Milei ya volvía de Israel cuando comenzó la Operación León Naciente, un ataque de Israel contra Irán para destruir su infraestructura nuclear, o sea, los bunkers donde científicos e ingenieros enriquecerían uranio y fabricarían armas atómicas. Volvía ganado por la euforia, con algún premio adicional para su colección y nuevas fotografías con Benjamín Netanyahu. Y volvía creyendo que lo aceptaban como algo más que un pintoresco mandatario sudamericano que apoya entusiasmado y a los gritos la totalidad de las decisiones de los Estados Unidos e Israel, aunque contradigan los antecedentes de neutralidad y el interés nacional de su país.
Como es sabido se atribuye al padre de la tragedia griega, el gran Esquilo, la sentencia de que la verdad es la primera víctima de la guerra. Además el autor de Los persas combatió contra éstos en las batallas de Maratón y Salamina, y como le sobraban aptitudes de propagandista puso en boca de uno de los derrotados que los griegos tenían a favor la gran ventaja de ser demócratas.
Desde entonces hasta hoy transcurrieron los siglos y las guerras suficientes para que las palabras de Esquilo sean atribuidas a variados pensadores, y tampoco falten quienes aseguren que las tecnologías comunicacionales de vanguardia, pudiendo ser lo contrario, resulten un dispositivo militar superlativo para dar muerte a la verdad con más rapidez y a mayor escala.
Sirve de ejemplo la guerra entre Rusia y Ucrania. Se trata de un conflicto que exhibe indefinida vocación de continuidad, y del cual se conocen avances y retrocesos victoriosos y perdidosos según la fuente “informativa” del caso. Y como soporta una carga fantástica que termina chapaleando en las densas aguas del ridículo, no es extraño que luego de un intenso y mutuo bombardeo se registren 500 víctimas fatales en un bando y sólo 5 víctimas fatales en el otro, o a la inversa, aunque ambos difundan a través de sus medios de comunicación imágenes espantosas con destrozos materiales de pesadilla.
También sirve de ejemplo la perenne crisis de Oriente Medio. Luego de los terribles atentados de Hamás del 7 de octubre de 2023 el apoyo público a Benjamín Netanyahu se desplomó, en el marco del genocidio contra la población palestina de Gaza perpetrado por su gobierno. Sin embargo para Bibi (referente de la ultraderecha global que enfrenta una orden internacional de detención por crímenes de guerra, además de procesos en su país por soborno, fraude, abuso de confianza y otras cuestiones por el estilo), en el momento en que arrecian los críticos que lo consideran un belicista causante de miles de muertes en la Franja, oportunamente para su resurgimiento político pudo recrudecer el conflicto con Irán.
Era un secreto a voces que Israel atacaría sorpresivamente a Irán con el objetivo de destruir su infraestructura nuclear, o sea, los bunkers donde científicos e ingenieros estarían tal vez enriqueciendo uranio para producir armas atómicas. Era un secreto a voces, tanto, que a nadie sorprendió que se transfigurara en verdad revelada hasta servir de prólogo al ataque del sábado 13 de junio bautizado Operación León Naciente.
Milei había elogiado y apoyado las acciones militares contra Irán desde el inicio, y cuando una semana después Estados Unidos confirmó su participación en una ofensiva militar (que definió conjunta con Israel) contra tres instalaciones nucleares iraníes, entró en éxtasis. También se puso contento Bibi Netanyahu, para quien el programa nuclear iraní (con su industria misilística de largo alcance) fue una suerte de obsesión desde su primer mandato en la década de 1990 y durante su actual gobierno de dieciséis años ininterrumpidos. Después del ataque de Estados Unidos a las instalaciones nucleares de Irán, mientras agradecía a Trump la intervención providencial que “cambiará la historia”, en el rostro de Bibi se dibujó una sonrisa.
Cada vez que Irán asegura que su programa nuclear tiene fines civiles, los memoriosos recuerdan, al margen de distancias y diferencias, al presidente norteamericano George W. Bush hablando desde la Oficina Oval el 19 de marzo de 2003 para anunciar al mundo la conversión de una hipótesis en una certeza y el curso de acción que inhibiría sus peligros. Era el arranque de la Operación Libertad Iraquí: “El pueblo de Estados Unidos y nuestros amigos y aliados –dijo Busch– no vivirán a merced de un régimen al margen de la ley que amenaza la paz con armas de destrucción masiva.” Y la existencia en Irak de aquellas armas de destrucción masiva todavía es motivo de debate, y quedará seguramente en el desván de la historia con otras preguntas sin respuestas, como lo fueran las referidas a la cuadratura del círculo y al sexo de los ángeles.
Netanyahu se cuidó de mencionar el arsenal de armas nucleares que poseería Israel, mientras Irán probó un contrataque bombardeando la mayor base regional norteamericana en Qatar –algo muy débil, según Trump, sin muertos ni heridos. Entonces Milei reiteró su “apoyo incondicional a Israel y Estados Unidos”, agregó que el ataque israelí “es la salvación de la cultura occidental”, y también que Irán es “un enemigo de la Argentina”. Otro que se puso locuaz fue el ministro de Defensa, Luis Petri, quien dijo en su cuenta M: “Garantizar la paz en el mundo es luchar, siempre y en todo lugar, contra el terrorismo y sus armas nucleares. Mañana el mundo despertará más libre y en paz! Fuimos víctimas del terror de Irán y lo pagamos con sangre de inocentes. Gracias Presidente@Milei! Estamos en el lado correcto de la Historia! Del lado de la Justicia!”
Con mayor parsimonia, y ante la posibilidad de que una de las represalias de Irán consistiera en cerrar el Estrecho de Ormuz, por donde pasa la mitad del petróleo que importa China, ya sus máximas autoridades habían advertido con toda claridad: “El Golfo Pérsico y las aguas cercanas deben mantenerse estables y sin interrupciones.” Así que el humo de las bombas y el polvillo de los derrumbes de casas y edificios resultó útil, de la mano del tejido discursivo in crescendo de quienes directa o indirectamente se consideran justamente involucrados en el conflicto, para velar pro tempore la “limpieza étnica” en Gaza realizada por el ejército israelí. Y también para que a Milei se lo distinga con una suerte de irónica notoriedad allí donde juegan las grandes ligas, y el ministro de Relaciones Exteriores israelí lo cite y le dedique el bombardeo a la prisión de Evin en Teherán, en un mensaje donde escribe: “¡Viva la libertad, carajo!”, en español y reconociendo la autoría del Presidente argentino.
Nadie preguntó si Trump hablaba como particular o como presidente de los Estados Unidos cuando ordenó bombardear a Irán y luego anunció la imposición de un alto el fuego, con el debido plan de pacificación y sus etapas. Además aseguró que esperaba que las partes lo aceptaran y que lo cumplieran, aunque en un comunicado de la Guardia Revolucionaria iraní quedara claro que Irán no dejaría “sin respuesta ningún ataque a su integridad territorial, soberanía y seguridad nacional bajo ninguna circunstancia”. En Argentina mientras tanto el Presidente declaraba, tuiteaba y retuiteaba cuanto libelo belicista caía en sus manos, siempre a favor de la entente norteamericana-israelí, y de la guerra preventiva lanzada por Netanyahu y minuciosamente publicitada. Y el entusiasmo de Milei motivó la reacción del principal partido de la oposición: «“La Secretaría de Relaciones Internacionales del Partido Justicialista expresa su categórico rechazo a las temerarias declaraciones del presidente Javier Milei sobre la condición de “enemigos” que aplica a otras naciones. Sus prepotentes exabruptos discursivos reflejan, una vez más, negligencia e imprudencia.”». El documento también plantea que “las declaraciones irresponsables” de Milei exponen de modo innecesario a los argentinos a situaciones de violencia y retaliación “toda vez que manifiestan las opiniones personales del mandatario antes que el interés nacional y el bienestar y la tranquilidad de los argentinos y argentinas en el país y el exterior”.
Por su parte, diputados de Unión por la Patria impulsaron un pedido de juicio político tras las declaraciones del Presidente, porque involucrar a la Argentina en un conflicto bélico internacional esquivando al Congreso, argumentaron, es una violación de toda la normativa vigente, comenzando por la Constitución. Igualmente se tuvo en cuenta para elaborar el pedido de juicio político que, más allá del cese del fuego (que apenas anunciado por Trump tanto Israel como Irán violaron), Milei viene haciendo declaraciones que pueden ser tomadas por alguno de los países beligerantes como una declaración de guerra.
Hay una interesante definición de la caótica que sería útil para dilucidar los hechos: Ella trata la indeterminación en el comportamiento temporal. Como Milei en su momento para difundir/promover la criptomoneda $LIBRA, Trump usó las redes sociales para anunciar un “cese del fuego completo y total” acordado por Israel e Irán, que se implementaría gradualmente hasta terminar la “guerra de los 12 días”, aseguró, ansioso por escribir la historia con antelación a los hechos. En un mensaje en su red social Truth (que sorpresivamente quiere decir Verdad) aseguró: «¡Felicidades a todos! Se ha acordado plenamente por y entre Israel e Irán que habrá un alto el fuego completo y total (¡en aproximadamente 6 horas a partir de ahora, cuando Israel e Irán se hayan retirado y completado sus misiones en curso, finales!), durante 12 horas, momento en el que la Guerra se considerará ¡terminada!”
El bombardeo estadounidense fue feroz, y según los estudiosos de la política regional habrá que ver si Netanyahu se recupera políticamente de la guerra con Irán: las encuestas advierten que tendría dificultades para formar una coalición ganadora en el corto plazo, y tampoco está claro si el fortalecimiento por haber logrado el ataque de Estados Unidos el domingo se mantendrá por mucho tiempo. Él y Trump supusieron en su momento que la eliminación del ayatola Alí Jamenei terminaría con la guerra, pero después de la Midnight Hammer (Martillo de Medianoche, la operación de los norteamericanos complementaria de la Operación León Naciente de Israel), la situación de Irán parece abrir interrogantes respecto de la conveniencia (y posibilidad) de un cambio de régimen. ¿Será el hijo mayor del último líder de la dinastía Pahlavi, el sha Mohamed Reza Pahlavi, la alternativa para restablecer la monarquía en Irán? Vive en los Estados Unidos y se ofrece como solución, pero no parece contar con el poder necesario para revertir a la Revolución Islámica que derrocó a su padre.