Que el Tesoro compre los dólares con el superávit fiscal es una mentirita cándida para enmascarar que interviene el Gobierno. La particularidad es que cambia a su agente habitual, el Banco Central, para que la transgresión sea menos evidente.
A mediados de agosto, el Gobierno llevó adelante licitaciones de títulos públicos para renovar deuda en vencimiento, con incrementos de la tasa de interés. Como el volumen de suscripciones no fue suficiente, se incrementaron los encajes bancarios, permitiendo que parte de los fondos inmovilizados estuvieran invertidos en títulos públicos. El lunes 18 se llevó adelante la segunda licitación, alcanzando una aceptación más elevada bajo estas condiciones.
En Y ahora qué? se narró el episodio, y se explicó que se trata de una acción dilatoria de la salida de capitales. Las medias adoptadas la retrasan, pero no la cancelan.
Esta semana tuvo lugar una nueva escalada en el alza, cuando el tipo de cambio oficial alcanzó el valor de 1.385 pesos por dólar. La reacción oficial provino de Pablo Quirno, que anunció el martes que el Tesoro iba a intervenir directamente en el mercado cambiario. Entonces se logró que el tipo de cambio caiga a 1.375 pesos por dólar. Leandro Renou consignó en Página/12 que la intervención en el día insumió 100 millones de dólares.
Los análisis especializados sitúan la capacidad de intervención del Tesoro entre 1.500 y 1.700 millones de dólares, y proponen dudas sobre su sostenibilidad, apoyada en recursos obtenidos del superávit fiscal. Según Julián Guarino, es la condición que autoriza la intervención dentro de las bandas en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
En realidad, que el Tesoro compre los dólares con el superávit fiscal es una mentirita cándida para enmascarar que interviene el Gobierno. La particularidad es que cambia a su agente habitual, el Banco Central, para que la transgresión sea menos evidente.
El sentido del sistema de bandas es que, hasta que el tipo de cambio alcance el valor del techo (actualmente 1.467 pesos), se lo deje ascender y los precios absorban la variación. Por la amplitud de la banda, cuyo piso se asemejaba al tipo de cambio oficial al momento de su establecimiento, y las intervenciones posteriores, el Gobierno muestra no estar dispuesto a permitir que esto pase. Es decir, que la contención del tipo de cambio en el corto plazo tiene más importancia que la estabilidad en el largo.
Los hechos recientes confirman que el proceso de salida de capitales continúa desarrollándose. Los intentos del Gobierno por dilatarla son parte, no antítesis, y por eso en su conclusión quedaran exhaustos los recursos que insume, con su contrapartida perjudicial para la población argentina. Es decir, reservas extenuadas, una devaluación, la actividad contraída, y los ingresos más mermados de lo que vienen hasta ahora.
Es notable que la estrategia de consolidación política del oficialismo consista en sostener, por medio de un discurso cada vez más ajeno a la comprensión de quienes no participan en discusiones específicas de política, que el rumbo seguido hasta ahora es la antesala de reformas profundas que conducirán al desarrollo. Por el contrario, se trata de un estado de conservación de la pobreza, que al transcurrir el tiempo se torna evidente.
Parte de esa indiferencia hacia el desarrollo es, por ejemplo, el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones. El tristemente célebre RIGI consistió más bien en un conjunto de beneficios exorbitantes para prolongaciones de inversiones ya decididas que en un aliento a la radicación de inversiones extranjeras en el país, que requiere de una política estatal activa para negociar contratos específicos en ramas de interés.
Sin embargo, en episodios como el retiro de la empresa Petronas del proyecto de instalación de la planta de Gas Natural Licuado de YPF, mostraron la escasa vocación del Gobierno por ocuparse de la inversión extranjera.
El Centro de Economía Política Argentina destacó un dato que resume el desinterés del Gobierno. En un análisis del balance en el mercado cambiario, observan que entre diciembre de 2023 y julio de 2025 se produjeron egresos por inversiones extranjeras por 1.191 millones de dólares. La tendencia predominante es la desinversión, una salida de capitales cuya naturaleza no es especulativa.
Otro hecho del cual vale la pena tomar nota es el cambio de actitud, al menos momentáneo, en la Unión Europea con respecto a la posibilidad de un acuerdo comercial con el Mercosur.
En 2024, el balance comercial de Estados Unidos con la UE fue de 235,57 billones de dólares, el segundo más importante después del de China. Para la UE es un mercado importante, y sus líderes temen que el reciente proteccionismo norteamericano los alcance.
Por eso la posibilidad del acuerdo regional con el Mercosur, que hasta la fecha nunca dejó de ser una carta de intención impulsada con mayor ahínco por algunos gobiernos latinoamericanos que por los europeos (el argentino entre ellos, durante la etapa de Cambiemos), ahora es vista como una potencial salida para ciertas exportaciones. Por ejemplo, automóviles, cuyas tarifas se reducirían del 35 por ciento a cero en el marco del acuerdo.
Por contrapartida, si los productores europeos de bienes que se importarían de América Latina –generalmente alimentos- se ven amenazados, pueden informarlo y, en el caso de que sus quejas sean aceptadas por las autoridades, el flujo de importaciones es interrumpiría.
Que exista la cohesión política en el Mercosur para aceptar un acuerdo tan absurdamente ruinoso es para dudar, como lo es que las intenciones de la UE de impulsarlo sean genuinas. No obstante, como episodio, ilustra bien en qué termina el liberalismo anti-peronista argentino y su prédica sobre el desarrollo económico: ataque de capitales especulativos, des-inversión extranjera y una idea extraviada sobre la “inserción internacional”.
Todo pone al país al servicio de intereses ajenos que lo empobrecen. Las consecuencias las padece la población argentina.