En la Casa Rosada huelen sangre

Ante el dengue no hubo ejércitos de trolls ni caratatas de posteos de Milei. Al Gobierno no le convenía porque el daño es comprensible para cualquiera. Cómo descubrir las debilidades del Presidente. Jamoncitos y repelentes. Las contradicciones con Villarruel. Las conexiones de Villarruel. El violador de Silvia Labayru. La discusión sobre el empleo público. La agenda productiva.

Su Excelencia Javier Milei embarulla tanto con cataratas de tuits y trolls que a veces logra disimular su debilidad. ¿Pero cómo, tiene debilidades el rey de la selva? Efectivamente, digamos. Y se le notan, digamos, sólo con observar su comportamiento en las redes. Cuando no larga sus ejércitos es porque alguien le tocó un punto endeble y el asesor Santiago Caputo, digamos, le recomienda silencio. Cuando no insulta, lo mismo: es porque en la Casa Rosada huelen sangre. La propia.

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El primer punto de debilidad, graficado por la decisión de no reaccionar, fue cuando la vicepresidenta Victoria Villarruel dejó flotando el apodo de “Jamoncito”. Lo hizo al interpretar que Su Excelencia está tironeado por dos personalidades fuertes, la hermana presidencial Karina y la propia vice. “Pobre jamoncito”, fue la frase de Villarruel. Los ejércitos de trolls no recogieron el guante. Su Excelencia se abstuvo de dedicar una noche de insomnio a su vice, la misma que acaba de desafiarlo otra vez con su insistencia en el aumento de sueldo para los parlamentarios. Es decir que a Villarruel le teme, en principio. O quizás está esperando el momento de atacarla. O tal vez le teme, más bien, a la instalación pública y masiva de la imagen de debilidad que denota no sólo quedar como el jamón del sándwich sino, además, con el apodo en diminutivo. Pobrecito el que lo ligue en este país sardónico. Vale la pena recordar que los mismos admiradores del Menem jugador de básquet (“Grande el petiso, es chiquito y se anima igual”) cuando la Convertibilidad crujía invirtieron el elogio: “El petiso ése se pone a jugar y nosotros no tenemos laburo”.

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El recelo de Su Excelencia con Villarruel se debe, seguramente, a la disputa en la cima del poder y no a las revelaciones sobre el entorno represivo de su segunda. La revista Noticias publicó un artículo con este título de tapa: “El siniestro mentor de la vice”. Se refería al marino Alberto González, fotografiado en la misma tapa. La presentación incluía el texto que sigue: “La relación de Victoria Villarruel con el militar premiado por Massera y condenado a veinte años de prisión por delitos sexuales cometidos en la ESMA. Almuerzos con Astiz. Aportes de campaña y los hijos de genocidas empleados en el Senado”. Cuenta el periodista Juan Luis González, el mismo que escribió una biografía de Su Excelencia, que en 2005 fue el marino quien le dio a Villarruel la idea de crear una asociación civil “que hable de ‘los otros muertos’ y de contar ‘la memoria completa’”. Afirma el periodista que según Cecilia Pando “él me mostró el libro que estaba escribiendo, que luego firmó Victoria”. Los libros firmados por Villarruel son “Los llaman jóvenes idealistas” y “Los otros muertos”. González, apodado “El Gato”, fue oficial del grupo de tareas 3.2.2 de la Escuela de Mecánica de la Armada entre marzo de 1977 y mayo de 1979. Fue condenado tres veces. Una, por haber participado en la desaparición de 86 personas. Otra, en la causa Esma III, por delitos contra 789 víctimas. La tercera, el 14 de agosto de 2021, cuando el Tribunal Oral Federal número 5 integrado por Adrián Grünberg, Adriana Palliotti y Daniel Obligado condenó a Alberto González y a Jorge “El Tigre” Acosta por los abusos sexuales contra tres mujeres secuestradas en la Esma. “Los autodenominados ‘caballeros del mar’, lejos de merecer ese mote, han actuado de forma vil y deleznable, amadrigándose en los camarotes de la Esma para luego someter con cobardía a las mujeres que bajo su yugo retenían”, escribió entonces Grünberg, reciente autor de un manual sobre el terrorismo de Estado. González no sólo sometió él mismo a una de las víctimas, la secuestrada Silvia Labayru, sino que incluyó a su esposa en la violación contra ella. A Labayru la mantuvieron secuestrada en la Esma después de que diera a luz a su hija Vera en el campo de concentración, en marzo de 1977. La historia de Labayru, y no solo las vejaciones que llevaron a la condena de González sino el sufrimiento infligido para siempre por la patota de Emilio Massera, está contada en un libro muy reciente, “La llamada”, de Leila Guerriero. Tiene sentido leerlo.

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Además de la falta de contraataque ante el apelativo “Jamoncito”, la segunda muestra reciente de debilidad por parte de Su Excelencia está vinculada con la epidemia de dengue. También en este tema se abstuvo de tuitear y trollear. La decisión tiene su lógica, porque el dengue reviste atributos peligrosos para el Gobierno nacional. Por lo pronto, es más fácil entender una picadura de mosquito que un fideicomiso. Aunque no se trate de una pandemia de alcance mundial, el reflejo frente a la muerte posible reaviva los fantasmas, nunca enterrados del todo, de los tiempos en que reinaba el Covid. Y esos tiempos son historia muy reciente, a tal punto que allí, entre el miedo y el encierro, parece haberse fraguado una de las bases sociales del futuro crecimiento libertario. Hoy, en el debate público, es posible que frases como “Estado presente”, solas, ya no sirvan para otra cosa que como eslogan entre convencidos. Como un santo y seña. En cambio la presencia dañina del Estado libertario se nota. Esa presencia dañina quedó evidenciada en la decisión de no meterse de entrada con Johnson, fabricante casi monopólica de repelentes, en la decisión de no hacer campaña pública, en la decisión de tirarles el fardo a las provincias y en la decisión de que sólo al final, como fusible, apareciera en público el ministro de Salud, Mario Russo. Son, como mínimo, cuatro decisiones en torno del dengue, a la que podría sumarse una quinta: la desidia ante la chance de fabricar la vacuna, tal como lo explica en esta misma edición el experto Ernesto Resnik. Cinco decisiones no implican un Estado ausente sino lo contrario. El Estado estuvo siempre presente en la determinación de dejar sin cobertura ni cuidado a la población entera de la Argentina. Frente a esa determinación, haber expuesto a Russo es sólo una débil respuesta táctica. Su aparición fue tan patética que en las redes quedaron registrados para siempre los tics con la boca, como si se despegara un chicle mientras hablaba y repetía, fiel a Su Excelencia, “digamos”, y las explicaciones insólitas sobre la altura a la que vuela el temible Aedes. Sus recomendaciones sobre mantener pies, tobillos y piernas cubiertos porque la órbita del mosquito no supera los 80 centímetros de altura chocan con el sentido común. ¿Habrá que dormir con disfraz de astronauta? ¿O suplementar las camas para elevarlas por encima de la zona peligrosa?

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La caída del salario en el gobierno anterior, que Guido Aschieri describe aquí mismo con precisión, parece ser una de las tantas razones por las que Su Excelencia tiene aún niveles de apoyo desproporcionados respecto de la miseria creciente. No es un dato abstracto. Es concreto. Pero remite a la historia, que incluso cuando está fresca resulta un territorio en disputa. Frente a ello, los datos palpables del puro presente podrían ganar espacio en la pelea por el sentido común dentro de una sociedad angustiada, abrumada y a la vez con sectores importantes que manifiestan esperanza por lo que pueda hacer Su Excelencia. La falta de repelentes, los espirales a nivel de los precios de una colita de cuadril, el miedo a cualquier bicho volador, son datos de la realidad difícilmente distorsionables con la utilización de la historia, sea con verdades o con mentiras. Es un criterio de análisis que bien podría aplicarse a la protesta contra la cacería emprendida por Su Excelencia contra los empleados públicos. No sólo es cuestión de justicia, o de iluminar con la razón las mentes oscurecidas por el prejuicio y la ignorancia como imaginaban los socialistas a principios del siglo XX. Su Excelencia, como Mauricio Macri en su momento, lleva años montado en una campaña contra una supuesta casta. Hoy se sabe que la integra cualquiera que ose dudar del rumbo libertario, como los gobernadores de Santa Fe, Maximiliamo Pullaro, y de Córdoba, Martín Llaryora. Pero la prédica anti-casta y anti-política del candidato y hoy Presidente apuntó contra los trabajadores del Estado sin distinciones. Ellos, como la empleada de Gasalla, serían los exponentes de la casta más cercanos al resto de la población. Ésa es la razón por la que, a simple vista, resultan más convincentes los ejemplos comprensibles que las formulaciones vagas, aunque éstas sean justas. Una ingeniera de la Comisión Nacional de Energía Atómica explicando que la electricidad será más cara si, por los despidos, se suspende un proyecto de reactor nuclear, será más persuasiva que la misma ingeniera protestando, incluso de manera legítima, porque ella se queda sin trabajo ni protección social y sanitaria. Las y los dirigentes de la Confederación de Trabajadores de la Educación, la CTERA, convocaron a un paro el jueves 4 de abril. En el llamado a la huelga figuraba el fin del Fonid dispuesto por su Excelencia. Pero no estaba ni siquiera explicada la sigla completa (Fondo Nacional de Incentivo Docente) ni algo tan evidente como que tener un plantel docente preocupado por su subsistencia no sólo es malo para maestras y maestros sino, en primer lugar, para el estudiantado de todos los niveles. No es que la dirigencia sindical docente no tenga las necesidades sociales en cuenta. Las tiene. Ocurre que a veces no las pone por delante en la exposición pública de su protesta y así debilita el apoyo al reclamo. Dicho sea de paso, y ya que la educación es un gran tema, cuando dentro de tres meses no haya clases nocturnas en una universidad nacional por falta de dinero para pagar la luz, ¿será una nueva debilidad comprensible que podría afectar a Su Excelencia?

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Más datos concretos: el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo informó que los trámites para autorizar demoliciones y excavaciones, paso previo a la construcción, cayó un 50 por ciento en enero y febrero respecto de los mismos meses de 2023. La caída es de un 60 por ciento en comparación con noviembre y diciembre de 2023.

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En la noche del 30 de marzo, al comentar que seis millones y medio de chicos son pobres, dijo Mirtha Legrand: “A mí me deprime el país. Me deprime saber que hay gente que no come. No lo digo porque estoy en televisión y para que me quieran más. Lo digo porque lo siento. Yo siempre pienso en los chiquitos que están en la casa y dicen ‘papá, tengo hambre’”. Sobre los despidos en el sector público se preguntó: “La gente que han despedido, ¿adónde va? Son miles de personas, es terrible lo que estamos viviendo. Hay que pensar en los demás”. Pullaro recogió el tema. “Si se ordenan las cuentas de un Estado que durante 13 años gastó más de lo que recaudó, va a haber un rebote”, concedió a Su Excelencia sin nombrarlo. “Pero también veo que el ajuste es muy fuerte y lo está pagando la gente de los sectores más populares. Hoy una jubilación mínima son 204 mil pesos. La canasta básica son 690 mil. Argentina es un país productivo y tenemos que tener un modelo de desarrollo productivo que no hemos tenido.”

“Fin”, escribiría Adorni después de escuchar al gobernador de Santa Fe. Al revés de Adorni, esta revista se llama, precisamente, ¿Y ahora qué? Perdón si esto ofende a la Escuela Austríaca de Su Excelencia, pero el de Pullaro es un gran tema de discusión.

2 comentarios sobre «En la Casa Rosada huelen sangre»

  1. Excelente artículo, como es habitual en el autor.
    Ahora se sumó un nuevo tema tabú para el trollismo mileísta: el papelón jumbo-coto bot.

  2. Por los hechos ocurridos en la conformación de la comisión de juicio político quedó claro q Milei no está gobernando sino al parecer su hermana Karina.
    Su fragilidad mental la ha endiosado y nos advirtió q es el «jefe»
    Habrá q estar atentos a esta relación también como debilidad de su majestad
    Una pregunta q surge es: esta todo bien en esa relación , es de total sometimiento o hay disputas también.
    En el caso de un psicótico suelen ser vínculos de amor-odio muy profundos. Donde se puede pasar de la idolatría a la defenestracion. Hasta aquí vimos la primera donde el presidente se apoya psiquicamente en su hermana-madre-esposa. Veremos si surge otra faz del vínculo.

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