Estudió medicina. Un día leyó un aviso en el diario en el que pedían médicos para ir a la Antártida. Se presentó y a partir de ahí cambió su vida. Vivió 20 meses seguidos en el continente más austral del mundo y luego viajó en varias misiones. Del 2003 al 2016 fue Director Nacional del Antártico. En diálogo con ¿Y ahora qué? Mariano Memolli analiza las implicancias que traerá el nuevo puerto que el Reino Unido construye en Malvinas. Cuenta cómo se desarrolla la política internacional en la Antártida, al tiempo que pone la lupa en el modo en el que lo hace nuestro país.
– Recientemente se conoció la noticia de que el Reino Unido va a construir un nuevo puerto en Malvinas. ¿Qué influencia puede tener este hecho sobre las islas y la Antártida?
– Influencia en cuanto a la parte geográfica ninguna. En cuanto a la parte geopolítica, inmensa. Estaba previsto para más o menos cuatro años atrás, pero fracasó la licitación y tuvieron un problema con la empresa adjudicataria, y ahora esto va para adelante.
– ¿Cuándo comienza?
– A partir del acuerdo Foradori- Duncan de 2016, bajo el gobierno de Mauricio Macri, cuando la Argentina decide levantar restricciones económicas y logísticas en las Malvinas. Para que esto ocurriera fue clave reanudar los vuelos a Malvinas desde Sudamérica. Entonces, en el caso que esté cerrado el aeropuerto, cualquier avión puede aterrizar en un aeropuerto sudamericano. No es menor, porque las Malvinas estaban aisladas. A partir de ahí comienzan a mejor el muelle en la Base Rothera, que está muy cerquita de la Base San Martín en la Península Antártica, como así también, modernizar la pista que tienen en esa base. Entre otras modificaciones que hicieron, como, por ejemplo, en la isla Georgias del Sur/ San Pedro.
– ¿Para qué está planificado el nuevo puerto británico?
– Claramente para crecer de forma logística. ¿Sirven para actividades militares? Sí. Pero no está previsto que haya una modificación en el Tratado Antártico. Claro que si lo hubiera podrían estar preparados.
-Pero el pacto Foradori-Duncan no está más vigente por decisión del gobierno anterior. ¿Por qué así y todo el Reino Unido avanza en su edificación?
– Que no esté vigente no importa. Acá entramos en algo que los diplomáticos llaman la ´Teoría del acto propio´, es decir, ya la Argentina lo anunció. Entonces los países dijeron en ese momento que si la Argentina levanta las restricciones, nosotros también. Razonaron así: ¿por qué vamos a estar peleados con el Reino Unido, cuando la Argentina decidió levantarlas? No importa la vigencia del Pacto sino las consecuencias que tuvo.
– ¿Qué usos específicos le van a dar al nuevo puerto?
– Ya realizan tareas de logística a la Antártida desde Malvinas. Con las mejoras de este puerto van a poder entrar buques de mayor calado y tener un ingreso directo a la isla. Mejorarían la logística desde los continentes, sobre todo del europeo hasta Malvinas, y también les permitiría optimizar la navegación desde las islas a la Antártida.
– ¿Cómo calificarías la presencia del Reino Unido en la Antártida?
– Tiene una presencia muy fuerte y de hecho el sector que reclama el Reino Unido se superpone con los derechos argentinos en el Sector Antártico Argentino, que se suma al pretendido reclamo chileno. Si sumamos el Commonwealth, poseen el 70 por ciento.
– ¿Desde ese nuevo puerto en Malvinas podrían ingresar a cualquier sector de la Antártida o sólo donde tienen presencia?
– No hay soberanía en la Antártida. Cualquiera pueda transitar por cualquier lado. De hecho, van buques británicos a la Antártida y tienen operaciones aéreas. Con este nuevo puerto les permitiría mejorar la logística y competir con terceros países, sobre todo con Chile, que está haciendo muy bien el negocio antártico. Tienen muchos programas que nacen en Punta Arenas, de ahí vuelan a la base chilena Presidente Frey y luego se distribuyen. El turismo está haciendo lo mismo para evitar el cruce del Drake, que es muy tormentoso y posee mucho viento. El ingreso de divisas que tiene Chile por esto es enorme. En un momento dijeron que les daba 150 millones de dólares por verano por servicios a terceros: turismo y ciencia.
– ¿La Argentina no desarrolla ningún tipo de programa en la Antártida que le permita generar recursos como sí lo hace Chile?
– La Argentina ha ido perdiendo por cuestiones de celos institucionales, donde nadie cede nada y nos quedamos mirándonos el ombligo. Chile sostiene que la presencia es importante pero que no basta. Nosotros defendemos más la presencia. Que no es mi visión.
– ¿Qué sería, entonces, lo mejor?
– Fui director Nacional del Antártico del 2003 al 2016. ¿Cuál era nuestra lógica en ese momento? ¿Somos fuertes en lo militar? No, no podemos competir con la OTAN. ¿Pero en dónde somos fuertes? En ciencia y en cultura. Entonces hay que desarrollar la presencia científica y cultural en la Antártida y en todo el mundo. Es lo que hacen Estados Unidos, Alemania, Australia para citar a algunos.
– ¿Cuál es la importancia de las bases científicas argentinas en la Antártida?
– En primer lugar, la ciencia es la herramienta para definir las políticas a nivel antártico, que es un gobierno compartido entre todos los países que son signatarios del Tratado Antártico. La Antártida es para el desarrollo de la ciencia y la cooperación internacional, esa es la vuelta que le encontraron para evitar que la Guerra Fría se extendiera hasta allí. Entonces todos los países comienzan a poner bases científicas. Puede haber militares, pero no puede haber armas. Argentina tiene incorporado por ley al Tratado Antártico. Las actividades y regulaciones se hacen en pos de la ciencia. Se maneja a través de lo que se llama SCAR (Scientific Committee on Antarctic Research- Comité Científico para la Investigación en la Antártida). Ahí se reúnen todos los científicos del mundo que trabajan en la Antártida, hacen proyectos, evalúan y generan opinión científica. Eso lo toman los países, se quedan con lo que más les conviene y de ahí salen las decisiones políticas. Ahora, donde hay mucho interés es en el Comité de Protección Ambiental.
– ¿Por qué?
– Si bien no tiene poder de policía, el Comité puede establecer qué actividades se hacen y cuáles no de acuerdo al impacto ambiental que producen. Vamos a un hecho real. China quería abrir la quinta base en la Antártida. Entonces los países que integran el Comité de Protección Ambiental empezaron a buscarle la vuelta para que no se produjera o dilatarlo lo máximo posible, y que China no pudiera poner la nueva base. La regla de oro en toda la actividad antártica es el consenso. Si estamos todos de acuerdo se toma la medida y si hay uno solo que opone no se hace. Por ejemplo, Alemania dijo que no se podía construir la base porque China no tenía la mejor tecnología disponible. ¿Cómo es eso dijeron los chinos? Y los alemanes respondieron que no la tienen porque no es similar a la que tenemos nosotros. Te das cuenta cómo pueden encontrarle el pelo al huevo. Esto es utilizar políticamente a la ciencia para llevar adelante los intereses diplomáticos.
– ¿Y cómo lleva la Argentina adelante sus intereses diplomáticos en la Antártida y en Malvinas?
– Podemos hacer quejas y protestas, pero no mucho más que eso. Donde sí podemos hacer y mucho es en la Antártida. Lo que tenemos que trabajar es en que no puedan crecer las bases británicas en la Antártida.
– ¿Y cómo se haría?
– Argentina tendría que haber hecho planteos en el Comité Ambiental para dilatarles la remodelación de las bases. Pero no lo hicimos. Eso fue en el gobierno de Macri. Los británicos tienen las mismas bases, pero las han aggionardo para tener una mejor logística. Nosotros no hicimos bien el control político de la Antártida.
– ¿Por qué?
Porque está dividido entre varios ministerios, entre las Fuerzas Armadas y la Provincia de Tierra del Fuego. Entonces no tenemos una conducción unificada. Todos los países serios han mutado a conducciones unificadas políticas sobre la Antártida. Argentina la tenía, la Comisión Nacional del Antártico, que era algo equivalente a la CONEA de energía atómica, y se destruyó por cuestiones politiqueras luego del gobierno de Arturo Illia.
– ¿Quiénes deberían definir la política antártica?
– Los antárticos de carrera. Hombres y mujeres que conozcan bien a la Antártida por haber estado ahí mucho tiempo. Es lo que hacen los países serios. La jefa de la delegación británica es una bióloga especialista en gestión ambiental, que el Foreign Office la nutrió de toda la instrucción necesaria para estar en el cargo y maneja la cuestión antártica porque la conoce desde adentro, desde el costado y desde afuera. Y cambian los cancilleres y sigue estando en el cargo. Hay una continuidad. En Australia los partidos políticos tienen en su plataforma de campaña qué van a hacer con la Antártida. Nosotros seguimos mirándonos el ombligo, diciendo tenemos la primera base del mundo.
– ¿Cómo es la relación de la política argentina con la Antártida?
– Todos quieren ir a la Antártida, sacarse la foto y volver rápido porque hace mucho frío. Quedate en la Antártida una semana, un mes. Y me refiero a todos los partidos políticos. Fueron y se sacaron la fotito y no estuvieron más de 3 horas. Puedo entender, claro, que un presidente que va esté un rato. Pero los ministros y esos no se quedan una semana, porque tienen miedo de que cambie la meteorología y no puedan volver. Hay que estar viviendo en una base, en las condiciones en que lo hacen. Yo estuve 20 meses. Entonces cuando la conocés bien de adentro, sabes cuándo tomás una decisión, qué perjudicás y que no. Podés evaluar bien cuando estás en una reunión internacional hasta dónde podés meterte y hasta dónde no.
– O sea que la política debería tener una política antártica.
– Exactamente. Te van a decir: nosotros hicimos tal cosa, tal otra. Pero, ¿cuánto presupuesto destinaste a que los científicos presenten sus trabajos y ocupen cargos en el resto del mundo? Actualmente, con el nivel de la ciencia argentina, ninguno de nuestros científicos ocupa cargos en el lugar donde nace la toma de decisiones. Hablando de algo específico, me ha pasado en el peronismo que durante las campañas se hacían reuniones de cuadros técnicos, donde la gente colaboraba y aportaba. Y una vez ganadas las elecciones tiraban en un cajón los proyectos que se habían pensado. Dejaban a todos los cuadros técnicos a un costado. Eso no significa darles puestos, significa considerarlos. Los británicos promueven a sus científicos, y lo mismo hace Chile.
– O sea que los partidos políticos deberían asignarle mayor importancia a la Antártida.
– Si queremos ser un país bicontinental, bueno, que cada país valore a sus cuadros técnicos que están formados para la Antártida.