Al aislarse de la región y del mundo, el gobierno de Javier Milei puede terminar logrando que la mayoría de las naciones que es partidaria, desde 1965, de una negociación entre la Argentina y el Reino Unido, empiece a perder entusiasmo ante una administración que no parece renegar del colonialismo.
Mientras el peronismo lame sus heridas, o las profundiza, o se pelea, o se reproduce como los gatos, o coso, Su Excelencia aprovecha el tiempo para aislarse del mundo y reforzar su tropa. Se desprendió de Diana Mondino, cuyo único mérito era haber nacido en una familia rica, para conchabar a Gerardo Werthein. También nació en una familia rica pero, a diferencia de Mondino, tiene calle. O street. Y contactos fluidos con los Jabad Lubavitch, el grupo de judíos ultraortodoxos que suele ser comparado con el Opus Dei católico: inserción en la derecha política y económica y la búsqueda constante de ampliar su poder. En el nuevo puesto de canciller que le otorgó Su Excelencia el Presidente Javier Milei, Werthein tendrá la oportunidad de convivir con el ala ultramontana del catolicismo: su secretario de Culto, área rebautizada como Culto y Civilización, seguirá siendo Nahuel Sotelo, uno de los impulsores del distanciamiento argentino respecto de la Organización de las Naciones Unidas. Un “gobierno supranacional”, como erróneamente lo bautizó Su Excelencia en la Asamblea General del organismo. Y, por supuesto, una cueva de zurdos. Porque los zurdos acechan en todos lados.
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Los diplomáticos de carrera que trataron a Werthein mientras en las giras por los Estados Unidos vivaba a CFK (bisnesarbisnes) se preguntan estos días, según pudo saber este medio, si el nuevo canciller llevará a la práctica la amenaza de Su Excelencia. Como se sabe, luego de dirigir una comunicación firmada a diplomáticos, diplomáticas y funcionarios políticos retirados desde hace años, en una muestra de ineficacia estatal, en los últimos días el Presidente redobló la apuesta y prometió auditar el grado de adhesión a “las ideas de la libertad” por parte de los profesionales del Palacio San Martín. Salvo que alguien en el Gobierno domine la telepatía, sería un caso típico de patrullaje ideológico.
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Todo recrudeció cuando la delegación argentina en la ONU votó junto con 187 países contra el bloqueo a Cuba. En contra sólo sufragaron los Estados Unidos e Israel. Hubo una abstención: Moldavia.
Las hipótesis serán eternas y darían para una serie de Netflix. El comienzo está cantado. En lugar de drones, como sucede con todas las series desde hace un año, las primeras escenas mostrarán los memes que las redes argentinas, siempre despiertas, le dedicaron a la canciller despedida. Mondino con la estrella roja y el Che Guevara a su lado, Mondino en blanco y negro desembarcando en la Argentina con el Granma, Mondino con Fidel Castro en La Habana, Mondino con un Cohiba en los labios. Y luego vendrá el suspenso, que se basará en una pregunta: ¿hubo una cama desde la Casa Rosada, para que el voto fuese como el de mayoría de las naciones y justificase un despido de la canciller guerrillera, o nadie miró nada en detalle, inclusive la comandante Diana? Interesante para la ficción, la respuesta no es decisiva para la política.
En cambio hay una discusión interesante: ¿acaso el Poder Ejecutivo, que según la Constitución es unipersonal y descansa sólo en el Presidente, no tiene el derecho de fijar la política exterior? ¿Por qué debería establecerla el cuerpo profesional de la Cancillería, sea cual sea su grado de idoneidad?
El jueves 31 de octubre el excanciller Jorge Taiana (2010-2015) y el exvicecanciller Pablo Tettamanti (2019-2023) acudieron al programa QR para opinar sobre el tema.
Cuando Taiana era canciller, Tettamanti dirigía el área de Organismos Internacionales, hoy también bajo la órbita de Sotelo. Taiana, político, era su jefe. Tettamanti, diplomático de carrera, su subordinado.
Así fue la explicación de Tettamanti, que está esquematizada pero es fiel al espíritu de lo que dijo:
*Si Taiana, como jefe, tenía que tomar una decisión, Tettamanti le elevaba su opinión y su sugerencia, acompañados de los análisis pertinentes, con los beneficios y con los problemas que traería, por ejemplo, un voto en la ONU.
*Si Tettamanti no lo hacía, no cumplía con su deber. El Servicio Exterior de la Nación está para auxiliar al Poder Ejecutivo, o sea al canciller, que a su vez es asistente del Presidente votado por el pueblo, en el examen histórico de las decisiones, que se basa en intereses permanentes o contingentes de la Nación.
*Si, eventualmente, Taiana ignoraba su recomendación y daba instrucciones diferentes a las sugeridas, Tettamanti debía cumplirlas.
*Si Tettamanti pensaba o sentía que cumplir esas órdenes (“legales”, aclaró al aire) violentaba sus convicciones, podía expresarle al canciller esa disconformidad.
*En el segundo caso, sería natural que Taiana lo apartase de cargo y lo nombrase en un cargo de menor importancia y confianza.
En ambas circunstancias el patrullaje de ideas quedaba descartado.
Taiana estuvo preso durante la dictadura. En realidad lo estaba desde el gobierno de Isabel Perón. Tettamanti es hijo de Leopoldo Tettamanti, también diplomático de carrera. Como en 1973 fue uno de los artífices de la diversificación del comercio exterior para incluir a la Unión Soviética y Cuba, Tettamanti padre luego fue perseguido. En 1976 dejó la Cancillería y se exilió. Con el retorno de la democracia, el Presidente Raúl Alfonsín, el mismo a quien Su Excelencia no para de vilipendiar, repuso a Tettamenti en la Cancillería y le encargó nada menos que la reincorporación de todos los diplomáticos cesanteados por la dictadura.
Taiana dijo que en democracia nunca se ejerció un patrullaje ideológico sobre las mentes de los diplomáticos como el anunciado por Su Excelencia.
Pablo Tettamanti encontró un ejemplo, pero no en democracia: la Ley de Prescindibilidad de la última dictadura, que echó a miles de funcionarios públicos entre médicos, empleados e incluso diplomáticos.
En la cuestión de fondo –el bloqueo a Cuba– los dos argumentaron que no sólo la Argentina venía oponiéndose al embargo sino que, además, el resto de los países, sobre todo los de Europa, poco a poco fueron sumándose a esa posición.
Más allá de las simpatías o antipatías por la revolución cubana de 1959, a la que probablemente se haya incorporado precozmente la comandante Diana a los pocos meses de su nacimiento, ocurrido en 1958, el consenso creciente es que los bloqueos perjudican a los pueblos y no a los gobiernos. Encima los bloqueos demuestran no ser una garantía de éxito si el objetivo no dicho es desembarazarse de un gobierno. A la larga, los bloqueos terminan endureciendo las condiciones políticas internas del país de que se trate. En el caso de Cuba, ese consenso creciente se hizo cada vez más evidente en América latina. Su Excelencia condena a la Comunidad de Estados de América latina y el Caribe como una encarnación más de Lucifer pero pocos recuerdan, dentro y fuera de la Casa Rosada, que hubo un cambio de mando en la Celac entre Raúl Castro y el ya fallecido Enrique Piñera, en ese momento presidente conservador de Chile.
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Al cierre de esta nota aún no estaba designado el reemplazo de Werthein en los Estados Unidos. El empresario, expresidente del Comité Olímpico Argentino y directivo del Comité Olímpico Internacional, de fluidas relaciones dentro y fuera del deporte, se encargaba de la embajada en Washington y también de todo lo que tuviera que ver con los Estados Unidos o quedase en territorio de los Estados Unidos: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la ONU y los consulados. Incluso el G-20, se hiciera donde se hiciera la cumbre.
En su momento los senadores peronistas le dieron el acuerdo, Cualquier embajador que no sea de carrera lo precisa para llegar a destino. Fue justo el día en que, casualmente, la Cámara Alta se autopercibió merecedora de un aumento de sueldos. ¿Repetirán la experiencia con otro embajador político, o imitarán a los norteamericanos, republicanos o demócratas, que suelen bloquear las designaciones que precisan acuerdo como forma de negociación frente a un Ejecutivo fuerte?
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Así como no tiene ningún sentido, salvo para escribir la miniserie “Comandante Diana”, meterse en las minucias sobre posibles zancadillas de palacio en el caso del voto a Cuba, que bien pudieron haber sido posibles metidas de pata tamaño elefante, tampoco parece útil discutir si en torno de la Cuestión Malvinas el Gobierno de Su Excelencia cometió blooper tras blooper o un acto de entrega después de otro.
Lo cierto es que parece difícil tanto accidente en tan poco tiempo salvo que existe intención o desaprensión, que para el resultado viene a ser lo mismo.
El primer acto fue la exposición de los funcionarios de la Jefatura de Gabinete de Ministros a diplomáticos argentinos y extranjeros sobre las maravillas del Rigi en un país cuyo mapa mostraba un mar vacío. Vacío de islas. Las Malvinas no figuraban.
El segundo acto fue la visita del exprimer ministro británico Boris Johnson, un conservador impopular en su propio país, a quien Su Excelencia hasta llevó al balcón de la Casa Rosada para que viera desde donde hablaba Juan Perón. O donde Mauricio Macri bailaba cumbias de Gilda, porque no trascendieron detalles.
El tercer acto fue la inclusión de la palabra Falklands, que es como los británicos llaman a las Malvinas, en un documento oficial del Gobierno de Su Excelencia.
La hipótesis de los bloopers totalmente cándidos se desvanece, sin embargo, al considerar el acercamiento entre Mondino y David Lammy, cabeza del Foreign Office, la cancillería británica. Una medida, que ya venía de antes y nunca fue cuestionada por ningún gobierno, fue la continuidad del arreglo humanitario por el cual familiares de argentinos caídos en la guerra de 1982 pueden visitar el cementerio de las islas. Pero se agregó, entre otras cosas, un intercambio sobre conservación de pesca, cuando es público que el Reino Unido ahorra dinero en el mantenimiento del archipiélago usurpado en 1833 mediante la concesión de licencias de pesca a españoles, coreanos y taiwanesas. Pescan, y depredan, en aguas circundantes que corresponden a la soberanía argentina.
Hay un hilván entre el voto en la ONU y la política en la Cuestión Malvinas: al aislarse de la región y del mundo, el gobierno de Su Excelencia puede terminar logrando que la mayoría partidaria, desde 1965, de una negociación entre la Argentina y el Reino Unido, empiece a perder entusiasmo ante una administración que no parece renegar del colonialismo.
God save the Queen. Or the King.
Que las fuerzas del cielo nos acompañen.
Ecxelente nota Martin. La situacion es tan grave como vos decis. Con todo respeto no va elmultiple choice de c5n.
God save the Queen. Que lo salve al rey y yo me encargo de la reina…Dijo A.Sordi en no me acuerdo q peli. Abrazo
Excelente artículo. Me alegro encontrar tu portal !