La Argentina nuclear es sólida y eso para el Gobierno resulta un problema

Un mundo turbulento y cambiante siempre brinda oportunidades para aquellos países que saben lo que quieren. Los que tienen un rumbo claro. Los que no viven peleándose internamente. Los que no adhieren irracionalmente a ser furgón de cola de alguna potencia. La Argentina debe debatir un proyecto nacional que contemple su estrategia tecnológica, incluyendo por supuesto el ecosistema nuclear.

En las últimas siete décadas se construyó el ecosistema nuclear, conformado por la Comisión Nacional de Energía Atómica, Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA), INVAP y CONUAR. La energía nuclear es la piedra angular del futuro energético mundial. Ya hay 448 reactores actualmente en operación que producen alrededor del 11,5 por ciento de la electricidad mundial y se están construyendo actualmente 50 más, la mitad de ellas en China.

La Argentina está preparada para co-liderar esta revolución por disponer de tecnología desarrollada localmente por nuestros tecnólogos, reconocidos entre los mejores del mundo. Como ese potencial tiene una enorme capacidad de generar riqueza, hay que protegerlo y ser muy cuidadosos de cómo se adoptan las decisiones y el rumbo a tomar. Es fácil desarmar los equipos y muy difícil rearmarlos. Y mientras tanto, los demás países siguen avanzando. Desde hace tiempo que la CNEA está perdiendo recursos humanos de primera calidad, a fuerza de salarios miserables o cajoneando buenos proyectos. Sin embargo, no todo ha sido malo. El reactor multipropósito de INVAP RA-6 desplazó hasta los equivalentes norteamericanos del mercado global.

Si bien hasta ahora el desarrollo nuclear lo financió exclusivamente el Estado, es posible pensar que sería conveniente explorar asociaciones con el capital privado, en la medida que no se exija la paralización de los buenos proyectos existentes: el CAREM, cuyo diseño generaría 27 MW eléctricos y el CANDU, que sigue generando 600 MW eléctricos. Mantener esos proyectos significa la preservación de nuestra soberanía energética nuclear, que desde hace tiempo se la está dejando morir, por jubilación y muerte del personal especializado.

El CAREM, muy avanzado

El concepto de SMR (Small Modular Reactor) es un invento argentino y se llama CAREM. Es el proyecto más avanzado entre los SMR de mundo. Desde 1984 avanzó únicamente por la férrea voluntad de la CNEA, de INVAP y también de NA-SA en dirección de obra. Turquía, Japón y Corea estuvieron interesados en él. Fue diseñado para demostrar la capacidad tecnológica de hacer un reactor modular replicable en serie. Durante décadas se han invertido cientos de millones de dólares para desarrollar el proyecto, y la formación nuclear de unos 400 profesionales.

El valor estratégico del CAREM se asienta en el aprendizaje realizado por nuestro sistema nuclear para diseñar y fabricar un reactor desde cero. Este know how propio permitirá avanzar desde el prototipo hasta los diseños comerciales competitivos que requiera el mercado.El problema del CAREM no es tecnológico. Otros SMR ya están funcionando: reactores navales rusos, un reactor novedoso chino y otros en Japón e India.

Que el CAREM es realmente valioso lo reconoció la NEA (Nuclear Energy Agency), agencia de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La NEA comparó entre sí casi 80 SMR. El CAREM quedó entre los cuatro primeros del mundo según una puntuación que mide avances en seis dimensiones: financiamiento, licenciamiento, emplazamiento, elementos combustibles, cadenas de suministros y compromisos para futuros desarrollos. Pese a tantas trabas, zigzagueos indecisiones e indefiniciones durante cuatro décadas, el CAREM sigue vivo gracias a los mejores profesionales nucleares de Suramérica. No es poco.

Pero su proyecto comercial aún no se ha completado, debido a dificultades geopolíticas, financieras y de gestión. Todos problemas solucionables en la medida que haya voluntad política y liderazgo nacional.

Problemas geopolíticos

El CAREM funciona con uranio enriquecido, y la Argentina no tiene ninguna instalación competitiva industrial de enriquecimiento de uranio. La estratégica planta de Pilcaniyeu, opera con una tecnología antigua, 10 veces más cara que la moderna, llamada “por centrifugación”. Su escala es muy reducida y fue parada en el 2016. Argentina no podría, por sí sola, garantizar la provisión del combustible a sus clientes. Para el CAREM haría falta comprar uranio enriquecido a otro país situado dentro del “Nuclear Suppliers Group” (NSG), Grupo de Proveedores Nucleares,obviamente muy reducido. Pese a las guerras en curso en territorio de Ucrania, hasta hoy Rusia le provee ese material a EEUU. Pero en caso extremo EEUU podría auto proveerse. Por lo tanto, el combustible del CAREM se convierte en un problema geopolítico para Argentina, del mismo modo que la adopción o compra de centrales nucleares que utilizan esa tecnología, como lo son las Westinghouse de EEUU, las EPR francesas, las Lialong china o las Rosatom rusas. Cualquier asociación con el proveedor de uranio enriquecido para el CAREM o de centrales nucleares con dicha tecnología requiere un análisis y de decisiones geopolíticas nacionales. Hoy parece complejo, ya que estamos lejos de tener claro un proyecto nacional soberano.

Las potencias nucleares, ejercen su control geopolítico desde la NSG, supuestamente para evitar la existencia de nuevas capacidades de enriquecimiento, necesarias para las armas nucleares. Irán y sus famosas centrífugas son la expresión clara del tema. Lo hacen en nombre de la “no proliferación de armas nucleares”, pero obviamente tiene su influencia sobre las posibilidades soberanas de aquellos países que poseen, o aspiran a poseer, reactores nucleares que trabajan con esa tecnología.

Problemas financieros y de gestión

La Argentina sigue siempre endeudándose para pagar deudas a la usura internacional y no se aplica a grandes proyectos de alto valor reproductivo de la inversión.

Hay problemas de gestión porque cada gobierno viene con una solución distinta a la anterior. No hay consenso en políticas de Estado.

El desarrollo tecnológico concreto puede tener múltiples diseños, los cuales dependen de cada mercado: exportación o para ser utilizado internamente y favorecer el desarrollo del interior del país. Tal como se hizo con los radares del INVAP: se parte de distintos modelos de valuación tecnológica hasta llegar a los requerimientos de cada mercado. Para el CAREMse lo podría usar para dar energía y agua potable en zonas áridas, o para desalinizar agua de mar (todo el litoral del sur argentino). También para dar electricidad sin cortes a todos los pueblitos del interior y con ello conectividad de internet y posibilidades de crear múltiples industrias pymes. Y empleo diversificado masivo en industrias electrointensivas en vidrio, cemento, acero, papel, química, bienes tangibles. Conectado a la Red Federal de Fibra Óptica (REFEFO) sería un potenciador de la radicación de población permanente. El polo petrolero también podría beneficiarse ya que necesita agua libre de sal. Evitaríamos los repetidos cortes de electricidad en todo el país durante el verano.

Plantas nucleares CANDU

Nuestra fortaleza son las centrales de uranio natural y agua pesada o enriquecida tipo CANDU. Fueron las primeras máquinas modulares del mundo. Todas las CANDU del mundo (con India utilizándolas masivamente) utilizan elementos constitutivos similares e intercambiables (cañerías, elementos combustibles) para toda potencia entre los 220 y los 1000 MW. Las CANDU funcionan en siete países, entre ellos Canadá, Argentina y la India. Nunca ocurrió un accidente importante desde 1962 hasta la fecha.

Embalse, una CANDU de los años ‘70, es una generadora de base, siempre disponible, segura y confiable. Como esta licencia tecnológica fue comprada a Canadá hace 50 años, podemos replicarla las veces que necesitemos e inclusive actualizándola, sin pagar nada extra. Tenemos la capacidad de fabricar las partes nucleares, e íntegramente el combustible de reactores CANDU, de uranio natural y agua pesada.

Obviamente seguir con este proyecto largamente probado requiere no dejar morir la planta de agua pesada (PIAP) de Arroyito, elemento esencial para esta tecnología, que es una de las dos más grandes del mundo. Como la tecnología mundial está virando a las de uranio enriquecido y agua natural, su provisión está escasa, por lo que hay demanda mundial en los siete países que poseen esa tecnología. Como siempre el problema argentino es financiero; o mejor dicho es totalmente político.

Luego de 30 años el gobierno de Canadá está virando su política nuclear. En la provincia de Ontario, Atkins Realis (emprendimiento estatal privado) está planificando la construcción de diez centrales CANDU de similar potencia a la de Embalse, unos 6.000 MW, con las actualizaciones de seguridad necesarias. Como Canadá ha perdido toda capacidad de fabricación de agua pesada, tenemos un mercado excepcional. Además, ya ha solicitado su provisión. No sólo eso sino ciertas capacidades de ingeniería y eventualmente la fabricación de ciertas partes nucleares.

Asociarse con Canadá sería una magnífica oportunidad de fabricar agua pesada, de piezas nucleares del CANDU, favorecerá empresas nacionales, además de retener y hacer el recambio generacional de nuestras capacidades de ingeniería nuclear. Junto a Canadá podemos actualizar nuestros diseños y nuestros conocimientos que podrían exportarse al mundo CANDU. Siempre se aprende a innovar, haciendo, produciendo y nunca comprando tecnologías llave en mano.

El aumento consumo de electricidad global y la necesidad de aumentar la generación nuclear hasta el 20% del total en el 2050, por razones del cambio climático, nos lleva a la necesidad de construir al menos 400 reactores de 1.000 MW simultáneamente. Hay mercado para todas las tecnologías.

En este marco la propuesta del gobierno (un supuesto “Plan Nuclear”) parece la peor de las opciones. Reducir a su mínima expresión todo lo construido n 40 años de inversión y trabajo: asociarse a financiamiento norteamericano para desarrollar un SMR que ellos no pudieron resolver competitivamente; poner varios SMR en el sur para generar energía sólo para minar IA, destruir la red de fibra óptica para que entre la red satelital STARLINK proveedora de Internet, quedar dependiente financieramente de las empresas norteamericanas de energía atómica y de Elon Musk en general, es rifar la soberanía política para siempre.


(*) Mi agradecimiento al colega Daniel Arias y al ingeniero nuclear Gabriel Barceló por la clarificación de muchos conceptos técnicos y muchos datos aportados.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *