Guerra de bustos

El seguimiento de los hechos políticos en la Argentina y de los discursos constituye una experiencia barroca. Un enfrentamiento con una obra sobrecargada de adornos, líneas claras y brillantes que remiten a fondos sombríos y falsamente ostentosos. La brutalidad de los libertarios y la adopción de posiciones retrógradas por método no contribuyen a la superación de una crisis que pone en tela de juicio el futuro de la comunidad nacional.

Las comisiones de Legislación General, Presupuesto y Hacienda y Asuntos Constitucionales prosiguen debatiendo en el Salón Azul del Senado de la Nación la denominada “Ley Bases”, y curiosamente lo que para numerosos legisladores, políticos y dirigentes en el mes de febrero resultaba decisivo y merecedor de absoluta oposición, como el otorgamiento de facultades extraordinarias al Presidente Javier Milei, ahora parece desplazado hacia un lugar menos traumático. Se trata de un fenómeno doblemente curioso y habilitante de una gran zona de riesgo porque se delegaría, de aprobarse la “Ley Bases”, la virtual suma del poder público a quien en numerosas ocasiones manifestó fuertes reservas ante el sistema democrático. Y habrá que recordar además que Milei, haciendo gala de una importante vocación autoritaria, formuló en varias oportunidades que sortearía las limitaciones legislativas por vía plebiscitaria o directamente disolviendo al Parlamento: sería entonces de veras sorprendente que ese mismo Parlamento, otrora caracterizado por Milei como un nido de ratas, terminara delegándole gran parte de sus poderes.

Los senadores que responden a la requisitoria periodística lo hacen apelando a cierto lenguaje sobrecargado, que por momentos sugiere un pasado de grandeza (y potencialmente en vías de extinción), al tiempo que otros invocan un futuro merecedor de una anticipada reverencia. Pero además de la cuestión referida a los poderes extraordinarios, se destacan en primer término las diferencias en torno del denominado Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), la Reforma Laboral y los artículos que contienen un importante paquete fiscal. Como es obvio, para la oposición el RIGI, tal como está planteado, constituye un remozado “estatuto legal del coloniaje”, al  tiempo que la Reforma Laboral es una vuelta al pasado inaceptable, así como el paquete fiscal, por su carácter regresivo. Pero no está dicha la última palabra, y si bien el plenario de las comisiones de Legislación General, Presupuesto y Hacienda y Asuntos Constitucionales no logró dictamen, tampoco puede anticiparse el eventual resultado del tratamiento de la norma en el recinto, donde hasta el momento se continúa negociando voto por voto.

Los senadores que impulsan la rápida sanción del proyecto de la “Ley Bases” apelan, ante la requisitoria periodística, a una docena de metáforas extraídas de las redes sociales. En ellos se da la doble circunstancia de cierta incontinencia verbal ante un micrófono y la posibilidad de dar cauce a un discurso que orilla el odio sin el menor esfuerzo intelectual, como decir que el país llegó “adonde estamos por culpa de los ladrones de siempre”, pero que avanza decididamente en la resolución de todos sus problemas, que la mejoría es extraordinaria y se ve por todos lados, y que si el país hubiera contado antes con la “Ley Bases” otra sería la historia, pero lo impidieron como de costumbre “los jinetes del fracaso”.

El discurso político (y la gestión consecuente) exhibe líneas argumentales trazadas en primer plano, que con muchos adornos se internan luego en fondos sombríos, o melodías claras y brillantes que no tardan en alimentar variaciones entusiastas, o una serie de materiales en movimiento y enmarcados por una solemne ornamentación. Es un discurso barroco, claro que sí, aunque lejos del periodo convencional desde fines del Renacimiento hasta mediados del siglo XVIII, sino como el que se da en todas las artes durante una etapa determinada, cuando en algún momento viran hacia un estilo vanamente desbordante de ostentación, hasta grotesco, con abundancia de formas distorsionadas, efectos forzados y violentos, ásperos contrastes de luces y de sombras, y cierta inclinación por el desequilibrio y la exuberancia.

Es barroco, a manera de ejemplo, que las tareas de comunicación del gobierno estén a cargo de dos funcionarios con rango ministerial, el secretario de Medios Eduardo Serenellini, y el vocero presidencial Manuel Adorni. Ambos funcionarios reportan a la Secretaría General de la Presidencia, cuya titular es la hermana del presidente, Karina Milei. Pero el asesor presidencial Santiago Caputo (pariente de El Toto y, aunque lejano y distante, por qué no, de Nicolás, el hermano de la vida de Mauricio) también mete mano en el asunto, comandando a  la hiperactiva bandada de troles oficiales. Y respecto del vocero Manuel Adorni corresponde reseñar su última intervención destacable, que fue para repudiar los tres femicidios en Barracas, que tuvieron lugar por su condición de lesbianas y constituyeron, por lo tanto, un triple femicidio por violencia de género y por la orientación sexual de las víctimas. El funcionario trató de hacer piruetas verbales para repudiar a todas “las violencias igualmente repudiables”. Y dijo: “No me gusta definirlo como un atentado a determinado grupo, colectivo, está mal, es terrible, repudiable, sea contra quien sea.” Y agregó que “es injusto hablar solo de este episodio cuando la violencia es más abarcativa”. En ningún momento se refirió a la orientación sexual de las víctimas, y pronunció el repudio condenando “cualquier atentado que haya”, porque “es muy injusto solo hablar de este episodio cuando la violencia es más abarcativa que simplemente una cuestión contra un colectivo y hay muchas mujeres y hombres que lo sufren y no puede seguir pasando.”

Barroco puro, por supuesto, que se despliega cuando el país enfrenta, entre muchísimas otras cosas, la primera ola de frío polar desde que el otoño toma distancia y el invierno comienza a mostrar los dientes. Entonces aparece una variación animada por el ministro de Economía, que ha decidido administrar todos los fideicomisos, como el correspondiente al régimen de Zona Fría (Ley 25.765) inaugurado en los ’90 en tiempos de Carlos Menem y ampliado en el 2021, que cubre hasta el 50% de la factura de gas de los hogares ubicados donde las bajas temperaturas suelen ser implacables. Lo cierto es que al fideicomiso para el régimen de Zona Fría lo bancan todos los usuarios de gas natural del país cuando pagan sus facturas (un 5% adicional), pero las empresas distribuidoras cobraron en febrero lo correspondiente a diciembre, y desde entonces nada más, en virtud de que el ministro Caputo apeló al viejo truco de realizar auditorías y postergar todo pago hasta recibir los informes correspondientes. O sea que, manteniendo a la vista lo que se trataba hasta aquí, cae de maduro una cita de Jorge Luis Borges, cuando escribió: “Barroco es todo arte que limita con su propia parodia.” Sabias palabras.El presidente Milei, finalmente, pudo celebrar los 35 años del triunfo electoral de su admirado Carlos Menem con un homenaje en la Casa de Gobierno, donde fueron reubicados los bustos de Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner, y colocado el de Menem en lugar preferencial junto a los de Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento (prócer con el cual Milei se identificó porque fue “un precursor en la idea del capital humano como factor de crecimiento y que, dicho sea de paso, también le decían El Loco”), Carlos Pellegrini, Julio Argentino Roca y Marcelo Torcuato de Alvear. Apenas terminó la ceremonia y se apagaba el eco de las palabras de Milei, comenzaban las especulaciones sobre la entidad y valor del caudillo riojano y dos veces presidente, y de los bustos de los próceres elegidos para escoltarlo. Frecuentadores de la historiografía oficial argentina y revisionistas consecuentes lanzaron las opiniones respectivas y hubo quien, para completar la experiencia barroca, recordó que el historiador José María Rosa había escrito que Mitre fue un general tan deficitario que había perdido hasta un desfile. Situación compleja, como todo lo proveniente del barroco, pero con una salida si se apela al gran novelista Leopoldo Marechal, quien dijo que en su momento recibió un buen consejo: “Siéntate en el umbral de tu casa, y verás pasar el cadáver de tu última estética.”

2 comentarios sobre «Guerra de bustos»

  1. Buen comentario, con el que se puede coincidir bastante, cabe destacar el fino manejo de citas históricas y personajes.
    Nos recuerda al buen Oberdan Rocamora en sus buenos tiempos.
    Seguiré sus próximas contribuciones.

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