Hoy es profesor de relaciones internacionales en la Universidad de las Américas Puebla, de México. Embajador retirado después de 35 años en la Cancillería, Jorge Álvarez Fuentes accedió a trazar lo que él mismo llama un “mapeo” de las probables relaciones con los Estados Unidos de Trump.
Embajador en retiro y académico, profesor de relaciones internacionales, Jorge fue representante diplomático de México en Nueva Zelanda, Líbano y Egipto, y embajador concurrente en Emiratos y en Qatar. Sus columnas sobre política exterior son muy influyentes en su país, y por eso este diálogo en el que antes que nada fija un criterio: “La bola de cristal es una tecnología que ya no funciona”. Y recomienda considerar un punto:
–La relación entre México y Estados Unidos es interméstica.
–Internacional y doméstica.
–Estamos vinculados por la cantidad de mexicanos que viven en los Estados Unidos. Y hablo no solo de los migrantes sino de todos los que tienen esa identidad, viven allí desde hace mucho. Al mismo tiempo coinciden un gobierno estadounidense recién electo y unas elecciones que le han dado un gobierno nuevo a Morena en una condición corregida y aumentada. Las cuatro transformaciones planteadas por Andrés Manuel López Obrador, dice ahora el Morena, van por el segundo piso.
Y por otro lado, vemos un Donald Trump 2.0. Está entonces la perspectiva de quienes subrayan: “Ya lo conocemos, ya supimos”. Entonces tratan de recordar cómo nos fue con Trump en Washington y con AMLO aquí.
–El pasado no tiene por qué repetirse, sobre todo porque el mundo ya es otro, con problemas diferentes a los de 2017. De cualquier modo, ¿qué pasó en aquella etapa?
–La presión sobre el tema migratorio fue tal que cedimos a cambio de nada. Aceptamos en la práctica el “quédate en México”. Era un esquema por el cual se producía un número cada vez más creciente de deportaciones hacia territorio mexicano, con un sistema migratorio en muy malas condiciones. Por otro lado, hubo presiones para subir los aranceles a las importaciones norteamericanas de productos mexicanos. No se cumplieron, al final. ¿Pero por qué no? Porque fue a cambio de que desplegáramos casi 30 mil efectivos en la frontera. Fueron medidas de contención migratoria. AMLO planteó al principio de su presidencia que la política migratoria tendría un perfil humanista. Y luego se militarizaron las migraciones. O sea que en la relación bilateral hubo cosas difíciles de tragar.
Por eso la relación es interméstica: abarca seguridad, frontera, migración, energía, comercio… Se trata también de nuestro tipo de integración en América del Norte.
–¿En qué punto está?
–Ya desplazamos a China y somos el primer socio comercial de los Estados Unidos. Pasamos del Tratado de Libre Comercio para América del Norte al T-Mec, el Tratado México, Estados Unidos y Canadá. Ahora viene la revisión. Y we know Trump.
–¿Qué surge de ese conocimiento?
–Los mexicanos no comemos lumbre. No va a ser una simple revisión del tratado. Va a ser todo lo que pueda lograr Trump para renegociar. Ése es el estilo transaccional de Trump. Entonces uno se pregunta: ¿vamos a seguir norteados? Sin duda. No hay duda ni para las familias mexicanas que reciben remesas de sus parientes que viven allá ni para los estadounidenses que reciben dólares por compras mexicanas.
–En la campaña, Trump dijo que el problema es China. También con México, porque según él ustedes exportan productos con piezas que llegan de China.
–Con China tenemos relaciones muy singulares, diferentes a las del resto de América latina. El volumen de las inversiones de China en México es significativamente menor que en otros países de América latina. Y con China hemos competido en los últimos años respecto del principal mercado de los dos, que son los Estados Unidos. O sea que nuestras relaciones están menos cargadas de imperativos geopolíticos. Digo esto sabiendo que con Trump los norteamericanos van a ir más fuertemente por el desacople entre China y los Estados Unidos.
–¿Y eso qué efectos traería en México?
–A veces pasar de ser el patio trasero a ser el jamón del sándwich es un poco cabrón, para decirlo en buen francés. Me preguntabas por los productos. Ese tema hasta hace poco tiempo estaba acordado. Una empresa establecida en México es una empresa mexicana, no China. La idea de que somos la puerta de atrás y de que el desacople pasa por México, puede ser un elemento de presión y de coerción. Trump es coercitivo. Ya lo conocemos.
–Vamos a imaginar que Trump pueda llevar a cabo lo que dice, y todavía ir mucho más allá. ¿Puede existir Estados Unidos sin México y sin mexicanos?
–No. Hay sectores, industrias, Estados en los Estados Unidos que cuentan con los trabajadores mexicanos. Trump ya les está provocando temor.
–Además la desocupación en los Estados Unidos es baja. Sobrepasa apenas el 4 por ciento.
— Se vienen tiempos difíciles. Uno puede decir, y es cierto, que Barack Obama fue el deportador in chief, pero de qué sirve como consuelo, ¿no? Trump construyó diez kilómetros, pero la narrativa sobre la inmigración fue más dura. Y sí criminalizó la condición indocumentada. Eso trae dolor, y a veces tragedias. Para mexicanos, venezolanos, haitianos, guatemaltecos… Claudia Sheinbaum dijo que no debe haber temores, que se están estableciendo líneas de comunicación. Es entendible: no se trata de poner nerviosos a los mercados y a los hombres de empresa. Y quiero insistir en que la agenda está es varios niveles. Contiene todos los elementos. Eso cuando, encima, los Estados Unidos están también bastante ocupados y preocupados interna y externamente. Por ejemplo, ¿cuáles son los alcances del MAGA, el Make America Great Again, frente a China, a Rusia, a Europa? Trump les puede decir, recio y macizo, que la defensa de Europa deberá encontrar una salida aunque deje a los ucranianos en la estacada. Después de todo ya pasaron diez años de Crimea. Trump se va a encargar de ciertas cosas y otras las va a encargar. El nuevo equipo viene reloaded. Me refiero a Migraciones, Departamento de Estado, Departamento de Defensa… Por eso es que México tiene la urgente necesidad de hacer un mapeo. Muy rápido. Entiendo que la narrativa sea “estamos preparados y en mejores condiciones que en 2017”, pero el mundo no es el del 2017.
–Escribiste que hizo bien Sheinbaum en ir a la cumbre del G-20 en Brasil.
–Fue un acierto que no dejara pasar la oportunidad de ir a Río de Janeiro. Así vio a la gente, y la vieron a ella. Es un momento muy complejo y hay que hablar con todo el mundo. Fíjate que hasta hay complicaciones en la relación con Canadá, porque los primeros ministros de las provincias de Ontario y Alberta hablan de un acuerdo bilateral entre Canadá y los Estados Unidos sacando a México. Te pongo otro tema complejo: la energía.
–¿Qué puede pasar en ese terreno?
–Puede haber desencuentros porque hay un gobierno progresista que habla de soberanía energética. Pero con Estados Unidos existen muy complejas relaciones de interdependencia y de dependencia energética. Importamos gas de los Estados Unidos.
–Hablaste de seguridad. ¿Cuál es la agenda probable en ese asunto?
–El tema de los carteles es un tema muy caliente, sobre todo entre los republicanos halcones. En el gobierno anterior los militares lo contuvieron a Trump. El
establishment militar no quiso declarar como organizaciones terroristas a los carteles mexicanos. Lo han evitado a toda costa. ¿Podría cambiar? ¿Podría hacer alguna purga para los militares que no queden alineados con lo que se quiera desarrollar? Sheinbaum va a tener que desplegar muchas capacidades por las limitaciones y porque el país está muy polarizado. Aunque, ¿qué país no lo está?
–¿Hay cartas fuertes de negociación con Trump?
–Un punto fuerte es la manera en que los mexicanos cuentan en todos los Estados Unidos. En 1995 México se iba al despeñadero y nos rescataron. Ahora nosotros somos una parte fundamental para que los Estados Unidos avancen en servicios en semiconductores, y mejoren su manera de reafirmarse en la economía mundial. Otro punto fuerte es nuestra experiencia en un margen de maniobra diverso. No todo va a ser Trump. No todo va a ser Washington. Están California y los Estados fronterizos. Texas. La red consular mexicana tendrá que jugar un papel importante. Tenemos una fortaleza: la interlocución en Ohio, en Pennsylvania, en Arizona… Allí las comunidades mexicanas ya son claves. Es un flanco que el gobierno mexicano tiene que priorizar. El presidente López Obrador nunca se encontró con líderes comunitarios. Será importante que la presidenta cambie eso. Que se trabaje el cabildeo en las capitales, en los congresos estaduales gobernados por los demócratas, a los que van a apretar desde Washington en la cuestión de las migraciones. Allí es donde México tiene que potenciar las redes. Y están los negocios. Las inversiones en México. Las inversiones de mexicanos en los Estados Unidos. Nuestra economía local está vinculada también a los cambios que vienen. La competencia entre los Estados Unidos y China no pasará por las autopartes sino por la inteligencia artificial y los semiconductores. Más nos vale que jóvenes bien formados ayuden a pensar estratégicamente cómo se vienen las cosas a nivel local y regional. ¿Hay una idea de América del Norte? Sí. Pero hacerla efectiva para que no sea excluyente, subordinada, es donde está el quid del asunto. Nuestra tarea es convencer a esos estadounidenses que piensan en la inflación y en la hipoteca, y por otro lado cuidar a los mexicanos. De cada cinco de nosotros hay uno viviendo en Estados Unidos. Un hijo, un tío, una prima, una hermana… Cuando a Estados Unidos le da un catarro, a México le da una pulmonía.