Día Cero, apagones conspiranoicos bien políticos

Día Cero, la serie de Netflix protagonizada por Robert De Niro en el papel de expresidente de los Estados Unidos, es una clave de lectura de la facilidad con la que las ultraderechas se llevan puestos siglos de arquitectura jurídica democrática. 

La serie Día Cero aborda temas de actualidad política y social, notablemente en Estados Unidos, pero de escala global. 

Producida por el propio De Niro, Día Cero es una buena guía para dar con la respuesta a la pregunta existencial, para estadounidenses y también para argentinos: ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Cómo fue que el trono del soberano fue asaltado por la rebelión de los bufones? Trumps, pero también Mileis, Bolsonaros y la nueva generación clownesca que expresa Nigel Farage en el Reino Unido. 

La tira de De Niro, como House of Cards, Borgen o Game of Thrones en la década pasada, contribuye a desentrañar cómo las nuevas élites se fagocitan a las anteriores y se canibalizan entre sí. 

La ciberseguridad, la conspiración entre bastidores y la manipulación y alcance de los medios de comunicación son parte de los entretelones de la desconfianza algo “liberal” -es decir progresista aunque yanqui- sobre los aparatos estatales de vigilancia en la era de la des-globalización digital. Uno de los temas de debate más importantes que propone la serie es el de la suspensión de los derechos civiles. Es decir, el de la excepcionalidad a la ley por causa de grandes amenazas a la seguridad nacional

En occidente esta idea de la seguridad nacional es una suerte de “Dios” que hay que proteger a cualquier costo. Desde el atentado del 11-S de 2001 en Estados Unidos se crearon programas de vigilancia y se produjo un declive general del respeto por la privacidad individual. No hay ley que valga si la seguridad nacional está en peligro. 

En los últimos 20 años en Latinoamérica ocurrió algo similar. Un informe del Latinobarómetro da cuenta de la recesión democrática en la región. Aquí como en el norte aumentó el índice de personas que creen que no importa que un gobierno pase por encima las leyes si finalmente resuelve el problema o que muestran indiferencia ante gobiernos con tendencias antidemocráticas. Es más un proceso de disolución de los estados nacionales que garantizaban derechos antes que una ruptura lo que explica la llegada al poder de Trump, Milei, o Bukele.

En Día Cero, George Mullen (De Niro) es el ex-mandatario que vive su retiro hasta que un ciberataque masivo causa miles de muertes y amenaza con volver a ocurrir. Tras dar un discurso para calmar el caos, la presidenta en ejercicio ofrece a Mullen liderar una comisión especial para investigar el ataque. Bajo el estado de excepción se aprueba esta comisión que tiene facultades extraordinarias para actuar al margen de las restricciones legales y sin necesidad de dar explicación al Congreso. Esto le facilita al gobierno y su comisión paraoficial, detener personas sin orden judicial. Dada la gravedad del riesgo en los interrogatorios a sospechosos recurren a la tortura para obtener información, profundizando así el derrape moral y político de la trama.

Rusia es el villano favorito de la intelligentzia norteamericana. Resulta verosímil entonces que las agencias de inteligencia de los Estados Unidos quieran cargarle a los rusos el ciberataque. Sin embargo, la serie decide quitarlos del foco. Antes de tomar represalias cibernéticas contra refinerías de petróleo rusas, que es lo que propone la CIA, la presidenta repite la máxima de Ronald Reagan: “confía, pero verifica”. Así descubren que el enemigo es en realidad interno en esta oportunidad.

Entonces la trama se vuelve sobre el exmandatario, un hombre mayor en las primeras instancias de una demencia senil. Es imposible no trazar un paralelismo del personaje de De Niro con Joe Biden, presidente de los Estados Unidos hasta un mes antes del estreno de la serie. ¿Puede un hombre sin control total de sus facultades mentales obrar en bien común y enfrentarse a semejante crisis de Estado? 

La sociedad que dejó Mullen al final de su mandato 12 años antes no es la misma en la que le toca jugar ahora. Las redes sociales profundizaron la polarización de opiniones al encerrar a las personas en burbujas donde solo se refuerzan sus propias ideas. La impunidad del anonimato y la lógica de los «likes», volvieron cada vez más agresivo al debate público. El personaje de Evan Green (Dan Stevens), periodista opositor y conductor televisivo, se ensaña contra Mullen, quien convierte al comunicador en blanco de su resentimiento. Venganza… ¿te suena?

El Donald Trump de verdad se le parece. Desafía las órdenes de los jueces que se oponen a sus medidas autocráticas. A fuerza de “órdenes ejecutivas” deporta masivamente a personas, extranjeros ilegales, medio legales y hasta ciudadanos estadounidenses, a las mazmorras de Nayib Bukele en El Salvador. Incluso logró detener a una jueza que se había opuesto a estas medidas extrajudiciales.

Como si se tratara de una secuela “en esteroides” de Día Cero, en marzo un juez federal tuvo que interceder para cuestionar la orden del presidente de deportar a ciudadanos venezolanos acusados, sin un juicio previo, de pertenecer a una organización narco. A pesar de la decisión del juez, e invocando una ley de “Extranjería y sedición” de 1798, los acusados fueron trasladados a la famosa cárcel de máxima seguridad en El Salvador. 

Trump recurre a estas tácticas de guerra asimétrica con las que descoloca a sus adversarios. Satura la esfera de informaciones, la política, la economía y la diplomacia, con una metralla que resulta muy difícil de confrontar. Ante la resistencia del poder judicial a sus embestidas declaró que “hay jueces fuera de control que están destruyendo al país”. Las políticas que pasan por arriba las órdenes del poder judicial tienen como efecto el deterioro de la separación de poderes en Estados Unidos. 

Volviendo a Día Cero, Netflix realiza en la pantalla la fantasía paranoica del ataque concretado. La potencia se queda sin conexión, caen las redes de electricidad y sistemas informáticos del país, como en España la semana pasada. A diferencia de lo que ocurrió en la realidad, en Día Cero mueren 3400 personas a causa del corte. Apenas por debajo de las víctimas del mayor ataque terrorista real, el de las Torres Gemelas de 2001. El mensaje es claro: “Volverá a ocurrir”.  La serie vuelve sobre el mito de la vulnerabilidad americana: “Pasará todo lo que podría ocurrir”. 

Y mientras tanto en ciudad gótica

En la Argentina en 2024 se debatió la aprobación de la Ley Bases propuesta por la administración libertaria del gobierno de Javier Milei. Una “orden ejecutiva” argenta, hiper voluminosa, redactada por una consultora privada externa al Poder Legislativo. Algo que resuena al Proyecto 2025 redactado por la ultra reaccionaria Heritage Foundation y que parece ser la hoja de ruta del gobierno trumpista. 

En el primer artículo de la ley de Bases que un parlamento dócil aprobó pese a algunos pataleos, se declara la “emergencia pública en materia administrativa, económica, financiera y energética”. En ésta se le concede al presidente poderes extraordinarios que le corresponden en realidad al Legislativo. 

En otra película, el presidente Milei adquiere la facultad de reorganizar y privatizar entidades estatales, renegociar contratos públicos y modificar marcos regulatorios en sectores clave, con consecuencias en el tiempo que exceden largamente su mandato.

La serie explora las consecuencias de otorgar poderes abstractos a una comisión -o mandatario- con el objetivo de resolver un problema de seguridad nacional. 

En el caso de Argentina las facultades del Poder Ejecutivo se ampliaron incluso más allá del objeto jurídico de esa ampliación. En virtud del “aire de excepcionalidad” el presidente se toma licencias legales en materia económica (la firma ilícita del nuevo crédito con el FMI por 20 mil millones de dólares) diplomáticas (en solitario en ONU en contra de una resolución sobre derechos de los pueblos indígenas), policiales (interviniendo represivamente con fuerzas federales en jurisdicción de CABA sin coordinar con sus autoridades), entre otros.
Dia Cero invita a reflexionar sobre los riesgos de conceder poderes extraordinarios al Ejecutivo, y que las élites ocupen el sillón que en la democracia corresponde a la representación política. Toda semejanza con la realidad ¿es pura coincidencia?

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