Mario Pecheny: “El ecosistema de la ciencia está paralizado”

El peor recorte en 30 años, desde que Cavallo mandó a la investigadora Susana Torrado a lavar los platos, analizado por el director del área de Ciencias Sociales del Conicet. Reducción presupuestaria, persecución y escraches.

El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) atraviesa hoy uno de los recortes más profundos desde que en 1994, el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, mandó a “lavar los platos” públicamente a la investigadora Susana Torrado. A los recientes despidos de más de 100 empleados administrativos contratados se suma la reducción de becas doctorales a la mitad y el desfinanciamiento de institutos de investigación. En diálogo con Y ahora qué?, Mario Pecheny, director del Conicet en el gran área de Ciencias Sociales y Humanidades, especificó las potenciales consecuencias de este recorte, algunas de ellas irreversibles. El nivel de financiamiento actual del Conicet no garantiza la supervivencia del sistema público de ciencia y técnica, concluyó este investigador. 

– ¿Cuáles son las principales áreas del Conicet que están siendo desfinanciadas? 

– Desde que asumió el gobierno de Javier Milei no se ejecutaron los fondos para los proyectos de investigación que financia la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, que pertenecía al Ministerio de Ciencia y Tecnología. El Conicet, quizás el principal organismo del sistema de ciencia y técnica aunque no el único, financia los salarios de los investigadores y las becas de los becarios. Desde diciembre, no hubo altas de los ingresos a la Carrera del investigador relativas a las que se concursaron en 2022 y se publicaron en 2023, y tampoco se efectivizó ninguna promoción, correspondiente al sistema de ascensos en el Conicet, para las categorías más altas, con la sola excepción de la categoría de investigadores superiores. De las 1300 becas doctorales que estaban previstas solo se otorgaron 600, y ahora se suspendieron también las becas externas. El Conicet también financia proyectos, aunque por montos más reducidos que la Agencia. En lo que va de este gobierno, no se pagó ninguno de esos proyectos. En definitiva, el ecosistema de la ciencia y la técnica está paralizado por la falta de presupuesto. 

– ¿Cómo justifican este recorte las autoridades del Conicet?

– El argumento es que no hay presupuesto. Pero no se trata de que el presupuesto sea acotado, sino que no hay claridad de cuál es ese presupuesto. Al igual que con las universidades, la incógnita es hasta cuándo va a alcanzar el presupuesto actual, que repite el del año pasado. El Conicet, además, tiene dependencias compartidas, poco más de 300 institutos y laboratorios que tienen que pagar sus gastos de funcionamiento (electricidad, seguridad, etc.) y han recibido cifras inferiores a los gastos mínimos que necesitan para sobrevivir. En el caso de los laboratorios ponen en riesgo no solo la labor cotidiana, sino el mantenimiento de los equipos para investigar. 

– ¿Cómo afecta esa imprevisibilidad al personal administrativo y a los investigadores y becarios del Conicet a nivel nacional? 

– La propuesta explícita del gobierno es reducir la planta de trabajadoras y trabajadores, y han empezado por el personal administrativo. De unos 1500 administrativos que tiene el Conicet en todo el país y en los laboratorios e institutos, aproximadamente 1.200 son contratados. A ellos se les ha renovado el contrato hasta junio. Por cierto, durante el gobierno de Mauricio Macri se había evaluado que esta planta de 1500 empleados estaba por debajo de lo necesario para funcionar. Desde entonces bajó el número de empleados mientras que el Conicet creció. Es cierto que en gestiones anteriores no se hicieron los concursos para que la mayoría de estos empleados tenga hoy un cargo estable; esa es una discusión que debemos dar también. Ahora la indicación es reducir entre un 15 y 20% esa planta de personal con cálculos que no tienen ningún asidero. El presupuesto es un fin en sí mismo, pero también es un medio para amedrentar, disciplinar y reducir el liderazgo del sector público en la investigación básica y en la investigación aplicada. 

– ¿Por qué dice que también es “un medio”? 

– Esta inestabilidad no responde solo a una cuestión económica. Vacas flacas tenemos cada tanto. Pero ahora, por primera vez se rompe la continuidad institucional. En lo que va de este gobierno no se ejecutó casi nada, eso rompe con la previsibilidad y la certidumbre que necesita todo sistema científico. En la investigación, que es una actividad que lleva tiempo, esto produce mucha zozobra. Estamos acostumbrados a tener problemas de financiamiento, pero esta vez hay una ruptura de la confianza en las reglas de juego. No podemos comprometer acciones si no tenemos el respaldo presupuestario. Por ejemplo, ahora está en evaluación una línea de becas llamadas “postdoctorales”, pero no se sabe si habrá fondos para hacerlas efectivas. Eso vicia cualquier proceso de evaluación. 

– Dentro del recorte presupuestario, hasta ahora se apuntó a los empleados contratados. ¿Este recorte podría incluir a personal concursado, tanto de los administrativos como de los propios investigadores?

– En principio, las autoridades del gobierno no plantearon la reducción de los trabajadores que están en planta permanente. Pero si la idea es reducir el personal entre 15 y 20%, esa reducción terminará incluyendo a la planta permanente: investigadoras e investigadores, profesionales de apoyo y administrativos de planta permanente. Una alternativa puede ser no despedir a nadie sino bajar los sueldos o agravar las condiciones de trabajo de tal manera que los investigadores abandonen el Conicet. Yo hago cartas de recomendación diariamente para personas que están tratando de irse a otros países y buscan otras alternativas. 

– Las autoridades del Conicet expresaron su intención de recortar el porcentaje que representan las ciencias sociales dentro de las cuatro grandes áreas del Conicet. ¿Cómo cree que podría implementarse ese objetivo? 

– Lo que ocurre con las ciencias sociales y humanidades no solo responde a un ajuste sino a cuestiones ideológicas propias del discurso gubernamental. Los cinco o seis problemas más importantes de la Argentina son la pobreza, la inseguridad, el desempleo, la inflación, el acceso a la salud. Los investigadores que estudian cómo llegar a esos problemas, cómo abordarlos y cómo resolverlos integran las ciencias sociales y las humanidades. Sin embargo, este área es objeto de persecución directa mediante escraches en redes sociales y desde las expresiones públicas de algunas autoridades. Por ejemplo, la Universidad de Buenos Aires informó la reducción de gastos de electricidad, uso del ascensor y luz de los pasillos, entre otros. En referencia a esa decisión, el subsecretario de Políticas Universitarias, Alejandro Álvarez, se preguntó en redes sociales por qué no hacer recortes en el área de género. Les molesta que haya un área de género pero todos sabemos que en la educación superior y en el área científica –así como en otros ámbitos–, las prácticas violentas y de acoso hacia las mujeres son históricas. 

– ¿Qué argumentan respecto del recorte que caería en la gran área de las ciencias sociales? 

– El argumento es que las ciencias sociales y humanas podrían no estar en el ámbito del Conicet y concentrarse en las universidades. Pero el Conicet tiene cuatro grandes áreas con distribución armónica por tradición y estatuto (Ciencias Agrarias, de Ingeniería y de Materiales; Ciencias Biológicas y de la Salud; Ciencias Exactas y Naturales; Ciencias Sociales y Humanidades). Hay distintos organismos científicos que son específicos; el Conicet, en cambio, es generalista y debe incluir todas las prioridades. En Conicet hay estudios sobre pensadores cristianos del siglo IV –que yo defiendo–, y no vi a ningún troll haciendo un escrache sobre esas líneas de investigación. Sí se han escrachado las investigaciones relacionadas con los derechos conquistados en estos años de democracia en materia de género, de pueblos originarios, de derechos humanos. El ataque a las ciencias sociales y humanidades y a la investigación básica –exactas, naturales, médicas– da cuenta de una profunda incomprensión e ignorancia sobre cómo es el proceso científico-tecnológico. Se anuncia y se cree socialmente que se trata de una cuestión presupuestaria pero, en realidad, es una batalla cultural. 

– El objetivo último puede ser más cultural que presupuestario, pero los impactos son significativos en la posibilidad o no de que sobreviva el sistema.

– El ajuste en el presupuesto hace que esté paralizado el Conicet, que no salgan los procesos que están en curso ni puedan efectivizarse los nuevos. Y, además, el dinero con el que contamos hoy no alcanza. Es imposible diseñar un proyecto con objetivos, metas, tiempos y recursos humanos y materiales, si no están los insumos ni los equipos. Se han comprado microscopios carísimos que necesitan su mantenimiento y sin ese mantenimiento pueden arruinarse. Eso es lo que están experimentando nuestros colegas de las ciencias duras. En paralelo, la reducción de gastos en seguridad puede tener efectos irreversibles. Si antes una persona cuidaba de noche un predio y eso es reemplazado por una cámara, cualquiera puede entrar y llevarse equipos que valen millones en dólares sin resistencia. 

– Finalmente, ¿qué implicancias puede tener la reducción a la mitad de las becas otorgadas este año? 

– A esos jóvenes, que están dando sus primeros pasos, les resultará muy difícil –sino imposible– desarrollar una carrera científica. Y esto además aumentará las inequidades entre las provincias argentinas. Provincias como Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, que son históricamente lugares de mayor desarrollo, podrán sobrevivir. Ahora, ¿qué va a pasar con las provincias del Noroeste y el Noreste? Este recorte destruye la posibilidad de que haya un desarrollo federal de la investigación científica y tecnológica. Conicet tiene un papel clave en más de la mitad de las provincias argentinas en la posibilidad de sostener la investigación y el financiamiento para la formación de recursos humanos.

Un comentario sobre «Mario Pecheny: “El ecosistema de la ciencia está paralizado”»

  1. Mario, fui mi profesor en la Facultad de Ciencias Sociales UBA en Taller de Tesis II, para el Doctorado. Excelente tus apreciaciones y tu dedicación. Soy egresada de FFyL UBA y profesora de Ciencias Sociales. Mi hijo menor está con beca postdoctoral. Espero que salve el CONICET. Tan importante y necesario

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