudafricanos, blancos todos y alguno quién te dice pariente de Musk, y ninguno científico.

A la vez, el Presidente Naranja se pelea con todos los aliados históricos en vez de montar un frente contra China. Esto sería más fácil de lo que uno imagina, porque China ya produce un tercio de todos los productos manufacturados del planeta, más que EEUU, Japón, Alemania y Corea del Sur combinados. En muchas capitales están pensando cómo hacer para no regalarle los otros dos tercios a Pekín, pero falta el aliado americano.

Quién sabe, la justicia logre encarrilar este problema. Este miércoles, la Corte Suprema escuchó los argumentos de una demanda múltiple contra los impuestos de importación presentada por varios estados de la Unión y por una verdadera colección de empresas medianas y pequeñas, afectadas en sus negocios. El fallo va a tardar, pero lo que se notó fue que los ministros del tribunal, progres y reaccionarios por igual, no aceptaban del todo los argumentos de la defensa oficial.

El tema de fondo es constitucional, por eso lo escucha el supremo tribunal. Es ley, ley vieja y ley fundamental, que sólo el Congreso puede imponer impuestos. Y esto no es apenas un tema legal, ya que hay que recordar que las trece colonias americanas se rebelaron porque el rey Jorge les puso impuestos sin autorización del Parlamento en Londres, ni hablar de las legislaturas locales. Por eso, el abogado del gobierno, John Sauer, dijo primero que nada que las tarifas a la importación no son un impuesto, que el Ejecutivo no defiende el derecho a imponer impuestos y que el hecho de que al cobrar tarifas se recaude y mucho es “incidental”.

Los supremos se lo comieron a preguntas, varias en mal tono.

Trump se basa en una ley de 1977, el Acta de Poderes Económicos de Emergencia, un resto de la crisis con la OPEP que permite sancionar a países que bloqueen o le suban los precios a Estados Unidos. Pero resulta que esta ley siempre se aplicó por rubros -petróleo, acero, electrónica, granos, lo que sea- pero no por países. Por ejemplo, si un país te cierra el mercado de granos, vos le podés cerrar el tuyo, pero no cerrárselo a todo lo que venga de ese país. La demanda afirma que Trump hace un mal uso deliberado de esa ley y que el silencio del Congreso actual, dominado por republicanos, no importa por la doctrina “de no delegación”, que prohíbe que el Legislativo le transfiera poderes propios al Ejecutivo.

Si la Corte le falla en contra a Trump, se le cae todo. El fallo puede tardar meses, hasta justo antes de la campaña por las legislativas 2026. Mientras, para que el presidente no se enoje y para reflejar la mayoría conservadorísima del tribunal, le permitieron prohibir que los pasaportes norteamericanos reflejen la autopercepción de género de los que los pidan. Tienen que tener el género y nombre del certificado de nacimiento.

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