JP, en todo estás vos

¿Qué horizonte surge al conectar la crisis argentina con el contexto internacional, específicamente con el auge de la Inteligencia Artificial? Las masivas inversiones de los «hiperescaladores» tecnológicos en Estados Unidos. ¿Qué dice el ceo del JP Morgan?

Las grandes esperanzas de los libertarios para el domingo 26 se cifran en que el respaldo que Donald Trump le dio en el plano cambiario-financiero se traslade a revertir el notable encule que exhibe el grueso del electorado y lo revierta en votos a favor, hasta ahora esquivos.

De mínima, si las urnas resultan muy mal, rogar para que los oficios del lobbista Barry Bennett para parir un gobierno de consenso con los otros sectores de derecha –hoy en la lejanía- encabezado por el ingeniero caótico Santiago Caputo, no deje al Presidente tan de figura decorativa y a la Karina en su casa. El entongue pergeñado por este amigo y asesor informal de Donald Trump, que lidera la CPAC (Conferencia de Acción Política Conservadora), resulta con probabilidades en el horizonte inmediato.

Para el abrumador resto de electorado que no participa de estos fervores religiosos, al menos si los libertarios a la violeta tuvieran algo de Tilly Norwood, una actriz de glamour contenido, habría algo de que solazarse. Tilly, en verdad, es una tía muy sexy pero no es un ser humano real. Es una creación de IA (Inteligencia Artificial) por la que unas cuantas agencias que representan actores pujan por representar para bronca de los actores de carne y hueso. Tanto está cambiando la cotidianeidad.

De momento, los votantes argentinos se tienen que conformar con candidatos que son seres humanos de carne y hueso, aunque algunos no lo parezcan, en medio del auge global de la IA con epicentro en los Estados Unidos.

El cuento de la buena OpenAI

Y ese auge nos aupó con una carta de intención en la que hace unos días OpenAI, la empresa que diseñó y opera Chat GPT, comunicó que un centro de datos para inteligencia artificial sería construido en la Argentina, insumiendo una inversión estimada de 25 mil millones, de dólares. La gran magnitud de la iniciativa se parecía mejor al considerar que Morgan Stanley estima que de aquí a 2029, el gasto global en centros de datos alcance casi los 3 billones de dólares.

El proyecto se financia usufructuando las ventajas fiscales, aduaneras y cambiarias del RIGI (Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones). El RIGI corre para inversiones mayores a 200 millones de dólares.

Alguna localidad de la Patagonia -cerca de un río-, por su clima frío y ventoso, sería el lugar donde se asentaría. Es clave lo del frío y el agua, porque estos centros de datos –que consumen enorme cantidad de electricidad: 500 MW en este caso – levantan mucha temperatura y hay que enfriarlos, lo que no tiene perspectiva de cambiar con los avances tecnológicos previstos hasta ahora.

El martes 14 de octubre Página/12 publicó una investigación que hizo el diario sobre lo anunciado por OpenAI, para referir que “como todo lo ligado al salvataje de Trump a Milei, el anuncio de una futura inversión de OpenAI por 25.000 millones de dólares por ahora solo es una movida de campaña electoral”. La investigación de Página/12 se adentra “en el opaco papel que cumpliría Sur Energy, los enigmas económicos de la inteligencia artificial, los problemas ambientales y la participación de Altman en otros espejismos políticos”.

Poniendo estaba la garza (pero no tanto)

La inversión de OpenAI para la Argentina, tanto en lo que tiene de verso como en lo que tiene de verosímil, se inscribe en el proyecto llamado Stargate. Fue anunciado ni bien despuntó 2025. Es una inversión conjunta de 500.000 millones de dólares en la que están asociadas, junto a OpenAI, las corporaciones SoftBank, Oracle y MGX y los fabricantes de microchips Arm y Microsoft.

La movida de OpenAi se alista en la información que se colgó en la página web de la Casa Blanca hace tres semanas. Oficialmente el sitio web afirma que se alcanzaron los 8 billones 800.000 millones de dólares (alrededor del 25 por ciento del PIB actual de los Estados Unidos) en nuevas promesas de inversión.

Los que quieren poco o nada a Trump dicen que ese número está muy inflado por las corporaciones para agradar al POTUS 47, sensible a estos datos. Algo así como los OpenAI para la Argentina- según la investigación de Página/12- a escala global pero menos grosero.

Las tecnológicas Alphabet Amazon, Apple Meta, Microsoft, Nvidia y algunas gigantes europeos han comprometido inversiones por 1 billón e 600. 000 millones de dólares en los Estados Unidos. Todo alrededor de la IA.

Si bien, los especialistas en temas de Inversión Extranjera Directa (IED) suelen advertir que alrededor de dos tercios de las promesas de IED se concretan en proyectos, Donald Trump, el POTUS 47, estaría logrando que, por primera vez, de un tiempo a esta parte, las entradas de capital a los Estados Unidos superen las salidas de capital.

De hecho desde el 2022 a la fecha no hay estudio público o de consultoras privadas que no destaque que la IED en China cayó mucho y hoy exporta más capital del que importa.

El clima del momento se termina de percibir en una nota de opinión en el Wall Street Journal (13710/2025) del mandamás del JPMorganChase, Jamie Dimon, estos días de visita en la Argentina, quien anuncia “Inversiones para la seguridad nacional”, una iniciativa de 1,5 billones de dólares a 10 años para destinada a “apuntalar la resiliencia de Estados Unidos”. JPMorgan Chase es el banco más grande de los Estados Unidos.

Señala Dimon: “La brutal invasión de Ucrania, el indescriptible ataque terrorista contra Israel y otros conflictos importantes deberían disipar cualquier ilusión de que el mundo es seguro. Estados Unidos se ha vuelto demasiado dependiente de fuentes poco fiables de minerales, productos y manufacturas esenciales para nuestra seguridad nacional (…) Nuestros adversarios y potenciales adversarios no esperan; ya no tenemos el lujo de perder el tiempo (…) Por eso, JPMorganChase lanza la Iniciativa de Seguridad y Resiliencia (…) para facilitar, financiar e invertir en industrias cruciales para la seguridad nacional y la resiliencia económica, desde medicamentos y minerales críticos hasta equipos militares y semiconductores”.

Dos preguntas, dos

A partir de estos anuncios, es para preguntarse estructuralmente qué nos depara el destino en materia de posibilidades de desarrollo, a consecuencia de que la acumulación a escala mundial enfila a toda velocidad hacia la IA y nosotros marchamos –otra vez- con no menos ahínco, a pegárnosla contra la pared.

Al interrogante sobre el impacto de la IA, le va a la par otro. Como este nuevo ingenio consume enormes cantidades de energía para funcionar, esas proyecciones recorren una trayectoria futura signada por lo que diversos analistas han dado en llamar otra Nueva Guerra Fría. De un lado los petroestados y del otro los electroestados. El calentamiento global también forma parte principal de este menú.

La corporación más valiosa

En las vísperas del incendio a que conduce la nada misma cárdena al frente del Estado, la salida de la crisis tiene un horizonte en las circunstancias por las que atraviesa el proceso de acumulación a escala internacional.

Al poner el foco en OpenAI, se observa que se ha convertido oficialmente, por así decirlo, en la startup privada más valiosa del mundo. Los empleados del gigante de la inteligencia artificial vendieron acciones por valor de 6.600 millones de dólares, con una valoración de 500.000 millones de dólares, superando los 400.000 millones de dólares de SpaceX, según informa Bloomberg.

ChatGPT alcanzó recientemente los 800 millones de usuarios activos semanales y es ampliamente utilizado por los consumidores en su vida diaria.

Los empleados de OpenAI tenían autorizada una venta secundaria de acciones de hasta 10.000 millones de dólares. Los inversores querían más, pero los empleados confían en el crecimiento exponencial de la corporación. Entre los compradores se encontraban Thrive Capital, SoftBank, Dragoneer Investment Group y MGX de Abu Dabi.

En marzo el grupo japonés SoftBank lideró una inversión de 40.000 millones de dólares en OpenAI y ahí se la valuó en 300.000 millones de dólares. El mes pasado, el fabricante de chips Nvidia anunció que invertiría hasta 100 mil millones de dólares en OpenAI a cambio de que la empresa emergente implementara hasta 10 gigavatios de capacidad informática utilizando los chips de inteligencia artificial de Nvidia.

Se ve que este no es un mundo para lentos a juzgar porque hace un par de semanas la AMD, una de las corporaciones rivales de Nvidia en la fabricación de chips, selló un acuerdo similar con OpenAI. En la previa de la bolsa, las acciones de AMD habían subido un 27 por ciento, tras el anuncio del acuerdo. Se estima que el 10 por ciento del capital de OpenAI pasará a AMD e igual proporción de AMD a OpenAI.

OpenAI agregó que estimaba utilizar suficientes chips AMD para consumir 6 gigavatios anuales de energía. Eso a partir de mediados del año que viene, en cuatro nuevos centro de datos que planea construir en territorio norteamericano. Para tener una idea del gran volumen de esa magnitud, considérese que el Gran Buenos Aires con 14 millones de habitantes consume 11 gigavatios anuales.

Los acuerdos que hizo ChatGPT ahora con AMD, y previamente con Nvidia, Oracle, CoreWeave y otros auguran dar a la startup más valiosa más de 20 gigavatios de potencia informática durante la próxima década, aproximadamente el equivalente a 20 reactores nucleares, calcula The Financial Times.

Pero ahí no paró este sesgo. En la segunda semana de octubre OpenAI y Broadcom firmaron un acuerdo para desarrollar chips personalizados. Tiene diferencia con los otras tres anteriores. El fabricante de ChatGPT acordó con el gigante de semiconductores Broadcom desarrollar conjuntamente 10 gigavatios de chips de IA personalizados a partir del próximo año. Broadcom, cuyas acciones se dispararon casi un 10 por ciento tras la noticia del acuerdo, ha sido uno de los mayores beneficiarios del auge de la IA gracias a sus chips personalizados llamados XPU.

Cabe considerar que el Financial señala que “Según estimaciones de los ejecutivos de OpenAI, implementar cada 1 GW de capacidad de computación de IA cuesta alrededor de 50 mil millones de dólares a los precios actuales, lo que hace que el costo total sea de aproximadamente 1 billón de dólares”.

Para los desconfiados de siempre, no está nada claro cómo OpenAI financia todo esto. En el primer semestre de este año, la mega startup registró 4.300 millones de dólares en ingresos, pero perdió 2.500 millones, según dio a conocer The Information.

Y el acuerdo con AMD llega semanas después de que OpenAI dijera que invertiría 300 mil millones de dólares para comprar 4,5 gigavatios de potencia de computación en la nube del gigante del software Oracle.

A pesar del optimismo del director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, la reciente red de acuerdos está contribuyendo a aumentar los temores de una burbuja de IA y las preocupaciones sobre la circularidad de las inversiones (los dos entrelazados ganan o pierden en conjunto) y las relaciones con los clientes.

En declaraciones a los medios hace unos días, Altman dijo que ser rentable “no está entre mis diez principales preocupaciones (…) Pero obviamente algún día tenemos que ser muy rentables, y confiamos y somos pacientes en que lo lograremos (…) Ahora mismo estamos en una fase de inversión y crecimiento, y si podemos generar todo este valor”. La calificadora de riesgo Moody’s, ante la preocupación del riesgo crediticio percibido de la startup, puso de manifiesto que gran parte del futuro negocio de centros de datos de Oracle depende de OpenAI y de su trayectoria aún no probada hacia la rentabilidad.

En cualquier caso, el síntoma de la concentración de capital es inequívoco y junto a OpenAI, Amazon, Google, Meta y Microsoft han anunciado planes para invertir más de 325.000 millones de dólares en centros de datos tan solo para finales de este año.

Para más, un cable de Bloomberg da cuenta de que Cerebras Systems retiró su solicitud de salida a bolsa días después de que la startup consiguiera una ronda de financiación privada de 1.100 millones de dólares, valorándola en 8.100 millones de dólares. Los rumores indican que fondos de inversión norteamericanos han puesto a la venta centros de datos en Europa por valor de unos 17.000 millones de euros (19.800 millones de dólares) para volcarse al mercado norteamericano.

La productividad

Cabe consignar que las empresas de IA han representado el 80 por ciento de las ganancias de las acciones estadounidenses hasta el momento en 2025. El mercado de valores impulsado por IA atrae dinero de todo el mundo. Los extranjeros invirtieron una cifra récord de 290.000 millones de dólares en acciones estadounidenses en el segundo trimestre, especialmente las de los gigantes tecnológicos. Ahora poseen alrededor del 30 por ciento del mercado, la mayor participación en la historia posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Esto también explica una ambigüedad que tiene que ver con la necesidad de cubrirse de la devaluación del dólar global. Por un lado, en lo que va de 2025, todos los sectores importantes, desde los servicios públicos y la industria hasta el sector salud y la banca, han obtenido mejores resultados en el resto del mundo que en los Estados Unidos. Por el otro, los bonos soberanos de los países del G 7 han perdido valor, salvo los de Estados Unidos cuya renta fija bajo (su valor subió) en los bonos a 10 años, durante 2025.

The Economist al respecto señala: “Durante el último mes, el diferencial entre los rendimientos de los bonos corporativos y los bonos del Tesoro ha caído a su nivel más bajo desde 2007. Los bonos basura ofrecen diferenciales de tan solo 2,8 puntos porcentuales, muy por debajo del promedio de 4,5 puntos de las últimas dos décadas. Algunos de los bonos corporativos con mayor calificación, emitidos por empresas como Microsoft, ofrecen rendimientos inferiores a los emitidos por el gobierno estadounidense. El mercado está cotizado a la perfección; los inversores creen que el riesgo de desorden es prácticamente el más bajo de su historia”.

El 10 por ciento de la población norteamericana de la cima de la pirámide, además de poseer los más altos ingresos es dueño del 85 por ciento de las acciones. El 10 por ciento de los que más ganan representa la mitad del gasto en consumo, la proporción más alta registrada desde que se empezaron a recopilar datos. Es por ese lado que la valorización de las acciones de IA le mete empuje al consumo.

Todos los involucrados en esta fantástica ecología bursátil consideran que la IA es una solución onda milagro inesperado, que le va a dar un impulso significativo al crecimiento de la productividad, especialmente en Estados Unidos.

En los últimos años, la productividad ha crecido más rápido en Estados Unidos que en el resto del mundo desarrollado, y la posibilidad de un milagro de productividad inminente ha consolidado la confianza de los inversores nacionales e internacionales en que la brecha solo se ampliará. Parecen convencidos de que los Estados Unidos están construyendo un liderazgo inalcanzable en innovación, infraestructura y adopción de IA.

Poder político

Hace falta el poder político que emana de la integración nacional para aprovechar la expansión de la IA antes de una eventual caída. La coalición que reclama el poder devaluador está en la misma. Todos unidos triunfaremos o seremos derrotados.

A todo esto, no se puede argumentar que estamos fritos porque perdimos feo en la carrera tecnológica. Ninguno de los otros grandes saltos tecnológicos nos dejó afuera para la apuesta de la clase dirigente, mientras éste fuera el crecimiento o el decimonónico “progreso”.

Es que a menos que se trate de dominación política o violencia directa, la dependencia no puede ser la causa del atraso económico: es el efecto. Un país tiene la dependencia de su subdesarrollo y no el subdesarrollo de su dependencia.

Esto en lo que concierne a la ‘dependencia’ en general. En lo que respecta a la dependencia tecnológica en particular, no hay que perder de vista que vivimos en un mundo donde el valor está por sobre el valor de uso.

En tanto que valor de uso la tecnología no es una mercadería más esencial, que, por ejemplo el petróleo o el trigo. Pero cualquiera que sea su importancia, se está de todas maneras menos dependiente cuando se tiene necesidad del extranjero de una provisión vital, que sin embargo se puede tranquilamente pagar, que cuando se tiene necesidad de una mercancía banal y no se tienen los medios para pagarla. De hecho, el mercado de la tecnología es un mercado donde el comprador fija las reglas (buyer’s market), lo que contradice de hecho la dependencia tecnológica.

En cualquier caso, el problema político real argentino es cómo articular una coalición que tenga como norte restaurar el poder de compra de los salarios, en vista de que el salario es el mercado.

En el capitalismo lo único que importa es vender, entonces hay que tener para comprar y es el precio previo del factor trabajo (determinado en la lucha política) el que ordena el resto de los precios. Salario pobre, país pobre. Salario alto, país rico. Sí no que lo diga Bélgica, fracturada políticamente –casi sin reconciliación-, con chocolates y cervezas como grandes productos nacionales. Y nadie jode mucho, porque hay mucho que perder.

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