Hubo formas sibilinas y modos más directos, pero el resultado fue el mismo: la ultraderecha mundial, incluyendo el franchising argentino concesionado a Javier Milei, reaccionó feo contra la elección de Richard Francis Prevost como nuevo Papa. Se explica, porque León XIV no fue seleccionado por los cardenales para acompañar la ola negra que se esparce por el planeta. La historia. Las claves. La Encíclica Rerum Novarum de León XIII. La interpretación de la teóloga argentina Emilce Cuda.
El más claro en la reacción fue Steve Bannon, el exasesor de Donald Trump que inspira a las extremas derechas nucleadas en la CPAC, la Conferencia Política de Acción Conservadora que euforiza a Su Excelencia, diría finamente él, con la velocidad de un pedo de buzo. Diver’s fart, por si Bannon no comprende la elegante metáfora del Presidente.
Dijo Bannon, en tono de crítica: “Prevost es uno de los más cercanos ideológicamente a Francisco. Él también ha tenido una larga experiencia en América latina”.
A Bannon no le falta información de primera. Incluso antes de la fumata blanca en la Capilla Sixtina Bannon había declarado que “si hay otro Papa progresista, habrá un cisma en la Iglesia”. Su pronóstico es que ese cisma se produciría dentro de unos diez o quince años. Bannon prefería, según afirmó ante el periodista británico Piers Morgan, al cardenal Robert Sarah, un ultraconservador de Guinea.
Vaticanistas consultados por este medio con promesa de no revelar su identidad dijeron estar convencidos de que el escenario preferido por las extremas derechas era el de una elección difícil, tensa y ardua entre los cardenales justamente para crear una situación cismática.
“Las declaraciones de Bannon son un lamento y una confesión”, ironizó una de las personas que accedió a revelar su análisis. “Como ya está trascendiendo por relatos de los propios cardenales, nunca hubo una candidatura sólida de los ultraconservadores, y además cuando quedó en claro que no avanzaba en votos Pietro Parolin creció rápidamente el consenso en torno de Prevost.”
“Un cónclave prolongado y discutido habría sido una mala señal para el Vaticano y un buen escenario para los de la alt-right” dijo.
Bannon, obviamente, no gobierna. Donald Trump, que sí lo hace, optó por la lógica. Demostrar alegría. “Felicitaciones al cardenal Robert Francis Prevost, quien acaba de ser nombrado Papa”, posteó. “Es un gran honor darnos cuenta de que es el primer Papa estadounidense. Qué emoción, y qué gran honor para nuestro país. Espero con ansias conocer al Papa León XIV. Será un momento muy significativo”.
Aunque no es católico como Joe Biden o como su vice, J.D. Vance, criticado por Prevost a raíz de las políticas contra los inmigrantes, Trump parece no haber querido irritar a los católicos de su país. Un quinto de la población profesa el catolicismo, y parte de ese quinto lo votó.
Y mientras tanto, en Ciudad Gótica, Su Excelencia encontró la forma de criticar al nuevo Papa. Lo hizo de manera doctrinaria y a través de la inexistente orgánicamente Oficina del Presidente.
“Elevamos nuestras oraciones para que con sabiduría y coraje lleve adelante su misión de renovación espiritual y defensa de la dignidad humana, esperando que este pontificado sea un tiempo de unidad, de verdad sin temor y de caridad sin reservas”, dice el texto que no parece emitido por un Estado laico.
Pero lo más interesante viene al final: “Hoy más que nunca anhelamos que la voz del Papa resuene con fuerza en la defensa de los pilares que han sostenido la civilización: la vida, como don principal; la libertad, como don sagrado del Creador; y la propiedad privada, como fundamento de la responsabilidad personal y del desarrollo de los pueblos”. Para rematar así: “Que su palabra y testimonio sean escudo frente a la cultura de la muerte, el totalitarismo creciente y el relativismo moral”.
La Iglesia no cuestiona la propiedad privada en sí misma pero hace décadas que ninguna encíclica papal la coloca entre los pilares de la civilización. La Oficina del Presidente habló como seguramente lo haría el cardenal Sarah, el preferido de Bannon, si no fuera porque los cardenales son menos ansiosos con el manejo del tiempo que Su Excelencia. La Oficina admitió el hecho consumado y a la vez expuso crudamente la teología de las fuerzas del cielo.
Milei suele decir que los problemas en la Argentina empezaron hace cien años, o hace un poco más, cuando en 1916 asumió la Presidencia el radical Hipólito Yrigoyen. La teología mileísta va más atrás. Es anterior a 1891, cuando el Papa León XIII, de quien Prevost tomó el nombre, emitió la encíclica Rerum Novarum sobre la condición de los trabajadores.
Ese documento, considerado como la primera expresión papal articulada de la doctrina social de la Iglesia (porque la doctrina social, según los cristianos, se remonta directamente a Jesús), efectivamente consagra el valor de la propiedad privada.
”El poseer algo en privado como propio es un derecho dado al hombre por la naturaleza”, dice la Rerum Novarum.
Pero ésa no fue la principal novedad sino, más bien, el señalamiento de contrapesos necesarios. Por ejemplo:
*”Es difícil realmente determinar los derechos y deberes dentro de los cuales hayan de mantenerse los ricos y los proletarios, los que aportan el capital y los que ponen el trabajo.”
*”Un número sumamente reducido de opulentos y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre infinita de proletarios.”
*”Es mal capital suponer que una clase social sea espontáneamente enemiga de la otra, como si la naturaleza hubiera dispuesto a los ricos y a los pobres para combatirse mutuamente en un perpetuo duelo.”
*”(Los deberes de los proletarios son) no dañar en modo alguno al capital (…), abstenerse de toda violencia al defender sus derechos y no promover sediciones.”
*(Los deberes de los ricos y patronos son) no considerar a los obreros como esclavos (…). Tampoco debe imponérsele más trabajo del que puedan soportar sus fuerzas (…), dar a cada uno lo que sea justo.”
*”Lo primero que se ha de hacer es librar a los pobres obreros de la crueldad de los ambiciosos. (…) Su eficiencia se halla circunscrita a determinados límites.”
*”Procede injustamente el patrono sólo cuando se niega a pagar el sueldo pactado, y el obrero sólo cuando no rinde el trabajo que se estipuló; en estos casos es justo que intervenga el poder político, pero nada que para poner a salvo el derecho de cada uno.”
*”El lugar preferente lo ocupan las sociedades de (socorros mutuos de) obreros.”
Al final del siglo por antonomasia de la revolución industrial, el XIX, la Iglesia decidió expresar su voz institucional sobre la necesidad de establecer una amortiguación en las relaciones entre patrones y obreros, y León XIII no ahorró argumentos.
”Por los eventos pasados prevemos sin temeridad los futuros”, escribió.
”Que se ciña cada cual a la parte que le corresponde, y con presteza suma, no sea que un mal de tanta magnitud se haga incurable por la demora del remedio”, advirtió.
Y para que no quedaran dudas puso en la Rerum Novarum: ”No pocos (obreros), imbuidos de perversas doctrinas y deseosos de revolución, pretenden por todos los medios concitar a las turbas y lanzar a los demás a la violencia.”
La lectura sociológica de la Iglesia no estaba lejos de la realidad. Carlos Marx y Federico Engels publicaron el Manifiesto Comunista en 1848, 43 años de la Rerum Novarum. La revolución rusa se produjo el 7 de noviembre de 1917, sólo 26 años después de la Encíclica.
Además, reformas seculares avanzaban en el sentido de la separación de la Iglesia respecto del Estado. En la Argentina la ley 1420 de educación primaria, laica, obligatoria y gratuita fue promulgada en 1884, siete años antes de la Rerum Novarum.
El historiador inglés Eric Hobsbawm describió en “La era del capital” los años anteriores a la encíclica, con Pío IX entronizado en el Vaticano desde 1846. “El anticlericalismo originó un movimiento considerable de evangelización entre los ya fieles, y un refuerzo mayor de la influencia clerical”, explicó. Narró que aumentó la feligresía en el campo y que el rechazo “a todo acuerdo intelectual con las fuerzas del progreso, de la industrialización y del liberalismo” convirtió al catolicismo “en una fuerza aún más formidable, tras el Concilio Vaticano de 1870, pero a costa de ceder mucho terreno a sus adversarios”.
Elegido en 1878, León XIII fue el Papa que giró hacia una adaptación de la Iglesia al mundo tal cual era.
En una institución de tanto poder semiótico como el Vaticano, Prevost eligió justo llamarse como el Papa que expresó desde el trono de Pedro la nueva posición de la Iglesia y escribió un documento que incluye 24 veces las palabras “justicia” o “injusticia”. Buena parte del peronismo y de los sindicatos argentinos podrían repetir como propios algunos párrafos de la Rerum Novarum, y de hecho durante el gobierno de Carlos Menem el Movimiento de Trabajadores Argentinos, opositor al entonces Presidente, se formó bajo la invocación actualizada de la doctrina social de la Iglesia.
El de 1891 y el de 2025 son dos mundos distintos, y a su vez es distinta la posición objetiva de la Iglesia respecto de las corrientes ascendentes.
En 1891, junto a la intensificación de la explotación capitalista el movimiento ascendente era el expresado por anarquistas, socialistas y comunistas.
En 2025, en Occidente, a la par que una era de crecimiento de la desigualdad el movimiento ascendente no es el que tiende a una mayor justicia social sino el que busca un nivel de concentración de la riqueza en pocas manos aún mayor y se expresa políticamente en las derechas y las ultraderechas, éstas últimas en auge.
En este marco, más allá de las semejanzas y diferencias que el nuevo Papa pueda exhibir en relación con Francisco, cuestión que se verá en el futuro, está claro que la decisión de los cardenales va en sentido contrario a la dirección en la que marcha hoy el mundo occidental. Y la elección del nombre lo expresa.
Agustino, misionero en Perú, donde se nacionalizó, festejado como nuevo Papa latinoamericano en toda la región, fanático del ceviche que se prepara en Chiclayo, en el norte peruano, Prevost no era sólo el jefe del poderoso dicasterio encargado de los obispos sino la cabeza de la Pontificia Comisión para América latina.
La secretario de la Comisión es una teóloga argentina convocada por Francisco, Emilce Cuda. En la web “Religión digital” Cuda dejó esta interpretación: “Cuando Francisco decía que el tiempo es superior al espacio, es que ese tiempo es un proceso. No se trata de ganar este espacio sino de llevar adelante un proceso, que no se agota en una generación”. Explicó que “hay una continuidad en el proceso, pero la situación histórica cambia y ese proceso debe tener la flexibilidad suficiente para adaptarse a ese cambio histórico”.
La teóloga opina que el nuevo Papa fue el elegido de Francisco y es “una persona de gran decisión, algo que no es fácil de encontrar”.
“A pesar de que algunos dicen que no tiene carisma, carisma no es solamente la capacidad de hacer un show a la medida del público”, dijo. “Carisma es la capacidad de movilizar a las personas en una dirección y a una acción sin presión, sino justamente logrando esa conversión y yendo juntos”, añadió, además de contar que es “sensible”, “afectuoso”, “irónico” y capaz de reírse.
Al mismo tiempo, opinó que Prevost no hará “un culto de Francisco”.
Y dejó otra descripción más: “Es de pocas palabras y quizás también poco expresivo, como todo norteamericano. Pero hay una distinción entre los latinoamericanos y los norteamericanos. Unos sostienen con la palabra y otros con los hechos. Pienso que el cardenal Prevost tiene la virtud de poder sostener con las dos cosas”.