La Argentina “está atravesando una tempestad porque un grupo de personas está dispuesto a hacer naufragar su Constitución Nacional”, dijo, en diálogo con Y ahora qué?, el catedrático en Derecho Constitucional y doctor en Derecho de la Universidad Nacional de Buenos Aires Raúl Gustavo Ferreyra. “O vivimos bajo la institucionalidad política de la Constitución o a la intemperie, en anarquía y autocracia”, advirtió.
–¿Cómo está funcionando la democracia? ¿En qué estado está el respeto a la Constitución Nacional?
–Ferreyra: Es un momento horrible el que vive institucionalmente la Argentina porque la Constitución se encuentra ante una tempestad. Y la tempestad es este grupo de personas que están dispuestos a hacer naufragar el instrumento constitucional de la Argentina. El proceso de los hechos que vivimos bajo la administración de Milei tienen que ser inscriptos dentro del proceso institucional del país, que comienza con la restauración constitucional el 10 de diciembre de 1983. Así que de estos 42 años se puede hacer un gran balance de todo lo ocurrido.
–¿Usted cómo los evalúa?
–Ferreyra: Desde el punto de vista formal se ha cumplido con todos los momentos para elegir presidente de la República, diputados y senadores, y no es una cuestión menor porque la secuencia del proceso institucional se cumple. Desde las formalidades y de la participación, se ha cumplido. Pero, la novedad trágica que plantea la elección de Javier Milei, en estos casi 23 meses que lleva al frente del proceso constitucional argentino, es que -según sus propias palabras- está completamente decidido a destruir el Estado. Y no es una cuestión menor porque todos los estados del mundo tienen una Constitución, y esa Constitución es la que justifica, por un lado, la existencia del Estado mismo, y por otro lo fundamenta. Si Milei tiene la más pura decisión de destruir el Estado, paralelamente, se va a alterar profundamente la justificación que hace la constitución de ese Estado, y se van a quebrar los fundamentos de esa Constitución.
–Milei es lo que es, pero que haya accedido a la presidencia es consecuencia de una cantidad de gente que lo votó después de 42 años de democracia. Es decir que sabían que votaban a un tipo que proponía destruir al Estado desde adentro.
–Ferreyra: Sí, y eso nos lleva a otra pregunta sobre la debilidad de los procesos democráticos, los errores que se cometen dentro de los sistemas democráticos y la falta de educación y de cultura para que las personas terminen eligiendo este tipo de propuestas, porque no cabe la menor duda que Milei no engañó a la ciudadanía.
–¿Ese proceso democrático tuvo etapas?
–Ferreyra: Las dividiría en dos: hasta el 13 de mayo de 1989 y a partir del 14 de mayo de 1989, porque la etapa fraudulenta sobre la voluntad del Estado comienza con Carlos Menem. Tenemos que mirar para atrás porque el 14 de mayo de 1989, cuando una mayoría decide elegir a Menem, él también emprendió una destrucción de las instituciones. Fue por la suma del poder público, despreció profundamente la división de poderes y también atacó a los jubilados y a la universidad pública, es decir, a la dignidad.
–Con una diferencia: luego dijo que si decía lo que iba a hacer no lo votaban. Milei anticipó sus movimientos.
–Ferreyra: Está haciendo parte de lo que prometió, sí. Hay una serie de preceptos y consignas básicas que no comparto, pero Milei está convencido de que se puede gobernar sin instituciones, y hay que advertir que sin instituciones no hay estado de derecho, sin estado de derecho no hay democracia, y sin democracia baja enormemente y queda casi sepultada la calidad de vida de la ciudadanía.
–Se deshace la Constitución Nacional.
–Ferreyra: Claro, desaparece el significado o la declaración que trae una Constitución, y fuera de estos márgenes no hay vida política, ni ambiental, ni comercial, ni financiera, ni nada.
–¿Por qué?
–Ferreyra: Porque la Constitución determina instituciones. O vivimos bajo la institucionalidad política de una Constitución o vivimos a la intemperie, en anarquía y autocracia.
–¿Qué podría hacer el Poder Judicial? ¿O su inacción se debe a cierto temor de que lo acusen de entrometerse con otro poder del Estado?
–Ferreyra: El Poder Judicial podría haber hecho, y mucho, pero decidieron no hacer nada, al menos hasta este momento. Milei asumió el 10 de diciembre de 2023, su primera medida de gobierno fue el DNU 70/2023, que el doctor Zaffaroni y yo lo impugnamos a las pocas horas de dictado. Impugnamos globalmente todas las decisiones de ese DNU, un horroroso instrumento de desgobierno para destruir la institucionalidad argentina. Y lo presentamos ante la Corte Suprema de Justicia, que ha decidido no enjuiciar ni la política económica, ni la política financiera, ni los acuerdos, ni la invasión al resto de los poderes, ni el desprecio a las instituciones porque tiene una idea de cooperar, aunque sea implícitamente, con el gobierno, o con el desgobierno del señor Milei. Lo pongo en otras palabras: la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en este momento, no cumple con su función jurisdiccional, que es la de controlar los abusos y avances sobre el resto de los poderes que lleva adelante el gobierno de Milei.
–¿Y cómo se defiende la Constitución ante esto?
–Ferreyra: Son tiempos perturbados. La Constitución es uno de los pocos instrumentos que existen en el mundo que tiene que defenderse a sí misma, generar en su propio ADN su autodefensa. Y si ocurre que la persona que tiene más cantidad de poderes, que es un presidente, ejerce un poder unipersonal, y es la primera persona lanzada para atacar a la Constitución, y la Corte Suprema no hace absolutamente nada, queda el Congreso que ahora tiene una tarea mucho más protagónica con la insistencia legislativa sobre determinados proyectos, con la agenda para tratar la regulación de los DNU y por haber cuestionado la propia legislación delegada que le dieron al Presidente. Se dieron cuenta que cuando -en el 2024- muchos congresistas votaron a mano alzada la delegación legislativa, ahora -en el 2025- muchos reconocen que se equivocaron.
–¿Usted se refiere a las facultades delegadas?
–Ferreyra: La delegación legislativa es un absurdo del derecho constitucional. Si el pueblo le delega al Congreso la atribución para legislar, tiene que legislar. Legislar por decreto es un abuso que lleva a la suma del poder público. Fue una decisión del menemismo que quedó plasmada en la reforma constitucional de 1994. Hasta entonces, los DNU no tenían lugar en el derecho constitucional, el menemismo instaló esos instrumentos perversos para gobernar la Argentina, pero todos los gobiernos utilizaron. Zaffaroni, en la Convención Constituyente de 1994 fue una de las pocas personas que se opuso a los DNU. En aquel momento dijo que cuando se genera este tipo de instrumentos en el derecho, hay que pensar que no vamos a ser gobernados por ángeles. Hay que pensar el día que podamos ser gobernados por un demonio. Si creyéramos que podemos ser gobernados por ángeles, no necesitaríamos gobierno. Es un momento horrible el que vive institucionalmente la Argentina porque la Constitución se encuentra ante una tempestad. Y la tempestad es este grupo de personas que están dispuestos a hacer naufragar el instrumento constitucional de la Argentina.
–Milei ya dijo que no pondrá en práctica el rechazo al veto a la Ley de Discapacidad. Y podría ocurrir lo mismo con la Ley de Emergencia Pediátrica y de Financiamiento Universitario. ¿Hay fuerza legal y real para impedirlo?
–Ferreyra: Ocurre que ya nos acostumbramos al notorio incumplimiento de la Constitución Federal por parte del Presidente. El mal desempeño del Presidente es una regla. Milei ha superado a Menem en cantidad de incumplimientos. Ya lleva casi 23 meses de gobierno, y si bien no lo tengo bien estudiado, los incumplimientos de Milei de la Constitución son por lo menos dos por mes. Tenemos unos cincuenta actos de Milei que dan lugar a discusión para evaluar si estamos, o no, en presencia de un mal desempeño que la Constitución coloca para enjuiciar políticamente a un presidente. Me estoy refiriendo al caso Libra, al DNU 70/23, los audios de Spagnuolo, etc.
–Hay partidos que están estudiando la alternativa de un juicio político.
–Ferreyra: Nunca existió un juicio político a un presidente porque por las mayorías que exige la Constitución lo hace prácticamente inviable. Esta forma de gobierno por DNU fue creada constitucionalmente por Carlos Menem y reglamentada durante el gobierno de Néstor Kirchner. Lo que estamos viviendo en este momento es la irracionalidad de la reglamentación.
–¿Cómo ve los próximos dos años a nivel legislativo y respecto de los espacios democráticos?
–Ferreyra: Por un lado, si nos guiamos por las encuestas, me atrevería a decir que la composición del Congreso para los dos años que quedan de gobierno va a ser muy parecida a estos primeros dos. Por eso va a haber una oposición muy enardecida, que va a llevar adelante -hasta por momentos fulminante- sus propias propuestas y decisiones legislativas. Por otro lado, lo que tiene que ver con la participación. Lo que vemos habitualmente en la calle, en las universidades, en los centros de discusión, en las plazas, hay bastante inquietud. En la Argentina hay movilizaciones sectoriales importantes. Los jubilados, las personas afectadas por la perversidad en el régimen de salud, las universidades… pero todavía no se aprecia una movilización masiva contra la caída y el desprecio institucional más importante de nuestra historia. Y muchos, lamentablemente, pensamos que lo peor está por venir, que es la caída del poder adquisitivo y la falta de posibilidades de diagramar un bienestar general para cada individuo y su familia.
–Porque las protestas siguen siendo sectorizadas, no hay una marcha general, unificada.
–Ferreyra: Exactamente. Y añadiría algo más: en el resto del país no se advierte el nivel de conflictividad y tensión que sí se ve en la provincia de Buenos Aires y en la Ciudad Autónoma. Fíjese que cuando Milei sale corriendo a pedir auxilio a Estados Unidos lo hace llevado por la derrota electoral bonaerense. Hace una declinación absoluta de la soberanía argentina. Ninguno de los otros comicios provinciales había producido eso.
–Milei no está solo porque más allá de sus compañeros de La Libertad Avanza, tiene alineados macristas, radicales con peluca y algunos gobernadores. ¿Creé que podría desvanecerse esta alianza si fracasa en octubre?
–Ferreyra: Milei es un autócrata a tiempo completo. Ejerce su autocracia cada una de las 24 horas de su día y las personas que han decidido acompañarlo también apoyan ese autocratismo, exactamente contrario a la democracia constitucional que recuperamos en 1983.
–¿Cómo entiende que esta gente que asumió democráticamente en 2023 tenga la pretensión de destruir el Estado que los está sosteniendo?
–Ferreyra: Habría que preguntarse si la democracia tiene aptitud para suicidarse a sí misma.
–¿Usted qué cree?
–Ferreyra: Siempre pensé que no, y ahora también porque lo que deviene es algo completamente distinto. No es la democracia lo que se está suicidando, aunque admito que aquellos que sostienen que la democracia se puede suicidar tienen una pizca de verdad. Yo no lo creo porque pienso que la degradación hace que no vivamos dentro de una democracia constitucional. Hay buenos argumentos y colegas constitucionalistas, sobre todo españoles, italianos y alemanes, que piensan que los procesos democráticos pueden dar lugar a que la democracia se suicide.
–Como en la Alemania de entre guerras, por ejemplo.
–Ferreyra: Es un gran ejemplo. Hay un punto de inflexión en Alemania, en marzo de 1933, cuando el Parlamento le concede la suma del poder a Hitler. Esa noche, cuando se le conceden esos súper poderes a Hitler, para mí dejó de existir la República y la democracia de Weimar de 1919. Hay otros que piensan que fue un proceso de suicidio en etapas. Corriéndonos de cualquier tipo de comparación, la degradación institucional en la Argentina es inaudita. Son tiempos perturbados en los cuales estamos viviendo sin razones, en medio de una tempestad que puede llevar, perfectamente, a la derrota de la Constitución.
–¿Qué significa en la vida real?
–Ferreyra: Que una gran parte de la ciudadanía crea que el mayor instrumento de gobierno que han creado los seres humanos hasta ahora, que se llama Constitución, deje de existir porque no es necesario, y porque se puede gobernar con la suma del poder público.
–Para evitar eso, ¿qué tendría que ocurrir que no está sucediendo?
–Ferreyra: Tendría que haber una elevación de la conciencia cívica y un aumento notable de las luchas para para mejorar el nivel de vida. Y, sobre todo, advertir que el único camino es el ejercicio soberano de nuestra independencia y no ser una colonia de los Estados Unidos.