El modelo del hermano de la Karina repele la inversión externa

Un análisis de por qué es vana e irreal la esperanza de los libertarios sobre un futuro próspero. Las diferencias causales de la devaluación del dólar a nivel global y la devaluación en la Argentina. Los bajos salarios de la Argentina conforman un mercado menesteroso sin atractivos para la inversión. 

En lo que va del año en las zonas que mueven el amperímetro de la economía mundial el dólar se devaluó y en la Argentina también. Las razones de esa similitud son muy diferentes. Respecto de los gringos explica Robin Wigglesworth del Financial Times (19/08/2025) que “la presión sobre el dólar parece deberse a la prisa de los inversores por cubrir su exposición a la divisa estadounidense, en lugar de simplemente vender activos estadounidenses”. Al contrario: están comprando activos, y por eso el exceso de dólares que bajó su cotización. Wigglesworth trae a colación un análisis del banco de inversiones Goldman Sachs en el que se contabiliza que los inversores extranjeros vendieron activos estadounidenses por un valor neto de 92.000 millones de dólares en abril, pero desde entonces han comprado acciones, bonos del Tesoro y bonos corporativos por un valor de más de 545.000 millones de dólares. 

Los analistas de mercado estiman que esto recién empieza. En los platos de esta romana también hay que cargar que Paul Krugman, en un reciente diálogo con la economista Hélène Rey de la London Business School (LBS), le contó que en un trabajo que hizo con el actual economista jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas, encontraron que “existe un excedente de rentabilidad que Estados Unidos obtiene de sus activos externos en comparación con sus pasivos externos (…) Desde la década de 1950, ronda el 1,5 por ciento real anual, una cifra considerable. Pero añadiría otra cosa al privilegio exorbitante de Estados Unidos: que en épocas de crisis, la gente necesita liquidez en dólares. Por lo tanto, Estados Unidos puede refinanciarse en épocas de crisis con mucha facilidad”.

Entre nosotros, devaluar el dólar equivale a revaluar el peso. Nada es para siempre y tal parece que al gobierno libertario que encabeza el hermano de la Karina las papas le están quemando y una bruta devaluación se yergue en el horizonte. Nada inesperado. Suele le pasar en todos estos casos en que sienta sus reales el temido “atraso cambiario” sobre la base de jugarretas financieras. Encima, a diferencia de su faro el POTUS 47, al hermano de la Karina al frente de la administración cárdena no le ha ido nada bien en materia de inversión externa. Así lo muestran los datos aportados por un exsocio y examigo, el también ultra liberal austríaco Diego Giacommini.

La fe que mueve montañas pero no prosperidad 

A favor del gobierno de los libertarios a la violeta, hay que tener en cuenta que en el “Informe sobre las inversiones en el mundo 2025” de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), publicado el 19 de junio pasado se pone de manifiesto lo que sigue: “La inversión extranjera directa (IED) mundial cayó un 11 por ciento, lo que marca el segundo año consecutivo de descenso y confirma una desaceleración cada vez más profunda de los flujos de capital productivo (…) Aunque la IED mundial aumentó un 4 por ciento en 2024 hasta alcanzar los 1,5 billones de dólares, el incremento es resultado, entre otros factores, de flujos financieros volátiles a través de varias economías europeas, que a menudo sirven como puntos de transferencia para las inversiones”. Las conclusiones del informe subrayan la urgencia de reestructurar los sistemas de inversión y financiación para impulsar un crecimiento inclusivo y sostenible, atendiendo a que en 2024 la inversión se redujo drásticamente en las economías desarrolladas, especialmente en Europa. En los países en desarrollo, las entradas de capital parecían estables en general, pero esto ocultaba una crisis más profunda. En demasiadas economías, subraya el informe de la UNCTAD, “el capital se estanca o ignora por completo los sectores más importantes: infraestructura, energía, tecnología e industrias que impulsan la creación de empleo”.

Pero los libertarios a la violeta se tienen fe. Se dan ánimo, argumentando que pasado este muy mal momento financiero, económico y político, y de la mano de un triunfo en las legislativas nacionales de octubre, las inversiones en minería y demás sectores primarios, la economía abierta y el avasallante triunfo del plan antinflacionario, el país coronara de laureles la gesta cárdena.

El lacerante proteccionismo del POTUS 47 deja en el baúl de las malas ideas la apertura unilateral que llevan adelante los cárdenos. Pero si hay algo que vuelve una mera ilusión lo que piensan del desarrollo los libertarios a la violeta, es el ataque persistente y sin retrocesos que llevan adelante contra los intereses bien entendidos de los trabajadores argentinos.

El intercambio desigual 

Ocurre que en el mundo tal cual es rige el intercambio desigual y también el desarrollo desigual. Torpedear los salarios agrava los primero y ahonda lo segundo puesto que el salario es el mercado. El concepto de “intercambio desigual” es usado frecuentemente por Immanuel Wallerstein, Samir Amin, Giovanni Arrighi, André Gunder Frank, Ernest Mandel, entre otros, pero no le dan el mismo significado que Arghiri Emmanuel, al cual salvo Amin y Wallerstein, por lo común omiten en sus análisis, tan enfrascados como están objetivamente en defender los intereses de la aristocracia trabajadora del centro, y del cual el eminente economista greco-francés fue un férreo crítico.

La tesis del intercambio desigual, según Arghiri Emmanuel, reza que “Fuera de toda alteración de los precios que resulte de una concurrencia imperfecta en el mercado de las mercancías, el intercambio desigual es la relación de los precios de equilibrio que se establece en virtud de la perecuación de las ganancias entre regiones con tasas de plusvalía “institucionalmente” diferentes dando al término “institucionalmente” el significado de que esas tasas, por la razón que sea, son restadas a la perecuación concurrencial en el mercado de factores, e independiente de los precios relativos”.

Traducido a criollo llano, en el ámbito de su definición y sus fundamentos, Emmanuel erige a los salarios como la variable independiente del sistema, constituyendo así un punto cardinal en su argumentación para dar cuenta de las tasas de plusvalía “institucionalmente” diferentes. Sin embargo, cuida muy bien que se eviten simplificaciones al deslindar que no basta una mejora en los términos de intercambio por un aumento de salarios para que aparezca el desarrollo.

Es que por muy importante que pueda ser la transferencia de valor engendrada por el intercambio desigual, y aun si se considera no sólo su impacto puntual y momentáneo sino también su acumulación de año con año (su valor presente neto), esa transferencia no parece suficiente para explicar toda la diferencia de niveles de vida y de desarrollo que existe en la hora actual entre los grandes países industriales, por una parte, y los países subdesarrollados por la otra. Justamente, para explicarla es preciso recurrir al movimiento de los capitales y a la división internacional del trabajo. Hay, efectivamente, en el seno de esos dos factores fuerzas que bloquean el desarrollo de la periferia.

Ahora bien, advierte Emmanuel que “la misma causa que engendra el intercambio desigual -en especial la disparidad de salarios-, y con ello, indirectamente una cierta desigualdad en el desarrollo por la punción de una parte del excedente disponible de la acumulación, engendra también, directamente, e independientemente de esa punción, el mismo desarrollo desigual en su conjunto, desatando el mecanismo de esas fuerzas de bloqueo contenidas en el movimiento de los capitales y en la división internacional del trabajo”.

Entonces según A. Emmanuel, el mercado mundial está dominado por una ley determinada de formación de los precios; esta ley tiene como efecto que la desigual “remuneración de los factores” (y muy especialmente la desigual remuneración del “factor trabajo”, y por lo tanto el desigual precio de la fuerza de trabajo; altísimo en el centro en comparación a la periferia, que por lo demás la define como tal) impone la “desigualdad en el intercambio”. 

Esta misma desigualdad de remuneración consolida una división internacional del trabajo de raíz histórica que es, inevitablemente, desfavorable para los países pobres. Es este enfoque de la realidad lo que es esencial, y lo que le permite a Emmanuel desarrollar una crítica radical a la tesis David Ricardo de los costos comparativos (y de sus variantes “modernas”) y, por lo tanto, de la afirmación según la cual la división del trabajo (que se desprende de la acción específica de las fuerzas económicas que actúan en el mercado mundial capitalista) lograría condiciones de producción y de cambo fundadas sobre las “ventajas naturales relativas” de los países participantes en el intercambio. 

Generalmente, y los libertarios a la violeta no son la excepción, se deduce de esta última afirmación que la división internacional del trabajo permitiría intercambios “ventajosos” tanto a los países pobres como a los países ricos y permitiría alcanzar una “producción máxima”, teniendo en cuenta los “factores de producción” disponibles a escala mundial y su “localización” geográfica.

Es esta misma aproximación la que permite trazar una suerte de escorzo del inmediato porvenir en materia de los flujos de capitales, mercancías y seres humanos que demuestra la ilusión que abrigan los libertarios a la violeta. El comercio internacional aumentó 25 veces desde 1950, mucho más rápido que el ingreso per cápita. Es más, si no le tuercen el brazo al POTUS 47, es esperable que el comercio siga creciendo, aunque a tasas más bajas, y siempre distribuyéndose inequitativamente entre Norte y Sur. 

La llegada de capital extranjero también puede esperarse que siga ampliándose a ritmo alicaído. Lo mismo puede decirse de la transferencia de tecnología. En este mundo difícil y que se perfila más peliagudo, que no tiene nada que ver con el inexistente que observan los libertarios a la violeta, la Argentina tiene mucho para ganar. En principio, ganar su derecho a ser un país desarrollado. Del grado que alcance el desenvolvimiento de su conciencia nacional, depende ese logro.

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