Una adivinanza para el lector avisado: ¿cuál de los tres adjetivos del título no vino de boca del Hombre Naranja? Por supuesto, el “breve”, que los imperios de verdad no se ufanan de hacer cosas chicas. Pero Donald Trump apiló adjetivos para definir la operación del fin de semana pasado contra el laboratorio nuclear iraní en Fordo, que tiene mucho de película de acción: los ayatolás crearon un super bunker digno de Hitler y los americanos volaron 37 horas ida y vuelta para tirarle superbombas especialmente diseñadas para romper bunkers. El problema es que nadie sabe si realmente hicieron efecto.
La cosa es que con una fortaleza subterránea en medio de las montañas, es difícil ver qué pasó. Las fotos satelitales muestran cráteres grandes, pero el espionaje norteamericano en Irán -que es muy bueno- no llega a un lugar super secreto Clase A. Con cautela, muchos y el mismo New York Times, se preguntaron si lo que estaban viendo eran las dos entradas al bunker destruidas y un cráter al medio que podía ser o no un golpe mortal al laboratorio subterráneo. Si es sólo las entradas, los iraníes ya están removiendo los escombros y en algunos meses dirán, o no, si la refinadora de uranio todavía funciona.
Trump, por supuesto, la dio por demolida completamente en su magnífica mini guerra. Lo dijo por dos razones, una porque no puede considerar que algo le salga mal, y otra para calmar a los votantes que se alarmaron porque El Donald comenzaba una guerra. ¿No te habíamos votado por tu promesa de no hacer eso? Trump medio que dijo que ahí terminaba el asunto, medio que no, no sea cosa que los iraníes se confíen.
Pero el lunes, el presidente fue a Europa a verse con los socios de la OTAN, lo que significa muchísimos periodistas. Que le preguntaron si en serio estaba todo roto. Claro, dijo Trump. ¿Y va a negociar ahora con los iraníes? Nada hay que negociar, porque destruimos completamente su capacidad nuclear, no hay nada más que hablar. Menos mal que Trump consiguió que la OTAN gaste mucho más en armamentos y una rebaja en impuestos corporativos, porque si todo lo que quedaba de la gira era el silencio que recibió este “análisis” de la guerra…
Ante el papelón, alguien levantó el teléfono y los funcionarios de la Casa Blanca, junto a varios aliados legislativos, hicieron cola para elogiar la operación Martillo de Medianoche y jurar que Irán estaba en la lona. Cosa que Teherán desmintió bombardeando Tel Aviv y una base norteamericana en Omán, previo aviso para que la evacúen, no sea cosa de escalar matando yankees. Los israelíes contestaron con más bombardeos, rompiendo la tregua que había ordenado Trump, que se enfureció e hizo algo muy raro, retar a su adorado Benjamín Netanyahu en público. Hubo paz, al menos por ahora.
Pero todo sigue siendo un misterio. Este jueves, el secretario de Defensa Pete Hegseth y el comandante de las fuerzas armadas general Dan Caine dieron una conferencia de prensa con todos los detalles de la impresionante operación aérea. Pero ninguno de los resultados, que siguen en las nubes. El supremo ayatolá Alí Jamenei apareció después de una semana en un video desafiante en el que decía que Irán había ganado el enfrentamiento contra Israel y el Gran Satán. Visto desde la lógica del más pequeño, tiene razón, que él sigue vivo y su país no fue invadido. Netanyahu no dijo algo así, exactamente, pero su tambaleante gobierno tuvo unos días de popularidad en las encuestas y todo el mundo se olvidó de lo que andan haciendo en Gaza.
El ayatolá no aclaró otro gran misterio, que es dónde está el uranio que ya enriquecieron. Es fácil asumir que está desparramado por todo el país, ya que estamos hablando de poco volumen. Jameini tampoco habló de Fordo, pero el argentino Rafael Grossi, titular de la comisión nuclear de la ONU, puso un poco de sensatez en la especulación explicando que las refinadoras de uranio no pueden estar funcionando. Esas maquinotas rotan a una velocidad casi supersónica y son muy sensibles a las vibraciones, aun si están apagadas. Entre tres y cinco superbombas cayendo encima alcanzan y sobran para descalabrarlas, si no para destruirlas. Grossi, cauto, no entró en detalles.
Jameini trató de ponerle buena cara a un par de años horrendos para Irán, que trató de ser la potencia regional y, tal vez en serio, soñó con destruir a Israel. La caída de Saddam Hussein le permitió casi que manejar Irak, la inseguridad de la dinastía Assad en Siria le abrió bases y militancia para sumarlas a Hezbolá y Hamas. Pero Siria ya no tiene a Assad, Irak le ganó a los fundamentalistas, Hamás está virtualmente destruido y Hezbolá acosado. Los israelíes, lejos de estar destruidos, bombardean y no paran si no les manda Trump. No hay quien aguante semejante paliza, pero el régimen teocrático parece todavía firme al mando de este país de 92 millones de personas.
El petróleo, por supuesto, subió bastante. Los especuladores adoran las guerras y las amenazas fundamentalistas.
Mientras tanto, en el Senado
Trump suele tener problemas institucionales y legales que su imitador criollo, nuestro Javier Milei, no tiene ni ahí. El mismo día en que su ministro y su general defendían el bombardeo en Irán, una funcionaria del Senado de Estados Unidos bajó varios artículos de la Ley Grande y Hermosa que ya pasó Diputados y el presidente quería firmar el 4 de julio, día de la Independencia y principal feriado nacional. La ley, que es grande de cientos de páginas, es en rigor un Presupuesto con dos inmensos caramelos para gente importante. Uno es la renovación de las rebajas impositivas para el uno por ciento más rico, los accionistas y las corporaciones. El otro es para los militares, que por primera vez en tiempos de paz reciben un trillón de dólares, un millón de millones.
El tema es que parte de esto se va a financiar con deuda pública, aunque ya es colosal, y otra parte con muy fuertes rebajas presupuestarias para… la gente no importante. Además de pequeños resentimientos como liquidar los ínfimos medios públicos del país, el presupuesto recorta Medicaid, el programa para los pobres y jubilados, y todo lo que huela a servicios sociales en materia de vacunación, alimentos y educación especial.
Pero ahí aparece la hasta ahora desconocida Elizabeth McDonough y avisa que no, que estas cosas no se pueden hacer en el formato actual. La funcionaria es la encargada de establecer si lo que llega al recinto es legal o viola las reglas senatoriales. McDonough ya bochó varios recortes de Medicaid por faltas procesales: necesitan leyes especiales y no pueden estar en un paquete, disimulados. Tampoco se pueden vender tierras fiscales, ni recortar los planes alimentarios, ni limitar el alcance de los amparos en primaria instancia. Y avisó que sigue leyendo el paquete, que no es lo único objetable.
Los republicanos MAGA planeaban sesionar este fin de semana y mandar la mega ley de vuelta a Diputados el lunes, para que puedan votar los “ajustes” que había pedido Trump de la primera versión. No va a ocurrir. Y eso que ya hay republicanos buscándole la vuelta al tema, puertas adentro, pensando en cambiar la redacción de algún artículo.
La super ley es tan drástica que ocurrió algo insólito: la criticó la Iglesia católica, que por allá es de lo más derechista. Pero el presidente de la Conferencia Episcopal, el arzobispo Timothy Broglio, le pidió públicamente al Congreso de “cambie drásticamente” el presupuesto. “El papa Leo XIV dijo recientemente que es responsabilidad de los políticos promover y proteger el bien común, incluyendo reducir las enormes diferencias en la riqueza de cada uno. Esta ley no responde a este pedido”.
Mientras, ¿no es envidiable que haya calidad institucional a este nivel? Una McDonough argentina es inimaginable.
El miedo
Las razzias contra los inmigrantes sin papeles están empezando a tener efectos económicos, de los negativos. Trump le ordenó a ICE, la Migra, que detenga tres mil sin papeles por día, mínimo, un número que se puso difícil de cumplir. Con lo que los agentes enmascarados empezaron a manotear gente sin control. Cuando los granjeros protestaron, Trump dijo que iban a parar las razzias rurales. Pero unos días después, recomenzaron porque el sector es tentador: 42 por ciento de todos los peones rurales, cosechadores, plantadores, alambradores, no tienen papeles.
Ahora es verano en Estados Unidos, tiempo de cosecha de cosas como las sandías, y casi no hay nadie que los recoja. Los que no fueron arrestados se esconden, faltan al trabajo, renuncian. Abandonan puestos que no pagan bien y ningún ciudadano americano quiere tomar. La bronca rural es fuerte, tanto que el presidente tuvo que decir que iba a hacer “algo” para ayudar al sector. Pero no dijo qué.
Mientras, los inmigrantes en el cinturón rural del sur, en la frontera con México, dicen que lo que realmente los asusta es que los deporten a terceros países, algo que la Corte Suprema sancionó como legal este lunes. Que los expulsen a su México natal ya es malo, pero encontrarse en Sudán del Sur es peor.
La Gran Manzana
Nueva York mantiene una tradición de izquierda que a veces se piensa extinta. Pero la renovación de los demócratas locales, que gobiernan desde siempre y parece que para siempre, ya produjo a Alexandria Ocasio Cortez y acaba de producir una nueva estrella. El martes 24 fueron las primarias del partido para el nuevo intendente de Nueva York y las terminó ganando un musulmán, hijo de inmigrantes indios y afiliado a los Demócratas Socialistas de Bernie Sanders. Zohran Mamdani fue la gran sorpresa, con un 43 por ciento de los votos, muy arriba del favorito Mario Cuomo, el ex gobernador que renunció por denuncias de inconducta sexual.
Lo gracioso es que el triunfo de Mamdani aterró al aparato del partido. Los “grandes donantes”, que son los millonarios progres que pagan campañas -sí, existen, es verdad- ya avisaron abiertamente que se olviden de ellos. Lo que levantó las acciones del actual intendente, Eric Adams, que ni se presentó a una interna que sabía que lo iba a humillar y dejó pendiente definir si se va a presentar a la reelección como independiente o directamente como republicano. La plata puede ir a su campaña.
Adams es un ex policía y un chanta en varios niveles, que zafó de ir preso por andar aceptando dineros y viajes de lujo por orden de Trump, que hizo que el ministerio de Justicia retirara los cargos. Pero Mamdani es de la línea renovadora de Ocasio Cortez y un peligro para un establishment político que tiene atada y bien atada la mayor y más rica ciudad de los Estados Unidos.
Se vota en octubre, se aceptan pálpitos.