Lozano: “Hay condiciones para evaluar un juicio político”

Mientras el presidente Javier Milei arenga a su tropa y esta semana advirtió que “vienen por nosotros” mientras busca alinear su campaña de cara a las elecciones de octubre y defiende el rumbo económico, el primer candidato a diputado y presidente de Unidad Popular, Claudio Lozano, dice que el plan de Milei “no aguantó”. Consideró que recibieron “una paliza electoral” y se preguntó “qué se hace con alguien a quien se le fija límites, pero no los acepta”.

¿Cómo cambió el panorama político y económico a partir del rechazo a los vetos presidenciales y las elecciones bonaerenses?

–A pesar que se lo quiere mezclar, es bueno diferenciar los tantos, porque si no se coloca la responsabilidad de la crisis en la población, que le dijo no a lo que está pasando. Acá hubo una paliza electoral en la provincia de Buenos Aires que cuestiona el rumbo que viene siguiendo el Gobierno Nacional, y esto se tradujo también en lo que viene ocurriendo en los últimos dos meses en el Congreso, donde el Gobierno perdió la capacidad de gobernar por decreto porque no tiene todos los socios que tuvo como cómplices directos durante buena parte de este último año y medio.

–¿Pero eso es provocado porque esos socios que ahora le retacean el voto se retiraron de lo político o se retiraron de la mirada económica? En lo económico parece que siguen asociados.

–Sí, pero en términos generales. En términos puntuales no, debido a la política que profundiza el deterioro del poder adquisitivo de las mayorías, el desguace del aparato estatal y -consecuentemente- el desfinanciamiento de funciones esenciales, la destrucción del aparato productivo industrial, el cierre de empresas, la caída de puestos de trabajo, la reducción de los ingresos y demás. También aparecen contradicciones con los propios factores de poder que han venido sosteniendo esto. Y cuando digo factores de poder me refiero a la inserción empresarial de capitales tanto en el sector agropecuario, financiero e industrial. Están teniendo inconvenientes frente a una política que viene reclamando correcciones. 

–¿Correcciones de qué tipo? 

–Un país fuertemente endeudado como la Argentina y sometido a situaciones de pago de una deuda monumental, entre las tantas cosas centrales que tiene que hacer es acumular reservas. Y la lógica que ha seguido el Gobierno Nacional -para evitar que el dólar se le fuera más arriba e impactara negativamente en precios- fue dejar de acumularlas. Por eso se encuentra en un contexto de reservas negativas con una pared de vencimientos para el próximo año que, desde ahora y hasta septiembre del año que viene, están en el orden de los 19 mil millones de dólares y tiene reservas brutas por 40 mil millones. Cuando digo brutas es porque no son netas porque son dólares que no son del gobierno, es decir que teóricamente no los podría usar. Es decir que habría que utilizar uno de cada dos dólares existentes en un contexto en el que la Argentina no solo no está acumulando reservas, sino que la lógica del propio plan, incluso con el presupuesto 2026 presentado, es que la Argentina -que vino teniendo superávit comercial como fruto del estancamiento y la caída de la actividad económica- debería tener déficit comercial por el aumento superlativo de las importaciones, con lo cual estamos viviendo de endeudarnos en dólares. Recordemos que tuvo que venir Trump con la bolsa de dinero del Fondo, más la del Banco Mundial y del BID, en total 42 mil millones de dólares que puso Trump sobre la mesa para colocarle un respirador artificial a un sistema que se estaba cayendo, y ahora, otra vez, volvemos a estar en problemas con los acreedores que ven que el gobierno no acumula reservas para pagar. 

–¿Qué sucede sector por sector?

–Hay problemas con el sector agropecuario porque tiene márgenes menores que los que querría tener; problemas con el gran capital industrial, que tiene problemas por las importaciones y con una reducción de los márgenes frente al achicamiento brutal del mercado interno; y problemas con los bancos, que están sometidos a una presión de niveles de encaje enormes que le coartan su liquidez con lo que tratan de evitar la fuga de divisas, la fuga de pesos al dólar y, al mismo tiempo, para obligarlos a comprar títulos públicos para refinanciar al Tesoro. En este marco de crisis o puntos de conflicto con estos sectores, que son los que los han venido acompañando y con los que comparten el rumbo más general de una reforma regresiva en lo laboral, en lo previsional y en lo impositivo, hay problemas en la coyuntura que hace que esto esté crujiendo. 

–¿Cuál es el efecto?

–Muchos socios políticos -que tienen mucho que ver con estos actores económicos y que acompañaban sin fisuras durante el año y medio-  antes aplaudían las barbaridades y atrocidades que esta gestión ha hecho. Ahora comienzan a tomar distancia en el marco de una coyuntura electoral en la que algunos hasta evalúan un recambio político que prosiga con el rumbo económico, pero bajo otro tipo de modalidad institucional.

¿Pero, adónde marcharían? Porque en realidad esos aliados no han hecho una crítica a la política económica.

–Es que no la hay, pero sí a la a la necesidad de ciertas correcciones como una devaluación y control del cepo, dos cosas que les permitirían reordenar rápidamente la situación para volver a tener control sobre el mercado financiero y cambiario y pegar un nuevo sablazo sobre el poder adquisitivo de la población que ayude a recomponer los márgenes de beneficio de diferentes sectores del gran capital y la obtención de divisas por parte del Tesoro y el Banco Central.

Con lo cual volveríamos a foja cero de alguna manera.

–Volveríamos a tener una estrategia regresiva sobre el conjunto de la sociedad. Le sacaría la inviabilidad a la política actual de hacerse cargo de las prioridades que -para ellos- son los pagos de deuda y las ganancias del capital dominante, que es lo que han venido defendiendo.

–Lo que no se entiende es que habiendo estado detrás de esto Milei y compañía, hoy han llegado a este punto atentando contra sus propios objetivos.

–Llegaron a esto por la sencilla razón de que Milei quería ganar las elecciones del 7 de septiembre y el 26 de octubre sosteniendo una tasa de inflación por debajo del 1,5%, y con eso construir una ficción ilusoria y, con ese triunfo electoral, tener el espaldarazo político suficiente para seguir con las reformas regresivas que tiene su agenda futura, incluso con una devaluación que corrija las cosas a posteriori de octubre. El problema es que su plan no aguantó. 

–¿Qué inconsistencias tuvo?

–En los primeros siete meses de este año, de enero a julio, tuvimos un endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de doce mil seiscientos millones de dólares, que es lo que nos dieron en abril; además, nos endeudamos cinco mil millones de dólares más con el Banco Mundial y el BID, que es lo que puso Trump para resolver el quilombo en abril. O sea, diecisiete mil seiscientos millones de dólares de nueva deuda pública. Pero, al mismo tiempo, pagamos diez mil millones de dólares de deuda, cinco mil de intereses y cinco mil de capital, y se fugaron por la apertura del cepo a las personas físicas otros catorce mil millones doscientos mil dólares. Es así que nos comimos una buena parte del saldo comercial que tuvimos en esos siete meses, que fueron once mil millones de dólares. Y para poder cubrir todo esto, es decir la deuda que hay que pagar, los vencimientos de capital e intereses sumados a la fuga de capitales que tiene la Argentina en un contexto de este tipo de políticas donde obligaron a abrir el cepo cuando no había condiciones para hacerlo, da como resultado que la plata entra por una ventana y se va por otra. El tema, ahora, es que el propio Caputo -a quien le acaban de poner 2000 palos que fue el último desembolso que hizo el fondo- está pidiendo que le permitan -y de hecho lo autorizaron a pesar de que el estatuto del Fondo lo prohíbe- a utilizar esos dólares para tratar de frenar el valor del dólar para que no se vaya por encima del tope de la banda. Hay una situación de desequilibrio total en materia de divisas como resultante de la política del tipo de cambio retrasado que el Gobierno mantuvo demasiado tiempo. En otras etapas históricas como la de Martínez de Hoz se pudo sostener porque hubo un ingreso de deuda privada monumental. Fue el momento de la explosión inicial del endeudamiento de la Argentina. Con Menem se pudo sostener porque hubo ingresos por privatizaciones y por endeudamiento después del Brady, y eso dio una década de tiempo. Con Macri se pudo sostener durante dos años porque tuviste un ingreso de capitales importante; pero ahora lo único que teníamos era el saldo comercial y el blanqueo, y se acabó todo. 

¿Qué cree que debería ocurrir para salir de este escenario de la forma menos tormentosa?

–Y… es que el quilombo está en el plan económico que es fruto de una absoluta inviabilidad. Estos planes económicos se basan en una desinflación en pesos, pero por detrás hay una evolución de la inflación en dólares que desacomoda todo y transforma a la Argentina en un país caro respecto al resto del mundo. El resultado es que además de toda la guita que se fue por pago de deuda y fuga de capitales, hay que sumarle, por ejemplo, seis mil trescientos millones de dólares que se fueron por turismo y un ingreso de productos importados que destruyen la producción local. Esa inflación en dólares, que promueve un estancamiento exportador, el aumento de importaciones, el déficit comercial, la necesidad de recurrir a mayor endeudamiento, la destrucción productiva y de puestos de trabajo, siempre termina en una crisis. Ocurrió con Martínez de Hoz, ocurrió con Cavallo, ocurrió con Macri y ahora está volviendo a ocurrir con Milei. Durará lo que dure el financiamiento con el que cuenten. El problema que tienen es que ya le pusieron mucha plata y es difícil que le pongan más. Argentina está metida en un callejón sin salida en este sentido, lo único que buscan estos tipos es más guita que podría venir por deuda o por inversiones. Esa guita tendría que ver con un respaldo político que este Gobierno no tiene. 

–Además, bajo estas condiciones la inversión extranjera no llega.

–Por supuesto, en estas condiciones solo llega para aquellas cosas que están por fuera de este tipo de cuestiones, que son actividades con una renta descomunal y vinculada a los recursos naturales como minería, hidrocarburos o agronegocios.

–¿Qué ve de acá a corto y mediano plazo?
Sinceramente resulta muy difícil pensar que este Gobierno se reinvente en términos políticos y económicos. Lo veo con una situación de olor a final, realmente, monumental, y eso es un problema de cara a los dos años que quedan de este gobierno. Por un lado, no me extraña que el poder esté buscando una alternativa de reemplazo. También creo que hay una tanda de gobernadores que está tratando de presentarse como una alternativa de gestión en nombre del poder. Y cuando digo de poder me refiero al bloque del capital concentrado y acreedores que viene gobernando la Argentina desde hace tiempo. Me parece que es lo que puede venir. Desde el campo popular tenemos que pensar cómo planteamos una salida institucional diferente. En ese sentido las elecciones de octubre son necesarias para llenar el parlamento de compañeras y compañeros que tengan dos claves centrales: la primera, defender la institucionalidad y la democracia, incluso contra Milei, revisando todos y cada uno de sus decretos y teniendo a mano la construcción de las mayorías parlamentarias necesarias para avanzar en un eventual juicio político en caso de que Milei no rectifique su comportamiento. Ese juicio político tiene que estar seguido de una Asamblea Legislativa que garantice una transición para llegar a elecciones anticipadas. Y la segunda: ser capaces de plantear una propuesta popular en ese contexto. Hoy sobran elementos y causales para iniciar un juicio político a este gobierno: desde el punto de vista institucional, por la represión; desde el punto de vista del genocidio sobre enfermos y hambrientos; desde ejes como la no defensa de la cuestión Malvinas; desde decretos absolutamente inapropiados como el decreto 70/23 (Baases) o el DNU propio de la deuda. Y a esto hay que sumar el caso $Libra o el tema ANDIS… sobran los elementos como para terminar con esto. Pero hay que hacerlo teniendo en cuenta que va a haber otros que pueden pretender una sucesión con (Victoria) Villarruel a la cabeza. Así que hay que construir condiciones políticas para un armado que permita una Asamblea Legislativa que garantice una nueva convocatoria electoral del mismo modo que, luego de la renuncia de De la Rúa, hubo una transición y convocatoria electoral. El problema es que son momentos complicados para el pueblo, pero la verdad es que no veo alternativa que permita que haya una continuidad a la gestión de Milei, ni lo veo al Presidente cambiando su esquema de gestión o profundización del ajuste como regla principal de su estrategia política. De hecho, frente a lo ocurrido con el rechazo al veto presidencial sobre el financiamiento de la salud pediátrica y las universidades públicas, están planteando que hay en marcha un golpe institucional, pero está claro que el presupuesto 2026 no incluye ninguno de los financiamientos aprobados, así como tampoco considera el financiamiento del veto rechazado a la discapacidad. Así que este señor no va a aceptar el rechazo al veto. La pregunta es qué se hace con alguien a quien se le fija límites, pero no los acepta. Bueno, no hay mucha alternativa más que Juicio político, Asamblea Legislativa y nuevas elecciones.

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