Lula y Milei ante Trump: como te ven, te tratan

Una región y dos políticas opuestas en la relación con los Estados Unidos. De un lado la Argentina. Del otro, Brasil. Aquí, el presidente alineado con Washington Javier Milei. Allí, el alineado con Brasilia Luiz Inácio Lula da Silva. Trump empezó castigando a Brasil para defender a Bolsonaro y a Musk. Lula no cambió nada, pero en tres meses Trump terminó rebajando aranceles. Los documentos que muestran el cambio.

En la Argentina el equipo de Su Excelencia el Presidente trata de aprovechar al máximo el envión político del triunfo electoral motorizado por Donald Trump o, si se quiere, por el miedo del 40 por ciento de los votantes a que su vida cotidiana empeore todavía más. Mientras tanto, el ministro de Economía Luis Toto Caputo se desespera por desmentir la información del diario de negocios The Wall Street Journal según la cual tres bancos, el JP Morgan Chase, el Bank of America y el Citigroup, esperan contar con garantías del Tesoro norteamericano para brindar una ayuda más sólida al gobierno argentino. Y, en la misma semana, los funcionarios de Javier Milei y sus colaboradores privados tratan de que nadie lea el detallado informe de la comisión investigadora de la Cámara de Diputados sobre el escándalo $Libra. Para los legisladores no hay duda de que hubo una estafa, y tampoco es discutible que el propio Presidente fue la pieza esencial para que el negocio pudiera desplegarse.

Aquí es posible leer el resumen elaborado por los diputados de la comisión.

Y aquí puede descargarse el documento completo que resume cuatro meses de trabajo.

En simultáneo, Washington y Brasilia llegaron a un acuerdo de baja de aranceles después de una cumbre entre Trump y Luiz Inácio Lula da Silva que destrabó el ataque de los Estados Unidos al gobierno brasileño.

Nada rimbombante

Vale la pena detenerse en el tipo de comunicación de cada parte. 

La Casa Blanca informó sobre una orden ejecutiva de Trump firmada el jueves 20 de noviembre con un título nada rimbombante: “Modificación del alcance de los aranceles al Gobierno de Brasil”.

En el breve capítulo de antecedentes el texto cita otra orden ejecutiva, la 14.323 del 30 de julio de 2025, sobre “abordaje de las amenazas del Gobierno de Brasil contra los Estados Unidos”. Dice Trump que allí constató “que el alcance y la gravedad de las recientes políticas, prácticas y acciones del Gobierno de Brasil constituyen una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional, la política exterior y la economía de los Estados Unidos”. Refiere que, para hacer frente a la amenaza, declaró una “emergencia nacional” y determinó que para hacerle frente “era necesario y apropiado imponer un arancel ad valorem adicional del 40 por ciento a ciertos artículos procedentes de Brasil”.

Cuenta Trump en la orden ejecutiva del jueves 20 de noviembre que el 6 de octubre habló con Lula y acordaron iniciar negociaciones.

Marcha atrás

Luego de las tratativas entre los presidentes y sus equipos, encabezados por el secretario de Estado Marco Rubio y el canciller Mauro Vieira, un diplomático de carrera que fue embajador en la Argentina en los años del kirchnerismo, la Casa Blanca dio marcha atrás.

Redujo la sobretasa del 40 por ciento impuesta a productos como café, carnes, frutas y cacao. Para tener idea del cambio, sólo la exportación de jugo de naranja de Brasil a los Estados Unidos, que se había frenado, representa 1.200 millones de dólares.

“La baja de la tasa del 40 por ciento impuesta por el gobierno norteamericano a varios productos agrícolas brasileños es una victoria del diálogo, de la diplomacia y del buen sentido”, posteó Lula en X. Reivindicó el “diálogo franco” con Trump y entre los equipos negociadores, que además de Vieira incluyeron al vicepresidente Geraldo Alckmin y al ministro de Economía Fernando Haddad. 

“Precisamos avanzar más”, escribió Lula. “Seguiremos en este diálogo con el presidente Trump teniendo como norte nuestra soberanía y el interés de los trabajadores, de la agricultura y de la industria brasileña”.

La mención a Alckmin es interesante. Ex gobernador de San Pablo, se enfrentó a Lula en las elecciones presidenciales de 2006 y perdió. Lula comenzó en 2007 su segundo mandato. En 2022, cuando el Poder Judicial desmontó las acusaciones falsas contra el líder del Partido de los Trabajadores y terminó con su prisión, Lula le ofreció a Alckmin que lo acompañara en la fórmula. Y algo más: el primer día de su tercer mandato, que comenzó en 2023, lo nombró también ministro de Desarrollo, Industria, Comercio y Servicios. La alianza electoral se convirtió así en alianza política y en alianza social. Alckmin se transformó en una figura hiperactiva que no pasa un segundo sin trazar planes productivos, exaltar la necesidad del desarrollo económico, estimular créditos para pymes y visitar fábricas en todo el país. Vale la pena meterse en su cuenta de X, @geraldoalckmin.

Sin insultos ni sobreactuaciones, Lula, Alckmin y Haddad habían reaccionado de inmediato a la represalia norteamericana que utilizó aranceles y antes había prohibido la entrada a los Estados Unidos a Alexandre de Moraes, el ministro de la Corte Suprema brasileña que falló contra Jair Bolsonaro por la trama conspirativa golpista y también contra la intención de Elon Musk de escapar a las regulaciones brasileñas sobre redes.

Antes, con Bolsonaro a fondo

En la orden ejecutiva del 20 de noviembre Trump no entra en detalles sobre su orden ejecutiva anterior, la 14.323 del 30 de julio, que aquí puede leerse completa.

¿Qué decía? Por ejemplo, lo siguiente: 

*”Miembros del Gobierno de Brasil han emprendido acciones que interfieren con la economía de los Estados Unidos, infringen el derecho a la libertad de expresión de los ciudadanos estadounidenses, violan los derechos humanos y socavan el interés de los Estados Unidos en proteger a sus ciudadanos y empresas”.

*”Asimismo, miembros del Gobierno de Brasil están persiguiendo políticamente a un expresidente de Brasil, lo cual contribuye al debilitamiento deliberado del estado de derecho en Brasil”.

*Miembros del Gobierno de Brasil emitieron órdenes “para bloquear la capacidad de los ciudadanos estadounidenses para recaudar fondos en sus plataformas, modificar sus políticas de moderación de contenido” y también cambiar “prácticas de aplicación o algoritmos”. 

*”Alexandre de Moraes ha abusado de su autoridad judicial para perseguir a opositores políticos, proteger a aliados corruptos y reprimir la disidencia”.

*Moraes impuso “multas sustanciales a empresas estadounidenses y con sede en Estados Unidos” (una referencia a Musk).

*”Las autoridades brasileñas persiguen al expresidente Jair Bolsonaro. El gobierno brasileño lo ha acusado injustamente de múltiples delitos relacionados con la segunda vuelta de las elecciones de 2022, y la Corte Suprema de Brasil, erróneamente, dictaminó que debe ser juzgado por estos cargos penales injustificados”.

*”Las políticas, prácticas y acciones del Gobierno de Brasil son repugnantes para los valores morales y políticos de las sociedades democráticas y libres”.

Lula no cambió, y Trump sí

De julio a noviembre nada cambió en las decisiones de Lula y del máximo tribunal brasileño. El que sí cambió fue Trump. Las razones de Washington pueden ser variadas. Es posible que los Estados Unidos no quieran perder el mercado brasileño. O que den por terminado el ciclo Bolsonaro y se preparen para una sucesión de ultraderecha que no se limite a él, como describe Sergio Kiernan en esta misma edición. O que especulen con que, al menos hoy, una candidatura de Lula para disputar en 2026 otra vez la presidencia sea indetenible. O que no quieran aumentar aún más la estatura de Lula, sin duda figura mundial, y no sólo para los gobiernos de origen popular. O, en fin, que se hayan percatado de la diferencia de peso y voluntad política entre Lula y su vecino de aquí, el alineado Javier Milei, Su Excelencia. A veces las cosas son más simples de lo que parecen. Como te ven te tratan, dice Mirtha Legrand.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *