EEUU es el país que mayores aportes hace a la OTAN. Cubre el 68% de su presupuesto, según los datos del 2023, lo que equivale a 3,5% de su PBI. La mayor parte de los países europeos en la organización apenas araña el umbral del 2% de sus respectivos PBI, lo que Trump ha vuelto a reprochar una semana atrás.
En la Unión Europea (UE) reina la incertidumbre acerca lo que serán las nuevas relaciones entre Washington y Bruselas, sobre todo porque consideran que tiene un modo impredecible a la hora de tomar decisiones, sean económicas, comerciales, o en política internacional. Como antecedente cuentan las tensas relaciones que EEUU mantuvo con el bloque europeo, durante la presidencia de Angela Merkel frente a la Comisión, que fueron igual de ríspidas con la llegada de Úrsula Von der Leyen en diciembre de 2019, actual presidenta de la Comisión por segundo mandato consecutivo desde diciembre de 2024. Será Von der Leyen la encargada de entablar las relaciones con Washington. La acompaña un Parlamento europeo con un importante número de escaños de partidos conservadores y de derechas, y con la presencia de líderes que mantienen buenas relaciones con Trump: la Primer Ministro de Italia, Giorgia Meloni (Partido de los Reformistas y Conservadores), y su par húngaro, Viktor Orbán (Patriotas por Europa).
La agenda posible entre los Estados Unidos de Trump y la Unión Europea empieza por el tema de Seguridad y Defensa del continente europeo, con una guerra en territorio ucraniano que cumplirá tres años el 24 de febrero.
El fin del conflicto bélico fue central en la campaña de Trump, quien aseguraba un cese al fuego “con sólo un llamado”. Sin embargo, según funcionarios cercanos al republicano, el tema “es más complicado”, su resolución podría demorar incluso meses, y tenemos que esperar, además, la capacidad persuasiva de Trump para negociar con Vladimir Putin, por un lado, y con Volodymyr Zelensky, por el otro. El primero estaría dispuesto a negociar una paz, con la anexión a la Federación Rusa de los territorios ucranianos donde su ejército ha avanzado. Exige, además, la declinación total por parte de Ucrania de unirse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Trump, por su parte, amenaza desde su campaña con retirar la ayuda militar a Ucrania, debido al excesivo gasto para las arcas americanas que implica sostener una guerra fuera de sus fronteras. Eso se suma a sus conocidas críticas a la OTAN y a las advertencias de retirarse de esta organización.
EEUU es el país que mayores aportes hace a la OTAN. Cubre el 68% de su presupuesto, según los datos del 2023, lo que equivale a 3,5% de su PBI.
La mayor parte de los países europeos en la organización apenas araña el umbral del 2% de sus respectivos PBI, lo que Trump ha vuelto a reprochar una semana atrás. Incluso ha dicho que los Estados miembro de la OTAN deberían aumentar la inversión en Defensa hasta el 5% de su PBI, cálculo impensado para la mayoría de los países miembros de la UE.
Europa no puede afrontar el gasto que implica la defensa de su territorio y población por sí sola, en el contexto actual. La dependencia estratégica y en defensa que afronta el continente (hace décadas), en relación a la inexistente política de seguridad comunitaria, y a la fragmentación de sus industrias en defensa, debilitan la capacidad de negociación por parte de la UE ante el conflicto en territorio ucraniano. En consecuencia es más frágil el respaldo que pueda tener el mismo Zelensky para recuperar sus territorios, o para ingresar a la OTAN.
El pasado 7 de enero, Emmanuel Macron organizó una reunión con Trump y con Zelensky en el Palacio del Eliseo, previo a los actos de reinauguración de la Catedral de Notre-Dame, donde el ucraniano aprovechó la ocasión para persuadir al americano de mantener los apoyos económicos y militares a Ucrania.
Un segundo punto de la agenda es el del comercio, y acá tenemos que considerar que EEUU es el principal socio comercial de la UE. Cabe esperar por parte de Trump una política de corte proteccionista que afecte las importaciones desde Europa. Las exportaciones del bloque a los EEUU están lideradas por maquinaria y vehículos, productos químicos y farmacéuticos, y otros productos manufacturados, los cuales en conjunto representan el 90% de sus exportaciones transatlánticas.
Si bien China es también un socio comercial imprescindible para la UE (en el 2020 el gigante asiático fue su principal socio de bienes), EEUU continúa siendo el mayor socio comercial global, lo que incluye también servicios e inversiones. Trump ha dicho en su campaña electoral que prevé aranceles del 10% o incluso del 20% para los productos que ingresen a territorio americano, lo que afectaría fuertemente la competitividad de los sectores anteriormente mencionados, debido al aumento de los costos finales, y a la búsqueda de mercados alternativos por parte de los consumidores americanos, entre otros.
El sector automovilístico sufre de pérdidas y estancamiento hace años (como lo ha demostrado la propia Volkswagen a fines del año pasado, al comunicar el cierre de fábricas en suelo alemán, despidos y reducción de salarios), dado el aumento de los costes energéticos, y la entrada al mercado europeo de los vehículos eléctricos provenientes de China.
EEUU vende a la UE gas natural licuado (GNL), los aceites de petróleo y petróleo crudo. El GNL es el de mayor demanda por parte de las industrias europeas: el 50% del GNL americano lo compra el bloque. En este punto, Von der Leyen adelantó que la Comisión está pensando en un deal con Trump, es decir un acuerdo comercial que asegure la llegada de bienes escasos o costosos para la UE, como es el GNL, a fin de evitar el arancelamiento de los productos europeos de exportación.
La energía es, entonces, otro punto de la agenda conjunta, sobre todo si tenemos en cuenta que, desde el 1° de enero de este año, Zelensky decidió cortar el suministro de gas ruso que llegaba a los países del bloque a través de gasoductos en territorio ucraniano. No se renovó el contrato con GAZPRON, la principal compañía de gas de Rusia, finalizado el 30 de diciembre de 2024. Fue una estrategia del gobierno ucraniano para negociar un posible acuerdo de paz con Putin con resultado favorable.
Desde el 2022, la UE ha optado por alternativas al suministro de hidrocarburos rusos, y ha buscado otros proveedores, entre los que se encuentra EEUU (además de Noruega y países del Norte de África, como Argelia).
Existen herramientas de corte “ofensivo” que la Comisión está evaluando para hacer frente a una política comercial proteccionista por parte de los EEUU, que implica responder con la misma moneda, generando en consecuencia una escalada arancelaria entre ambas economías. Por ahora, Von der Leyen parece querer evitar a toda costa una suerte de “guerra comercial” con el Trump, aun cuando esto implique la suspensión de las investigaciones a las plataformas digitales americanas como “X”, en el marco del Digital Services Act y el Digital Markets Act, por presuntas violaciones a los derechos fundamentales en el ámbito digital, como la protección ante la “desinformación”.
Una herramienta que permitiría a la UE aliviar sus arcas comerciales es el Acuerdo de Asociación y Libre Comercio con el Mercosur, cuya primera firma se dio en diciembre del año pasado en Uruguay, pero que ahora debe pasar por la ratificación unilateral por cada uno de los Estados miembro de la UE.
Un punto que tienen en común EEUU y parte del bloque europeo, es la Inmigración y el control de sus fronteras. Trump ha sido enfático en su campaña presidencial en relación a la necesidad de deportar a los inmigrantes ilegales que entraran en territorio americano, discurso que ha tomado cada vez más peso en la política europea y en el debate actual, ya sea, por parte de gobiernos, o de partidos de la oposición. Más aún: en las últimas semanas en los medios europeos se ha comenzado a hablar de “re-inmigración” lo que implica la deportación a su país de origen de inmigrantes que, aun siendo legales en el país de acogida, no logran “adaptarse a sus costumbres y sus normativas”.
Alternativa por Alemania – AfD (que según los sondeos se posiciona segundo con un aproximado del 20% de intención de votos en las elecciones anticipadas de febrero de este año), Partido por la Libertad de Austria – FPÖ (convocado a inicios de este año por el presidente austríaco para conformar una coalición de gobierno), Rassemblent National (con un resultado histórico en las elecciones parlamentarias europeas del 2024 con el 31% de los votos, y siendo una de las tres fuerzas mayoritarias en el Parlamento francés), la Lega (que forma parte de la coalición gobernante en Italia), entre otros tantos, impulsan este proceso de “re-inmigración”. Las fuerzas que ya se encuentran en el poder promulgan cambios más estrictos en su política migratoria.
Mucho se habla hoy día acerca de las buenas relaciones (personales) entre Trump y la Meloni. Hay quienes auguran en la Primer Ministro italiana la figura de un mediador entre Washington y Bruselas. Imposible saberlo. Tampoco existe seguridad de las medidas exactas que tome Trump una vez en la Casa Blanca, de cara a la UE. De lo que sí hay consenso entre funcionarios y especialistas es del debilitamiento económico y político de los países que comandaron por décadas el bloque europeo: Alemania y Francia. A esto se suma la inestabilidad en muchos otros gobiernos europeos, en donde colapsan las coaliciones gobernantes, los países quedan sin gobierno (de mayoría), se llama a elecciones anticipadas, y/o se convocan a partidos del calibre de AfD en Alemania y el FPÖ en Austria, una lista en la que están también Francia, Bélgica, Bulgaria y Rumania. Habrá que ver si la Comisión de la UE logra, en medio de este desorden, tomar decisiones en conjunto.