El presidente número 47 de los Estados Unidos, POTUS 47, no deja de hacer travesuras. Pinchar el globo de la globalización las resume y expresa. Los arrepentimientos –reales o aparentes- por las consecuencias de romper el juguete forman parte de la orden del día. Todo sea por preservar el privilegio del dólar del que disfrutan los norteamericanos, que es el de pagar con su propia moneda las importaciones que hacen. Todo sea porque las multinacionales norteamericanas no dejen el suelo que las vio nacer y hacerse muy grandes.
Las especulaciones sobre la proterva hora presente global y su no menos ominosa perspectiva a mediano y largo plazo, sobrepasan largamente a las apologías. El balance de la métrica de los medios lo atestigua. Una encuesta de estos días de Pew sindica que Trump está perdiendo popularidad entre los norteamericanos que –según parece-, le reprochan pagar caro por los aranceles los bienes que consumen.
Una encuesta de AP-NORC (una consultora de Associated Press (AP) y el centro de investigación NORC, en la Universidad de Chicago) encuentra que el 77 por ciento de los estadounidenses espera que el plan arancelario del presidente Donald Trump aumente los precios al consumidor, y el 47 por ciento cree que estos “aumentarán considerablemente”. A pesar de estas cifras, sólo cuatro de cada 10 estadounidenses siguen aprobando la gestión de Trump de la economía y las negociaciones comerciales.
Es de presumir que el travieso POTUS 47 abona mala fama en todo el planeta. Curioso, porque todavía no hay encuestas globales que certifiquen que es menos digerido que la piel de Judas. No hay que perder de vista que, si las hubiera y con ese desagradable resultado, es de prever que a los cultivadores de la espinosa american beauty les importe tres rábanos. A Suburbia no la suele conmover en lo más mínimo lo que corre y ocurre al sur del Río Grande.
En temporadas de apologías y rechazos la superestructura ideológica cimbra porque la base material de la acumulación de capital no funciona al alza como es de costumbre. De suerte tal que su tarea de justificar el orden establecido pierde pie, porque los elementos que lo configuran vacilan en gran forma y la euritmia hace sentir su ausencia. Ahora hay desorden establecido, –travesuras del POTUS 47 mediante- en la economía-mundo y en la economía mundial.
Lo cierto es que la agitación que sobreviene por el desorden establecido deja más expuestas las fantasías o cortedades de los que tienen la sartén por el mango –y el mango también. A la derecha y a la izquierda, los análisis se vuelven altamente especulativos. Los unos porque quieren conservar. Los otros porque no aciertan con qué reemplazar. La paradoja de los tiempos que vivimos, entonces, deviene de rehusarse a dejar un estado de cosas que condujo a esta inopia y querer conservar lo que pide a grito pelado ser reemplazado.
Al revisar el comportamiento del POTUS 46, Joe Biden, y una serie de conceptualizaciones que se ventilan por los medios sobre las consecuencias del POTUS 47, hay unas cuantas cosas que se pueden asimilar en función del interés nacional de los argentinos. Incluso -y fundamentalmente- al confrontar con lo que ganamos en el lejano pasado y perdimos en el cercano presente, en materia de progreso social y económico.
De Boogie el aceitoso a Donald el reculador
El POTUS 47 está poniendo en duda su fama de malo de la película. Lo empujó hacia atrás el desplome reciente y recurrente de los activos financieros estadounidenses. La dinámica del actual juego de poder entre el POTUS 47 y las grandes corporaciones luce sencilla de colegir. Si Trump recula de los objetivos reindustrializadores que dice perseguir, los activos financieros norteamericanos, que venían perdiendo billones de dólares de valor de mercado desde que el POTUS 47 materializara formalmente tal o cual medida proteccionista, lo recuperan a buen ritmo.
El POTUS 47 desechó que planeaba despedir al presidente de la Reserva Federal, Jay Powell, porque éste se niega a bajar la tasa de interés, como desea el primer mandatario. El Wall Street Journal (WSJ) comenta que entre los funcionarios cercanos a Trump que han apoyado firmemente la continuidad de Powell se encuentran el secretario del Tesoro Scott Bessent y el secretario de Comercio, Howard Lutnick. La nota del WSJ señala que estos funcionarios persuadieron al POTUS 47 de no intentar despedir a Powell, evitando así más turbulencias en el mercado y una prolongada batalla legal. Powell sostiene que legalmente no puede ser despedido. Formalmente la Reserva Federal es independiente de la Casa Blanca.
Trump, que no pierde el pelo –teñido con esa tintura de tonalidad zanahoria tan singular, cabellera que hasta inspiró un episodio de los Simpson años ha- ni tampoco las mañas, para seguir con los consejos de Zapata que si no la gana la empata, el martes consideró que “es el momento perfecto para bajar la tasa de interés». En este punto el mercado le debe creer, porque el dólar global se está devaluando. Si la tasa que fija la FED tiene perspectivas de subir, el dólar se revalúa y viceversa.
Para tirarle un hueso grande a los capitostes de las grandes corporaciones prometió ser “muy limpio” en las negociaciones con China en tanto dijo que el arancel de 145 por ciento “Se reducirá sustancialmente, pero no será cero”. Redondeó el POTUS 47 su idea de acercamiento a China pronosticando que “Vamos a ser muy amables. Ellos van a ser muy amables”. Los optimistas ven una señal inequívoca de que es más probable que Trump ceda en los gravámenes antes que los intensifique. Los pesimistas dicen que son papeles al viento.
El comercio total entre las dos superpotencias fue de 582.000 millones de dólares en 2024. Los datos de la OCDE ponen de manifiesto que la participación de los Estados Unidos en las importaciones mundiales totales de bienes fue del 15,4 por ciento, pero su participación en la demanda final (que considera el valor agregado en cada etapa de la producción) fue del 17,5 por ciento, casi el doble de China con 9,7 por ciento y bien arriba de la UE con 11,3 por ciento. No hay que perder de vista que los Estados Unidos representa aproximadamente el 4 por ciento de la población mundial, la UE con sus 27 estados miembros el 5,6 por ciento y China alrededor del 18 por ciento. Los datos de la OCDE corresponden al 2019, último año pre-COVID para el que se pueden calcular estos datos.
El sitio de noticias Axios, comentó que Trump se sintió especialmente interpelado cuando los directores ejecutivos de Walmart, Target y Home Depot, las corporaciones emblemáticas del abastecimiento del consumo de los hogares norteamericanos, le advirtieron en una reunión con él, que los aranceles podrían obstaculizar las cadenas de producción y abastecimiento elevando los precios y dejando las góndolas vacías en sus enormes locales.
Las fuentes del sector de logística norteamericano destacan que los importadores estadounidenses ya han comenzado a cancelar envíos desde China, y los envíos entre los Estados Unidos y China han caído un 60 por ciento en las semanas posteriores al anuncio de los últimos aranceles sobre China.
Según la agencia Bloomberg, Scott Bessent el martes en una conferencia de JP Morgan Chase –a puertas cerradas- le dijo al auditorio de inversores que la guerra comercial con China no era viable de manera que se iban a poner de acuerdo para bajar fuerte el tono del conflicto. Asimismo, admitió que los acuerdos con Japón o India serán más fáciles de alcanzar que con China. Las previstas como arduas negociaciones con China, aún no han comenzado, pese a que los funcionarios norteamericanos –salvo el irreductible Peter Navarro- dan –bajo cuerda- a entender que se está conversando mucho.
El martes las acciones subieron en todo el mundo. A pesar de ese repunte -entre martes y miércoles el S&P 500 subió 4,2 por ciento-, el S&P 500 ha bajado un 4,6 por ciento desde el anuncio del POTUS 47 el 2 de abril de aranceles recíprocos.
Los operadores de los mercados financieros y bursátiles estaban corriendo tras los trascendidos publicados en el Financial Times y en el Wall Street Journal. El diario inglés dijo tener el dato que bajarían algunos aranceles a los automóviles. El diario de la Gran Manzana informó que el POTUS 47 se dispondría a bajar fuerte unos cuantos aranceles aplicados a China. A la reducción del arancel al 35 por ciento para los productos chinos no relacionados con la seguridad nacional, se le sumaria que la tasa arancelaria general sobre las importaciones chinas podría bajar al 50 por ciento.
Con ser un promedio arancelario muy alto, representa una reducción significativa con respecto a los niveles actuales que frenan el comercio. Los optimistas, de parabienes. Los pesimistas les recuerdan que se espera que los aranceles a las autopartes entren en vigor a más tardar el 3 de mayo. Y existe la amenaza de nuevos gravámenes a las industrias farmacéutica y tecnológica.
Scott Bessent, que a mediados de semana manifestó que hay un crédito disponible del gobierno norteamericano para apoyar al gobierno argentino si hay un shock global que lo afecte, en razón de lo bien que –a juicio del gobierno de Trump- están haciendo las cosas los libertarios, advirtió que, si bien los aranceles puestos a China van a bajar, un acuerdo comercial integral podría tardar de dos a tres años.
El jueves los mercados perdieron el entusiasmo. Pero no del todo. Las acciones mantuvieron su ritmo, subiendo por tercer día consecutivo. El repunte de esta semana es el más sostenido desde que Trump introdujo aranceles recíprocos este mes, lo que sacó al S&P 500 de la zona de corrección. En el ámbito bursátil se denomina “zona de corrección” al período en el que el precio de un activo (como acciones o índices) soporta una caída del 10 por ciento o más desde un máximo reciente. Las acciones en Asia y Europa, el dólar y los bonos y obligaciones del Tesoro estadounidense están repuntando.
Las sospechas que los contendientes se bajaron del caballo priman sobre las miras escépticas. Eso no quita que de acuerdo a un análisis de Reuters más del 90 por ciento de las empresas del S&P 500 que han presentado sus resultados hasta ahora han mencionado la palabra “aranceles”. Varias empresas recortaron o retiraron por completo sus previsiones para el año ayer, sumándose a un grupo creciente de empresas que culpan a los aranceles de la incertidumbre sobre el futuro. Para un balance definitivo de esta situación aún faltan muchos informes de resultados del primer trimestre.
Seguir a flote
Con franqueza, Ruchir Sharma, presidente de Rockefeller International (FT, 21/04/2025) señala que “Es probable que los grandes perdedores sean los mayores beneficiarios de la globalización: las multinacionales estadounidenses”. Ocurrió que “A medida que las barreras al comercio y al capital se desplomaron en las últimas décadas, las corporaciones estadounidenses aumentaron sus ganancias mucho más rápido en el extranjero que en el país”.
Según los datos de Sharma “Los márgenes de beneficio de las empresas del S&P 500 se habían mantenido estables desde la década de 1960. Posteriormente, los márgenes casi se duplicaron, alcanzando alrededor del 13 por ciento después del año 2000, coincidiendo con la entrada de China en la OMC”. Así es que “Muchos gigantes estadounidenses generaron ganancias extraordinarias, mucho mayores que las de sus rivales del mundo desarrollado, aprovechando el atractivo de las marcas estadounidenses y externalizando la producción a países con los costos más bajos. Hoy en día, las multinacionales estadounidenses generan más del 40 por ciento de sus ingresos en el extranjero. Los mayores beneficiados fueron los del sector manufacturero, que, en promedio, pagan a sus trabajadores en el extranjero un 60 por ciento menos que a su personal en el país”, consigna Sharma.
De ahí que las corporaciones presionan para que bienes como los automóviles y la tecnología pasen de largo del cedazo proteccionista, en tanto las importaciones no estratégicas les interesan nada que se graven con fuertes impuestos. El Financial Times se hizo eco del rumor de que Apple está acelerando su decisión de trasladar toda la producción del iPhone destinada al mercado estadounidense desde China a la India. Sería en función de esa estrategia de grandes no, sectores chicos sí.
Por otra parte, nadie puso el grito en el cielo cuando el martes el Departamento de Comercio de Estados Unidos anunció que impondría aranceles de hasta el 3.521 por ciento (sí, tres mil quinientos veintiuno) a las importaciones de celdas para paneles solares de cuatro países del sudeste asiático: Malasia, Camboya, Tailandia y Vietnam.
Desde que se puso en vigencia un subsidio para la fabricación de energía limpia en 2022, las celdas importadas que se ensamblan en paneles en fábricas estadounidenses alcanzaron un auge. El mercado que abastecen los cuatros países sancionados se calcula que significa 10.000 millones de dólares anuales. Las celdas fabricadas en Laos o Indonesia no fueron denunciadas.
En junio la Comisión de Comercio Internacional dirá si procede a colocar derechos compensatorios y antidumping tras la investigación que se iniciara durante el gobierno de Biden por una denuncia del Comité Comercial de la Alianza Estadounidense para la Manufactura Solar. A los exportadores de paneles solares de Camboya se les aplicarían aranceles del 3.521 por ciento, porque se negaron a cooperación con la investigación del Departamento de Comercio. Algunas empresas chinas con fábricas en Tailandia afrontarían un arancel de 375 por ciento. A otras de Malasia se las penaría con un arancel del 42 por ciento.
A todo esto, Guo Jiakun, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China comunicó a mediados de esta semana que “No ha habido consultas ni negociaciones entre China y Estados Unidos sobre aranceles, y mucho menos se habló de llegar a un acuerdo”. El jueves el portavoz del Ministerio de Comercio chino He Yadong especificó que “Las medidas arancelarias unilaterales fueron iniciadas por Estados Unidos”, por lo que “Si Estados Unidos realmente quiere resolver el problema, debería (…) cancelar por completo todas las medidas arancelarias unilaterales contra China y encontrar una manera de resolver las diferencias mediante un diálogo igualitario”.
¡A la pelota! No tan rápido. Este viernes, o sea un día después de la compadreada china, Reuters informó que Pekín eximiría algunos productos críticos de su vengativo arancel del 125 por ciento. El gobierno chino está requiriendo a las empresas que identifiquen las importaciones que necesitan para seguir operando. Bloomberg dio cuenta que esa eximición de los aranceles más onerosos sobre importaciones vitales de Estados Unidos, alcanzaría a rubros como el arrendamiento de aviones, equipos médicos y productos químicos industriales, entre no muchos más.
La asamblea del FMI y el BM
Mete púa, el clima de enfriamiento económico que envolvió la conferencia de prensa del martes convocada para dar cuenta de la asamblea de primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial que se llevó a cabo durante la seman en Washington. Las fluctuaciones arancelarias han paralizado a las empresas, y el FMI ahora pronostica que eliminará gran parte del crecimiento mundial este año.
El economista jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas informó en esa conferencia de prensa que el FMI rebajó las expectativas de crecimiento económico mundial para 2025 del 3,3 por ciento al 2,8 por ciento, y el crecimiento del comercio mundial en más de la mitad, del 3,8 por ciento del año pasado al 1,7 por ciento. “Desde enero, hemos entrado en una nueva etapa”, caracterizó Gourinchas a las consecuencias del baile arancelario cuya música toca el POTUS 47.
Las estimaciones del FMI indican que los aranceles mundiales se encuentran en su nivel más alto desde la Gran Depresión, tras la imposición por parte de Donald Trump de un arancel del 10 por ciento a casi todas las importaciones, junto con aranceles de al menos el 145 por ciento a los productos chinos que entran a los Estados Unidos.
“Más allá de los propios aranceles, el aumento de la incertidumbre política -relacionada con la política comercial, pero también de forma más amplia- es un factor clave en las perspectivas económicas”, apuntó Gourinchas. Como resultado, Estados Unidos experimentó la mayor rebaja de calificación entre las economías ricas, con un crecimiento previsto para 2025 que pasó del 2,7 por ciento al 1,8 por ciento en las proyecciones del crecimiento del PIB calculadas por los técnicos del FMI.
Gourinchas atenúo el alcance de las proyecciones indicando que la rebaja en calificación de los Estados Unidos podría ser temporal si se reducen los aranceles y se recupera la estabilidad política. Sin embargo, al mismo tiempo, el FMI ha elevado la probabilidad de una recesión en los Estados Unidos este año desde el 25 por ciento al 40 por ciento.
El 30 de abril se conocerán las cifras oficiales del crecimiento del propio gobierno norteamericano correspondientes al primer trimestre. Debido a que una parte considerable de los datos que se utilizan para calcular la variación (positiva o negativa) del crecimiento de la economía durante el trimestre están disponibles, los grandes bancos, consultoras o las propias instituciones oficiales presentan sus estimaciones. Por caso, la Reserva Federal de Atlanta estima que el PIB del primer trimestre cayó (-0,4) por ciento. En tanto los analistas del banco Goldman Sachs proyectan una marcada desaceleración del crecimiento del PIB real, del 2,4 por ciento en el cuarto trimestre de 2024 al (-0,2) por ciento en el primer trimestre de 2025.
El viernes a la mañana, el mercado de futuros de la bolsa de New York operó con valores que prevén entre tres y cuatro recortes de tasas este año, a medida que aumenta la preocupación por la recesión. En esa clave afinan Christopher Waller, gobernador de la Reserva Federal, y Beth Hammack, presidenta de la Reserva Federal de Cleveland. Ambos manifestaron disposición a recortar la tasa de interés. El recorte que propugnan, más que demostrar simpatía hacia la prédica del POTUS 47 en el mismo sentido, indicaría que el banco central está preocupado por los aranceles que afectan el crecimiento y las consecuencias sobre el nivel de empleo.
No nos vamos
Algunos osados propagaban la especie de que, así como los Estados Unidos se fue de varias organizaciones globales, las ganas de tomárselas del FMI no le faltaban a Trump. De momento no pasaron de rumores. No obstante, Scott Bessent, en el ámbito de la asamblea conjunta del FMI y el Banco Mundial se dirigió a los financistas desconcertados en el Hotel Willard de Washington D. C. el miércoles por la mañana, con el objetivo, entre otros, de desmentir semejante cosa.
Su discurso calmó las preocupaciones de que la administración Trump retirara el apoyo estadounidense al FMI y al Banco Mundial, pero dejó claro que usaría su influencia para reestructurar las instituciones de Bretton Woods. Para mantener el respaldo estadounidense, Bessent afirmó que el FMI y el Banco Mundial deben volver a su configuración original.
Conforme la visión que trasmitió Bessent esta desaconsejada “misión expandida” debe contraerse a partir de dejar de dedicar “tiempo y recursos desproporcionados a trabajar en el cambio climático, el género y las cuestiones sociales”.
Instó a endurecer los estándares de crédito, limitando quiénes califican para préstamos y reduciendo el tiempo de mora de los prestatarios. En un mensaje directo, pidió que se retire a China, la segunda economía más grande del mundo, de su condición de “país en desarrollo”. El secretario del Tesoro enfatizó que “La administración Trump aprovechará el liderazgo y la influencia de Estados Unidos en estas instituciones y las impulsará a cumplir con estos importantes mandatos”.
Por el lado de la guerra comercial postuló que “América Primero no significa solo Estados Unidos», sino «justicia en el sistema económico internacional”. Se quejó Scott Bessent acerca de que “Este statu quo de grandes y persistentes desequilibrios es insostenible”.
A renglón seguido, sugiriendo que algún tirón de orejas hubo por ahí, pasó a defender como un soldado comprometido los aranceles de Donald Trump. A los periodistas que lo interrogaron Bessent les desmintió los rumores de que Trump podría reducir los aranceles a China antes de las conversaciones con Xi Jinping, subrayando que cualquier flexibilización debería ser recíproca. Quedó así relativizado lo que les había dicho a los inversores -a puertas cerradas- en la reunión del JP Morgan, conforme fue consignada líneas más arriba.
En medio de estos malabares Scott Bessent se jactó de que «más de 100 países», están negociando con el gobierno de Trump para reducir los superávits comerciales con Estados Unidos. Pasó de largo de la compleja realidad de las negociaciones comerciales. Dado el despelote interno norteamericano, de momento los países están ralentizando las negociaciones para obtener una ventaja. Por ejemplo, Gran Bretaña no tiene prisa por llegar a un acuerdo. Así que el POTUS 47 enfrenta a la ardua e incluso improbable tarea de conseguir acuerdos comerciales rápidos.
Menos mal que en este mundo encantador y armonioso la directora gerente del FMI Kristalina Georgieva nos convoca a perseverar con “la voluntad de cambio”, apoyando al gobierno libertario y sus brillantes ideas de seguir ajustando, porque otra cosa no sabe hacer, cuando la tasa de inflación amaga seriamente con acelerar. No menos sentido es el respaldo al gobierno libertario de Scott Kenneth Homer Bessent. Justo Homer se tenía que llamar.
Dice el economista de simpatías demócratas Brad DeLong que “Bessent, Lutnick, Hassett (se refiere a Kevin director del Consejo Económico Nacional) y otros intentan frenéticamente convertir en un plan un pequeño subconjunto seleccionado de lo que dice Trump, y tratan de hacer que Trump vuelva a algún tipo de camino (…) Fracasan una y otra vez. Y los periodistas le lavan la cara una y otra vez”.
Estamos como queremos. Lo que es muy malo allá, acá es peor. Pero mientras allá no sepan qué hacer para reemplazar un estado de cosas muy insatisfactorio y acá –los opositores- menos, en ambos lugares la derecha reaccionaria continuara gozando de buena salud, en medio de las incoherencias más pronunciadas que entre nosotros se pagan con la ida a pique del ya muy deteriorado nivel a vida de las mayorías nacionales.