El hermano de la Karina inventó la parábola del uranio

La entrevista que el hijo de Sarkozy le hizo al hermano de la Karina revela las profundas contradicciones del comportamiento cárdeno. Por un lado, defienden y justifican como necesario al proteccionismo de Trump. Por el otro – y al mismo tiempo- postulan que para alcanzar un “nuevo siglo dorado de Argentina” hay que incurrir en más y más librecambio.

El viernes 29 el hermano de la Karina que está al frente del gobierno libertario le concedió una entrevista a Louis Sarkozy, hijo del primer matrimonio de los tres que disfrutó hasta ahora el ex mandatario francés Nicolás Sarkozy (2007-2012), para el podcast “En Toda Libertad”. En este distendido dialogo entre derechistas rancios, el hermano de la Karina estimó: “Si conseguimos muy buenos resultados en las elecciones de provincia de Buenos Aires, podríamos estar poniéndole el último clavo al cajón al kirchnerismo. Eso sería una cosa verdaderamente fabulosa, porque empezaría a implicar el fin del populismo y estaríamos en condiciones de iniciar el nuevo siglo dorado de Argentina, que nos haga potencia nuevamente”. No dijo qué sospecha que sucedería si ocurre lo contrario. Sorprendentemente Sarkozy no se los preguntó. 

Ese “nuevo siglo dorado” requiere entre otras cosas para ser vivido, según el hermano de la Karina, dejar de ser ingenuos e incorporar a la geopolítica como criterio central en las relaciones económicas internacionales. 

Sarkozy le hizo una pregunta: “¿Es Donald Trump verdaderamente un proteccionista? ¿O es simplemente un estratega, un pragmático que utiliza los aranceles aduaneros para maximizar su posición negociadora?”.

El hermano de la Karina arrancó su respuesta declarando su admiración y respeto por el POTUS 47. “Es un líder de características excepcionales (…) La posición de Donald Trump, tiene que ver con que entiende la cuestión geopolítica (…) Entonces, esto no se resuelve sabiendo el modelo de Heckscher-Ohlin. Esto se resuelve entendiendo de geopolítica”, consignó el primer mandatario.

“Te hago una pregunta –continuó el hermano de la Karina, articulando su respuesta- si por Heckscher-Ohlin, si por el modelo que fuera, toda la producción de uranio quedara en manos de un país que tiene vocación totalitaria autócrata y que no tiene problemas en tirar bombas por cualquier parte del mundo, ¿vos en honor del Herckscher-Ohlin no afectarías el comercio?”.

La obvia respuesta de afectar el comercio de él y su interlocutor, lo llevó al hermano de la Karina a seguir reflexionando que “son demasiado ingenuos los modelos con los que trabajamos para entender lo que está haciendo Trump (y eso) Te lo dice un economista que es un liberal libertario”.

Escarbar el terreno del alcance de la geopolítica, para luego explicar qué cuernos es el modelo de Herckscher-Ohlin, pone al descubierto las profundas contradicciones del comportamiento cárdeno. Por un lado, defienden y justifican como necesario al proteccionismo de Trump. Por el otro – y al mismo tiempo- postulan que para alcanzar un “nuevo siglo dorado de Argentina” hay que incurrir en más y más librecambio.

Se nota que no se han enterado que la pelea del POTUS 47 es con las propias multinacionales norteamericanas, que se han localizado en el exterior –principalmente China- muchísimo más allá de lo que sería necesario. Eso de la geopolítica de Trump es una ficción que tranquiliza al hermano de la Karina y a sus seguidores, al menos los que tienen alguna consciencia sobre esta problemática clave. No es que no existan factores geopolíticos a considerar. Pero no son los que ven los cárdenos en función de su propia justificación. 

El incomprendido

Para que el árbol no tape el bosque, cabe tener presentes algunos datos de “lo que está haciendo Trump” en materia de proteccionismo. El jueves 7 de agosto entraron en vigencia los aranceles globales del presidente Donald Trump. Impuso tarifas aduaneras a 90 países de hasta el 50 por ciento. Estas barreras comerciales no se registraban desde la Gran Depresión de los años ’30.

“El comercio mundial colapsó en la década de 1930. Por lo tanto, para comprender su posible desenlace a partir de ahora es necesario analizar detenidamente los hechos (…) Con las reciente medidas, los aranceles promedio ponderados por el comercio de Estados Unidos han aumentado del 2,4 por ciento a principios de año al 18,4 por ciento”, aduce, la directora general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la economista keniana Ngozi Okonjo-Iweala, en una columna que publicada en el Financial Times (04/09/2025).

Okonjo-Iweala señala que “En los últimos seis meses, el sistema comercial mundial se ha visto sacudido por las acciones unilaterales de Estados Unidos. No pocos han proclamado la desaparición de la Organización Mundial del Comercio. Si bien estos obituarios del sistema multilateral de comercio han estado apareciendo desde al menos la década de 1980, las disrupciones actuales no tienen precedentes en velocidad y alcance, y sin duda han socavado la confianza en un comercio abierto y predecible”.

Informa la economista keniana que “La secretaría de la OMC proyectó el mes pasado que el volumen del comercio mundial de bienes crecería un 0,9 por ciento este año. Si bien esta cifra es muy inferior al 2,7 por ciento proyectado antes de los nuevos aranceles estadounidenses, representa una mejora con respecto a la contracción del 0,2 por ciento prevista en abril”. 

Para Okonjo-Iweala “sucesivas administraciones estadounidenses han formulado críticas razonables sobre el reglamento de la OMC. Y si bien es posible no estar de acuerdo con el enfoque unilateral actual, es evidente que varias de estas críticas son válidas. Es necesario abordar las quejas sobre la falta de transparencia de los miembros, la igualdad de condiciones, las prácticas comerciales desleales y la posible extralimitación del órgano de apelación”. 

Para la keniana, “reposicionar la OMC y el sistema multilateral de comercio en general es una tarea abrumadora, pero emocionante. La buena noticia es que se está cobrando impulso (…) Los embajadores en Ginebra están trabajando para identificar reformas y medios de implementación. Pero no pueden hacerlo solos. En el contexto actual, los ministros tendrán que aportar su influencia política a la tarea. El statu quo no es una opción”.

Geopolítica

Okonjo-Iweala de geopolítica no dijo ni mu. Y es que los argumentos del mandatario cárdeno sobre la cuestión geopolítica-entonces-aranceles-aduaneros, son al menos infundados y carentes de pertinencia. 

En principio, cuando el invierno nuclear comenzó a ser una amenaza, y Stanley Kubrick y su película “Dr. Strangelove o: Cómo aprendí a dejar de preocuparme y a amar la bomba” a poner un brillante humor en un asunto por demás lúgubre, el comercio mundial floreció y los años del crecimiento del capitalismo fueron caracterizados como “gloriosos”. Si el comercio aumentó en vez de disminuir con la Guerra Fría, es obvio que hay algo que no anda bien con eso que está mal, con el cuento del monopolio del uranio.

La dialéctica de Hegel y la mente brillante de John Forbes Nash dejaron en claro que detonar la bomba no era una opción, dada la destrucción mutua asegurada. Nash, con su enfoque de la teoría de los juegos, sugirió que Adam Smith estaba equivocado y los seres humanos viven mejor cooperando que compitiendo, cosa acerca de la cual los neoclásicos se hacen bien los boludos o andan confundidos.

Pero no hace falta un ejemplo radioactivo extremo como el del uranio. El petróleo y las materias primas de la periferia en general funcionan en mercados muy oligopólicos. Provienen de países en que la democracia o es muy reciente o aún es una meta a conquistar o reconquistar. Jamás -por esa causa- fueron obstáculos al comercio.

Es más, cuando el simpático e inequívocamente bien intencionado dueto de Bush-Cheney les vendió a los norteamericanos la invasión a Irak, en voz baja susurraban que era por el petróleo. Gran verso gran. El dueto, un destilado de bonhomía si los hay y hubo, no necesitaba invadir, como ahora tampoco robarse las materias primas de Sudamérica, para asegurar el abastecimiento de sus industrias. Sencillo: si los países no venden, quiebran, y se los lleva puesto el quilombo interno por la malaria que se auto infligieron. 

En esos tiempos hasta un economista muy neoclásico boy scout como Gary Becker (premio Nobel de Economía para variar) denunciaba en las páginas de BusinessWeek que lo del petróleo por sangre de Irak, era un cuento mal contado. Y tenía razón. O Irak le vendía el petróleo a un mercado mundial en que la demanda norteamericana significa el 50 por ciento o se lo comía. El petróleo es indigerible. Lo bien que cuenta toda esa historia la inigualable cara de truhan de Dick Cheney.

Bush-Cheney-Laurita-Richardson y encantadoras personas por el estilo, son expresiones del mismo interés en explotar el más fabuloso yacimiento que tiene la economía norteamericana que es el presupuesto del Pentágono. ¡A ver si suponen que la denuncia del complejo militar industrial del camarada Eisenhower fue una boutade!

Heckscher-Ohlin-Samuelson

El modelo de comercio exterior que se conoce como el de Heckscher-Ohlin-Samuelson (HOS), aludido por el hermano de la Karina en la entrevista que le hizo Sarkozy, reúne trabajos que a los largo de unas décadas hicieron dos economistas suecos Eli Filip Heckscher, y Bertil Gotthard Ohlin y el norteamericano Paul Anthony Samuelson. Los dos últimos fueron laureados con el Nobel de Economía.

Al analizar de qué se trata el modelo HOS, se constata lo perdido que están en las metas del desarrollo y la visión del mundo el colectivo cárdeno y el hermano de la Karina que timonea los destinos del país. 

Huelga considerar que historiadores derechistas de la economía argentina muy transitados en la academia, como Roberto (no es) Cortés (lo que es) Conde, Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, son devotos de este modelo para explicar el pasado criollo.

Como todo análisis del aparato analítico de la economía hay que enfocarse y examinar los supuestos del modelo, los cuales una vez expresados –no siempre directamente, no siempre con la claridad que ameritarían, muchas veces implícitos o mal enunciados o diseñados- posibilitan las inferencias que desde ahí se deducen. Es ahí donde se observa si explican bien la realidad o la explican mal o se trata de una justificación del orden establecido, es decir: un ardid ideológico.

Manos a la obra, entonces. La doctrina neoclásica en general y la teoría llamada de Heckscher-Ohlin-Samuelson (HOS) en particular suponen que:

a) Todos los factores y notablemente los dos principales, capital y trabajo, son inmóviles a escala internacional. Entiéndase bien: en este mundo feliz no hay mercados emergentes ni inmigrantes.

b) Las cantidades disponibles de estos factores en el interior de cada país son dadas y quedan invariables a lo largo del tiempo.

c) Existe en el interior de cada país un mercado perfecto de factores, que asegura la correspondencia entre las tasas de sus remuneraciones relativas, y la escasez relativa que presentan.

Si estas tres hipótesis están fundamentadas, una división internacional del trabajo en la cual cada país se especializaría en función de la relación de la tasa nacional de remuneración de dos factores así dados, podría legítimamente ser asimilada a la que sería determinada directamente por las condiciones materiales de producción y sería inopinablemente óptima, porque es la única que asegura el pleno empleo de los factores en el conjunto del sistema.

Pero las hipótesis, a, b, c, enunciadas más arriba, no están fundamentadas.

a) Al menos uno de los dos factores, el capital, no es del todo inmóvil en el plano internacional-es más bien en el contexto de su movilidad asegurada por las Empresas Multinacionales (EMN), hoy día agentes efectivos de la especialización, donde está el problema- de manera que su “escasez” es independiente de la tasa de inversión local. Eso es inmediatamente perceptible en el caso de la implantación de una filial de una EMN, porque lo que se negocia en ese caso no es el monto del capital a invertir, sino el volumen de la producción proyectada. Un asuntito que a los profetas del RIGI se les chispoteó. 

b) Pero a escala nacional, haciendo abstracción de hecho de los flujos externos, el capital no puede ser un dato para la función de producción, puesto que es un factor producible en las condiciones mismas de esta función. En cuanto al factor trabajo, por más inmóvil que sea en el plano internacional, es en el marco nacional, perfectamente producible, en su forma concreta y no es nada más que en su forma más abstracta, es decir en tanto que potencia de trabajo indiferenciado, materia prima bruta para todas las calificaciones, que viene físicamente dado. Al fin y al cabo, tato quilombo que hacen con la inmigración y cuantitativamente es muy marginal. 

De manera que se trata más de una magnitud demográfica que económica, donde la única relación cuantitativa que tiene sentido sería aquella donde el segundo término vendría dado por el otro factor físicamente dado, a saber, la tierra. Entonces, la tierra no se convierte en factor, más que bajo las condiciones de separación del productor, condiciones institucionales por excelencia e independiente de su dimensión física. Remington y administración, no jodamos.

c) En principio, podríamos llegar a admitir por vía de hipótesis que el concepto de escasez o de abundancia relativas del factor trabajo posee un sentido bien definido, lo que implicaría la existencia de un mercado donde las remuneraciones se determinan de acuerdo a la “escasez o abundancias relativas”. Un mercado así definido simplemente no existe. Es una invención del espíritu. 

Los salarios son siempre determinados por mecanismos socio-políticos, de manera que si el trabajo es más barato no se debe necesariamente a que es más abundante, o si es más caro a que es más escaso, cualquiera sea el sentido que se le dé a “escaso” y “abundante”.

Se sigue, que en estas condiciones, es claro que una elección de sectores o de técnicas, interpretando los bajos salarios de ciertos países como reflejo de una “abundancia” del factor trabajo (como lo creía Guido José Mario Di Tella, y hoy lo postulan Gerchunoff y Llach) en el sentido físico del término y creyendo que se obtiene y consolida al mismo tiempo una ventaja comparativa ad hoc de estos mismos países, no corresponde a ninguna racionalidad macroeconómica.

Corresponde, sin embargo, a la racionalidad microeconómica de una empresa, que no se interesa por los costos y utilidades marginales sociales, pero sí se interesa por los costos y utilidades marginales que los factores representan en su balance. 

La ciencia pura: la coartada de la explotación

Cualquier interferencia en los flujos del comercio internacional con aranceles aduaneros es contraria a los que prescribe el modelo Heckscher-Ohlin-Samuelson, que nos lleva al mejor de los mundos posibles. El problema que ese mundo es inexistente. Solo se corporiza a partir de los supuestos ideales y apoyados en falsa escudara con que se lo concibe. Es como si alguien dijera que junto a Dumbo los elefantes vuelan porque se supone que tienen alas que lo posibilitan. Y no es que los neoclásicos confundan la probóscide con las alas.

Las imaginan, como imaginan que son los precios de los bienes actuando en conjunción con la productividad del trabajo los que determinan el valor del salario. A misma productividad, si en equilibrio el kilo de madera cuesta el triple que el kilo de milanesas, los trabajadores madereros cobraran el triple que los hacedores de milanesas, dicen los neoclásicos. Eso no tiene nada que ver con la fijación del salario en la realidad. 

Si el único precio que merece ser considerado como normal para el uranio de los países peligrosos fuere determinado por la libre competencia entre vendedores en el mercado mundial, llamar chantaje a su fijación autoritaria al alza por parte de los países terroristas se vería justificado. Por el contrario, si el precio de mercado no es más que el precio correspondiente a su subdesarrollo, difícilmente se podría llamar chantaje a la simple negativa de vender a un precio anormalmente bajo, un precio cuya única norma de origen es su propia pobreza.

Pero imaginemos que, por alguna razón, los salarios en los países peligrosos aumentaron considerablemente y llegaron a los niveles estadounidenses. Imaginemos que al desarrollo económico más rápido le siguió una intensa urbanización y un aumento de la renta inmobiliaria y de los precios de la tierra por sobre los estándares de California, y que como resultado de esto, el costo real del uranio aumentó de los 150 dólares actuales el kilo, a 6.000 dólares el kilo.

Mientras que las condiciones materiales de la extracción se mantuvieron sin cambios, y este aumento sólo refleja un incremento de los ingresos de los productores a medida que estos crecen, a nadie se le ocurriría describir esto como un chantaje o una maniobra geopolítica siniestra de países peligrosos. 

Es comprensible, por tanto, que los portavoces de la los países desarrollados se aboquen a rechazar la teoría del intercambio desigual y se aferren al verso de HOS y se lo vendan a los aborígenes de la periferia. Sus referencias a los principios científicos puros son una coartada para el defensa consciente o inconsciente del status quo. 

Pero estos principios se olvidan rápidamente cuando llegan productos de la periferia que compiten con la producción nacional de los países desarrollados, o amagan a llegar como los del agro del Mercosur, en estos días en danza en el parlamento europeo en vista del nunca sellado acuerdo UE-Mercosur. 

En su momento, por caso, las cuotas de importación se le impusieron a los productos japoneses, y antes durante y después nadie dudó, duda o va a dudar invocar los salarios anormalmente bajos en estos países y el “dumping social” resultante para proteger a su producción nacional contra las importaciones de los países subdesarrollados. El POTUS 47 le dio una vuelta de tuerca a la coartada de siempre, invocando la sanata geopolítica.

En otras palabras, se acepta de golpe, y sin que haya mediado ninguna transición, el hecho de que los salarios son la causa y los precios el efecto. Hay que reconocer que lo del POTUS 47 es más astutamente sibilino. Sacó esa discusión por plata del medio y la empasto con las de las siempre atrayentes rivalidades geopolíticas. 

Mientras tanto y en paralelo, en la “dimensión conocida”, en el nombre de una causa diametralmente opuesta, se dice que cualquier incremento en el precio del uranio es artificial y cualquier aumento en el precio del petróleo es estigmatizado como chantaje y extorsión. Visto de esta manera, hasta donde los bajos salarios producen precios “anormales” o los precios “normales” producen bajos salarios depende de si el producto en cuestión es chips o cacao.

La responsabilidad que les cabe a los países desarrollados por el estado actual del comercio internacional y del subdesarrollo en el mundo le pasa de largo al hermano de la Karina, al frente del gobierno de los libertarios a la violeta. Lindo prospecto para “el fin del populismo” y desde ahí estar “en condiciones de iniciar el nuevo siglo dorado de Argentina, que nos haga potencia nuevamente”. El León cárdeno, perdido en su admiración por el POTUS 47, vive en un mundo que no existe invocando el concepto de “geopolítica”, no solo como justificación de sus inconsecuencias sino para darse dique de estar en el ajo. Aunque la mona se vista de seda Karina queda.

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