La reparación histórica de los ahorros de los argentinos, pensada más que nada para los extranjeros. El FMI advierte que no se pasen de listos con las regulaciones anti lavado de dinero. La acusación de Paul Samuelson a Friedman y Hayek por la crisis del 2008. El colchón, que nadie sabe por qué el Gobierno calcula en 250 mil millones de dólares, es irrelevante porque hay más capital en el mundo. Nunca falta capital y siempre faltan proyectos rentables en el capitalismo realmente existente, donde la inversión es una función creciente del consumo.
El jueves 22 de mayo, la pompa y circunstancia que rodeó la solemne presentación del plan “reparación histórica de los ahorros de los argentinos”, no estaba para ser escatimada con una confesión de otoño, del tipo: “no estamos para piojos resucitados”.
El futuro edil y actual vocero presidencial, Manuel Adorni, con la perspicacia que lo caracteriza, al resumir la movida libertaria con el sentimental: “Tus dólares, tu decisión”, sutilmente le estaba hablando a los extranjeros, que son los que tienen la papota negra en serio.
Por cierto, en la conferencia junto al edil recién elegido por los porteños, estaban el ministro de Economía, Luis Caputo; el titular de ARCA, Juan Pazo; y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, y otros funcionarios de menor rango. El pájaro en mano lo configuró la puesta al día de los montos de las operaciones financieras que merecen ser informadas por sospechosas, algo lógico dado que se habían desactualizado por la inflación, y la baja de ciertos procedimientos informativos de dudosa eficacia. El cien volando demostró que Caputo, Bausili y Pazo, fueron muy didácticos para explicar lo oscura que es la oscuridad.
El connubio entre las ganas de comer y el agudo hambre de dólares del gobierno encabezado por el hermano de Karina, prueba por un lado el compromiso con la realidad y, por el otro, y en las antípodas, que deambulando entre Federico Sturzenegger y la isla de la fantasía se encuentran completamente extraviados en la comprensión cabal de cómo funciona el capitalismo realmente existente.
Esto último es lo realmente importante. Lo primero es una mancha más del tigre, perdón, del inmaculado León. Es que fuera de la grosería de pasarse por la felina melena el plexo internacional anti-lavado, sin que el capitalismo funcione de la única manera que el capitalismo funciona, o sea vendiendo, todo verdor perecerá mucho antes de nacer. Los heraldos de la austeridad están para el bife.
Los rasgos de la cara de hereje son inequívocos. No hay dólares que alcancen, tras el anterior blanqueo, el superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos de 2024 y los recientes veinte mil millones de dólares del FMI. Son conscientes de que su manejo macroeconómico es una hoguera de vanidades y dólares. La Argentina está para salir, no para entrar y quedarse. Bien alienados, actúan en consecuencia, alimentando el fuego sagrado libertario.
Se tienen fe que lo lograrán vía proyecto de ley enviado al Congreso que seguramente tendrá especialmente en cuenta que el FMI el mismo jueves y en Washington sugería -con la amabilidad que lo define- que la nueva normativa se encuadre -y no ignore- la estructura reguladora internacional anti-lavado.
Es de imaginar que el sueño húmedo del oficialismo libertario, es protagonizado por una Karina triunfante, guiando una tropilla de lipizzanos, aplicando los sabios preceptos de la Escuela Española de Equitación de Viena, en las que descuellan en los aires por encima del suelo Jesús Huerta de Soto y Friedrich August von Hayek.
No tienen P.A.S
En esos escenarios ecuestres se perfilan las razones reales de porque todo esto son fuegos artificiales que para lo único que pueden servir es para hacer negocios dudosos, pero bajo ninguna circunstancia impulsar la tasa de crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto).
Como no hay nada más práctico que la teoría, ahí es donde se clava la pica en Flandes. Los motivos de fondo que sugieren que nada de esto va a funcionar están en la forma de concebir los precios y en dilucidar si es el ahorro el que genera la inversión o, por el contrario es la inversión la que induce a ahorrar.
Las cabriolas a los equinos instruidas por esos palafrenes Huerta de Soto y von Hayek constituyeron para el economista Paul Anthony Samuelson (PAS) (1915-2009), la receta segura para que todo vuele por el aire en la sonada crisis global de las sub-prime allá por 2007-2008. Lo que globalmente fue cierto antes, lo es en el plano nacional ahora y, como se señaló, el problema está en que el mapa libertario tiene una rosa de los vientos que los pierde en cuestiones de explicar los precios y la relación ahorro-inversión.
P.A.S –premio Nobel- es el autor del célebre manual introductorio que desde la Guerra Fría -y hasta hace unos años- difundiendo la teoría neoclásica, reinó como poderosísimo instrumento del poder blando norteamericano, base ideológica de la fe irreductible en la Tierra Prometida de Suburbia y la imprescindible californización de la vida cotidiana.
La brújula de la vida coloreada y a pleno sol de Hollywood marcaba el norte de esas páginas del manual, para una periferia que antes y ahora está tan sola y espera, como lo estaba sumido en ese letargo existencial el afligido argentino promedio, conforme fue descripto por Raúl Scalabrini Ortiz, y del que los sacó Don Juan.
Dicho sea de paso, parece que algunos de sus partidarios actuales están empeñados en meter de nuevo al genio en la botella.
P.A.S convenció a buena parte del mundo de que los precios se forman donde se cortan la oferta y la demanda, aunque lo que teóricamente está detrás de la oferta y la demanda este tan chingado que sirve –a la hora de la verdad- nada más que para descartarlo. Como la hora de la verdad tarda en llegar o llega tarde, mal y poco, particularmente durante las crisis, la vida trascurre a pura ilusa alienación. La disputa política no siempre liquida lo viejo que merece morir. La actualidad argentina es un ejemplo entonado de esa quietud mórbida.
Parte aguas
A grandes rasgos los economistas se inscriben en dos grandes grupos: los subjetivistas y los objetivistas. El agua y el aceite del análisis económico se debe al modo de concebir la formación de los precios. P.A.S es la encarnación de los subjetivistas para los cuales los precios se forman en el ámbito de la circulación de las mercancías y no en la producción.
Para los subjetivistas (neoclásicos, austriacos y demás deudos) los precios expresan las necesidades y preferencias de los consumidores. Estas necesidades y preferencias determinan los precios de los bienes finales, y estos, a su vez, determinan al nivel que alcancen los precios de los servicios productivos (capital y trabajo), según la proporción en que cada uno contribuye a la producción de bienes finales. Estos precios de los servicios productivos corresponden a las distintas participaciones en el ingreso nacional. El reparto de la torta que le dicen. La que se llevan los beneficios y los salarios.
En la vereda del enfrente, las teorías del valor centradas en el costo de producción (objetivistas) consideran que el sistema se dota, en cada momento y antes de la fijación de precios, de un determinado patrón de distribución del producto bruto o ingreso nacional (son lo mismo). La torta se reparte de acuerdo a cómo se acordó de antemano, entre el salario y el capital, cuánto le toca a cada uno. Esta es la variable independiente, que varía exógenamente y refleja la relación de poder del momento entre clases o grupos antagónicos. Entonces, los precios de los factores (capital y trabajo) determinan los precios de los diferentes bienes producidos.
¿Cómo se forman los costos?. Vista simplificada la distribución del ingreso o PIB (son lo mismo) indica que se reparte entre salarios y ganancias. Los salarios se establecen antes de la venta del producto independientemente de sus resultados. Ese nivel alcanzado está relacionado con la lucha política más profunda de la sociedad. Es un precio sui generis, anterior a todos los otros precios. La ganancia es lo que queda del producto una vez establecido el salario. Es como se dice en jerga: “residual”.
En el ámbito internacional, el capital es lo suficientemente móvil como para generar una tendencia a la igualación de las tasas de ganancia a escala mundial, mientras que la fuerza de trabajo es lo suficientemente inmóvil como para evitar que las discrepancias nacionales en las tasas salariales se nivelen por la competencia extranjera. No existe tal cosa como un salario internacional, mientras que cualquier discriminación nacional de ganancias constituye una anomalía más o menos a corto plazo, de la que se quieren aprovechar los libertarios.
Galletitólogo especialista
P.A.S podría o no comerse las galletitas microeconómicas que vendía pero en el plano macroeconómico era un decidido keynesiano. P.A.S sabía que con los bueyes que araba era en extremo inconveniente albergar alguna esperanza en que el funcionamiento del mercado en sí mismo, permitiera la buena marcha de la acumulación de capital. La concepción de los precios que tenía justificaba el sistema pero –a su vez- si se le daba pelota impedía manejar el capitalismo hacia el pleno empleo (cualquiera sea lo que esto implique) sin inflación. El drama de los libertarios, está ahí. Leen la Iliada como si fuera Caperucita Roja, y pierden de vista que es una infiltrada comunista. Sorprendente, con lo macartista cuidadosos que son.
En 2008, un año antes de irse de este mondo cane, en momentos en que la crisis sub prime hacía poco que se había desencadenado, P.A.S escribía en El País de Madrid, donde era columnista de cierta regularidad, una nota que tituló: “Adiós al capitalismo de Friedman y Hayek” (26/10/2008).
P.A.S investiga que había causado desde 2007 lo que describe como “el suicidio del capitalismo de Wall Street”. Percibe que “En el fondo de este caos financiero, el peor en un siglo, encontramos lo siguiente: el capitalismo libertario del laissez-faire que predicaban Milton Friedman y Friedrich Hayek, al que se permitió desbocarse sin reglamentación. Ésta es la fuente primaria de nuestros problemas de hoy. Hoy estos dos hombres están muertos, pero sus envenenados legados perduran”.
P.A.S es tajante: “Los sistemas de mercado no regulados acaban destruyéndose a sí mismos”, y lo que lo acompaña como ideología: “El fomento deliberado de la desigualdad”, no acelera “la productividad total de los factores”, al contrario la estropean.
Desconcertado por las medidas que estaban tomando para paliar la crisis sub-prime, centradas exclusivamente en el rescate de las entidades financieras afectadas, P.A.S rememora que frente a la crisis del ’30 “Lo que finalmente resolvió el problema fue un enorme gasto deficitario que aumentó la deuda pública. Esta historia, tal y como yo acabo de contarla, no se encuentra en casi ninguna de las tesis doctorales de las grandes universidades privadas después de 1970. (Evidentemente, la ciencia mejora y desmejora)”.
La recua de Karina
Se le podría reprochar a P.A.S que no se hace cargo de las consecuencias necesarias de las batallas ideológicas neoclásicas –de la que su manual fue el gran protagonista- que obligaron a ser coherentes a los economistas que seguían sus enseñanzas.
No les aclaró que la soberanía del consumidor y la sustitución factorial –emblemas del análisis neoclásicos- eran escudos para la Guerra Fría. Cuando las papas de la crisis queman, la salida es la que señaló Keynes, aunque se agarre a las patadas con la soberanía del consumidor y la sustitución factorial.
De todas formas, lo observado por P.A.S respecto de la crisis de 2008 es lo contrario a lo que lleva adelante el gobierno del hermano de Karina. Y de acuerdo a P.A.S, por esa razón nos vamos a la B.
No obstante, ¿podría la recua de lipizzanos guiados por Karina, ir por el sendero de la solución?. Desde el punto de vista del crecimiento, claramente no. La inversión es una función creciente del consumo y el objetivo deliberado del gobierno del hermano de Karina es abatir los salarios para que no haya inflación. Esgrimir que luego de 15 meses de caída del consumo en abril subió medio punto, es ignorar que en el ínterin la población argentina creció un punto y medio y por lo tanto el consumo promedio cayó otro tanto.
Nadie sabe de dónde sacó el gobierno la cifra colchonera de 250 mil millones de dólares. Sea como fuere no es relevante, porque capital en el mundo hay mucho, mucho, pero mucho más. El capital va donde gana, sin referencia al acta de nacimiento del empresario que toma la decisión.
Economista del país tropical
Como decía el economista Albert O. Hirschman, el problema del capitalismo no es encontrar fondos para los proyectos, sino proyectos rentables para los fondos que siempre están disponibles si la perspectiva es ganar plata.
Respecto específicamente del sector externo, si Karina logra reunir una buena manada de lipizzianos ¿eso solucionaría los pagos externos?. El economista brasileño Franklin Serrano reflexionando sobre el tándem ahorro-inversión en un país endeudado externamente, dice que el aumento de los pagos externos del sector público “reducirían exactamente en la misma cantidad el ahorro público y por lo tanto el ahorro interno. Asimismo, el aumento en el ahorro externo debido al aumento de los pagos del sector público de su deuda externa, reduciría en la misma cantidad que el ahorro privado. Nada cambia, excepto la distribución del ingreso entre los sectores público y privado del país y el mundo, el PNB (Producto Nacional Bruto) y la composición del ahorro agregado, el aumento del ahorro exterior y la reducción del ahorro del sector público y privado país. El ahorro agregado y el PIB no cambian”.
El producto es Nacional cuando al Interno se le descuenta el saldo negativo (caso país periférico) de lo que paga y recibe de interés y dividendos. El PIB es mayor que el PNB. Para países como Japón que cobran más de lo que pagan es al revés: el PNB es mayor que el PIB.
Respecto a reparar el ahorro argentino, Serrano invita a reflexionar sobre qué sucedería si se produce un aumento repentino en el flujo bruto de capital extranjero. En primer lugar, el flujo bruto podría simplemente estar compensado por la salida bruta de capitales por parte de los residentes con el objetivo de comprar inmuebles en la Florida y/o efectuar depósitos en las Islas Caimán. En este caso, aunque las importaciones no lleguen a crecer, y pueden incluso disminuir, dado el déficit en cuenta corriente, el país pierde reservas. Argentina en 2024 tuvo un pequeño superávit de cuenta corriente.
Supongamos que el flujo bruto de capital extranjero es, de hecho, positivo. En este caso hay una entrada neta de recursos. ¿Qué pasaría?. Para Serrano “Una posibilidad es la siguiente: si el flujo neto es mayor que el déficit por cuenta corriente, en el país simplemente se acumulan reservas. Puede también que el fondo bruto de capital extranjero financie el pago de intereses sobre la deuda externa, procedimiento conocido como el “roll over” de la deuda”.
Por último, el flujo bruto de capital extranjero puede financiar un aumento del déficit comercial, aumento de importaciones o disminución de exportaciones. Incluso en este caso, no hay garantía de que la inversión aumentase. El economista brasileño entiende que “Lo más que puede decir es esto: si la economía está operando con una restricción de oferta y la inversión ya está aumentando, y si el gobierno no quisiera que la inflación de demanda genere una caída en el consumo necesario para acomodar el aumento real de la inversión, una alternativa sería la de reducir las exportaciones y/o aumentar las importaciones”.
Sin embargo, dada la demanda agregada, un aumento de las importaciones reduce el producto interno, la reducción de los ingresos del sector privado y el ahorro en la misma cantidad. Así, el PIB y el ahorro privado también disminuyen, mientras que los ahorros del exterior (que es nuestro déficit en cuenta corriente) aumentan.
En el caso de limitación de la capacidad productiva (restricción de oferta), un déficit comercial, en efecto, puede ser útil para que coincida el aumento de la inversión con la estabilidad de precios y no para reducir el consumo, aunque la mera ocurrencia de déficit comercial de ninguna manera fomenta la inversión en sí misma. Téngase en cuenta que déficit comercial no es igual al ahorro externo y mucho menos a un ingreso neto de capitales. En otras palabras, el saldo comercial (exportaciones menos importaciones), es una cosa, el ahorro externo es algo muy distinto y la entrada bruta de capital externo es una tercera.
La valkyria cabalga sin encontrar el rumbo. ¿Y por qué debería encontrarlo, si la teoría que articula sus riendas y la brújula apuntan para el lado oscuro de las finanzas globales y la alienación?
Mientras tanto, los opositores han desensillado hasta que aclare, disputando el cetro de quién juega mejor al quedo.