Nadie observó que ser educado no implica necesariamente ser consciente, ni que en ciertas asignaturas equivale a lo contrario. El arribo de Milei al sillón de Rivadavia pudo mover al asombro, pero su delegación del manejo de los números (porque al Toto Caputo se le dan bien las finanzas locales y foráneas, no la economía nacional) manifestó la esencia destructiva de su proyecto libertario.
Pocos científicos merecieron post mortem, y luego de rozar el ingreso definitivo en la inmortalidad académica, un desprestigio tan perfecto y abrumador como el italiano Cesare Lombroso (1835-1909), fundador de la antropología criminal, o la criminología positivista.
Su arsenal teórico, basado en la biología con alguna mínima incidencia de los factores socioculturales, ofreció al mundo la idea de que animarían al delito los destinados a ello por tendencias innatas o según factores genéticos. Y que serían distinguibles del resto de los humanos “normales” porque sus figuras ofrecerían ciertos rasgos físicos o fisonómicos, desde mayor espesor y asimetrías craneales con grandes y desproporcionadas mandíbulas, hasta frentes bajas, narices afiladas y protuberantes arcos superciliares coronados por cejas densamente pobladas con forma de acentos circunflejos.
Lombroso midió cuanta diferencia notable apreciara entre seres vivos, y no conforme decidió explorar con frenesí centenares de muertos en las mesas de Morgagni hasta componer una importante galería de personajes tenebrosos. Al final de su carrera, y como no podía ser de otro modo, incursionó en el espiritismo, y concluía un opúsculo sobre el tema cuando falleció, a los 73 años.
En la actualidad nada de lo dicho por Lombroso se sostiene científicamente. Pero como en el imaginario colectivo quedan huellas mnémicas tal vez tributarias de sus ideas –todavía se dice que “hay caras que dan miedo”, por ejemplo–, los asesores de imagen de políticos o de personajes diversos con vocación de serlo deberían tenerlas en cuenta. Son cosas que mejor no dejar libradas al azar: ¿cuánto habrá de los desvelos de Lilia Lemoine en el rostro de Milei, enmarcado por patillas menemistas y peinados vertiginosos? ¿Y cuánto no hay en el rostro menos manipulado del ministro de Economía, Luis Toto Caputo?
Quien se figure al Toto dando una conferencia parado frente a un atril en el proscenio de un escenario teatral, con su frente amplia y prominente, el arco superciliar muy marcado que profundiza y separa sus órbitas oculares, y las cejas densas en descenso para perfeccionar el trazado de un acento circunflejo, llegará inmediatamente a la conclusión de que podría funcionar más o menos con luz frontal, pero no soportaría una iluminación cenital. ¿Por qué? Sencillamente porque la luz cenital, habida cuenta de la morfología de la frente del Toto, oscurecería con sombras casi negras la zona de sus ojos para mostrarlo como si llevara puesto un antifaz. Y eso no parece aconsejable.
La Libertad Avanza recibió un severo revés el 7 de septiembre en la Provincia de Buenos Aires, y salían todavía gruesas columnas de humo de las urnas empleadas durante los comicios cuando el ministro Luis Toto Caputo, escoltado por el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, y el superintendente de Seguros de la Nación, Guillermo Plate, se juntó con un racimo de ejecutivos del sector asegurador. En esa ocasión ratificó el rumbo económico en general, al igual que el Presidente Milei la noche del colapso, y se mostró satisfecho por el desempeño del esquema cambiario, con el dólar dentro de una banda de flotación cada vez más amplia (con techo y piso ascendiendo y descendiendo respectivamente el 1 por ciento mensual) y en teoría sin intervención para mantenerlo a raya. También dijo, como quien desea incursionar más allá de retraimientos y timideces en la Batalla Cultural, que habría que continuar fomentando la educación financiera (sic), especialmente en los jóvenes.
Nadie observó que ser educado no implica necesariamente ser consciente, ni que en ciertas asignaturas equivale a lo contrario. El arribo de Milei al sillón de Rivadavia pudo mover al asombro, pero su delegación del manejo de los números (porque al Toto se le dan bien las finanzas locales y foráneas, no la economía nacional) manifestó la esencia destructiva de su proyecto libertario, sostenido en su momento por una mayoría de votantes “educados” por los medios hegemónicos y los más sofisticados sistemas de comunicación. Bien educados, seguramente, pero flojitos en la posesión de una conciencia con aptitud para trascender la emotividad inducida.
Como es sabido, al aceptar la derrota en las elecciones bonaerenses Milei prometió autocrítica, pero en el aspecto político de la gestión, no en el económico. Luego trazó varias piruetas distractivas y pretendió exhibir fortaleza sosteniendo, sin éxito, los últimos vetos en el Parlamento mediante negociaciones con cuatro gobernadores sensibles al encanto de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN), mientras comenzaban las movilizaciones populares dando cuenta de que su Gobierno perdía la calle. Y una semana después de los comicios bonaerenses, teniendo en la mano todavía la papa ardiente del escándalo $Libra y de los videos de Diego Spagnuolo, decidió mandar al Congreso el Presupuesto 2026 y difundir el lunes 15 de septiembre un discurso de presentación de la “ley de leyes” utilizando la cadena nacional.
En esa pieza oratoria tuvo gran influencia el asesor monotributista Santiago Caputo, quien si antes era una estrella, a raíz de la debacle en la Provincia de Buenos Aires ahora es una constelación. Cambió el marco para la presentación del Presidente, ubicándolo a solas frente a un atril en el Salón Blanco de la Casa Rosada, sin miembros notables de la casta alrededor, flanqueado por dos granaderos tiesos como estatuas y con un look de ejecutivo transnacional incapaz de abandonar el traje y la corbata ni para comer un asado. También apareció un Milei transfigurado, con buenos modales y sin carajeos inútiles, que bien podría encarnar aquellos versos de “Manso y tranquilo”, una popular canción de Piero: “Es fácil como una mañana de sol, / tranquilo como una mañana. / Y es dulce como un caramelo, / es muy dulce.”
El discurso careció de importancia. Ratificó, como antes el Toto Caputo sin aguardar bajada de línea alguna, el rumbo que hasta ahora no parece destinado al éxito. Si ésa es la estrategia comunicacional diseñada por Santiago Caputo a pedido de Milei, superar las elecciones de octubre y mantener aspiraciones para un segundo mandato se muestra muy cuesta arriba, casi como un empinamiento imposible. Pero hubo giros verbales en la presentación del Presupuesto 2026 y del Milei recargado (o más precisamente de la imagen del Milei 2.0 debida a la inspiración de su asesor monotributista) que denotaron supina ignorancia de la historia política local, cuando no meditada vocación para ser motivo de burla.
A raíz de lo dicho por el Presidente, escribió Cristina Fernández de Kirchner: “Ay Milei… ¿En serio que lo peor ya pasó? Daaaale! ¿Tanto lío para terminar diciendo lo mismo que Macri en el 2018 cuando, en realidad, lo peor empezaba y tuvo que llamar al FMI para devolverle los dólares a los que estuvieron haciendo carry trade desde el 2016?…” Comentarios por el estilo, advirtiendo la cantidad de veces (veintinueve) que en menos de veinte minutos dijo Milei la palabra “fiscal”, merecieron innumerables réplicas en las redes.
También CFK destacó que “el mismo que manejaba las finanzas y el endeudamiento en el gobierno de Macri, hoy es tu Ministro de Economía… sí, el inefable Toto Caputo, ex jefe de trading para América Latina del JP Morgan Chase… ¡Bingo hermano!” Y no conforme con esto la ex presidenta precisó la naturaleza del equilibrio fiscal pregonado hasta el cansancio por Milei: “Es en base a endeudamiento en dólares y emisión monetaria presente y futura –dijo–, con tasas de interés y futuros impagables que revientan la actividad económica. Una verdadera bomba de tiempo… el tic tac ya puedo escucharlo desde San José 1111.”
Finalmente CFK, luego de referirse a quienes “ya entendieron que, en realidad, la motosierra era para ellos […] mientras las comisiones eran para tu círculo cercano y los cargos para lo peor de la casta más rancia”, completó el análisis de la coyuntura apelando a una visión, por decirlo de alguna manera, femenina. Ante la evidente necesidad de torcer el rumbo de la gestión libertaria, anotó: “Estás a tiempo… Por lo pronto ya cambiaste el tono y la forma (que no es menor)… pero ojo que el problema no es sólo una cuestión de formas, sino de fondo…”
También Kicillof se refirió a la presentación del Presupuesto 2026 y dijo que “el discurso en sí”, por lo repetitivo con casi todos los anteriores ofrecidos por Milei, fue un “disco rayado”. Criticó el uso de una frase falaz y “tristemente célebre” utilizada en su momento por Macri (“Lo peor ya pasó”) y aseguró que Milei “nos viene mintiendo hace mucho”, desde que “vendió espejitos de colores en la campaña, cuando dijo que iba a hacer una política novedosa porque iba a haber un ajuste y que solo sería para la casta”.
El gobernador bonaerense y sus allegados plantearon que no todo el problema es el déficit fiscal, como sostiene Milei y ratificó monótonamente en la presentación del Presupuesto 2026 en la cadena nacional, ni todo el problema es la deuda, como sostienen importantísimos referentes del campo popular. Ambas cuestiones son las dos caras de la misma moneda, porque el déficit fiscal produce deuda y la deuda produce déficit, cuestión irresoluble si perdura la falta de desarrollo productivo. El gobernador acusó a Milei de sacrificar en el altar del equilibrio fiscal al “empleo, la producción, el salario y las condiciones de vida de la sociedad en general”. Y subrayó: “No podés concentrarte en un solo aspecto y hacer un desastre en todo.”
La dupla Milei/Caputo supuso que batiría la inflación imponiendo un programa basado en cuatro anclas nominales: la fiscal (a partir de un brutal recorte del gasto público real), un ancla salarial (bajando en términos reales los salarios del sector público, y forzándolos a contribuir con el ancla fiscal), un ancla cambiaria (sosteniendo un tipo de cambio muy por debajo de la inflación tras la devaluación inicial), y un ancla monetaria-financiera, a partir de la licuación del stock de pesos de la economía mediante la implementación de una tasa de interés por debajo de la inflación. Los resultados están a la vista, con anclajes cada vez menos convincentes que derivan en una creciente inestabilidad.
Pero a Milei los crujidos del programa económico le importan poco, y a Caputo casi nada: “Lo cambiario ni siquiera es un problema”, suspiró el Ministro luego del traspié electoral en la Provincia de Buenos Aires, y los representantes del sector asegurador le hicieron eco con expresiones de alivio. El dólar seguiría flotando, impávido, y todo estaría “razonablemente bien”. Respecto de la coyuntura económica, y apelando siempre al juego de metáforas náuticas, ratificó que el ancla fiscal continuaba siendo intocable, y que “no habrá cambios en lo monetario y lo cambiario”.
Pese a las turbulencias registradas en los días previos a los comicios, y con independencia de los resultados, “ya se está observando la normalización de la liquidez y de las tasas”. Y si bien el lunes “negro” inmediatamente posterior encendió algunas señales de alarma, el esquema de bandas demostró que puede contener al dólar sin intervención, que funciona razonablemente bien, y que “la gente va a tener que decidir si quiere esto o comunismo en 2027”.Palabras inesperadas. A esta altura de la soirée, apelar a la agitación de un trapo rojo con el dibujo de una hoz y un martillo es un anacronismo deliberado y malicioso, especialmente si lo pone en circulación quien tal vez no participa en la Batalla Cultural, pero bien puede financiarla. Transcurrieron los días y el Gobierno continuó cosechando derrotas en el Congreso, donde el 17 de septiembre Diputados revirtió con más de dos tercios los vetos al financiamiento del Garrahan y las Universidades. Afuera del recinto hubo una gran movilización que aguardaba, expectante. Luego, cuando se conoció el resultado de las votaciones, se transformó en una gran fiesta popular.